Escritura y salvación: Cultura misionera jesuita en tiempos de Anganamón, siglo XVIIGaune, Rafael
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Escritura y salvación - Rafael Gaune Corradi
Corradi
ÍNDICE GENERAL
Abreviaturas
Imágenes y mapas
Agradecimientos
Presentación, por Claudio Rolle
Premisas un caleidoscopio global jesuita
CAPÍTULO I · El deseo (periférico) de las indias (1568-1598)
CAPÍTULO II · Circular y mediar: itinerarios epistolares entre Chile y Roma
CAPÍTULO III · La guerra y la paz desde las prácticas misioneras y escritura jesuítica
CAPÍTULO IV · Los otros rostros de la guerra defensiva
Epílogo para una topografía jesuita
Bibliografía
ABREVIATURAS
Archivos y bibliotecas
Archivo Colegio San Ignacio (Santiago) ACSI
Documentos para la Historia de la DHC
Compañía de Jesús
Archivio Storico di Propaganda Fide (Roma) ASPF
Congregatio de Propaganda fide
Archivo General de las Indias (Sevilla) AGI
Chile Chile
Indiferente General IG
Patronato Pa.
Archivo Histórico del Arzobispado de Santiago AAS
Fondo Secretaria FS
Archivo Histórico Nacional de Chile (Santiago) AN
Escribanos Es.
Cabildo de Santiago CS
Capitanía General Cap. G
Fondo Antiguo FA
Fondo Claudio Gay CG
Fondo Jesuita FJ
Fondo Morla Vicuña MV
Fondo Vicuña Mackenna VM
Archivo Histórico Nacional (Madrid) AHN
Jesuitas Jes.
Archivum Romanum Societatis Iesu (Roma) RSI
Assistentia Hispaniae AH
Congregationes Provinciarum Congr.
Fondo Gesuitico FG.
Provincia Castellana Cast.
Provincia Chilensis Chil.
Provincia Peruviana Per.
Provincia Paraquiana Par.
Provincia Toletana Tol.
Biblioteca General Histórica (Salamanca) BGH
Universidad de Salamanca
Biblioteca Nacional de Chile (Santiago) BN
Manuscritos Mss.
Biblioteca Medina M
Biblioteca Nacional de España (Madrid) BNE
Biblioteca Digital Hispánica BDH
Biblioteca Universidad de Sevilla, BUS
Fondo Antiguo (Sevilla) FA
Charles E. Young Research Library, YRL
University of California, Los Angeles
Real Academia de la Historia (Madrid) RAH
Biblioteca Digital BD
Fuentes impresas
A mis manos han llegado. Cartas de los PP Generales
a la antigua Provincia del Paraguay (1608-1639) A mis manos han llegado
Colección de documentos históricos del Archivo CDHAS
del Arzobispado de Santiago
Colección de documentos inéditos para la historia de Chile CDIHCh
Colección de historiadores de Chile CHCh
Claudio Gay, Historia física y política de Chile Documentos
Documentos para la historia de Argentina DHA
Fuentes para la historia del trabajo en el Reino de Chile FHTCh
Monumenta Historica Societatis Iesu MHSI
Epistolae et instructiones Epp. I.
Epistolae Mixtae Epp. M.
Epistolae Monumenta Nadal Epp. Mon. N.
Epistolae Nadal Epp. N.
Litterae Quadrimestres Litt. Q.
Monumenta Borgia M. Borgia
Monumenta Peruana MP.
Monumenta Paedagogica MPae.
Polanci Complementa Pol. C.
Libros, diccionarios, colecciones y catálogos
Biblioteca de Autores Cristianos BAC
Biblioteca de Autores Españoles BAE
Biblioteca Fundamentos de la Construcción en Chile BFCh
Biblioteca Hispano-Chilena BHCh
Biblioteca Hispanoamericana BHisp
Biblioteca Jesuita de Chile BJCh
Catálogo de los jesuitas en el Reino de Chile Catálogo
Diccionario de Autoridades, Real Academia española Diccionario de Autoridades
Diccionario Biográfico colonial de Chile DBC
Diccionario Histórico de La Compañía de Jesús DHCJ
Dizionario Biografico degli Italiani DBI
Dizionario Storico dell’Inquisizione DSI
Tesoro de la lengua castellana o española Tesoro
Revistas
Anuario de la Historia de la Iglesia en Chile AHICh
Annales. Économies, Sociétés, Civilisations Annales. ESC
Annales. Histoire, Sciences Sociales Annales. HSS
Archivum Historicum Societatis Iesu AHSI
Boletín de la Academia de la Historia en Chile BACh
Hispanic American Historical Review HAHR
Mélanges de l’École française de Roma, MEFRIM
Italie et Méditerranée
Revista de Historia social y de las mentalidades RHSM
IMÁGENES Y MAPAS
Imagen 1. Mario Toral, Memoria visual de una nación
[fragmento] (1996).
Imagen 2, Horóscopo Católico de la Compañía de Jesús
(1646).
Imagen 3. San Ignacio y la conquista de las cuatro partes del mundo (1659).
Mapa 1. Recorrido de la primera misión larga (1595).
Imagen 4. Frontispicio de Javier peregrino
de Girolamo Bardi (1659).
Imagen 5. Residencia de Arauco
(1646).
