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Hispánico Ciriaco
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Libro electrónico159 páginas2 horas

Hispánico Ciriaco

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...Bética romana, siglo IV año del Señor; la gran ciudad de Hispalis aún no se recupera de la masacre erigida por el demonio Volpe. Su nombre, su recuerdo y su sombra prevalecen intactos grabados por sangre en piel y memoria de calles consumidas bajo el filo de brutal acero, fuego y muerte, latentes bajo la terrible amenaza de un cataclismo al acecho; aún varios meses después de la supuesta caída del demonio a manos del héroe galo Hallstatt `el Rígido ́, cuya victoria dio lugar a la frágil tregua entre los ejércitos del Magistrado Laertes, las hordas mercenarias del infame Casio, y los últimos remanentes de los crueles vasallos adeptos al siniestro Culto de Asmodis.
Sin embargo, no todos aceptarían la veracidad de tan glorioso triunfo. El joven Máximo Septimio regresa a casa en Itálica teniendo en mente la sospecha de turbios asuntos, entre ellos la asunción al poder del romano Próteo como Pretor Protempore tras la desaparición de Laertes, el repentino desquiciamiento del joven noble Estelio víctima de la guerra, y el encarcelamiento del comandante militar Tito Ligario, último testigo presencial de la gran victoria del galo.
Pero más allá del tenso y delicado escenario de un oscuro juego rodeado por perversión, muerte y sombras, será en la piel de uno aún más joven y desentendido hermano de Septimio que el Cánido Demonio terrible zorro de Hispalis vuelva para provocar el terror en el mismo corazón de la ciudad de Itálica...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 feb 2020
ISBN9780463404652
Hispánico Ciriaco
Autor

Peter K. Rangel

Nacido en Aragua el 22 de septiembre de 1995, Peter K. Rangel es un pensador,ensayista y escritor venezolano, autor de la saga Anima Forte.Interesado en las dinámicas del aprendizaje humano (así como en la eficacia delos diferentes métodos de estudio), en 2014, desarrolló un ensayo teórico-experimental“MPP” ó “Metodología del Pensamiento Práctico”; un estudio enfocado en laresolución efectiva de problemas basados en su naturaleza y la comprensión de losfenómenos que lo rodean.En 2017, como un ejemplo aplicado del estudio anterior, llevó a cabo un ensayosobre nociones básicas de la física a la que denominó “Teoría de la Actividad” (unaamigable introducción hacia el estudio de los fenómenos físicos).No obstante, su principal interés por la ficción literaria (y por la cultura del mundoantiguo), lo llevó a desarrollar su propia saga de novelas y, en 2019, publica su primeraobra de ficción: “Hispánico Ciriaco”; una refrescante aventura que cuenta la historia deun adolescente y su hermano viviendo travesuras y peligros reales en las calles de Itálicadel siglo IV d.C., la cual además sirve de abreboca para el universo de Anima Forte.En 2020, tiene preparada la publicación del segundo volumen de la saga con “ElPreludio de Volpe”. Una novela más oscura y extensa que cuenta la historia, el origen ycaída del demonio en las tierras de Hispania, así como su venganza y el acecho de laterrible sombra del Culto de Asmodis.Próximas publicaciones (ya en desarrollo):Para mediados del 2021, se tiene prevista la publicación del tercer volumen de lasaga con “La Senda de Eris” (Antes de hablar del contenido de esta obra, se advierteleer los dos primeros volúmenes para no caer en spoilers).Igualmente, para ese mismo año se espera la publicación de una nueva saga conEITRIA: La Leyenda de Neumin. Una obra de ficción que promete adentrarse en losReinos Mágicos y Espirituales dormidos en las sombras del mundo (Conoce más deeste autor en tu tienda de Smashwords).

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    Hispánico Ciriaco - Peter K. Rangel

    Agradezco a Dios, a mis padres y mi familia, por mostrarme los valores para continuar apreciando el regalo de la vida.

    A la vida, por sus incontables misterios y concedernos ser parte de este maravilloso mundo.

    Al mundo, por sus muchos regalos y el tiempo para descubrir una nueva razón para ser felices.

    Al tiempo, por concedernos una parte de la vasta eternidad y dejarnos apreciar aquello que sabemos no durará para siempre.

    A los percances, por darnos la oportunidad de aprender de nuestros errores y continuar creciendo.

    Por cada persona que he conocido, por darme la experiencia que cada día fortalece cada parte de lo que soy.

    Por cada momento, los que fueron y los que vienen pues sean alegres u oscuros solo es cuestión de estar dispuesto a vivir y disfrutar el momento con las personas que te acompañan. Porque vivir es buscar cada día una nueva razón para hacer que tu día valga la pena, es devolver a otros una parte del regalo que hemos recibido.

