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Choque de tren
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Libro electrónico223 páginas3 horas

Choque de tren

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Un crimen grave que hoy enfrenta la sociedad estadounidense es un una novela de suspenso y crimen. Combinando dos choques de trenes con un motivo como causa para un segundo choque, la historia comienza con un accidente ferroviario en 2011, cerca de Reno, donde un semirremolque choca contra el vagón del tren en dirección hacia el oeste, el tren de pasajeros California Zephyr Amtrak.

Ben, un ingeniero estaba en Our Bar cuando se supo la horrenda noticia del choque del tren. Sale corriendo del bar, con su mejor amigo, Mark, siguiéndolo, y se entera que su novia, Christy, queda permanentemente ciega por la explosión del accidente. Jura que se ocupará de ella, pero Christy no quiere que lo haga, cae en una depresión y termina suicidándose. Más temprano ese día, Ben se había enterado de una nueva cirugía para devolver la vista. Se apura a volver a casa para decírselo a Christy, solo para encontrarla muerta por una sobredosis de pastillas para dormir. Ben se vuelve obsesionado por  su amor a los trenes y usa a una mujer ingeniero por sus conocimientos sobre los mecanismos internos de los trenes, para luego orquestar otro accidente ferroviario, donde se identifican a todos los pasajeros menos a él. Durante la investigación, un detective comienza a darse cuenta de la estremecedora verdad que su mejor amigo, Ben, es el culpable y termina bajando la palanca cuando Ben es electrocutado.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 sept 2019
ISBN9781071505182
Choque de tren

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    Choque de tren - Blair London

    Choque de tren

    La venganza el ingeniero

    por Blair London

    Reality Today Forum

    realitytodayforum@gmail.com

    Copyright:© 2019 by Reality Today Forum.  Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de este documento puede ser reproducido ni transmitido de ninguna forma ni por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabado u otro, sin la previa autorización escrita del autor.

    ÍNDICE

    Prólogo

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Epilogue

    Sobre el autor

    Blair London es una escritora residente de Minnesota. Obtiene sus ideas estremecedoras de sueños vívidos que tiene, combinados con noticias, gente que conoce y algunas experiencias personales. Blair escribe sobre choques de trenes, veteranos de guerra, trastorno de estrés postraumático (TEPT), redes sociales, bullying, asesinos seriales, tráfico infantil, tráfico sexual, acosadores de aeropuertos, pedófilos, sociópatas, okupas e inmigración ilegal, todos crímenes modernos. Blair advierte que el lector podría escandalizarse.

    Blair está respaldada por celebridades debido a sus obras, incluyendo a Matthew McConaughey, Taylor Swift, Megyn Kelly, John Walsh, Kirk Cameron y Meryl Streep.

    Puede ponerse en contacto con Blair en Facebook:

    https://www.facebook.com/blair.london.35 y en Twitter:  https://twitter.com/TheBlairLondon

    Prólogo

    A través de la ventana, la figura difusa que se aproximaba, se aclaró en una, que le quitó el aliento a Ben. No se consideraba un romántico, pero la visión de repente le hizo creer que existía ese algo que llaman amor a primera vista. Se quedó mirando la imagen de una joven hermosa, quizás un poco más joven que él. Tenía un cuerpo de muerte, la piel como miel derretida y un cabello ensortijado que le caía suntuosamente sobre los hombros. Un aura de seguridad la rodeaba al caminar, como si el mundo estuviera a su disposición. Ben supo que esa mujer tenía el poder para cambiar el curso de su vida para siempre.

    Noticia de última hora: Choque de un tren. Hay 16 fallecidos

    24 de junio de 2011, Dwayne Benson

    De Reno, Nevada. Nos acaba de llegar. Un semirremolque que iba por un tramo rural de la Ruta US 95, cerca de Reno y Sparks, chocó contra un vagón del tren de pasajeros, Amtrak California Zephyr,  con dirección hacia el oeste. Los detalles de cómo ocurrió el choque todavía se desconocen.

    Estamos investigando el incidente, dice el patrullero de carreteras Dan López. No podemos confirmar detalles en este momento, aparte de que seis personas fallecieron en el choque. Les suministraremos más detalles apenas estén disponibles. Permanezcan en sintonía.

    La escena en Our Bar era la misma de todos los martes al mediodía. La luz exterior se filtraba a través de las ventanas grasosas, el aire estaba perfumado con aromas rancios de frituras y alcohol, los televisores estaban sintonizados a un partido de fútbol que se jugaba ese día y casi no había un alma, excepto por Spike, el barman.