Mapa 2. Mapa de una parte de Chile que comprehende el terreno donde pasaron los famosos hechos entre Españoles y Araucanos
(1777).
Imagen 6. Luis de Valdivia, Compendio de algunas de las muchas y muy graves razones en que se funda la prudente resolución que se ha tomado de cortar la guerra de Chile
(1611).
Imagen 7. Anganamón y el gobernador Martín García Óñez de Loyola (1607).
Imagen 8. Anganamón en el martirio de Elicura
(fragmento, 1646).
Imagen 9. El martirio de Elicura del 14 de diciembre de 1612
(1646).
Imagen 10. Horóscopo Católico de la Compañía de Jesús
[fragmento] (1646).
AGRADECIMIENTOS
El transitar de este libro surge luego de una investigación doctoral realizada en la Scuola Normale Superiore di Pisa, entre el 2008 y 2013, financiada por la beca Presidente de la República
, los subsidios de investigación de la Normale y, posteriormente, Becas Chile. Ese recorrido investigativo se efectuó en varias ciudades e instituciones que aportaron libros, ideas, sugerencias y comentarios de especialistas. Pisa, Roma, Santiago, Los Angeles, Sevilla, Salamanca y Frankfurt hicieron del itinerario un rico viaje de experiencias y amistades. Sin duda, el sustento estructural de la Scuola Normale, fue el gran impulso para el desarrollo de la investigación. Una institución académica de vanguardia que cuida a sus estudiantes ofreciéndoles diversas becas de investigación y apoyo cotidiano. Y fue en ese espacio de diálogos intensos y de investigaciones pioneras, en donde dos verdaderos maestros comenzaron a guiarme. Adriano Prosperi, profesor guía de la tesis, enriqueció considerablemente las preguntas iniciales y el desarrollo de la investigación. La sutileza interpretativa, la erudición, la rigurosidad y, sobre todo, el compromiso público y su honestidad cívica, marcaron fuertemente la estadía pisana. Asimismo, Carlo Ginzburg y sus seminarios de investigación, fueron verdaderamente un espacio enriquecedor y de aprendizaje. Fijarse en las anomalías, leer lentamente, reconstruir las palabras y concentrarse en el lenguaje de los actores son elementos adquiridos en esos seminarios. Ambos profesores siguieron atentamente los avances de los capítulos, participaron de las comisiones evaluadoras de los coloquios
de la Normale que examinaban los avances de la investigación y siempre sugirieron sugestivos caminos de investigación. Muchas lecturas y libros presentes en el libro se deben, precisamente, a sus comentarios. Además, han seguido constantememente apoyando un proceso formativo y han permitido, gentilmente, la traducción de algunos de sus textos. El cuadro termina de configurarse cuando Claudio Rolle, ex estudiante de Adriano Prosperi en Pisa, se sumó a la tesis como co-tutor. Los consejos, sugerencias, aportes metodológicos y agudos comentarios a los capítulos, fueron fundamentales para el transitar de la investigación. Su erudición y sus agudas reflexiones siempre han sido, hasta hoy, un estímulo para comprender los fenómenos del hombre. Como estudiante de pregrado hasta sus consejos en los tiempos doctorales, Claudio se ha convertido en un amigo que además impulsó decididamente la publicación de este libro.
De igual modo, muchas personas han participado de este transitar con inquietudes, comentarios y lecturas. Pierre-Antoine Fabre fue un atento lector de la tesis y, sus comentarios en la defensa, fueron un estímulo para seguir nuevos caminos de investigación. Las conversaciones con Verónica Undurraga y Jaime Valenzuela han estimulado muchas preguntas de investigación, así como también sus recomendaciones bibliográficas que han sido parte de este libro. José Manuel Díaz compartió documentos sobre la guerra defensiva mientras pesquisábamos el recorrido de Luis de Valdivia en la Sevilla del XVII. Mauro Brunello, y su experticia archivística en Roma, fue una gran ayuda para descifrar los riquísimos repertorios del Archivo romano de la Compañía de Jesús. Armando Guevara, en Frankfurt, y su aguda inteligencia, acompañaron el tránsito desde una tesis doctoral a libro. Maria Rosaria Stabili, y su apoyo romano, fue un impulso en la etapa inicial de la tesis.
Hay personas que leyeron y comentaron versiones preliminares de esta publicación. Las sugerencias y los matices proporcionados por Solène Bergot, y las generosas lecturas de Macarena Cordero y Olaya Sanfuentes fueron muy importantes para ajustar la estructura de este libro, como también la atenta lectura de Marisol Vidal. Martín Lara, colega y amigo, no solo leyó versiones preliminares aportando detalles importantes, sino también ha acompañado este transitar desde pregrado. Amigos y colegas aceptaron la invitación a comentar las imágenes que componen este libro: Solène Bergot, Macarena Cordero, Iván de los Ríos, Carolina González, Hugo Herrera, Mariana Labarca, Nicolás Lema, Stefanie Massmann, Mario Prades, Claudio Rolle, Olaya Sanfuentes, Natalia Urra y Jaime Valenzuela. Sin duda la polifonía de sus interpretaciones enriqueció el contenido del libro.
