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Lidera con carácter: Construye un mejor futuro
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Libro electrónico269 páginas5 horas

Lidera con carácter: Construye un mejor futuro

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''Este libro es una gran lección para todos los CEO y para cualquier persona que quiera liderar con sabiduría, compasión y visión. Ben Beckhart ha articulado maravillosamente lo que todos instintivamente sabíamos; que el liderazgo se trata de encontrar lo mejor en los seres humanos. El liderazgo sin moralidad es solo un grito en la oscuridad. Ahora
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 dic 2019
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    Lidera con carácter - Benjamín E. Beckhart

    futuro.

    Capítulo I: La búsqueda de Liderazgo

    "Si tus acciones inspiran a los otros a soñar más,

    aprender más, hacer más y ser más, entonces eres un líder".

    John Quincy Adams, Político Estadounidense y sexto

    Presidente de los EE. UU.

    Era el año 1963. Yo era un niño expatriado de cinco años que vivía en América del Sur. Mi padre estadounidense y veterano de la guerra de Corea se sentó en un triste y profundo silencio mientras escuchaba las noticias del asesinato de John F. Kennedy. Escuchaba las noticias una y otra vez. Me quedé con dos impresiones muy claras. La primera fue la absoluta incredulidad de mi padre de que un evento tan incomprensible podría haber ocurrido en la nación más poderosa del mundo. La segunda impresión marcada en mi memoria fue la profunda preocupación que mostraron los locutores del noticiero por el vacío de liderazgo que resultó de la inesperada y trágica muerte del presidente.

    Comprendí que John F. Kennedy era el presidente de una nación joven y poderosa. Una nación que había ganado dos guerras mundiales, reconstruido Europa y Japón y que participó en la guerra en la que mi propio padre había luchado. John F. Kennedy era como uno de mis superhéroes de Marvel. Era fuerte, inteligente y un hombre físicamente atractivo con súper poderes. Parecía cortado de la misma tela que mis personajes de cómic, que ponían el bienestar de los demás ante su propia seguridad o intereses personales. Usaban sus poderes sobrehumanos para mantener el mal y la maldad a raya. No morían. Luchaban, sufrían y se sacrificaban como lo hacía el resto de la humanidad. Sin embargo, hacían del mundo un lugar mejor para vivir. Yo quería ser uno de estos héroes. Así comenzó mi búsqueda.

    John F. Kennedy había muerto. Se convirtió en un héroe caído. Muchos años después un alto ejecutivo de una corporación me dijo cínicamente: que los únicos héroes que valían la pena recordar eran los héroes muertos. Años atrás, cuando perdí mi inocencia juvenil, descubrí que la historia y la literatura a menudo demuestran que el punto de vista del cínico tiene algo de verdad. En la Ilíada, escrita por Homero, aprendí que tanto Aquiles como Héctor mueren en la Guerra de Troya. El destino lo había previsto. Tanto Aquiles como Héctor hubieran podido haber envejecido y vivido una vida de paz rodeados de sus seres queridos. Ellos eligieron morir como héroes para ser recordados por siempre. Jesús de Nazaret fue crucificado por desafiar el establecimiento teocrático de Judea y amenazar la ocupación de Roma, con el nacimiento de una filosofía humanista. Jesús también fue inmortalizado. Juana de Arco fue una heroína francesa que luchó y derrotó al ejército inglés en Orleans durante la Guerra de los Cien Años. Más tarde fue capturada y quemada en la hoguera por los ingleses acusada de herejía. Ella fue vista por los ingleses como una amenaza que uniría a los franceses contra su ocupación. Mahatma Gandhi fue el héroe de la resistencia pasiva de la independencia de la India del Reino Unido. Más tarde fue asesinado por resistirse a la división de la antigua colonia en los estados independientes de la India y Pakistán.

    Aprendí que hay historias dignas de héroes que sobrevivieron para contar su relato. Varios de los padres fundadores de Estados Unidos están en esta lista:

    George Washington, Thomas Jefferson y Benjamín Franklin. Nelson Mandela, quién estuvo veintisiete años en prisión, nunca buscó venganza una vez que salió libre. Al contrario, eligió unir a Sudáfrica de forma pacífica. La idea era construir una nación sin distinciones raciales. Lo consiguió. Nelson Mandela vivió el fin del Apartheid.

