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La Salvación Viene De Los Judíos
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Libro electrónico386 páginas7 horas

La Salvación Viene De Los Judíos

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Este valioso libro viene a llenar un hueco enorme en la Teologa Cristiana en lengua castellana: La falta de informacin confiable sobre los orgenes judos de la fe cristiana.

Para aquellos que buscan la sencillez, el libro expresa muchas verdades fundamentales que permanecieron ocultas en los antiguos tratados de la historia de la Iglesia en un lenguaje simple y ameno. En cambio, para aquellos que aman la seriedad acadmica el tratado est lleno de referencias cuidadosamente documentadas, frutos de la erudicin moderna y la antiqusima tradicin de Israel.

El inicio de esta obra provee al lector de la perspectiva histrica del origen judo de la Iglesia y su posterior separacin de Israel. Luego, expone las fallas de las hiptesis aramea y griega como idiomas originales del Nuevo Testamento, y demuestra el origen hebreo de los Evangelios y las enseanzas de los apstoles.

Los siguientes captulos se enfocan en la judaidad de Jesucristo, y por qu nunca abandon su fe ancestral para fundar una religin separada del tronco tradicional del judasmo del Segundo Templo. Explican, adems, por qu las enseanzas de Jesucristo o Yahusha ha Mashaj son todas ellas judas e interpretarlas fuera de ese marco religioso inevitablemente lleva a graves errores en la doctrina y la prctica de la fe.

Por ltimo, explora con integridad teolgica cmo los Padres de la Iglesia y los Reformadores Protestantes forjaron con su antisemitismo los captulos ms vergonzosos de la historia humana: Las Cruzadas, la Santa Inquisicin y el Holocausto.

Sin duda alguna, su consistente punto de vista judo nazareno lo hace un libro sumamente interesante, informativo y conmovedor que debe ser ledo por cada pastor, seminarista, misionero y estudiante sincero de la Biblia; tanto cristiano como judo por igual.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento17 abr 2012
ISBN9781463316983
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    Muy buen libro...excelente documentacion y sus conclusiones se acercan a la verdad humana y divina.

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La Salvación Viene De Los Judíos - FRANCISCO G. MARTÍNEZ

Copyright © 2012 por Francisco G. Martínez.

Numero de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2012901748

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

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ventas@palibrio.com

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Contents

DEDICADO A:

CAPÍTULO 1

LOS ORÍGENES JUDÍOS DE LA IGLESIA

El Abismo de Separación

Historia Vitae Magistra la Historia es la Maestra de la Vida

Evaluando la Evidencia

La Tradición Cristiana acerca del origen Judío de la Iglesia

La Expansión Explosiva del Judaísmo Nazareno

La Convivencia del Judaismo Nazareno con el Rabínico

CAPÍTULO 2

EL NUEVO TESTAMENTO ES UN DOCUMENTO JUDÍO

El Verdadero Idioma Litúrgico de la Iglesia

La Hipótesis Griega

La Hipótesis Aramea

Volviendo a las Sendas Antiguas

CAPÍTULO 3

YAHUSHÚA HA TZADIK

Una Pregunta Crucial

Jesús el Judío

Los años de formación

Las Vestiduras de Yahushúa Rabenu

Yahushúa el Rabí

Yahushúa y la Toráh Oral

Yahushúa ha Tzadik

La Naturaleza del Tzadik

Yahushúa ben David y los Tzadikim

CAPÍTULO 4

¿UN CRISTO GRIEGO O UN MESÍAS JUDÍO?

El Mesías Judío

La genealogía del Mesías

El judaismo del Segundo Templo y Yahushúa ha Mashíaj

La Toráh Viviente

Los muchos ungidos y el Mesías

Adám y el Mesías

Adám como Padre de la Humanidad

El Segundo Adám

¿Por qué falló Adám?

El Pecado Original y el Mesías

El Segundo Adám y el Tikún Olam

Moshé el Maestro de Israel

Moshé y el Mesías

El Dilema Final

CAPÍTULO 5

LA SEPARACIÓN DE LA IGLESIA DEL JUDAÍSMO NAZARENO

¿Rechazó la Sinagoga a la Iglesia?