Hubo instituciones que financiaron diversas y ricas estadías de investigación: la Biblioteca Charles E. Young Research Library de la Universidad de California, Los Angeles, fue un grato espacio de tranquilidad para investigar y redactar parte de este libro. Asimismo, la Biblioteca General Histórica de Salamanca fue otro espacio de pesquisa y redacción gracias a la ayuda de Iciar Alonso Araguás de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Salamanca. Recientemente dos periodos de investigación posdoctoral, en el Max Planck Institute de Frankfurt, han otorgado un cómodo espacio para dialogar con colegas, y también para afinar y sistematizar preguntas de investigación derivadas del recorrido doctoral. Thomas Duve, su director, acogió el proyecto posdoctoral y las nuevas inquietudes investigativas. Y Benedetta Albani, investigadora del Max Planck, sugirió nuevos documentos y archivos, iniciándose, además, un proyecto de investigación en conjunto. El Departamento de Humanidades de la Universidad Andrés Bello, y el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, permitieron entre el 2013 y 2015 vincular la docencia con algunos lineamientos de investigación expuestos en este libro. Asimismo, el proyecto Fondecyt de Iniciación Nº 11140681, actualmente en curso, permitió ampliar y profundizar el repertorio documental como también actualizar la bibliografía.
Otros espacios académicos ayudaron también al desarrollo de la tesis. Las invitaciones de Sergio Botta en Perugia, Manfredi Merluzzi en Roma, René Millar, Jaime Valenzuela y Ana Díaz en Santiago y Pilar Mejía en Frankfurt, para someter a prueba la investigación en seminarios abiertos, han sido esenciales para afinar las preguntas y perspectivas metodológicas. Revistas académicas como Estudios humanísticos, Colonial Latin American Historical Review, Historia Crítica, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Rechtsgeschichte y Revista de Historia Social y de las Mentalidades, aceptaron entre sus números avances de investigación, y textos que no fueron incluidos en este libro. A su vez, Alejandra Stevenson y Beatriz García-Huidoboro, de la Editorial de la Universidad Alberto Hurtado, hicieron un cuidadoso trabajo de edición del texto original.
Los estudiantes de pregrado y posgrado de la Universidad Andrés Bello, como también los estudiantes de los seminarios de investigación del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, aportaron con sus comentarios, críticas, inquietudes y sugerencias el tránsito desde una tesis a un libro.
Primavera de 2015, Santiago
PRESENTACIÓN
La historia, en cuanto investigación e interpretación del pasado, es presente pues se realiza desde un momento y un lugar precisos, aquellos que son propios del historiador y que no obstante las dificultades, trabajará buscando comprender el pasado evocando y remontando el tiempo y la distancia. Este es el ejercicio que realiza el historiador Rafael Gaune quien, en los inicios del siglo XXI y viviendo y trabajando entre Chile e Italia, con campañas
de pesquisa en archivos y bibliotecas en varios otros lugares del mundo, nos propone un viaje al siglo XVII de lo que fue el llamado orbe cristiano
, dándonos la posibilidad de dialogar con los seres humanos que habitaron esa época, que vivieron en espacios distantes y variados que comprenden desde Roma, la urbe
por excelencia, hasta los límites de ese orbe
donde los misioneros jesuitas se entregaban a la salvación del mundo
entre las nieblas de los bosques y selvas del sur de Chile. Se trata de un ejercicio que supone la disposición a considerar la distancia en el tiempo y el espacio no como un obstáculo y una expresión de extranjerismo sino como una oportunidad de aprender de la aventura humana, de comprender a otros, de valorar diversos contextos y enriquecer nuestra capacidad de empatizar con quienes nos han precedido en la vida en la tierra. Michel De Certeau, el historiador jesuita muerto hace treinta años, se había planteado estas preguntas que Rafael Gaune asume como parte de su actividad: ¿Qué fabrica el historiador cuando ‘hace historia’? ¿En qué trabaja? ¿Qué produce?
, entendiendo la historia como historiografía, para desarrollar luego una idea central para quienes se dedican al oficio de historiador
pues añade: ¿Qué oficio es este? Me interrogo sobre la relación enigmática que sostengo con la sociedad presente y con la muerte gracias a la mediación de unas actividades técnicas
.
El devolver vida a quienes viven en los documentos y en los libros de historia es uno de los desafíos mayores de quienes se dedican al cultivo de la historia, del conocimiento y comprensión de los actos humanos en el tiempo y el espacio, de las circunstancias en que las condiciones espaciales y las circunstancias temporales en que vivieron nuestros antepasados que, merced a esas actividades técnicas
, vuelven a la vida¹.
La reconstrucción de mundos pasados es una de las tareas más importantes del historiador. Y la emprende no por un extraño afán de rescatar archivos u hojear viejos escritos, sino porque quiere conversar con los muertos
, nos propone un historiador de las ideas y la lectura como Robert Darnton. Este añade que preguntando a los documentos y escuchando sus respuestas puede sondear las almas de los que ya han pasado de este mundo y dar forma a las sociedades que ellos habitaron
, haciéndonos próximos a quienes en términos cronológicos y muchas veces espaciales aparecen como distantes.
