Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Voces Sepultadas
Voces Sepultadas
Voces Sepultadas
Libro electrónico261 páginas3 horas

Voces Sepultadas

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El 31 de mayo de 1970 es la Inauguración del mundial de futbol en México. Perú participa con su mejor selección, estamos escuchando en la radio el partido inaugural… 3:21 PM: se siente un terremoto de 8 grados, Huaraz y Yungay son sacudidas durante 45 segundos y miles quedan atrapados bajo los escombros… 3:22 PM: Se desprende un glaciar del Huascarán que forma una avalancha gigantesca arrastrando millones de toneladas de rocas y hielo. Algunas personas huyen desesperadas hacia las alturas… 3:25 PM: el aluvión engulle a Yungay durante tres minutos, desaparecen 24 mil personas y menos de mil se salvan de una muerte segura. En este libro encontrarás relatos de ficción basados en testimonios de sobrevivientes que se convirtieron en voz de los que ya no tienen voz para contarnos qué sucedió después, mediante un diálogo permanente entre la muerte y la vida.
IdiomaEspañol
EditorialYopublico
Fecha de lanzamiento25 abr 2019
ISBN9788740477542
Voces Sepultadas

Relacionado con Voces Sepultadas

Libros electrónicos relacionados

Ficción de acción y aventura para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Voces Sepultadas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Voces Sepultadas - Fernando Cieza

    autor

    1

    Sobre el Calicanto

    Si al cruzar la cola de un astro

    llueven cenizas

    Si espuman las rocas sus verdes cristales

    me siento y escribo

    Ana María Iza

    -Hija, ven acá, quiero hablar contigo… ¿dime qué fecha es hoy? ¿Cómo está el tiempo?

    -Domingo 24 de mayo abue y el día está espléndido. Pero dime: ¿qué te traes en la cabeza? Te conozco cuando haces esas preguntas y esa mirada misteriosa.

    -Acompáñame a la iglesia y por el camino te voy diciendo. -Está bien abue, tú sabes que no me gusta ir a misa, todas las semanas lo mismo, veo que va gente hipócrita a darse golpes de pecho e incluso el abrazo de paz, pero al día siguiente están rajando de todo el mundo y abusando de la buena voluntad de la gente. Voy a ir contigo solo para acompañarte, para que veas cuánto te quiero.

    -Dina, no hables así hijita. No debes ver nuestros pecados sino la fe, hija, la fe. Cuando eras niña vi, en un sueño, que eras una sierva del Señor.

    -¿Yo abuela, yo? ¡No, por favor! ¿Yo de monja? -preguntó riendo Dina-Tendría que estar loca para meterme a un monasterio. Tan bonita que es la vida. No abuelita, toco madera y eso no va conmigo, quiero casarme, tener mis hijos, viajar por el mundo y volver siempre a mi tierra querida.

    -¡Ay hija! Nunca digas: de esa agua no beberé, por qué el camino es largo y te puede dar sed.

    -Abuela, bastante es que te acompañe a la iglesia. No es necesario ir a la iglesia para estar bien con Dios; yo converso con él en silencio y no necesito estar alardeando de mi fe.

    -Dina, ustedes los jóvenes y sus ideas alocadas. Hija, ya estoy vieja, me estoy quedando ciega y me zumba la cabeza. Sé que me queda poco tiempo en este mundo y quiero hacer mi testamento en vida para repartir a mis hijos todo lo poco que tengo. Si no lo hago ahora que estoy viva, después de mi muerte mis herederos se van a pelear y eso no quiero. Voy a repartirles su herencia, al que reclame le doy un bastonazo y vas a ver que se queda quietecito aceptando lo que le toca.

    -¡Ay abue, otra vez comienzas con tus fatalidades! Tú vas a vivir más de cien años, eres de buena madera y tienes para rato. Pero eso de repartirles tus propiedades a tus hijos me parece buena idea. Reparte todo y yo me quedo contigo, siempre voy a estar a tu lado. Dime… ¿soy tu engreída?

    -Dina, eres mi bien más preciado sobre la tierra. Pero escúchame hijita, cuando llegamos a esta edad se vuelve clarividente y sé que estoy con un pie en la tumba y quiero dejar todas mis cosas en orden. Últimamente sueño con nubes oscuras que se avecinan, aunque no sé de qué se trata hijita, no lo sé.