Los Herejes y la Sinagoga

Antecedentes del Cisma

El Helenismo e Israel

El Aspecto Político

Las Guerras Judío Romanas

Consecuencias de las Guerras Judías Romanas

La Introducción de la Filosofía Helenista

La Alegoría

Conclusión

CAPÍTULO 6

LA IGLESIA BUSCA SUS PROPIOS CAMINOS

El Fiscus Judaicus

La Vindicación del Cristianismo

La Transculturación

Ejemplos de Culturación

Luz en las Tinieblas

La Descripturación del Texto Sagrado

El Uso de los Términos Antiguo y Nuevo Testamentos

El Sincretismo

El Sincretismo en el Arte Cristiano

Adón ¿Á quién iremos?

CAPÍTULO 7

EL CAMBIO DE ORIENTACIÓN

TEOLÓGICA

La Religión Desconocida

¿Qué es judaísmo?

Algunos Otros Vocablos Para Designar al Judaísmo

Breve Introducción a la Teología Hebrea

La Relación Teológica del Cristianismo con el Judaísmo

La Teología del Reemplazo o Supersesionismo

Los Postulados del Supersesionismo

Ex Umbra in Solem De la Sombra a la Luz

La Teología Dispensacionalista

La Teología de los Dos Olivos

El Midrash de los Dos Olivos

Demostración de la Validez del Midrash

El Pacto Abrahamico

Llamado de Abraham

Naturaleza de la Primera Bendición

El Cambio de Nombre

Significado de la Alianza

El Significado del Ritual

El Nombre de Yahwéh ha Kadosh como Aval del Pacto

¿Por qué Yahwéh ha Kadosh tomó las apariencias del Horno Humeante y la Antorcha Ardiente?

¿Por qué no le fue Permitido a Abraham Participar en la Ceremonia?

Abraham da el Sentido de Identidad a los Redimidos

Abraham el Padre de Judíos y Gentiles por igual

Isaac y Jacob

La Casa de Efraím y las Naciones Gentiles

El Principio de la Últimogenitura

La Bendición dada a Efraím

Efraím y una Gran Multitud de Naciones

Breve Historia de Efraím

El Midrash del Amor del Padre

Conclusión

CAPÍTULO 8

LA FORMA EN QUE LA IGLESIA

CONSIDERA A ISRAEL

El Antisemitismo como Concepción Teológica

La Respuesta Cristiana al Problema Judío

Constantino I y la Iglesia

La Iglesia Postnicena

La Edad Media

La Santa Inquisición

La Inquisición en España

La Expulsión de los Judíos de España

La Inquisición en las Américas

La Reforma Protestante y el Holocausto

El Antisemitismo y la Muerte del Mesías

La Iglesia ante la Historia

CAPÍTULO 9

¿CÓMO INICIARSE EN EL JUDAÍSMO

NAZARENO?

Los Primeros Pasos

Endnotes

DEDICADO A:

Nuestro Padre Celestial y su Mesías.

Mi padre, Francisco Martínez.

Mi madre, Luz María Ramírez.

Mis hermanos: Lidia, Luz, Miguel y Leticia.

Mi esposa, Elizabeth.

Mis hijos: Uriel, Abigail y Ámbar.

La Comunidad Judía Nazarena Derej ha

Shem y sus filiales.

Las Comunidades Judías Nazarenas del

Mundo.

El noble pueblo de Israel.

Todos aquellos que aman la Religión del

Cielo.

CAPÍTULO 1

LOS ORÍGENES JUDÍOS DE LA IGLESIA

Image412.JPG

El tema vital para la Iglesia es decidirse a buscar sus raíces en el judaismo y considerarse como una extensión del judaismo, o buscar sus raíces en el helenismo pagano y considerarse la antítesis del judaismo