Rafael Gaune realiza, en mi opinión, un extraordinario recorrido espacio-temporal para devolver la vida a personas que han quedado más o menos presentes en nuestra memoria y cuya imagen y legado se busca preservar, como ocurre con hombres como Alonso de Ovalle o Luis de Valdivia, pero también a quienes la historiografía ha descuidado y cuya existencia no había sido puesta en valor, aquellos que, según sostiene Michelet, habían aparecido solo un momento para desaparecer
, como sucede con Anganamón, figura central en esta nueva forma de comprender la evangelización, la búsqueda de la salvación de las almas promovida por los jesuitas en los inicios del siglo XVII. Con sensibilidad muy viva y con una gran capacidad de empatizar, con el desafío de comprender un mundo en ciertos aspectos extraño que se hace próximo por el estudio y el interés por la humanidad, Rafael Gaune hace a Anganamón nuestro contemporáneo, lo trae de vuelta a la vida en momentos en que en Chile se habla continuamente del conflicto mapuche.
También en esto la historia, la representación de la experiencia de los hombres y mujeres en el tiempo y espacio, puede hacer una contribución significativa a nuestra vida en sociedad, entregándonos datos y noticias que nos permitan mirar el presente y el futuro mejor informados, que contribuyan a hacer que las personas puedan actuar y decidir con más libertad. Para ello no se deben rehuir o esconder aquellos aspectos de la vida en sociedad que nos atraen poco, que nos avergüenzan o nos atemorizan. Uno de los méritos mayores que veo en el libro de Rafael Gaune es el de haber querido enfrentar las dimensiones conflictivas de nuestra historia, la voluntad de hacerse cargo de comprender el comportamiento de los hombres y mujeres que aparecen en este viaje a un pasado que no pasa enteramente, buscando conocer las raíces de esos conflictos, comprender sus razones y dimensiones y reflexionar sobre las experiencias vividas. Esta inmersión en la dimensión conflictual de la historia la realiza el autor con una gran amplitud de mirada, con una voluntad de entender aspectos más o menos recónditos de las posiciones enfrentadas, de conocer lo que sintieron e imaginaron las cabezas y los corazones de aquellos habitantes del siglo XVII que vuelven a nuestro tiempo para explicarnos sus motivos, sus causas y también sus azares, aquellas dimensiones de la existencia que, sin poder controlarlos, determinan nuestras vidas. En intenso diálogo crítico con la historiografía que se ha ocupado de la época de la guerra de Arauco
—de aquel Flandes indiano
según la expresión utilizada por Diego de Rosales para expresar aquella dimensión interminable de la guerra más allá de la frontera establecida en el Biobío—, Gaune considera con una perspectiva amplia, de carácter global el fenómeno de guerra y sociedad, un problema epocal que caracteriza de manera muy significativa la edad moderna. Esta aproximación original y dialogante con otros escenarios de conflictos y guerras distingue al trabajo de este autor que vincula los escenarios bélicos europeos y los dilemas que allí surgen con los conflictos y las cuestiones que estos despiertan en este extremo occidente del Imperio español. Esta voluntad de reconocer, enfrentar y buscar comprender los conflictos, elemento propio de toda vida en sociedad, es una contribución importante que desde la historia se hace a la mejor comprensión de nuestro presente y la construcción del futuro nuestro y de los otros. Como planteara Marc Bloch en un momento dramático, en medio de la guerra y la existencia clandestina se puede aspirar a comprender el presente por el pasado y el pasado por el presente, y la obra de Rafael Gaune me parece una expresión viva e imaginativa de esa forma de servicio de la historia a la sociedad que la acoge y cobija.
El escapar de la tendencia a rendir culto a la idea de una cierta condición insular de la vida y la historia de Chile es otro de los méritos que deseo destacar en este breve texto. Parafraseando a Carlo Ginzburg, podemos decir que ninguna isla es una isla
y el arduo y extenso trabajo de Rafael Gaune lo confirma con su exposición de diversos niveles de comunicación y vínculos entre el territorio marginal de Chile y los centros de poder político y religioso representados por la corte de la monarquía hispánica y por Roma. En particular resulta importante la forma como comprende y estudia a la Compañía de Jesús, con sus rasgos distintivos, con sus sensibilidades y opiniones, con sus normas y sus constituciones. Se hace visible una mirada global del trabajo de los discípulos de San Ignacio, que tiene en las Constituciones un referente determinante para definir una identidad fuerte y común para miles de religiosos capaces a su vez de asumir la práctica de la accommodatio con singular importancia y centralidad en las zonas de misión más difíciles y desafiantes. El autor de este texto no solo se ha preocupado por devolver vida a las personas, por traer a nosotros algunas que podrían ser historias mínimas, sino que también las ha contextualizado con imaginación, estudio y dedicación a la construcción de una mirada amplia, capaz de poner en relieve aspectos generales que hablan de problemas y temas de una época, con alcance y expresión global al tiempo que sabe situar la habitual historia insular en un marco que hace que dicha insularidad se atenúe y adquiera una nueva luz.
La preocupación de Rafael Gaune por comprender una época y sus sociedades, incluyendo a los jesuitas como orden global, se hace muy evidente en la presencia persistente de la relación urbi et orbe, entre territorios periféricos y de conflicto explícito y Roma, pasando por Madrid. El trabajo de fuentes, la capacidad de entendimiento de sus lenguajes y sus matices, la familiaridad con las instituciones y prácticas de los miembros de la Compañía de Jesús y de los funcionarios de la corona española, dan a este libro una frescura y agilidad en su recorrido enfocado a la presentación y comprensión de la experiencia de la cultura misionera jesuita en tiempos de Anganamón, poniendo en evidencia las amplias dimensiones de esa ambición de promoción de la salvación del mundo.