    Además de Spike, otro hombre estaba sentado indolente sobre un taburete gastado con media jarra de cerveza en la mano. Aunque no llegaba a los 30 años, sus ojos viejos y cansados estaban atentos al partido en el televisor más cercano a él. Su cara ligeramente regordeta y la ausencia de cabello le daba la apariencia de una bola de billar pulida. Con la camiseta de fútbol negra y el modo nostálgico con que observaba el juego, daba la impresión de ser una estrella del deporte que nunca logró la fama, aunque eso no podía estar más lejos de la verdad.

    Justo cuando el locutor en la pantalla gritaba ¡Anotaron!, las puertas del bar se abrieron y otro hombre entró bruscamente dando tropezones. Unos mechones de su cabello largo se le escaparon de la cola de caballo, que rápidamente se quitó de los ojos azul claro. Su camisa a cuadros y jeans sucios podían haber sido de un leñador, pero su cuerpo larguirucho y piel suave lo hacían ver más bien como un granjero. Se acercó apresurado a su amigo con la camiseta de fútbol negra, fácilmente ubicando la cabeza calva que brillaba con la luz.

    Su amigo calvo se volteó al ver acercarse a su amigo. ¡Hola, Mark! No pensé que ibas a venir·, dijo.

    Habiendo llegado a su amigo, Mark le puso una mano en el hombro de su amigo. Ben, amigo, dijo jadeando, ¿viste la noticia?

    ¿Qué noticia?, preguntó Ben, arrastrando ligeramente las palabras.  Estaba viendo cómo destrozan a nuestro equipo.

    Mark miró el televisor. Justo en ese momento, el juego se interrumpió. Unas grandes letras rojas que decían Noticia de última hora aparecieron en la parte baja de la pantalla. Mark señaló el televisor. Mira. El fútbol es lo que menos me importa, Ben. Ay, Ben, lo lamento, viejo.

    Ben dirigió la atención al televisor, escuchando las palabras del locutor.

    ...choque de Amtrak. Como todos los días, la mayoría de los pasajeros iba camino al trabajo. Aunque hay muchos sobrevivientes, confirman que al menos seis personas fallecieron. Ninguno de los cuerpos ha sido identificado hasta ahora, aparte del maquinista y el conductor del camión...

    A Ben el corazón le dio un vuelco, un sensación de terror le apretó el pecho. La mente se le inundó de imágenes de piel aceitunada y rizos brillantes. Una figura alta. La propia razón de su existir, su todo. Ella era la única razón por la cual se levantaba la mayoría de los días. Podía escuchar su risa, sentir sus besos y de cómo lo hacía sentir su presencia, como si hubiera estado esperando por él toda la vida. Veía su silueta en la cocina, resaltada por la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas de gasa mientras los pájaros cantaban en el viejo pino junto a la ventana. La veía volteándose hacia él después de escribir una nota sobre el mostrador de la cocina. Veía su sonrisa hermosa mientras caminaba hacia él diciendo:  ¿Cómo estás, campeón? No esperarías escaparte solo con un hola y un adiós, ¿verdad?

    Ben, dijo Mark. Necesitas unos minutos para recuperarte, amigo.

    ¿Recuperarme? Su cerveza cayó al suelo, estrellando el vaso mientras el líquido ámbar corría por el viejo piso de madera. Sacó la billetera del bolsillo y puso un billete de 50 sobre el bar antes de pararse bruscamente de donde estaba sentado y yendo hacia la salida. Tengo que irme.

    Salió corriendo del bar sin mirar atrás. Mark lo siguió, esforzándose por mantener su asombrosa velocidad. Después de finalmente haber alcanzado a Ben en la acera, Mark lo agarró por una muñeca. Con la cabeza calva y el cuerpo grande, Mark nunca lo había visto más intimidante.

    Ben miró a su mejor amigo. Mark, por favor. Christy... estaba... estaba.... La voz se le quebró. Ella estaba ahí. Sacudió la cabeza. Debía regresar... No lo sé... Ben estaba demasiado impactado para hablar con coherencia. Sentía que el mundo se le había venido encima.

    Y justo cuando las cosas estaban tan bien.

    Tan bien que...

    Hacía mucho tiempo que no necesitaba la medicina.

    Y ahora... esto.

    A Mark se le cortó la respiración al ver a su amigo tan desesperado. Cuando lo soltó, Ben inmediatamente salió corriendo a su auto.

    ¡Ben, espera!, le gritó Mark. Al menos llévame contigo. Puedo conducir yo...

    ¡No! ¡Estoy bien!, le gritó Ben. Entró al auto y encendió el motor, arrancando en retroceso del estacionamiento. Las llantas sonaron, salió humo del asfalto y el auto arrancó a toda velocidad por la calle casi llevándose a varios vehículos que estaban estacionados en su camino.