    Los héroes cotidianos también están presentes en el día a día. Estos son hombres y mujeres que sirven desinteresadamente a los demás. Ellos hacen la verdadera diferencia. Estos héroes cotidianos son los que representan una visión viva y apasionada de un mundo mejor.

    La lista se compone de profesores de zonas rurales y urbanas, voluntarios que limpian ríos contaminados en ciudades del tercer mundo, individuos que enseñan a otros a construir hogares tanto en Estados Unidos como en el extranjero, personal de Respuesta Inmediata alrededor del mundo.También están los miembros de The Hunger Project, una organización no lucrativa que facilita el desarrollo de la autosuficiencia, y despierta el espíritu humano de lucha en las mujeres y hombres económicamente desfavorecidos alrededor del mundo.

    Recientemente, conocimos la conmovedora e inspiradora historia de Malala Yousafzai. Malala es la niña que desafió al régimen Talibán, siendo una activista en pro de la educación de las mujeres de su provincia, en su país natal de Paquistán. A la edad de once años, comenzó a escribir un blog bajo un seudónimo. En este, denunciaba el abuso y el terrorismo que los talibanes estaban infligiendo a la gente de su pueblo. En represalia, los talibanes atacaron y le dispararon a Malala, dándole en la cara y dejándola por muerta. Pero Malala sobrevivió. La falta de acción por parte del gobierno Paquistaní motivó a Malala. Ella no esperó a que alguien más denunciara los abusos contra los derechos humanos.Tomó acciones. Nuestra joven heroína vive ahora para promover la educación de las mujeres en todo el mundo, convirtiéndose en líder y en una persona influyente.

    Todos los días conocemos historias inspiradoras de personas ordinarias que viven vidas extraordinarias. Estas personas son verdaderos líderes. ¿Pero cómo sucede esto? ¿Qué desencadenó la inquietud de liderazgo dentro de estas personas?

    Hay lugar para un líder en cada uno de nosotros. Hay también un héroe dentro de nosotros mismos. Este héroe innato quiere tener un propósito, quiere marcar la diferencia y dejar un legado. Howard Gardner, profesor de Cognición y Educación de la Universidad de Harvard, describe a los líderes como personas que tienen historias que contar. Y esas historias a menudo se encuentran en el trayecto, en la búsqueda misma.

    Mi propia búsqueda para entender el liderazgo bien pudo haber comenzado con el asesinato de John F. Kennedy. También pudo haber comenzado tiempo atrás. En 1968, a la edad de 10 años, me fui a vivir con mi tío Ben, durante un año a Torrance, California. El tío Ben se jubiló a la edad de 40 años, después de haber establecido una desarrolladora inmobiliaria y un sistema municipal de agua en el sur de California. Independientemente de que él era una persona rica, él vivió una vida austera. El tío Ben estaba más interesado en garantizar que el sur de California tuviera un suministro de agua seguro y confiable, que en su enriquecimiento personal.

    Era tal su interés por el suministro de agua, que incluso a mí me enseñó algunas cosas. Entre ellas estaba el arte de tomar duchas navales en pro de ahorrar agua. El publicar dibujos detallados explicando cómo la lluvia es captada en los lagos y transportada a través del río Colorado cruzando las Montañas Rocosas, atravesando el desierto para llegar al sur de California. También lo vi recaudar fondos e incitar a las autoridades, sobre su responsabilidad para lograr que el agua estuviera disponible para los californianos tanto de la urbe, como del campo rural por igual.

    Cuando tenía catorce años, nuestra familia sufrió la pérdida de mi hermana. Esta dolorosa experiencia desencadenó una pregunta clave: ¿cuál era el propósito de mi vida? ¿Por qué vivir? ¿Por qué otras personas, como mi hermana, no tuvieron la oportunidad de una vida simple y común? ¿De qué privilegio gozaba yo para estar vivo? Y, por lo tanto ¿qué responsabilidades tenía para conmigo mismo y para con los demás? La respuesta que obtuve de forma interna era que me enfocara en desarrollarme en cuerpo, mente y espíritu. Al hacerlo, construiría capacidades que me conducirían a marcar la diferencia.