Abraham J. Heschel

El Abismo de Separación

La cristiandad de hoy observa sin asombro alguno el abismo existente entre la Sinagoga y la Iglesia. Y supone que desde el principio ocurrió así. Asume que la Biblia está compuesta de dos pactos opuestos. Cree que el Nuevo Testamento avala el nacimiento de una nueva religión, el cristianismo, y que este documento fue escrito originalmente en griego alejandrino, también llamado koiné. En consecuencia, afirma, su interpretación debe darse dentro del marco cultural grecolatino. Teoriza que el Mesías de Israel se llamaba Jesús o Jesucristo, que fundó la Iglesia, liberó al mundo del pesado yugo de la Ley Judía, y estableció el domingo como Día de Guardar. Arguye que el Eterno rechazó al pueblo judío con el propósito de levantar a un Israel espiritual. Considera que el judaísmo era, es y será una religión legalista. Asume que los judíos mataron a Cristo. En fin, la cristiandad asume muchísimas cosas porque simple y sencillamente no ve las cosas como son sino como ella es. La cristiandad, eligió su propia historia o más exactamente confeccionó su propia imagen y bienestar a partir de aquellos aspectos históricos que le prometían grandes satisfacciones, incluyendo la glorificación final de sus doctrinas.

Historia Vitae Magistra la Historia es la Maestra de la Vida

La historia judía de la Iglesia es más profunda, más variada, más rica, y más terrible que todo lo que se ha dicho hasta hoy. El pueblo cristiano necesita y quiere saber acerca de su pasado hebreo sin distorsiones ni omisiones; sin ese ciego triunfalismo que emplean los libros de historia eclesiástica para adoctrinar a sus estudiantes con antisemitismo. La dificultad, por supuesto, con esta filosofía delirante es que la historia pierde su valor como un incentivo y ejemplo. La sociología nos recuerda constantemente el poder del pasado como herramienta de entendimiento y corrección. En el caso particular de la Iglesia, su pasado hebreo es tan infinitamente relevante como fácilmente comprobable. Tanto y en tal extensión que cualquier consulta seria a los documentos originales: El Nuevo Testamento (Brit ha Dashá), la literatura hebrea de la época, los escritos de los primeros Padres de la Iglesia; además del testimonio de la historia y la arqueología mostrarán un cuadro completamente diferente al sugerido por la antigua tradición: Hubo un tiempo que los judíos y cristianos marcharon juntos, adoraron juntos, y creían exactamente lo mismo. Hubo un tiempo que los cristianos fueron judíos.¹

Los hechos que podrían citarse son muchos y variados. Esparcidos aquí y allá en fragmentos o en conjuntos aparentemente inconexos, y casi siempre, cubiertos de oscuridad. Sepultados por dos milenios de tradiciones paganas, cristianas y judías medievales. Llegar hasta ellos requiere oración, ayuno, paciencia, humildad y una ingente cantidad de estudio, pero están ahí. Corresponde al investigador amante de la honestidad actuar con una mente abierta y madura, sin aceptar ni rechazar nada en bloque; analizando el todo al igual que sus partes, para luego determinar la validez del testimonio.

Evaluando la Evidencia

Los primeros nombres empleados para designar al movimiento fundado por Jesús (Yahushúa ben David) fueron hebreos. En el libro de los Hechos aparece (notzrim) o nazarenos, derivado del título aplicado a Jesús por las masas (Mt. 26:71; Mr. 1:24; 10:47; 14:67; Lc. 4:34; Jn. 18:5,7; 19:19). ² Su aceptación por propios y extraños al movimiento era tan pronunciada que Shimón ben Yonáh (Pedro) lo empleó para exhortar a las multitudes reunidas en Templo, durante el serviciomatutino³ del día de Pentecostés (Shavuot): ¡Jesús el Nazareno a quien Yahwéh ha levantado!, (Hch. 2:22).

Paralela a la expansión del movimiento que revolucionó al judaismo surgió otra designación, Image419.JPG (Ha Derej) o El Camino, (Hch. 24:14, 22). Un término bastante antiguo proveniente de la Alianza Abrahamica y posteriormente desarrollado en la profecia mesiánica hebrea.⁴ Su significado básico es judaismo, forma de vida, y linea de conducta. En el sentido técnico significa prácticas y creencias religiosas hebreas y aquello que llena la mente, gobierna el corazón y guia los pies del israelita. En el judaismo del siglo I era además entendido como secta y a veces como escuela rabinica. Cuando Yahushúa Rabenu reclama ser El Camino (Jn. 14:6). Él está declarando ser la viva esencia del judaismo, no su abrogación. Años después, el rabi Shaúl ha Tarsi (Pablo) testificó ante el procurador Félix acerca del Camino que ellos llaman herejia (Hch. 24:14).