    Prólogo

    …Bética romana, siglo IV año del Señor; la gran ciudad de Hispalis aún no se recupera de la masacre erigida por el demonio Volpe. Su nombre, su recuerdo y su sombra prevalecen intactos grabados por sangre en piel y memoria de calles consumidas bajo el filo de brutal acero, fuego y muerte, latentes bajo la terrible amenaza de un cataclismo al acecho; aún varios meses después de la supuesta caída del demonio a manos del héroe galo Hallstatt `el Rígido´, cuya victoria dio lugar a la frágil tregua entre los ejércitos del Magistrado Laertes, las hordas mercenarias del infame Casio, y los últimos remanentes de los crueles vasallos adeptos al siniestro Culto de Asmodis.

    Sin embargo, no todos aceptarían la veracidad de tan glorioso triunfo. El joven Máximo Septimio regresa a casa en Itálica teniendo en mente la sospecha de turbios asuntos, entre ellos la asunción al poder del romano Próteo como Pretor Protempore tras la desaparición de Laertes, el repentino desquiciamiento del joven noble Estelio víctima de la guerra, y el encarcelamiento del comandante militar Tito Ligario, último testigo presencial de la gran victoria del galo.

    Pero más allá del tenso y delicado escenario de un oscuro juego rodeado por perversión, muerte y sombras, será en la piel de uno aún más joven y desentendido hermano de Septimio que el Cánido Demonio terrible zorro de Hispalis vuelva para provocar el terror en el mismo corazón de la ciudad de Itálica...

    …Seducidos por la curiosidad, atrapados por la intriga; abalanzados hacia lo incierto con ánimos nutridos de alguna previa inquietud. Así abrió la portada del libro, leyó las primeras líneas y como un sencillo reflejo de aquella misma curiosidad leería talvez las siguientes, comenzando sin darse cuenta ese juego dormido en lo profundo de lo inconsciente y llevado al azar por obra clásica del destino.

    …Entonces surgió el primero de ellos, no más que una consecuencia de los eventos anteriores y a decir verdad cuán lejos de su destino original; desde las densas montañas de Ática en el norte de Atenas hasta el afamado municipio de Itálica en la provincia de Bética, hacia el extremo sur de la península Ibérica. Así llegamos de vuelta a las tierras de Hispania, la región occidental más romanizada del decadente imperio y cuyo nombre antiguo de origen cartaginés no significaba otra cosa que Tierra de conejos; esta fue la cuna de aquel joven Pluvio llamado Ciriaco, 29 años antes de los hechos de Atenas. Sin mayor curiosidad sobre sus padres o su nacimiento, fue criado por sus tíos como otro más de los hijos de la familia, y a pesar de que esta era de tradición militar, ese niño ansioso, hiperactivo y enérgico, de piel clara y cabello castaño, de confección delgada y ojos amarillentos, no tardó en desarrollar ese irregular interés por los cuchillos, el fuego, la sangre y el arte del engaño, con una peligrosa atracción a la mitología antigua y obsesionado con la abrumadora e inquietante sensación del miedo, de inducirlo en los demás, de presenciar cómo se apoderaba de los más incautos. Pues ya a la edad de 14 años era un claro ejemplo de sagacidad y astucia, en esa amalgama inquieta de inmadurez e imprudencia…

    Capítulo I. Imprudencia.

    …Ya por aquellos días, en una mañana de verano del año 385, el sol se alzó irradiando con furia desértica y un calor antinatural se desataba sobre la ciudad de Itálica, agudizándose a cada instante mientras avanzaba el día; se sentía hervir el agua de las termas y calentarse enardecidas las superficies de roca, mientras el suelo de las calles quemaba al tacto como plancha ardiente. Así mismo en las afueras azotaba también un fervor implacable que incapaz sería de sofocar su voluntad; allí en los campos abiertos y ocultos al acecho entre los extensos, elevados, pardos y ya resecos pastizales se encontraban ambos como fieras procurando a su víctima, la cual se hallaba todavía ignorante de su presencia. Así estaba Ciriaco, impaciente, callado, a media rodilla sobre el suelo, con el alma alimentada de una adictiva sensación de poder al porte firme de cuchillo en mano; algunas gotas de sudor corrían por su cuello el cual hacía refrescado por una suave brisa, un ligero escalofrío se coló ascendente entre la rectitud de su espalda mientras sus ojos marrones claros de reflejo amarillento contemplaban a su presa con cierta frialdad, en lo que luego sintió una mano posarse sobre su brazo.

    —Ciriaco —Pronunció el pequeño Lucio de siete u ocho años de edad, en voz baja y tierna, casi susurrante— ¿En realidad tenemos que hacer esto? —con su carita inmersamente conmovida inclinada de compasión, admirando a la indefensa criatura que habrían de sacrificar.

    Tras escucharlo Ciriaco manifestó una sonrisa de labios cerrados que se alzaba más a su mejilla izquierda, levantó su mano apoyada de las tierras áridas y la posó suavemente en la cabeza del niño, agitando en forma pausada su liso y corto cabello negro.

    —Nuestro hermano necesita ese caballo ¿No es cierto? —Respondió con ligereza y aderezada convicción, contagiando en el chiquillo ambas emociones.

    —Cierto —Expresó el infante con elevado entusiasmo y sus ojos marrón cobrizo destellaban energía.

    —Tú dime cuando.