    -Cuando se te mete algo en la cabeza, no hay quién te lo saque. Dime abue, ¿qué puedo hacer por ti?

    -Hijita, quiero pedirte que viajes a Lima y vayas a donde tu tía Susana, y le pidas los papeles de esta casa y del terreno en Caraz. Yo le voy a escribir una carta pidiéndole que te los dé. No esperes que te trate bien o te lo entregue de inmediato, recuerda que ella está resentida y a medida que ha pasado el tiempo su odio ha crecido.

    -Abuelita, mi tía Susana es bien espesa y habla mal de la familia y eso me molesta y puedo responderle mal. Solo voy a ir por ti, pero eso sí, si me viene con alguna estupidez, no me voy a quedar callada. Imagínate que la última vez que fuimos a visitarla nos trató como si fuéramos indígenas y viviéramos en las montañas.

    -No le hagas caso. Ella es así desde joven y yo sé sus razones. Hay razones del corazón que la razón desconoce; ella tiene motivos para mostrar ese odio visceral hacia todo lo que dejó acá.

    -Ustedes y sus odios ancestrales abuela. Deben cortar esa manera de ser y de vivir, son hermanas de padre y madre y deben voltear la página, darse un abrazo y olvidar para vivir en paz, eso tú me has enseñado.

    -Tienes razón, hija, no imaginas cuánto deseo de todo corazón que eso suceda. De niña tu tía y yo fuimos muy unidas, pero con el tiempo y las circunstancias nos alejamos casi medio siglo. Vayamos a la iglesia y olvidemos todo.

    -¡Hola Dina… Dina! Debo hablar contigo, me buscas después de misa.

    -Hola Lily, yo también tengo muchas cosas pendientes. Me esperas en la plaza a las once de la mañana, después de misa dejo a mi abuela en casa y de allí voy a verte… ¡te invito a comer helados!

    -¡Lo prometido es deuda!

    -He llegado a las once en punto y tú no has estado, perdiste tu helado -dijo sonriendo Dina.

    -Dina, yo he estado a esa hora, pero me metí un momento a la bodega para comprar un encargo de mi madre. Esta semana debemos reunirnos para ver las actividades de la promoción y prométeme que vas a asistir.

    -¡Está bien Lily! Muchas veces esas reuniones son una pérdida de tiempo y solo sirven para rajar del prójimo y en verdad aburren. En la última reunión demoraron en llegar y cuando estuvo toda la directiva no llegamos a ningún acuerdo. Lily, si voy es solo para acompañarte. La verdad no quiero participar.

    -Dina, yo invito los helados. Levanta la mano derecha y comprométete a estar en la reunión. Sabes que, si tú no estás, no tengo mayoría y no voy a tener control. ¿Cuento contigo?

    -¡Está bien! Asistiré, pero ahora acompáñame al Expreso Ancash.

    -¿Piensas viajar?

    -¿No te has enterado?

    -No, dime… dime.

    -Estoy trabajando allá a medio tiempo y tengo algo de platita para darme mis gustitos.

    -Entonces invita los helados pues yo todavía soy mantenida.

    -Tampoco gano un montón de plata, pero sí lo suficiente para pagar los helados.

    -¿A dónde vas Dina? -preguntó la madre de Dina.

    -Voy a reunirme con Lily Mayorga, estamos en la directiva para la promoción y estamos coordinando la adquisición de los aros de promoción.

    -Hijita no te estés metiendo en esas cosas. Donde hay dinero siempre está el demonio de la desconfianza y la avaricia.

    -¡Tienes razón! Yo solo acompaño a Lily en la directiva, me han nombrado de vocal, es decir, de nada.

    -¡Está bien hija! No te demores.

    -Dina… Dina, estoy acá.

    -Lily, cómo estás, ¿Viste las cotizaciones?

    -Sí, fui hacia la casa del judío Samuel; dijo que los aros de oro de 18 quilates el precio mínimo por aro es cuarenta soles para las mujeres y para los hombres es otro peso y otro precio.

    -¡Judío abusivo! A las justas disponemos de un presupuesto de veinte soles para cada anillo. ¡No la hacemos! Y estamos a dos meses de la fiesta de promoción. Nos va a ganar el tiempo para realizar más actividades -dijo Dina con cara de preocupación-. Creo que vamos a conformarnos con aros de plata o de lata.