Epifanio de Salamina, un historiador de la Iglesia expone en sus crónicas que antes que los creyentes fueran llamados Image428.JPG (cristianos), por un breve espacio de tiempo fueron conocidos como Image436.JPG (Iessaioi); posiblemente derivado del nombre de Image443.JPG (Iesús).⁵ El titulo cristiano, cuya traducción más aproximada seria mesiánico fue acuñado en la ciudad de Antioquia, en la actual Turquia, por aquellos gentiles que no formaban parte del movimiento, (Hch. 11:26). El seudónimo no gozó de amplia aceptación hasta laépoca en que fue escrita la Didajé⁶ (finales del siglo I y principios del II E.C.), siendo luego usado por Ignacio, Obispo de Antioquia, gracias a que el nombre era ya popular en esa ciudad. Con anterioridad a esos años y cuando el lazo de unión entre los gentiles y judios creyentes era todavia fuerte los titulos más comúnmente usados por su sabor hebreo fueron El Camino y los Nazarenos.

La Tradición Cristiana acerca del origen Judío de la Iglesia

Las fuentes patrísticas⁷ más antiguas afirman que la Iglesia fue en sus orígenes esencialmente judía. Eusebio de Cesárea (263-339 E.C.) en su Historia Eclesiásticanos legó una lista de los Obispos, o nasim, que guiaron a comunidad judía nazarena de Jerusalém:La cronología de los Obispos de Jerusalém que a continuación presento la he encontrado preservada por escrito. La tradición dice que sus vidas fueron breves. Pero he logrado extraer mucha información de dichos escritos. Hubo en Jerusalém una sucesión de quince Obispos hasta la rebelión de los judíos ocurrida durante (el Emperador Romano) Adriano. Todos ellos eran de descendencia hebrea, habían recibido el conocimiento del Mesías con pureza. Así que fueron aprobados por aquellos que son capaces de juzgar en esos asuntos y fueron considerados dignos del episcopado. Sus congregaciones enteras consistían en hebreos creyentes, que procedían desde los días de los Apóstoles (Shaliajim) hasta la insurrección acaecida en ese entonces; en la cual los judíos se habían de nuevo rebelado contra los romanos, siendo conquistados después de varias batallas. Los Obispos de la circuncisión cesaron de existir en ese tiempo. Es apropiado, por tanto, dar una lista de sus nombres desde el principio: El primero fue Jacob, el hermano del Señor, el segundo Simeón, el tercero Justo (Tzadik), el cuarto Saqueo, el quinto Tobías, el sexto Benjamín, el séptimo Juan, el octavo Matías, el noveno Felipe, el décimo Séneca, el decimoprimero Justo, el decimosegundo Leví, el decimotercero Efrén, el decimocuarto José, decimoquinto Judas. Estos fueron los Obispos que vivieron desde la edad de los Apóstoles hasta el periodo referido, todos ellos pertenecieron a la circuncisión.

Epifanio, Obispo de Salamina en Chipre (315-403 E.C), relata que en su época aun existían en Judea judíos nazarenos descendientes de aquellos que huyeron a la ciudad de Pela, en la Decápolis, cuando el ejército romano se presentó a las puertas de la ciudad de Jerusalém: "Estos herejes… no se denominan a sí mismos cristianos sino nazarenos; toman este nombre del lugar Nazaret. En realidad, se mantienen completamente judíos y nada más. No solo usan el Nuevo Testamento sino también el Antiguo Testamento como hacen los judíos. No rechazan la Legislación y los Profetas y los Escritos, los cuales son llamados la Biblia (Tanaj) por los judíos. No son demasiado escrupulosos en las otras cosas, pero viven de acuerdo con la enseñanza de la Ley (Toráh) como sucede con los judíos; No hay dificultad en encontrarlos conviviendo con ellos, aparte de que creen en el Mesías. Aceptan igualmente la resurrección de los muertos y que todo tiene su origen en un Creador. Proclaman un solo Dios y a su hijo Jesucristo. Dominan con gran maestría la lengua hebrea. Leen en hebreo la Ley entera y los Profetas y los llamados Escritos; con ello hago mención de los libros poéticos, Reyes, Crónicas y Esther y todos los demás, como por supuesto, ocurre con los judíos. Solamente en este aspecto difieren de los judíos. De los cristianos se diferencian en su conocimiento de la Ley, en la aceptación de la circuncisión, el Shabat y otras cosas. No puedo decir que han caído en el pecado… de los seguidores de Cerinto y Merinto, quienes creen que (el Mesías) es solo un hombre o algo semejante. Declaran enfáticamente, de acuerdo a la verdad, que ‘Él nació del Espíritu Santoy María’".10Epifanio también escribió con respecto a la hebraicidad del libro de Mateo: "Esta en poder de los nazarenos el Evangelio según Mateo, completísimo en hebreo. Pues entre ellos se conserva este. Sin duda, tal como fue compuesto originariamente, en caracteres hebreos. No sé si han suprimido las genealogías desde Abraham hasta Cristo."