Según la Fórmula del Instituto, que aprobaron los papas Paulo III y Julio III, el jesuita forma parte de una Compañía fundada ante todo para atender principalmente a la defensa y propagación de la fe y al provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana por medio de predicaciones públicas, lecciones y todo otro ministerio de la palabra de Dios, de ejercicios espirituales y de la educación en el Cristianismo de los niños e ignorantes, y de consolación espiritual de los fieles cristianos, oyendo sus confesiones y administrándoles los demás sacramentos
². El estudio que Rafael Gaune hace de estos misioneros y de los que recibieron su acción es un testimonio de cómo se actuaron las disposiciones de las Constituciones de la Compañía de Jesús, adaptadas e interpretadas según las necesidades de la evangelización y las fórmulas familiares a los religiosos ignacianos: ir donde la necesidad sea mayor
, donde se pueda hacer un bien más universal
para Mayor Gloria de Dios
.
Este libro de historia es un libro que tiene una enorme actualidad. No solo por los aspectos que he mencionado previamente sino también porque —sin ser un libro de un jesuita sino un estudio sobre el actuar de los misioneros de la Compañía de Jesús—, hace una lectura con perspectiva histórica anticipatoria de un tema que ha sido y es central en esa orden. En el libro de Rafael Gaune se pueden encontrar ecos de los que la XXXII Congregación General de esta orden estableció en 1974: ¿Qué significa hoy ser compañero de Jesús? Comprometerse bajo el estandarte de la cruz en la lucha crucial de nuestro tiempo: la lucha por la fe y la lucha por la justicia que la misma fe exige
³. La aventura humana que Rafael Gaune nos presenta, las personas que él nos acerca, las inquietudes que están latentes o explícitas en los conflictos de un tiempo lejano que se hace próximo, son una prueba de la capacidad de comprensión y del rigor del análisis de este joven historiador que comprendió tempranamente lo viva que es esa historia lejana y de qué manera el alma está en la palabra de aquellos que nos dejaron testimonios de un pasado que ayuda a comprender un presente y un futuro en construcción.
Es un motivo de alegría que el libro de Rafael Gaune, que se integra a la Biblioteca Jesuita de Chile como el tercer volumen de la Serie Estudios, se publique en el año de un significativo aniversario en el ámbito de nuestra cultura: los 500 años de la escritura y publicación de Utopía. Es estimulante que al mismo tiempo que recordamos la obra fundamental de Tomás Moro, que inaugura una línea muy fecunda en el pensamiento occidental proponiendo una mirada crítica sobre el mundo presente y un modo de imaginar formas nuevas y originales de organizar las sociedades, podamos conocer las experiencias de quienes dejaron lo mejor de sí mismos en el esfuerzo de realizar lo que ahora llamamos inculturación y que junto con esa experiencia se rescaten las voces y experiencias de quienes por largo tiempo fueron mirados como sujetos pasivos de la evangelización. Hoy una de las formas más significativas del impulso utópico tiene que ver con el reconocimiento de la diversidad, con la participación y el respeto mutuo, con el poder actuar como personas libres. La historia que nos presenta este libro es un aporte a esta reflexión y a la celebración de esta obra siempre nueva a pesar de sus 500 años.
claudio rolle
¹ Jules Michelet, el historiador francés que vivió en el siglo XIX, expresaba de este modo esa misma convicción acerca de la capacidad de la historia de burlar en parte a la muerte, de dar una sobrevida a quienes han dejado ya este mundo: La historia acoge y renueva estas pasadas glorias, confiere nueva vida a estos muertos, los resucita. Su justicia asocia así a los que no fueron contemporáneos, otorga una reparación a varios que habían aparecido solo un momento para desaparecer. Viven ahora con nosotros de modo que sintamos a sus padres y amigos. Así se forma una familia, una ciudad común entre los vivos y los muertos
.
² Constituciones de la Compañía de Jesús, Sal Terrae, Santander, 1995, p. 28.
³ XXXII Congregación General, Decreto Nº 2, 1974.
PREMISAS
Un caleidoscopio global jesuita
Entre Marte, las Constituciones y Anganamón: retrospectiva y prospectiva
Aquí vivió otro tiempo
aquella Compañía
cuya vida es misterio,
cuya muerte es al mundo
obscuro enigma.
(Epitafio a "Despedida de la Compañía de Jesús
al reino y ciudad de Santiago", 1767)¹.
En 1962, el dramaturgo Fernando Debesa (1921-2006) escribió una pieza teatral sobre la vida del jesuita español Luis de Valdivia (1561-1642) y sus batallas por la búsqueda de la paz en la frontera meridional de la monarquía española. El 15 de octubre de 1984, en una situación histórica marcada por la dictadura militar, la crisis económica y las protestas sociales, la obra El guerrero de la paz² fue presentada en el Teatro Antonio Varas de la Universidad de Chile. En una realidad despótica y violenta, como fue la dictadura cívico-militar, ante los espectadores emergió un jesuita que era sinónimo de paz y justicia. Un jesuita del siglo XVII era superpuesto en otro contexto histórico, adaptando sus discursos y prácticas, retornando con una audaz y extraordinaria actualidad.