    Como plan de acción, yo aprovecharía mis capacidades con una educación universitaria de primer nivel en los EE. UU, y con la experiencia de vivir en la nación más competitiva del mundo. Yo debía actuar. Debía marcar la diferencia. Tenía que inculcarles a otros la idea de que todos y cada uno de nosotros podemos marcar la diferencia en formas pequeñas, pero significativas. Tenía la claridad de un joven idealista. Todavía tenía que enfrentarme y estar expuesto al cinismo. El cinismo es algo que constantemente atormenta a los líderes.

    En un principio pensé que haría una diferencia a través de la ciencia. Me inscribí como estudiante de Física en la Universidad de California. Después de dos años y medio de trabajo universitario, de haber realizado un proyecto de investigación de radioterapia y de haber cofundado el Club de Biofísica, me levanté un sábado ante la revelación de que no quería dedicarme a la ciencia. No lo veía como mi campo de juego. La llamada telefónica que tuve con mi padre esa mañana no fue fácil. Le dije a mi Padre que me iba a postular a los mejores programas y colegios de negocios en el país. Si me aceptaban, haría el cambio. En el caso de que no me aceptaran, entonces completaría mi licenciatura en Física. Mi padre estaba sorprendido, pero me dio su apoyo. Sus palabras están conmigo hasta el día de hoy: Haz lo que te haga feliz... y hazlo bien. Estaba decidido y comprometido a buscar un campo de acción donde pudiera influir en las personas.

    Me transferí a la Wharton School en la Universidad de Pensilvania.Después de graduarme me uní al Departamento Internacional de Mellon Bank. Pronto estuve viajando por Latinoamérica. Cuatro años después me inscribí en el programa de Maestría en la Escuela de negocios de la universidad de Harvard, Harvard Business School. Al graduarme, se me presentaron varias opciones, las cuales clasifiqué en dos categorías. La primera categoría, serían las ofertas que me permitirían ganar mucho dinero. Mientras que la segunda categoría me permitiría aprender a motivar, inspirar y hacer una diferencia en la vida de los demás. Elegí la segunda opción.

    Me propuse forjar mis habilidades de liderazgo y poner a prueba mi carácter. A medida que han pasado los años (y varias aventuras profesionales de diferentes índoles), el líder y el no líder dentro de mí han sido puestos a prueba. Sin duda, la gran herramienta de aprendizaje siempre será el acierto y el error. El liderazgo no sucede de la manera más adecuada de forma constante. El proceso de forjarlo requiere que tomemos decisiones. Algunas decisiones son correctas y otras incorrectas. A veces, te encuentras en sintonía con aquellos a quienes lideras. Otras veces te encuentras cometiendo múltiples errores, viviendo el rechazo, y solo te queda comprender que has fallado cuando se trata de servir y guiar a otros. Una vez tuve un jefe que sabiamente dijo: El que no trabaja no se equivoca. Sin duda alguna, he tenido una buena cantidad de errores en el campo y práctica del liderazgo. Pero también he obtenido una gran satisfacción de los hombres y mujeres que han estado a mi alrededor y que he visto crecer, desarrollarse y finalmente servir a otros. En resumen, yo diría que la diversidad de experiencias en múltiples trabajos, con múltiples empresas, en varios países, y estar expuesto a diferentes culturas, han servido para moderar mi carácter y mi sentido de liderazgo a lo largo de los años. ¿He tenido éxito?, me podría preguntar. Pero la pregunta correcta sería: ¿he marcado alguna diferencia positiva en los demás?