Jerónimo de Estridón (345-420 E.C.), en sus crónicas expresa que existía una comunidad judía nazarena en la ciudad de Berea, la actual Alepo de Siria, heredera espiritual de la comunidad fundada por el rabí Shaúl ha Tarsí y Silas (Hch. 17). Ese grupo todavía conservaba el Mateo hebreo: "Aun el texto hebreo se conserva hasta hoy en la biblioteca de Cesárea que el mártir Pánfilio formó con muchísimo empeño. También a mí, los nazarenos que viven en Berea, ciudad de Siria, y que se sirven de este libro, me proporcionaron ocasión para copiarlo, En el cual es de notar que, siempre que el evangelista, ya por cuenta propia, ya poniéndola en boca del Salvador, aduce testimonios del Antiguo Testamento, no sigue la interpretación de la Septuaginta, sino la antigua hebraica."

La erudición cristiana moderna también coincide en el origen judío del cristianismo. El historiador metodista de la Iglesia, Dr. Justo L. González escribió con respecto a los primeros creyentes: Los primeros cristianos no creían pertenecer a una nueva religión. Ellos habían sido judíos toda su vida, y continuaban siéndolo. Esto es cierto, no sólo de Pedro y los doce, sino también de los siete, y hasta del mismo Pablo. Su fe no consistía en una negación del judaísmo, sino que consistía más bien en la convicción de que la edad mesiánica, tan esperada por el pueblo hebreo, había llegado. Según Pablo lo expresa a los judíos en Roma hacia el final de su carrera, Por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena" (Hechos 28:20). Es decir, que la razón por la que Pablo y los demás cristianos son perseguidos no es porque se opongan al judaísmo, sino porque creen y predican que en Jesús se han cumplido las promesas hechas a Israel¹¹… Ellos eran judíos, y la principal diferencia que les separaba del resto del judaísmo era que creían que el Mesías había venido, mientras que los demás judíos seguían aguardando su advenimiento. Su mensaje a los judíos no era por tanto que tenían que dejar de ser judíos, sino al contrario, que ahora que la edad mesiánica se había inaugurado debían ser mejores judíos. De igual modo, la primera predicación a los gentiles no fue una invitación a aceptar una nueva religión recién creada, sino que fue la invitación a hacerse partícipes de las promesas hechas a Abraham y su descendencia. A los gentiles se les invitaba a hacerse hijos de Abraham según la fe, ya que no podían serlo según la carne. Y la razón por la que esta invitación fue posible era que desde tiempos de los profetas el judaísmo había creído que con el advenimiento del Mesías todas las naciones serían traídas a Sion. Para aquellos cristianos, el judaísmo no era una religión rival del cristianismo, sino la misma religión, aun cuando ¹²

Alexander Wedderburn remarca el mismo hecho: "La fe de los primeros cristianos no los hizo menos judíos, ya que ellos conceptuaban que Jesús era el cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Tampoco consideraron que esa declaración cambiaría su status como judíos ante los ojos de sus compatriotas, de la misma manera que la lealtad de la comunidad de Qumran al Maestro de Justicia y su creencia en el papel de este dentro de los propósitos del Eterno sembraría dudas sobre la judaidad de sus miembros.¹³