    —¡Ahora! —Lanzándose a correr entre los pastos impetuoso y velozmente, tal que en un instante lo perdiera de vista; un zumbido entre los prados alarmó los sentidos de su incauta víctima, la cual vio luego salir ante sí y a pocos metros de distancia una figura humana de intenciones hostiles.

    Era Ciriaco de regio amenazador abalanzándose sobre su presa en arremetida sagaz, pero aquel adulto pequeño y nervioso se arrojó a huídas casi por instinto con una velocidad tremenda de corredor natural, casi desesperado; el cazador vertiginoso pero la caza incomparable, y cuando ya se alejaba de su agresor hacia los campos abiertos un cuchillo al aire perturba su escape, para evadirle hubo de cambiar de ruta y sin darse cuenta corría de nuevo hacia el extremo de los densos pastizales, de donde por sorpresa salió el niño Lucio saltando sobre él atrapándole entre sus brazos; pobre liebre de Hispania no era su día.

    —¿Terminamos? —Preguntó el chiquillo divirtiéndose, aun tirado al suelo con la liebre en las manos.

    —Bien hecho hermanito ¿Te quedan energías algunas más?

    —¿Y a qué esperamos? —Al parecer el pequeño se había emocionado con la caza de roedores, mas ya pronto vendría el tiempo de las más crueles criaturas.

    Si bien la energía del muchacho y el niño daban para más, en un par de horas habían llegado a las caballerizas de la ciudad, impregnados de sudor y cubiertos de tierra, escoltados desde los cielos por bandadas de cuervos que azuzaban su hambre con tenebrosos graznidos; sus sombras rodeaban el andar sus pasos como un aura sombría y las bestias relinchaban advirtiendo su llegada. Los supersticiosos a su camino les procuraban distancia, murmuraban entre sí todo tipo de comentarios y hasta se dibujaban señales al rostro para espantar malos espíritus; Lucio les miraba mientras lo hacían con inocente curiosidad, mas a Ciriaco le gustaba causar esa sensación.

    Ya en los establos el niño se distrajo rápidamente contemplando la majestuosidad de las bestias, estaría sin duda imaginándose de jinete mientras su hermano iba a hablar con el legionario encargado. Un señor de cincuenta años sentado al resguardo de la sombra del patio, con el espaldar recostado sobre una de las columnas, agitando a su cuello una especie de abanico y en la otra mano una alforja de vino; muy cómodamente dejando pasar otro día frente a sus ojos cuando un ave de mal agüero le pasó por encima, entonces vio llegar al muchacho lleno de suciedad y así bien cargado con un saco al hombro.

    —¿Y qué se trae ahora el joven Pluvio? —Preguntó desde allí mismo sin levantarse siquiera.

    —Mi nombre es Ciriaco señor Flavio, y solo he venido a negociar con usted –Dijo el joven en rebozo de confianza descargando junto a él peso de su brazo, y percatándose de la mirada de intriga que allí mismo le haría.

    —¿Ah sí? Pues debo decir que tu aspecto de hoy no es precisamente el de un hábil comerciante. Además, recuerdo ya haber dicho que no claramente; no pienso darles ninguno de mis caballos —Bebiendo luego un trago de licor y espantando otro cuervo que volvía a pasar.

    —También le escuche decir que le gustaría una liebre para el almuerzo ¿No le gustaría saber además para que quiero el caballo? –Preguntó Ciriaco volviendo con su mirada una sensación inquietante, y a lo que el viejo legionario simplemente contestó.

    —Muchacho, creo que hay cosas que no nos conviene saber.

    —Pero que dan curiosidad ¿no es cierto?…

    Así pronunció con un tono insidioso y en cuestión de minutos habían llegado a un singular acuerdo. El veterano Flavio se levantó de la silla y de su mediana embriaguez para ir a ver en sus establos a ese niño que soñaba con desbordante ilusión.

    —¿Te gustan?

    Sorprendido Lucio y extrañado un poco de la pregunta más por quien la realizaba, rebobinó por instantes la conmoción de su repuesta.

    —Pues…, sí —Aparentando así solo un poco de indiferencia, un poco de orgullo.

    —Pues bien, hijo ¿Cuál quieres?

    —¡¿En serio?! —Completamente asombrado y exaltado de alegría.

    Acertada la pregunta que desde hace mucho el pequeño se había realizado, debatiéndose entre los dos equinos que cautivaban su atención, ambos imponentes, formidables y majestuosos. El primero era de un pelaje marrón rojizo del que podía distinguirse incluso un tono anaranjado, y una mancha de claridad levemente distinguida entre la nariz y los ojos, tal si fuera un noble pensamiento entre una piel avivada. El segundo era de un matiz negro en la totalidad externa de su ser, desde los cascos de sus patas hasta el pelaje de su dorso, desde el extremo de su hocico hasta las hebras de su cola; fuliginoso como una noche silente, oscuro como ha de ser la incertidumbre, la misma que en tiempos de dudas causa pavor y desconfianza, la misma que en su forma ha motivado al espíritu. Lucio se inclinaba mucho más por el segundo, no había

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