Treinta y cuatro años después, en 1996, el artista Mario Toral realizó la Memoria visual de la nación en la estación Universidad de Chile del Metro de Santiago, con la finalidad de acercar el arte a los ciudadanos que cada día utilizan ese medio de transporte público. Desde el imaginario prehispánico, el periodo de la conquista, los recorridos coloniales, la formación de la nación, hasta la modernidad del siglo XX, distintos personajes y procesos de la historia de Chile convergen en la propuesta artística de Toral que busca retratar una identidad chilena a través de las imágenes y la memoria histórica. En una pequeña esquina del mural irrumpe un misionero que abraza con fuerza a un indígena. La escena es emocionante y dramática. Una vez más, el personaje retratado es Luis de Valdivia. Toral incorporó en ese lugar de la memoria
el recorrido histórico más divulgado y conocido del jesuita.
La fascinación del anacronismo y la larga duración aflora con fuerza en estas dos representaciones del jesuita. Desde 1985 al 1996 dos imágenes explícitas encuadran las prácticas de Valdivia. Posteriormente, en el 2008, el canal televisivo TVN realizó un concurso —reproducido desde la BBC de Londres— para elegir el personaje histórico más grande
de la historia chilena. Hombres y mujeres del pasado batallaban el primer lugar a través de la deliberación popular vía internet. Es interesante observar que entre los competidores se encontraban dos jesuitas del siglo XVII y XVIII: el citado Valdivia y Juan Ignacio Molina (1740-1829). Este escribió desde el exilio italiano, el Compendio della storia geografica, naturale e civile del Regno del Chile, publicándose en Bolonia en 1776³ y seguida de traducciones en alemán (1782), español (1788), francés (1789) e inglés (1808). Profesor de griego e historia natural en el ateneo boloñés, un personaje así de erudito y poco conocido por el público no arribó a la final del concurso. Al contrario, Alberto Hurtado (1901-1952), el tercer jesuita del concurso, declarado santo de la Iglesia católica por el papa Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005, estuvo entre los diez finalistas con un alto porcentaje de votos.
Hurtado estudió Derecho en el Universidad Católica de Chile y posteriormente cursó un doctorado en Educación en la Universidad de Lovaina. Sus principales publicaciones, escritas en clave de polémica —¿Es Chile un país católico? (1941), Humanismo Social (1947), El Orden Social Cristiano en los documentos de la Jerarquía Católica (1949), Sindicalismo, Historia, Teoría, Práctica (1949)— evidencian sus perspectivas sobre el humanismo católico y los derechos sociales de los obreros, mientras era acusado desde el mundo católico-conservador de ser un cura rojo
.
Considerado el patrón de los trabajadores y del sindicalismo, Hurtado, proveniente del mundo conservador, realizó un trabajo de adaptación del catolicismo social en los sindicatos, creando finalmente un sindicato nacional de trabajadores católicos. Si bien hoy su sindicato no existe, su obra de larga duración fue la fundación, el 19 de octubre de 1944, del Hogar de Cristo
, institución de caridad católica que tiene el objetivo de auxiliar a las personas sin hogar y acercar a la Compañía al mundo popular. Ciertamente la imagen social contemporánea de la Compañía de Jesús en Chile se debe sobre todo al mensaje de Alberto Hurtado: una Orden abierta hacia la sociedad y con una gran capacidad de diálogo en todos los estratos sociales⁴.
Imagen 1. Mario Toral, Memoria visual de una nación
[fragmento] (1996)
Fuente: Estación Universidad de Chile, Metro de Santiago, línea 1 (fotografía del autor).
En muchas ocasiones en el discurso público, proveniente del mundo político y académico, se escuchan otras voces en relación a los jesuitas. Luego de hechos de violencia en el sur de Chile se anuncia un retorno hacia una política de parlamentos⁵ para intentar identificar las soluciones a los problemas políticos, culturales, sociales y económicos que hasta el día de hoy han marcado las relaciones entre el Estado y las comunidades indígenas. En este sentido, un pequeño fragmento de estas discusiones se desarrolló el 30 de agosto del 2012 en la ciudad de Temuco. La Universidad Católica de Temuco organizó un seminario internacional en el que participaron diversos profesores e investigadores especializados en los jesuitas y, sobre todo, en las relaciones interétnicas. Los lineamientos analíticos centrales del seminario fueron los parlamentos y el jesuita Luis de Valdivia. Desde un inicio, aunque no de modo explícito, el encuentro fue pensado por la universidad como un puente entre el presente —marcado por el conflicto entre el Estado y las comunidades mapuche en torno a la ciudad— y el pasado a través de las prácticas jesuitas y sus parlamentos. De hecho, el 2012, se conmemoraban 400 años del primer parlamento entre jesuitas y mapuches en Catiray⁶. El seminario tuvo una excelente discusión crítica y acogida fuera de los muros académicos. Precisamente, concurrieron jesuitas que actualmente trabajan al interior de las comunidades indígenas, con la intención de escuchar las historias de los lugares donde operan como sacerdotes y misioneros contemporáneos. Se debe subrayar sin embargo que los jesuitas en el sur de Chile hoy no luchan contra la idolatría o antiguas ritualidades, sino con los problemas asociados a la pobreza contemporánea y a las luchas territoriales de los mapuche con el Estado chileno. Observar a los jesuitas escuchar y participar, preocupados por los problemas actuales y atentos a su propia historia, confirma algo que conocemos: la Compañía es una orden religiosa con memoria e historia.