Resulta imposible negar la presencia del alma israelita en las iglesias cristianas más antiguas, concretamente las iglesias ortodoxas orientales y la Iglesia Católica Romana. En el caso de las iglesias protestantes es menos tangible, pero subsiste ya sea en su forma, ya en su contenido. La herencia cultural judía ha sido subrayada por la mayoría de los historiadores modernos de la Iglesia y del judaísmo. Al respecto Paul Johnson puntualizó: Los cristianos tomaron del judaísmo el Pentateuco (incluyendo su moral y ética), los libros de los profetas y de la sabiduría y hasta los apócrifos que los judíos mismos estaban esperando canonizar. Tomaron la liturgia, porque aun la eucaristía tiene raíces judías. Tomaron la noción del día del Shabat y los días festivos, el incienso y las lámparas ardientes, los salmos, los himnos y la música coral, las vestiduras y oraciones, los sacerdotes y mártires, la lectura de los libros sagrados y la institución de la Sinagoga (transformada en iglesia). Tomaron la noción de la autoridad clerical (la cual los judíos pronto modificarían) en la forma de un sumo sacerdote, que los cristianos transformaron en sus patriarcas y papas. No hay nada en la Iglesia primitiva, aparte de su cristología, que no haya estado prefigurado en el judaísmo.¹⁴

La Expansión Explosiva del Judaísmo Nazareno

Es históricamente cierto que durante las primeras etapas de la proclamación de la Masora o Buena Nueva fueron los hebreos, los samari-tanos y los prosélitos, (aquellos gentiles que se encontraban bajo la influencia del judaísmo), los que estaban mejor preparados para reci birla y comprenderla. De estos tres grupos, los samaritanos y los prosélitos no tuvieron un acercamiento uniforme a la corriente principal del judaismo pero tampoco se consideraron ajenos o contrarios a él.

Las sinagogas de Judea y la Diáspora vinieron a ser centros florecientes de enseñanza nazarena donde se forjaron los rabinos que llevaron a las naciones gentiles el pacto de Abraham, la Toráh de Moisés y el Mesías de Israel. El libro de los Hechos y las cartas de los Apóstoles (Shaliajim) dan cuenta que uno de sus intereses principales era legitimi-zar la secta nazarena como judía pura o kasher, y al rabí Yahushúa ben David dentro de la línea del profetismo hebreo, como es observable en los siguientes pasajes:

a. El Eloah de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Eloah de nuestros Abot ( Image451.JPG o Padres) ha glorificado a su Hijo Yahushúa (Jesús)… (Hch. 3:13).

b. Porque Moisés dijo a los Padres: Yahwéh vuestro Eloah os levantará Profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel Profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Elohim hizo con nuestros Padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Elohim, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad (Hch. 3:22-26).

c. Elohim, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los Padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo (Heb. 1:1-2).

d. De igual manera, los temas más importantes del Antiguo Testamento (Tanaj) son presentados como elementos de la revelación que unen al Mesías con Israel. Shaúl escribió al respecto: Ellos son israelitas, de los cuales son la adopción como hijos, la gloria o Shekina, los pactos, la promulgación de la Toráh, el culto y las promesas. De ellos son los patriarcas; y de ellossegún la carne proviene el Mesías, quien está sobre todas las cosas, bendito sea Elohim por los siglos. Amén (Ro. 9:4-5).

El crecimiento constante de los nazarenos es comparable a aquel movimiento de restauración acaecido en los días de Esdras y Nehemías, cuando las multitudes enteras se estremecían hasta los tuétanos y buscaban al Eterno sinceramente.

a. En el libro de los Hechos se dice que durante la solemnidad de Shavuot o Pentecostés el mensaje nazareno conmovió los corazones de muchos peregrinos, la mayoría de ellos judíos de la dispersión: Así que, los que recibieron su palabra fueron purificados en agua (tevilá); y se añadieron aquel día cerca de tres mil personas. (Hch. 2:41).

b. Poco después, a raíz de un discurso de los rabinos Shimón ben Yonáh y Yahojanán ben Zavdai hubo otra conversión en masa, "Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era aproximadamente cinco mil. (Hch. 4:4). Tal cifra no incluye a mujeres y niños.