    -¡No te pases Dina! Es tu promoción, es un recuerdo único para toda la vida y tiene que ser de oro. Me han comentado que en Huaraz podemos conseguirlo hasta en treinta soles, y sabes que ellos lo traen de Lima. ¿Qué te parece si vamos a Lima a cotizar? Te aseguro que saldrá más barato.

    -Me parece una buena idea. ¡Qué coincidencia!, mi abuela también quiere que vaya a Lima para recoger las escrituras de sus casas de Yungay y Caraz. Veré cómo convenzo a mi madre para que me dé permiso debido a que es un poco chapada a la antigua y te dice no antes que le pidas algo. -Dijo Dina preocupada.

    -Dina, escucha; en el jirón Huallaga, por la avenida Abancay están los talleres de los joyeros y dicen que el precio es la mitad de lo que estos usureros lo venden; vamos, cotizamos y regresamos, es decir un viaje relámpago de dos días.

    -En verdad chola, tienes razón… pero cómo convenzo a mi viejita. Ella es medio terca. Ya sé, le voy a decir que la abuela me ha pedido que viaje y que de paso veremos los anillos de la promoción, para que nos salgan más baratos.

    -Ya ves, sí se puede. Qué bueno no ser pesimista. Además, que nos damos un paseíto por la capital.

    -Lily, estamos en fecha de exámenes, y el lunes primero tenemos examen con el profesor Carlitos Huamán. Sabes que es bien verde y qué hacemos si no quiere postergarnos el examen.

    -Intentémoslo. Mira, una vez que tengamos todo listo, busquemos al profe y le explicamos y de allí a convencer a nuestros padres, ¿está bien?

    -¡Sale y vale!

    -Profe, profe, buenos días, profesorcito… ¡Se le ve muy bien!

    -Señoritas Mayorga y Carrasco, cuando saludan de esa manera es porque algo se traen entre manos. Díganme el motivo de su saludo tan efusivo.

    -Profesorcito, le comentamos: Dina y yo hemos sido designadas por la directiva de la promoción para viajar a Lima y realizar cotizaciones para nuestros anillos. En Yungay o en Huaraz están demasiado caros y esperamos que en Lima estén a mitad de precio.

    -¿Cuándo han pensado viajar?

    -Hoy día profesor. Sin embargo, el lunes tenemos examen con usted, por eso le pedimos de favor si puede evaluarnos el miércoles o jueves.

    -Estoy presionado para entregar actas en la semana y esos días no puedo debido a que tengo varios exámenes. Será el viernes un examen oral, frente a la pizarra e incluirá todos los temas. ¿Aceptan?

    -Profesor Carlitos, ¡gracias! Vamos a estudiar durante el viaje y daremos un buen examen, somos chanconas y de nosotras no se puede quejar.

    -Dina, ahora viene la parte más complicada: convencer a nuestros padres, y sabes que más se gana con miel que con hiel. ¿A qué hora nos encontramos?

    -¿Te parece bien a las ocho de la noche, para ver si nos falta algo? El Expreso sale a las diez de la noche, ten en consideración que yo solo llevaré mi mochila con ropa para un par de días.

    -Yo igual, la idea es que el viaje sea rápido.

    -Nos vemos en la noche.

    -Está bien.

    -Mamita, he estado conversando con mi abuela y me ha pedido viajar a Lima para pedirle a mi tía Susana los documentos de la casa, pues desea hacer su testamento en vida.

    -¡Dina, en eso no te metas! Yo veré ese tema cuando viaje a Lima. Tu tía Susana no te va a dar nada, ¡tú sabes cómo es ella! No te expongas al mal trato.

    -Mamita, ya le ofrecí a mi abuela. Además, Lily y yo somos parte de la comisión formada para cotizar los aros de promoción y nos han pedido viajar a Lima para ver alternativas, pues acá están demasiado caros.

    -¡No te hagas ilusiones! Tú no vas a viajar. ¿Le preguntaste a tu papá?

    -Sí mamita, por él no hay problema, me dijo depende de tu madre y hasta me ha pedido que le compre unos repuestos para su moto.

    -Dina, ¿vas a viajar a Lima? -preguntó el hermano menor de Dina.

    -Sí Daniel, voy a viajar. Pero será un viaje rápido, ida y vuelta.

    -¡Llévame para conocer Lima! Por favor hermanita, ¡llévame contigo! Siempre he querido conocer la capital, me han dicho que es muy bonita, quiero conocer la plaza de armas y la estatua de San Martín.