Y esa confirmación de una orden con memoria e historia encuentra en un ejercicio de adaptación contemporánea una huella del hilo que une la retrospectiva y la prospectiva. Cuando los jesuitas festejaban el 2010 los primeros diez años de la misión en Tirúa, provincia de Arauco, realizaron un catastro de sus actividades y de la importancia de situarse nuevamente en el mundo mapuche. Con una publicación titulada 10 años. Misión jesuita en Tirúa⁷, la Orden demostraba su nuevo caminar retomando una historia conocida. El lector y observador contemporáneo al ver el DVD promocional de ese volumen pudo constatar un gesto de adaptación notable que, en cierto modo, no fue al azar. Recordando los avatares de la construcción de la primera casa de los jesuitas en la comunidad indígena y, asombrados por la espectacularidad del paisaje con vista al mar en donde se iba a emplazar, observaron rápidamente que ninguna de las casas de la comunidad poseía vista al mar y que debían, por lo tanto, modificar la perspectiva inicial. Ese pequeño gesto de adaptación y empatía de entender cómo las personas de la comunidad se emplazaban espacialmente nos hace recordar, en cierto sentido, las sofisticadas técnicas de accommodatio⁸ (adaptarse al otro, acomodarse a la diversidad cultural y convertir desde adentro
) efectuadas por los jesuitas en la Edad Moderna. No fue un gesto casual; al contrario, fue un gesto que poseía una historia que convertía a Tirúa en un lugar de memoria
para la Compañía.
Estas cinco imágenes anacrónicas respecto al periodo investigado en este libro nos llevan a las preguntas que están en el origen de esta investigación. Ciertamente estas imágenes citadas anteriormente nos dicen algo sobre el hilo que une el pasado con el presente y, del mismo modo, sobre nuestras hipótesis que surgen desde las problemáticas actuales. Es entonces inevitable que los estudios históricos retornen a las fuentes y discusiones bibliográficas con nuevas preguntas, hipótesis audaces y posibles respuestas. Sin duda, no podemos mantenernos en el nivel anacrónico y debemos unir estas preguntas a una realidad histórica, un cuadro cronológico- geográfico y al lenguaje de los actores. Lo que proponemos es entonces una pequeña excavación arqueológica en donde confluyen fuertemente la retrospectiva y la prospectiva. Y es en esa excavación donde emergen las dos preguntas iniciales de esta investigación: una histórica y otra historiográfica. La pregunta histórica nos lleva al origen de este trabajo: la capacidad de adaptación de los jesuitas y el protagonismo de la Compañía de Jesús en los recorridos históricos coloniales. La pregunta historiográfica, en cambio, nos lleva hacia los desafíos de la historia global y, particularmente, sobre el problema metodológico de las distintas escalas y los casos locales en la Edad Moderna. Estas preguntas, como era predecible, se materializaron en un pequeño fragmento de análisis: el llamado Flandes indiano. El término, utilizado por el jesuita español Diego de Rosales (1605-1677), como subtítulo de su Historia General del Reino de Chile (1674), evoca una clara referencia simbólica a otro espacio y otra guerra. La obra dividida en diez libros, describe la historia natural y política de Chile entre 1532 y 1652. Luego de una práctica misionera, una mirada histórica, una escritura anticuaria y un ejercicio retórico, Rosales rebautizó a Chile como el Flandes indiano⁹.
¿Sin embargo, esta es su única referencia? ¿Existen otras? ¿Qué significa repensar el Flandes indiano? ¿Es importante retornar a este concepto? La evocación nos reenvía a unos de los problemas primordiales de la historia chilena: cómo estudiar, entender e interpretar las relaciones interétnicas, globales y fronterizas en el mundo colonial en relación al mundo moderno. El problema se sitúa también en relación a la geografía, la historia y los recorridos históricos de la Compañía de Jesús en la frontera meridional del virreinato peruano y, del mismo modo, en las conexiones periféricas y centrales en la Edad Moderna. Además, otra pregunta que surge desde esta evocación, es qué significó para Chile devenir el otro Flandes
. Se podría pensar que el término no es importante ya que no posee una relevancia analítica, o bien no posee un trasfondo metodológico o una transcendencia histórica para analizar.
La expresión Flandes indiano ha sido interpretada por la historiografía solamente en relación a la guerra española en el Flandes europeo (1568-1648), entendiendo el término como sinónimo de guerra. Ciertamente esta primera dimensión de la evocación es válida. Pensar lo contrario sería una ingenuidad. Y también un error. Asimismo, el Flandes indiano, expresión que emerge también en los documentos burocráticos-coloniales, se ha transformado en un concepto historiográfico que ayuda a encuadrar históricamente los fenómenos de frontera y guerra en América colonial entre los siglos XVI y XVII, como también para definir a los espacios americanos sometidos a las dinámicas de guerra y violencia. Esta comparación morfológica permitió a la monarquía española poseer una óptica universal de los conflictos en donde el ejército español estaba comprometido y, al mismo tiempo, otorga al concepto pax hispánica¹⁰ un espesor histórico-geográfico que traspasaba las fronteras europeas.