c. Varios pasajes después, la comunidad nazarena es descrita como una multitud o un gran número. Lucas, el autor del libro, no pudo determinar la cantidad total de judíos que se habían adherido a la nueva escuela rabínica. ‘Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma { Image460.JPG ejad en hebreo}…" (Hch. 4:32). Fuera del Templo, no existía edificio alguno en Jerusalém que pudiera albergar un número tan grande de personas con fines de religiosos. Fue ahí, en el pórtico de Salomón¹⁵ donde la comunidad nazarena mantuvo sus servicios y continuó haciendo volver los corazones de los hom- bres al Eloah de Abraham. Y por la mano de los Shaliajim {Apóstoles} se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a reunirse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Adón aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres (Hch. 5:12-14).

d. Que el movimiento nazareno haya logrado atraer a sus filas a multitud de hombres y mujeres piadosas de buena reputación, provenientes de todas las clases sociales y niveles académicos, acredita su ortodoxia e integridad hebrea. Y crecía la palabra de Adonay, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalém; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe (Hch. 6:7). Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres (Hch. 17:12).

La Convivencia del Judaismo Nazareno con el Rabínico

La evidencia documentaría demuestra que los practicantes del judaísmo nazareno fueron considerados miembros de la familia judía hasta el siglo III y principios del IV E.C. Inclusive hubo maestros judíos de proverbial conocimiento, a los cuales los historiadores modernos del judaísmo han arribado a la conclusión que eran seguidores de esta rama del judaísmo. El caso más destacado lo constituye Simeón ben Zoma,16 tanaita17 de principios del siglo II E.C. respetado como un genio de la Halajá (exégesis hebrea). Tanto así, que al morir sus contemporáneos declararon: Con ben Zoma murió el último de los darshaím (exege-tas). El hecho que Simeón ben Zoma no solo haya sido tolerado sino además admirado y reverenciado por sus colegas al igual que la masa del pueblo judío, muestra que ambos grupos podían coexistir en relativa paz pues aun no era visto como una transgresión creer que Yahushúa ben Yoséf reunía los requisitos escritúrales para ser el Mesías de Israel; mucho menos condenarlo como apostasía. Las discusiones existentes entre el judaísmo rabínico y nazareno eran vistas como diferencias entre sectas hebreas. Es decir, discrepancias intracomunales y no intercomunales. Y por supuesto, no como disputas entre dos religiones distintas.

El problema estaba en los gentiles. Siendo el Mesías un concepto incuestionablemente judío, lo correcto era que los gentiles que lo seguían se hicieran judíos, guardaran celosamente la Toráh y formaran parte de la familia de Abraham tal y como el rabí Shaúl ha Tarsí lo enseñó a las comunidades nazarenas de Galacia (Gá. 3:7, 29; Gn. 26:5). Lo sorprendente, lo extraño, es que los llamados Padres de la Iglesia contestaron a ese imperativo teológico con un no, y lo más increíble aun es que los gentiles inocentemente aceptaron como dogma semejante extravío. Al arribo del siglo IV E.C. la presencia hebrea en las comunidades gentiles había disminuido a unos cuantos judíos dispersos. A partir de entonces la cristiandad se situó a una gran distancia del judaísmo. No fue la Sinagoga quien expulsó a la Iglesia, sino fue la Iglesia quien se separó de la comunidad hebrea.

En sus primicias, el rechazo fue de naturaleza estrictamente teológica; formulado en sermones y epístolas que trataban de demostrar la superioridad de la interpretación helenista de la Biblia sobre aquella sostenida por el judaísmo. Luego, brincó al terreno humano: Los creyentes gentiles son mejores que el pueblo hebreo. Se desarrolló una gran tensión teológica en los grupos cristianos que finalmente desembocaría en una ambivalente posición de reemplazo y separación. Finalmente, el abismo se ahondó mucho más cuando en el célebre Concilio de Nicea, el cristianismo adoptó con carácter oficial, la teología griega, la administración romana y la moral judía. La arrogancia se apoderó del corazón de la cristiandad y la llevó a despreciar al pueblo hermano que le dio el conocimiento de la Religión del Cielo.

CAPÍTULO 2

EL NUEVO TESTAMENTO ES UN DOCUMENTO JUDÍO

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"Si el Eterno escogió a Israel, entonces escogió el uso de la lengua hebrea. Si aceptamos ese hecho obvio, entonces debemos aceptar más. Los hebreos tienen su peculiar manera de pensar acerca de la mayoría de las cosas

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