    -Daniel, la mamá ni a mí me ha dado permiso y ¿quieres que te lleve?, ¿estás loco? Deja de insistir. No te voy a llevar y deja de llorar que los hombres no lloran.

    -Dinita, hermanita, tú me quieres mucho, así es que llévame contigo, no quiero quedarme acá, te prometo portarme bien. Mamita, yo quiero ir con mi hermana a Lima.

    -Daniel, solo tienes diez años; es necesario un permiso especial para viajar y la mamá no quiere. ¿Sabes qué significa la palabra no? Deja de llorar, que me desesperas.

    -Mamita, mamita, quiero ir con Dina a Lima. Por favor.

    -Daniel, nadie va a ir a Lima y ya es tarde; tienes que acostarte temprano y olvídate de eso. Dina tú no tienes mi permiso.

    -Mamá, te doy razones y no quieres entender; con tu permiso o sin él viajaré a Lima, además es ida y vuelta, si salimos hoy el martes estaremos de regreso y te traeré lo que quieras.

    -Hija, eres terca como tu padre y no sé qué vas a lograr. No te voy a dar mi permiso para que viajes sola. Lima es peligrosa, tanto choro que anda suelto. Mi respuesta definitiva es no y si viajas y te pasa algo la responsabilidad es estrictamente tuya y de tu padre, y no vengan a quejarse conmigo si te pasa algo.

    -Dina, ¿qué pasó? Dijimos a las ocho de la noche y mira la hora, van a ser las nueve, pensé que no vendrías… me tenías preocupada.

    -¡Mi mamá me ha hecho un escándalo! Por más explicaciones dadas y pese a tener un encargo de mi abuela, igual no me ha dado su permiso. Dijo que si algo sucede no vaya a quejarme con ella, que ni la llame.

    -Bueno, a mí sí me ha dado permiso, me ha dicho que vaya con fe, nada va a suceder. ¿A qué hora sale el Expreso?

    -Todavía hay tiempo. Aquí están mis cosas, nos va a ir bien, y viajemos con fe y optimismo.

    -Lily escúchame, mañana a primera hora vamos a ver a mi tía Susana, allí nos podemos quedar a dormir y el lunes vamos a la avenida Abancay para buscar las cotizaciones y de allí regresamos a la casa de mi tía, puesto que me tiene que entregar unos documentos por encargo de mi abuela y nos regresamos. ¿Está bien?

    -Dina, el otro día me comentaste que tu tía abuela les trata mal, mejor quedémonos en casa de mi tío Juvenal, pues está más cerca del centro, además quiero pedirte un favor, que me acompañes a visitar una prima en Chorrillos que está un poco delicada y al regreso pasamos por la casa de tu tía. ¿Qué te parece?

    -¡Está bien! Pero apenas llegamos a Lima vamos a buscar una cabina de teléfono para llamar a mi madre y decirle que hemos llegado bien.

    -De acuerdo, caminemos rápido hacia el Expreso no vaya a ser que se acaben los pasajes.

    -¡Vámonos!

    -Qué húmeda es Lima, esta ciudad no me gusta para nada. Mira su cielo gris, se nota tan aburrido. No entiendo por qué tanta gente viene a vivir acá, en medio de un arenal en donde no crece nada; mira esas invasiones… en cambio nuestra ciudad está llena de vida, buen clima, lindos paisajes y todo es más hermoso.

    -Tienes razón Dina, pero en Lima se concentra todo, las universidades, los negocios, el gobierno… Lima controla al Perú y nosotros ni siquiera aparecemos en el mapa.

    -Eso algún día cambiará Lily… algún día…

    -Hemos llegado, ahora a preparar todo; tendremos un día muy agitado.

    -Lily, vamos a ir en la 73 hasta Chorrillos; mi prima vive por Andahuaylas.

    -Allí viene. Vayamos al fondo hay sitio.

    -Lily, ¿qué pasa? ¿Temblor?

    -Tranquila Dina, estamos en el autobús, aquí no pasa nada.

    -Sí, pero tengo miedo; no me gustan los temblores… Otra vez, Dios mío; qué pasa, no deja de moverse el carro.

    -Mira, la gente sale corriendo a la calle.

    -¡Qué feo sonido! Mamita linda, que pase por favor.

    -Tranquila, no te sueltes de mí, ya pasará… Ves, ya pasó, no ha sido más que un fuerte remesón.