Una segunda dimensión se puede emplazar como un modo de situar a Chile en el mundo a través de una comparación geográfica entre dos espacios en guerra: otorgarle al confín meridional unas coordenadas inteligibles al lector europeo. No obstante, posee una tercera dimensión que queremos destacar y que se relaciona con la estrategia discursiva de situar a Chile en los tejidos del mundo moderno. El Flandes indiano es una llave descifradora que fue usada por el jesuita para domesticar un espacio desconocido, pero también el filtro para descifrar un territorio y definir la realidad, individuando a Chile en los tejidos del mundo en la Edad Moderna.
Aunque esta investigación no se centra en el libro del jesuita Diego de Rosales, el término Flandes indiano será utilizado como el marco histórico-geográfico. La justificación analítica del uso de este concepto se relaciona con que Rosales concibió su evocación a través de una óptica de larga duración para describir la historia militar, natural, política, los usos y costumbres de los mapuche entre 1532 y 1652. En ese sentido, y respetando el cuadro cronológico propuesto por Rosales, hemos decidido reducir ese cuadro a través de dos fechas relevantes para el mundo jesuítico. En 1568 llegaron los primeros jesuitas al virreinato peruano, comenzando de este modo su proyecto de expansión meridional. Esta fecha es importante subrayarla pues se debía estudiar a la Compañía de Jesús en Chile antes de su llegada en 1593; en otras palabras, estudiar la organización, la discusión jurídica y la expansión periférica del deseo de las indias
¹¹ de los jesuitas chilenos
antes de su presencia en Chile. La investigación indaga hasta 1626, año en que por medio de una Real Cédula, firmada por Felipe IV el 13 de abril de 1625¹², se puso fin al proyecto de paz en la frontera meridional del virreinato: la guerra defensiva llevada a cabo por los jesuitas entre 1612 y 1626.
El término Flandes indiano nos permite entender una específica tradición jesuítica (misionera, política, religiosa, jurídica), pero también encuadrar los procesos políticos culturales, religiosos y jurídicos indagados en esta investigación. Sin embargo, el concepto posee otra particularidad y otro matiz. Es un término que permite comprender las prácticas desarrolladas por la Compañía de Jesús en Chile mediante una óptica misionera global. Y esto es fundamental relevarlo pues este trabajo aborda la historia de un pequeño fragmento de los diálogos locales-globales construidos por la Compañía de Jesús en torno a su propio proyecto de salvación. Para demostrar estas convergencias y divergencias a nivel local y global, se eligió la circulación de las problemáticas chilenas a través de la mediación jesuítica como la perspectiva metodológica y analítica de la investigación. Esto demostraría que los discursos, las prácticas y la realidad jesuítica no se comprenden sin el diálogo entre los centros de referencia y los confines. Algo que puede parecer descontado, pero sin duda debemos demostrarlo.
En la búsqueda para entender las complejidades y dimensiones de la excavación arqueológica en donde emplazamos nuestras preguntas iniciales, constantemente en los documentos emergía un personaje notable. Un personaje que nos hizo modificar, o intentar, cambiar el foco de análisis. El indígena Anganamón, en ese sentido, nos abrió a otras posibilidades de comprender el proyecto jesuítico en Chile. Esto, ciertamente, necesita de una justificación y advertencia metodológica. En cierto sentido emplazar la frase en tiempos de Anganamón
como parte del título de este libro, nos permite comprender los recorridos históricos de los jesuitas desde un reverso histórico que ellos mismos imaginaron. No significa partir desde Anganamón, sino desde los delineamientos y desciframientos de ese otro que intentaron reducir territorialmente y, al mismo tiempo, domesticar su cuerpo y alma con su presencia misionera y proyecto de salvación. La documentación no nos permite retratar esa esquiva visión de los vencidos
¹³, pero sí entender cómo la presencia jesuita se justificaba y, al mismo tiempo, se fundamentaba en las personificaciones y recorridos históricos de Anganamón. Necesitamos, aunque sea en modo reverso, modelar desde un plano jesuítico el fugaz contorno de esos indígenas que fueron parte, sin duda, del montaje. Anganamón, en ese sentido, se convirtió en una persona intermedia
¹⁴ entre el plano jesuítico global y el montaje local y, siguiendo las reflexiones de Serguéi Eisenstein para la narrativa del cine¹⁵, los planos dependen del montaje y, precisamente, desde ese vínculo emergen fragmentos, proporciones, longitudes, globalidad y localidad. La imagen de Anganamón en la documentación es una grieta
y un pliegue
que nos permite observar la complejidad de la realidad jesuita en Chile¹⁶; convirtiéndose, además, no solo en parte de la retórica jesuita, sino también en una prueba de sus acciones, prácticas y forma de entender el mundo en relación a la expansión del catolicismo y los vínculos con esos otros que debían convertir e incluir al orbe católico¹⁷.
Anganamón es un personaje curioso y notable. Es luz y oscuridad al mismo tiempo. Es ausencia y presencia y, por lo tanto, es representación
en el sentido crítico del término¹⁸. Su nombre nos resuena como un zumbido clásico y épico al tener un parecido fonético con el nombre Agamenón, hermano de Melenao, retratado magistralmente por Homero en La