    Muchos de ustedes se estarán preguntando cómo es que el liderazgo en los negocios puede marcar la diferencia. La reciente crisis financiera mundial de 2008, ha llevado a una de las peores depresiones económicas en la historia moderna. Tres son las posibles causas interrelacionadas: 1) la intervención del gobierno para alimentar los préstamos hipotecarios, 2) el entusiasmo de Wall Street en darle impulso al mercado de préstamos hipotecarios a través de la titularización de los activos inmuebles (mortgage securitization), y 3) la falta de supervisión de las autoridades federales cuando se trata de restringir los excesos y la especulación financiera. Leemos sobre los líderes empresariales corruptos alrededor del mundo que toman decisiones y acciones diseñadas para su propio beneficio. Estas acciones no necesariamente toman en cuenta a otros grupos de interés incluyendo a los accionistas, a las comunidades, a los empleados y a los consumidores.

    También tenemos historias maravillosas de corporaciones que han sido revolucionarias en su ramo. Autores de libros, como oradores y empresarios, a menudo mencionan a Steve Jobs y a Steve Wozniak como ejemplos de personas disidentes que desafiaron el statu quo establecido por las industrias de la informática, información, fotografía y música.

    Mark Zuckerberg se unió recientemente a las filas de líderes con un modelo de negocio que conecta a millones de personas. Durante la revolución industrial, Andrew Carnegie construyó un imperio dedicado a los ferrocarriles, al acero y al telégrafo, convirtiéndose en generador de miles de empleos. Carnegie escribió un famoso ensayo sobre la riqueza, en el que postuló que los ricos tienen la obligación moral de servir a la sociedad. Él usó gran parte de su riqueza para crear organizaciones filantrópicas que apoyaban a la educación, a la investigación y a la paz mundial. Al crear Starbucks, Howard Schultz priorizó el bienestar de sus empleados, y en 2012 lanzó un fondo llamado Crear empleos para Estados Unidos. Alrededor del mundo los emprendedores de cada país hacen lo mismo: crear empleos y promover el bienestar económico y social.

    Una historia inspiradora es la de la empresa Icebreakers, fundada por Jeremy Moon. Jeremy conoció los beneficios de la lana del borrego Merino durante un paseo de excursionismo en su natal Nueva Zelanda. El día de hoy, sus más de 300 empleados son las personas más apasionadas en difundir los beneficios de la lana Merino, mientras de forma simultánea Jeremy se asegura del bienestar de los pastores de borrego y de los fabricantes de lana de forma sustentable. Como líder, Jeremy honra y respeta el medio ambiente. Él entiende que la madre naturaleza es la que provee la lana Merino, y él sabe que se debe mantener un equilibrio entre la naturaleza y la humanidad.

    No menos inspiradora es la historia de Luis e Iván, dos jóvenes mexicanos. A principios del año 2014, lanzaron una línea de mezcal artesanal llamado Mezcal Destreza. Ambos son muy hábiles y apasionados, siendo su mayor interés el de promover el patrimonio de México. Como parte de su proceso, buscaron cuidadosamente agricultores y destiladores de agave de mezcal en Oaxaca, que les pudieran ofrecer un licor suave, agradable y placentero, tanto para el mercado nacional, como para el extranjero. El resultado fue producir con éxito su mezcal. Además, estos jóvenes mexicanos cristalizaron su sueño de poder crear fuentes de empleos en el pequeño pueblo de Matatlán, Oaxaca, lugar donde se siembra y destila el mezcal Destreza.

    El compromiso de Luis e Iván es convertir el Mezcal Destreza en una de las mejores marcas a nivel mundial, y van obteniendo resultados. En el primer año del lanzamiento, el Mezcal Destreza ganó una medalla de plata en una prestigiosa competencia de licores de agave artesanal. En números, su empresa pudo comercializar más de 900 botellas a los cuatro meses de haber salido al mercado. Ahora buscan comercializar 6,000 botellas para finales del 2019. Están planeando alcanzar este objetivo mediante el trabajo de base, de ir de bar en bar, restaurante en restaurante y festival por festival.

    Estoy convencido de que hay un líder en todos y cada uno de nosotros. Todos queremos hacer algo significativo con nuestras vidas. Nos impulsa un sentido de propósito. Queremos sentirnos energizados, volar en libertad y liberar el espíritu humano. Estamos intrínsecamente motivados para ir más allá de la mera supervivencia buscando crecer y desarrollar nuestras almas. Queremos liberar el espíritu humano. Y, por último, el líder dentro de nosotros cree que todos tenemos un don único, el cual podemos contribuir y compartir entre nosotros. Los líderes se enfocan en la bondad que yace dentro de nosotros. Buscan encender el espíritu que impulsa el potencial del ser humano.