    -¿Se habrá sentido en Yungay?

    -No creo, allá la cordillera nos protege, no como acá, que es todo arena y ante un fuerte terremoto se puede caer todo.

    -¿Dónde habrá sido el epicentro?

    -Cuando lleguemos a Chorrillos preguntaremos, acá no podemos saber nada. Bueno, todo ha vuelto a la normalidad gracias a Dios. Ha sido demasiado fuerte. Te apuesto que en Yungay ni siquiera lo han sentido.

    -Hola primita, soy Lily; vine desde Yungay para saludarte; vine con Dina, mi compañera de colegio. ¿Cómo estás?

    -Prima, prima, gracias por venir. Yo estoy mejor. ¿No sabes qué ha sucedido?

    -¿Del temblor? -preguntó Lily, con rostro de preocupada.

    -Sí, ha sido fuerte, y dicen que el epicentro estuvo en Chimbote. Espérate que vamos a sintonizar radio Nacional:

    Buenas noches estimados radios oyentes; acabamos de recibir la mala noticia de que el terremoto ha sido muy fuerte en el Callejón de Huaylas; las ciudades más afectadas son Huaraz y Carhuaz.

    -No, ¡Dios mío! ¿Qué ha sucedido? Primita, por favor dime ¡qué ha pasado!

    -Lily, escucha; aún no sabemos nada de Yungay, pero de Huaraz sí. Parece que el terremoto ha estado muy fuerte, se ha sentido bastante y se han caído muchas casas. Comentan que hay muchos muertos, pero de Yungay no han dicho nada debido a que no hay comunicación. Así que no queda otra que rogar para que todo esté bien.

    -Diosito, te ruego que no haya pasado nada. Por fortuna mi casa es de buen material. ¡Dina, roguemos que nuestras familias estén a salvo!

    -Primita, sabemos que estás bien; recibe saludos de tu tía y de la familia. Perdónanos, pero con esto del temblor haremos una visita de médico. A ver cuándo nos visitas.

    -Lily, pronto, muy pronto; apenas me recupere voy a viajar para visitarlos y comer raspadilla con hielo del nevado y respirar aire fresco, y no la cochinada de aire de esta ciudad.

    -Primita, te dejamos, esperamos que te recuperes pronto y te esperamos allá para ir caminando hasta el nevado.

    -Gracias por la visita y roguemos que todo esté bien.

    -Dina, creo que hoy no vamos donde tu tía; mejor regresemos a la casa del tío Juvenal para saber qué ha sucedido. Mañana iremos temprano a ver los precios de los aros cuando estemos tranquilas cuando sepamos cómo están por allá. Roguemos para que todo esté bien.

    -Tienes razón Lily; vayamos directo a la casa. Me siento un poco mareada, como si dentro de mi cerebro hubiese una mosca que está aleteando.

    -Dina, vamos al frente para tomar el mismo bus de regreso. Estás pálida y parece que te vas a desmayar. ¡Cálmate!

    -Lily, hermanita, tengo un mal presentimiento. Qué extraño que solo haya habido noticias de Huaraz y Carhuaz, pero de Yungay, ¡nada!

    -Dina, las malas noticias vuelan más rápido, no te preocupes. Si no hay noticias, es porque todo está bien y no hay de qué preocuparse.

    -No sé, siento hormigas en el estómago. No me gusta que no haya noticias de Yungay. Me está angustiando no saber nada y temo lo peor.

    -Dina, tranquila. Quién sabe si ellos a esta hora están durmiendo. El domingo todo el mundo se acuesta temprano y están descansando y tú te estás preocupando en vano. Todo ya pasó. Esperemos a tener noticias y no nos adelantemos; apenas lleguemos veremos qué ha sucedido.

    -Lily, si algo le ha pasado a mi familia yo no sé qué haría; no soporto la idea de perderlos. Mi Danielito quería venir conmigo como si presintiera algo y yo le dije que no. Dios quiera que no le haya pasado nada, si no, jamás me lo perdonaré.

    -Buenas noches tío Juvenal. ¿Se ha enterado del terremoto? Parece que en el Callejón de Huaylas ha sido muy fuerte.

    -Sí sobrina, ha sido horrible, pero no hay muchas noticias. Hay que estar atentos, pasen a cenar mientras nos enteramos de lo sucedido.

    -Gracias

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1