    Carajo, Ben, murmuró Mark. Fue a su auto, decidido de alcanzar a su amigo lo antes posible. Sabía que no podía dejar a Ben enfrentar solo algo así. Mientras encendía el motor y arrancaba, se preguntaba qué iba a hacer Ben. Intentó imaginar cómo se sentía. ·El estómago se le hizo nudos y se aferraba al volante con tanta fuerza, que le dolían los nudillos.

    Una parte de él se preguntaba si estaría siendo entrometido al seguir a Ben, pensando que quizás un hombre necesitaba privacidad en un momento como ese, pero otra parte sabía que si no estaba ahí para Ben, Ben no tendría a nadie más a quién recurrir.

    Ben lo necesitaba.

    ¿Qué irá a hacer?, murmuraba Mark para sí, mientras mentalmente exploraba las diferentes posibilidades. Tengo que estar allí, me va a necesitar.

    Capítulo 2

    En los años anteriores, Ben Black había sido una persona diferente. Estaba más delgado y menos hinchado. Más en forma. Y tenía el cabello oscuro y espeso; todavía no exhibía la calva.

    Joven y apenas salido de la universidad, había conseguido un empleo fijo en compañía de ingeniería Rialb Engineering. Las cosas no podían estar mejor. Las jornadas laborales eran largas y trabajar sobre tiempo con frecuencia era la norma y no la excepción, pero él no tenía quejas.  Su vida era precisamente lo que quería en ese momento, hasta una noche fatídica cuando se dio cuenta que la soledad del apartamento le molestaba.  Había sido el único ocupante durante años y de repente lo golpeó de frente... se sentía solo.

    La revelación ocurrió después de un día particularmente estresante, pero satisfactorio en el trabajo. Ese día a Ben le habían asignado afinar el diseño del ala de un nuevo avión especial, trabajando en la palanca para controlar el ángulo de los alerones del ala. Aunque no había hecho un trabajo de esta naturaleza desde la universidad, se sintió dispuesto a afrontar el desafío.

    Siempre solucionando problemas, solo tardó un par de horas inclinado sobre su escritorio para desarrollar un sistema hidráulico de palancas que le daría al alerón la cantidad exacta de control. Los diseños experimentales eran una cosa, pero que trabajaran sin fallar era otra muy diferente. Pero Ben tenía la capacidad de hacer exactamente eso, habiendo sido siempre considerado una estrella en Rialb. Sus talentos habían quedado claramente demostrados en el trabajo que producía, tanto en la secundaria como en la universidad.

    Habiendo terminado su tarea, Ben se recostó satisfecho en su silla. Había tardado menos de tres horas en terminar y se había ganado las felicitaciones de su jefe impresionado. Mejor que nada, había escuchado que había una posición más alta que podría tener su nombre. Todo iba bien en el trabajo, pero no podía evitar sentir que le faltaba algo. 

    Sin embargo, Ben miraba los papeles desparramados sobre su escritorio, los galardones, los diplomas, las fotos de los aviones que había ayudado a diseñar, y no sentía nada. Era como si donde deberían estar su corazón y su estómago no hubiera nada. Se estaba acostumbrando a eso, pero no le gustaba para nada. Debería haber estado orgulloso de su pasado y emocionado por su futuro, pero en vez, no podía deshacerse de la sensación que todos esos logros no significaban nada si no tenía con quién compartirlos. A pesar de ser la estrella de muchos días importantes, los decepcionantes siempre los opacaban.

    Almorzó un sándwich de atún que se había hecho él mismo mientras contemplaba su vida y miraba el techo de malla de hierro de la oficina.

    De niño, Ben siempre había demostrado un gran interés por la ingeniería. Sus pasatiempos preferidos incluían jugar con robots de juguete, dibujar planos elaborados para máquinas e invenciones estrafalarias y soñar con volar a las estrellas, o al menos diseñar una nave que pudiera hacerlo. Le encantaba leer ciencia-ficción, sobre todo las cosas fantasiosas como Star Wars. Se había maravillado con el realismo de las novelas de Isaac Asimov, la ciencia detrás de Star Trek y soñar sobre tecnologías increíbles e irreales, alimentaron su amor por la ingeniería desde temprana edad.

    Una vez había desarmado el computador familiar para la consternación de su padre. Pero cuando logró volver a armarlo, haciéndolo funcionar más rápido y fluidamente que antes, su padre lo llevó a comer helados. Desde ese momento, sus padres reconocieron su mente brillante y estuvieron más que dispuestos a apoyar sus intereses. Consecuentemente, lo enviaron a estudiar a una exclusiva secundaria con fuerte en ingeniería. Ben sabía que era una oportunidad única e increíble, una verdadera posibilidad a llegar a algo grande. Y había sido exactamente así mientras duró.