    Capítulo II: La búsqueda de Carácter

    Acerca de la moral, solo sé que lo que es moral es lo que te hace sentir bien después, y lo que es inmoral es lo que te hace sentir mal después.

    Ernest Hemingway, escritor y periodista estadounidense.

    Se han escrito miles de libros y artículos sobre el tema de liderazgo. Sin embargo,sobre el tema de carácter, hay pocos libros en los estantes de las librerías. Por supuesto que haciendo una breve búsqueda en Internet se pueden encontrar algunos títulos sobre el tema. Sabrás algo del tema si eres lo suficientemente afortunado de asistir a un curso universitario de filosofía, educación cívica o ética, donde el carácter es uno de los puntos del temario. Pero ¿por qué no hay más gente que quiera o le interese hablar abiertamente sobre el carácter en estos días? ¿Cuándo perdimos la noción de carácter en nuestras vidas y discusiones diarias?

    En el mundo occidental hacemos referencia a la Biblia o a la Ética de Nicómaco escrita por Aristóteles cuando queremos referirnos a los valores morales o a la construcción del carácter. Lo interesante es que ni somos indiferentes a las personas que poseen los rasgos positivos que conforman un fuerte sentido del carácter, ni a quienes carecen de estos rasgos positivos. Nos sentimos complacidos por aquellos que lo tienen y lo demuestran. Nos decepcionan e incluso desconfiamos de quienes carecen del sentido de carácter. Las personas con carácter atraen a la mayoría de la gente. Admiramos su comportamiento, su forma de vivir la vida. Incluso nos agradan, sorprenden y provocan que hagamos una autoevaluación de nuestras vidas.

    En situaciones donde la corrupción puede ser una forma de avanzar y salir adelante, las personas con carácter pueden parecer extrañas, santurronas o incluso tontas según los estándares prevalecientes del lugar. Aun en un país, comunidad, u organización, donde rige la sombra de la corrupción y donde se pudiese pensar que la población está acostumbrada a la misma, las personas sin carácter afectan de forma negativa a los demás.

    Me explico: Si bien podemos aceptar la posibilidad de que este sea el orden de las cosas, nuestros instintos aún nos dirían que sospechemos de la gente sin carácter, de la gente corrupta. Hay gente buena que convive en ambientes corruptos que, pudiese sentir envidia de aquellos que avanzan haciendo las transas que se facilitan en un sistema corrupto. Esta envidia y falta de avance económico puede hacer que algunas personas se sientan obligadas y tentadas a buscar beneficiarse del mismo sistema corrupto.

    Pero aun así, el resultado tangible de un ambiente corrupto es vivir desconfiando los unos de los otros. El resultado también es tener un alto nivel de resentimiento por la injusticia que provocan aquellos que, al demostrar carencia de carácter se favorecen económicamente por encima de aquellos que poseen carácter.

    Una de mis historias favoritas sobre liderazgo de carácter, fue la que protagonizó mi querido amigo de toda la vida, Jorge Ramos. Estábamos juntos en la escuela secundaria. Nuestro profesor de Química nos había insultado sin necesidad ni provocación. De una manera extraña e inesperada, nos estaba desafiando físicamente. Mientras que yo estaba dispuesto a dejarlo pasar, Jorge caminó directamente al frente del salón de clases y aceptó el desafío.

    Allí estaba mi amigo, cara a cara con el maestro que era más alto y más imponente. Un silencio total se presentó en el salón de clase, y hubo un impasse prolongado. No recuerdo con exactitud si fue Jorge o el maestro el primero en retirar la mirada. Después de varios instantes de tensión, el enfrentamiento llegó a su fin. Jorge regresó a su asiento y la clase se reanudó. Afortunadamente, no hubo más agresión verbal, ni más hostilidad física. La tensión se disipó lentamente, y el respeto y la dignidad regresaron al salón. Tanto Jorge como el maestro habían demostrado el carácter de ser prudentes

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