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Las cantadoras de Marialajaba: Expresión de resistencia y libertad en el Caribe colombiano
Las cantadoras de Marialajaba: Expresión de resistencia y libertad en el Caribe colombiano
Las cantadoras de Marialajaba: Expresión de resistencia y libertad en el Caribe colombiano
Libro electrónico244 páginas3 horas

Las cantadoras de Marialajaba: Expresión de resistencia y libertad en el Caribe colombiano

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La presente obra es resultado de una investigación etnográfica y musical producto de la curiosidad con que la autora logra comprender en la tradición oral de las cantadoras de Marialabaja qué se esconde detrás de la realidad cotidiana, de sus palabras, de sus discursos musicales, de los conflictos en su espacio geográfico y de su pasado cargado de violencia, subordinación y marginación.
Las cantadoras de Marialabaja hacen parte integral de ese espacio mágico e inverosímil que es el Caribe colombiano en el que transcurre la vida de campesinos —afrodescendientes en su mayoría y cuya historia ha sido invisibilizada a través del tiempo— quienes visionaron en el baile canta'o y en el ritmo de sus tambores y de sus danzas una estrategia para hacer resistencia a las dinámicas de poder que han permeado su comunidad durante siglos.
En este libro también se escuchan las voces de mujeres luchadoras que han defendido la tradición con recelo como Ceferina Banquez, Pabla Flores, Eulalia Gonzáles y Martina Balseiro, entre otras, y de las cuales se muestran sus biografías en la obra.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 may 2020
ISBN9789587837018
Las cantadoras de Marialajaba: Expresión de resistencia y libertad en el Caribe colombiano

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    Las cantadoras de Marialajaba - Liliana Margarita Atencia Gil

    saberes.

    Los abuelos griots: amarrando los pasos perdidos de las memorias históricas subyugadas

    Recuperar la memoria histórica de la población de Marialabaja, a partir de la oralidad característica de sus habitantes y de las diversas dinámicas sociales que allí tienen lugar, es fundamental para consolidar su importancia dentro de los procesos históricos del Caribe, fortalecer la identidad cultural de sus habitantes y comprender la presencia y permanencia de la tradición musical de las cantadoras sobre este contexto social y su relación estrecha con la memoria. Se trata de un pasado en el que se pierde la huella y donde el recuerdo y el olvido se conjugan creando versiones fragmentadas de una historia colectiva que no fue escrita y que, por lo tanto, quedó invisibilizada con el paso del tiempo. Una historia que se reconstruye a través de la voz de los ancianos del pueblo, los griots, cuyos testimonios están presentes en las narraciones de los pocos que todavía las cuentan. Un relato que no corresponde a la historia que se institucionaliza en la escuela y que se aprende desde la infancia, pero que clandestinamente todos buscan y aún no logran enlazar.

    Amarrar los pasos perdidos de ese pasado incierto, a partir de la oralidad, es un reto que apenas comienza a perfilarse en estas páginas. Pues, como sugiere Pollak (2006), la reconstrucción de la memoria designa una presencia de pluralidades de tiempos en las que el narrador se mueve sin delimitar el cambio de escenarios y personajes que fluctúan en su recuento. Con la memoria se da la posibilidad de desencadenar las fuerzas presentes en el discurso del otro, liberando en los momentos oportunos que acontezcan durante el relato revelaciones que pueden ocasionar rupturas en las memorias establecidas y visibilizar verdades que quiebran el ritmo cotidiano de la comunidad y el discurso institucional impuesto. Por lo tanto, el siguiente discurso, de la misma manera que la memoria oral, no es lineal; en él se entremezclan episodios del pasado con el presente al igual que el tiempo se mezcla en los relatos que hicieron los abuelos y los representantes de esta tradición en la población durante el transcurso de la investigación, con lo cual se busca el sentido oculto de los hechos del pasado y su relación con la tradición de las cantadoras de Marialabaja en el devenir del tiempo.

    Narrativas históricas divergentes

    Arcadio Díaz Quiñones (1996) en su obra La memoria rota presenta un estudio significativo sobre las consecuencias que ha traído la construcción de una memoria conmemorativa elaborada por las élites y políticos de su país, Puerto Rico, en la que se margina y se excluye el discurso proveniente de los sectores populares y en donde las palabras eliminar, borrar, separar; parece ser la condición de la cultura y la política dominantes (p. 70). Esta es una dinámica que, de manera similar, también se ha manifestado en la reconstrucción histórica del pasado de la población de Marialabaja, y es a través de ello que se mantienen ocultas e invisibilizadas las memorias subterráneas de grupos marginados y subalternos, lo que impide el reconocimiento mutuo e identitario de esas comunidades, cuyo pasado está inmerso en procesos de colonización, aculturación, colonialidad de sus saberes y mecanismos de fuerza y poder que las niegan (Pernasetti, 2009, p. 45).

    En Marialabaja circulan dos historias acerca de su fundación y organización comunitaria, que son prueba de los procesos constructivos de una memoria conmemorativa en la cual, por un lado, se toma como protagonista fundamental al colonizador español, sus fechas impuestas de creación de estas comunidades y su sistema político administrativo y cultural, que se enseña en los planteles educativos y se transmite de generación en generación entre sus habitantes por medio de la escritura. Por otro lado, está la historia a través de la cual se habla de la presencia de comunidades de arrochelados y cimarrones que huían de un régimen esclavista y opresor y que fueron capaces de instaurar un sistema político administrativo, cultural y comunitario basado en sus ancestros culturales y que permaneció anclado a sus comunidades pese a la continua persecución de la que han sido objeto hasta el presente, y que además se ha transmitido de generación en generación por medio de la oralidad.

    La oralidad ha constituido el núcleo de enseñanza, transferencia y existencia de los saberes culturales de la comunidad de Marialabaja, municipio cuya población es en su mayoría de origen afrodescendiente. Como lo sostiene Ong (1982), su pasado es de una cultura oral primaria, sin conocimiento de la escritura, en la cual las palabras son poseedoras de un gran poder, de un potencial mágico en donde la lengua es un modo de acción y el sonido es parte fundamental de ella. La oralidad es inherente a la cultura de Marialabaja, como lo ha sido a las culturas africanas de donde se desprenden estos pueblos afrodescendientes del Caribe colombiano, y como tal no ha sido simplemente un símbolo mental que figura algo, sino el equivalente a una memoria, a una tradición, a una cultura específica (Mina Aragón, citada en Wabgou, 2008, p. 335).

    En este universo son los ancianos los más susceptibles de poseer conocimientos y comunicarlos mediante el uso de la palabra (Wabgou, 2008, p. 335). Son ellos los que celosamente y de manera reservada guardan todas las historias del pasado para contarlas cuando sean adecuados el momento y la persona que los escucha, pues de lo contrario un receptor o emisario inadecuado de su mensaje, puede convertirse en traidor de su memoria si aquello que se le confía lo usa para beneficio propio y no para el de su comunidad y la transmisión generacional de sus saberes.

    Al igual que sus antepasados africanos, las cantadoras, cantadores, tamboreros, bailadoras y baliladores de Marialabaja utilizaban el tambor para comunicarse y danzar en los días de fiestas; para sonar a la hora de venir al mundo y a la hora de despedirse de la vida, para convocar a la unidad; y de igual manera, como lo menciona Ong (1982), los tambores se utilizan en estas situaciones como sustitutos acústicos de la comunicación verbal u

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