TRAS LA MUERTE DE JESÚS DE NA-ZARET NO SURGE INMEDIATAMEN-TE UN CRISTIA-NISMO, TAL Y COMO LO CONO-CIMOS HOY DÍA, QUE SE ESCINDE DEL JUDAÍSMO. Esta emancipación es consecuencia de un proceso paulatino que surge a partir de un grupo embrionario de primeros “cristianos” que, inicialmente, ni siquiera se pone de acuerdo en reinterpretar tanto su imagen como su figura. Así pues, el “cristianismo” de los siglos I y II no responde a un bloque monolítico que comparte un mismo corpus de doctrinas, sino que se dispersa en, al menos, una docena de comunidades distintas –con discursos a menudo contrapuestos-que se ramifican a partir de tres corrientes claramente diferenciadas: el judeocristianismo, el cristianismo paulino y, constituyendo una vertiente mucho más minoritaria, el cristianismo gnóstico (ver cuadro).
JUDEOCRISTIANOS: LA IGLESIA DE JERUSALÉN
El núcleo embrionario del cristianismo en la primera mitad del siglo I lo constituye el grupo de seguidores de Jesús en Jerusalén. Su área de influencia se extendía desde Judea hasta Galilea (al norte), pasando, en menor medida, por Samaria, que son las tres regiones en las que se dividía entonces Palestina. En los años inmediatos a la muerte (1:15), que es la principal fuente que tenemos para especular acerca de sus vicisitudes y las relaciones –más tensas que fraternales– con .