    En la escuela Ben se destacó académicamente, pero socialmente no tanto. Le costaba trabajo hacer amistad con sus compañeros, pero en vez, se hizo amigo de varios profesores porque parecía ser mucho más fácil. Los profesores se maravillaban con su trabajo y veían que hacía cosas que nunca habían visto a hacer a ningún otro chico de 16 años, al menos no con ese nivel de dominio que Ben exhibía. Podía diseñar programas de computación, construir máquinas de cero y resolver problemas matemáticos que dejaban perplejos a los profesores. Todos lo consideraban el chico maravilla, el chico genio cuyo potencial no tenía límites y que era capaz de hacer lo que se propusiera. Todos sabían que el futuro de Ben era más brillante que las estrellas a las que soñaba llegar algún día Hasta que lo expulsaron.

    Luego Ben comenzó sus estudios en MIT. Durante los dos primeros años, fue el primero de la clase, pero cuando cumplió los 20 años, durante su penúltimo año, descubrió su amor por otra cosa: el alcohol.

    Después de su primera noche de juerga, quedó enganchado y sabía que no había vuelta atrás. Ben sencillamente no podía evitarlo. Adoraba la cerveza, el vodka, el whiskey y el tequila, a pesar de que su cuerpo no los toleraba muy  bien. Con frecuencia se enfermaba, levantándose a la mañana con terribles resacas de las cuales pensaba que jamás se recuperaría. Cada vez se despertaba con unos dolores de cabeza intentos acompañados por un sudor frío en todo el cuerpo. Con la piel sudada y fría abrazaba el inodoro de porcelana vomitando hasta que solo que quedaban arcadas secas una vez que su estómago estaba totalmente vacío pero aun así se negaba a cooperar.

    Y cada vez, juraba que no volvería a tocar el alcohol, seguro de que había aprendido la lección. Pero sin embargo, volvía a empinar el codo apenas unas noches después de un episodio, negociando consigo mismo que bebería más responsablemente y prometiéndose no exagerar. Se prometía que la próxima vez podría manejar el alcohol mejor, solo para despertarse una vez más con la misma terrible resaca. Era un círculo vicioso donde se había metido desde que había comenzado a beber inocuamente. Al principio, Ben solo se embriagaba los fines de semana en las fiestas de las hermandades. Lo hacía para relajarse y aflojarse, un premio después de una larga semana de mucho estudiar. Pensaba que se merecía un poco de diversión como todos los demás. Cuando tenía una buena borrachera, Ben podía hallarse moviendo los brazos solo en la pista de baile, sin molestarse en invitar a nadie a bailar.

    Pero a los pocos meses, su bebida ya no se limitaba a las fiestas de las fraternidades de los fines de semana. Comenzó a beber las noches de semana después de estudiar. Y luego, poco a poco, bebía en las tardes, apenas terminaba las clases. Y luego las tardes tampoco bastaron. Comenzó a beber de mañana y continuaba bebiendo durante todo el día, bebía entre las tareas y entre las sesiones de estudio en la biblioteca.  Bebía cuando era el momento de relajarse, bebía para ayudarse a dormir, se auto medicaba con alcohol en cada oportunidad que veía.

    Antes de que se diera cuenta, ya no podía detenerse, aun si quisiera. .Además, no tenía ningún reparo, resignándose al hecho de que así sería su vida indefinidamente porque cuanto más pasaba el tiempo, más y más alcohol le hacía falta para calmarlo. Cada vez su tolerancia era mayor.  Lo que había comenzado como un trago de whiskey apenas se despertaba de mañana, eventualmente necesitó dos, y así continuó.

    Irónicamente, el alcoholismo no afectó su rendimiento académico. De alguna manera se las arregló para permanecer en los primeros de su clase. Sin embargo, su salud comenzó a deteriorarse. Comenzó a engordar, a ponerse perezoso y extremadamente malhumorado. El licor y la cerveza lo hacían irritable la mayor parte de los días y no pasó mucho tiempo antes que comenzara la depresión. Aunque la depresión nunca había sido un problema para él, cuando decidió mostrar su horrible rostro, se volvió implacable. Le hacía pensar cosas horribles no solo de los demás, sino de sí mismo. Usando la depresión como punto de entrada, el alcohol se convirtió en el mejor amigo tóxico de Ben, el que simultáneamente lo hacía sentir mejor, pero insistía en arrastrarlo por el lodo a cada paso del camino. Su vida estaba oficialmente fuera de control.

    Lentamente comenzó a ver que los pocos amigos que había logrado hacer, cada vez le hablaban menos. Ya casi no lo visitaban y raramente lo

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