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El príncipe constante
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El príncipe constante
Libro electrónico127 páginas1 hora

El príncipe constante

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 El Príncipe Constante   es una obra escrita por Pedro Calderón de la Barca entre finales de 1628 y principios de 1629.
Calderón pone en escena el ataque portugués contra Tánger en 1437. La expedición fue liderada por Enrique el Navegante y sobre todo por su hermano, el infante Fernando, maestre de la orden de Avis.
Tras el fracaso de la ofensiva, el infante es hecho cautivo por el rey de Fez. El rey propone liberarle a condición de que le entregue la ciudad de Ceuta, urbe cristiana que el monarca codicia. El infante Fernando rechaza con tenacidad dicho trueque, padeciendo desde entonces y hasta su muerte una esclavitud que se asemeja a un martirio.
La obra es un drama histórico o tragedia cristiana sobre el libre albedrío humano, dividido entre los requisitos éticos y la doctrina de la salvación. El personaje principal se condena conscientemente a la esclavitud, a la privación de privilegios y, finalmente, a la muerte, en nombre de la fe cristiana.
El príncipe constante es una de las obras más paradigmáticas del teatro de Calderón de la Barca. Un claro referente del complejo mundo ideológico del dramaturgo.
Estamos ante una de las grandes obras maestras de Calderón de la Barca. Una obra que ha recogido grandes elogios de diversas tradiciones teatrales europeas como la alemana, la polaca o la rusa. Una obra que llevó a Goethe a decir en 1804, en una carta a Schiller,
«que si toda la poesía del mundo desapareciera, sería posible reconstruirla sobre la base de El príncipe constante».
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento31 ago 2010
ISBN9788498972474
El príncipe constante

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    El príncipe constante - Pedro Calderón de la Barca

    9788498972474.jpg

    Pedro Calderón de la Barca

    El príncipe constante

    Barcelona 2024

    Linkgua-ediciones.com

    Créditos

    Título original: El príncipe constante.

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: info@linkgua.com

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN tapa dura: 978-84-9953-730-6.

    ISBN rústica: 978-84-96428-95-9.

    ISBN ebook: 978-84-9897-247-4.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 7

    La vida 7

    Personajes 8

    Jornada primera 9

    Jornada segunda 47

    Jornada tercera 83

    Libros a la carta 119

    Brevísima presentación

    La vida

    Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.

    Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.

    Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.

    Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.

    Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.

    Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermanó José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.

    Calderón parodia en un pasaje de esta pieza el sermón acusatorio que pronunció contra él un fraile tras su irrupción en el convento en que se alojaba una hija de Lope de Vega.

    Personajes

    Alfonso, rey de Portugal

    Brito, gracioso

    Cautivos

    Celín

    Don Enrique, príncipe

    Don Fernando, príncipe

    Don Juan Coutiño

    El rey de Fez, viejo

    Estrella

    Fénix, infanta

    Muley, general

    Rosa

    Soldados

    Tarudante, rey de Marruecos

    Zara

    Jornada primera

    (Salen los cautivos cantando lo que quisieren, y Zara.)

    Zara Cantad aquí, que ha gustado,

    mientras toma de vestir

    Fénix hermosa, de oír

    las canciones que ha escuchado

    tal vez en los baños, llenas

    de dolor y sentimiento.

    Cautivo 1 Música, cuyo instrumento

    son los hierros y cadenas

    que nos aprisionan, ¿puede

    haberla alegrado?

    Zara Sí,

    ella escucha. Desde aquí

    cantad.

    Cautivo 2 Esa pena excede

    Zara hermosa, a cuantas son,

    pues solo un rudo animal

    sin discurso racional,

    canta alegre en la prisión.

    Zara ¡No cantáis vosotros?

    Cautivo 3 Es

    para divertir las penas

    propias, mas no las ajenas.

    Zara Ella escucha, cantad, pues.

    (Cantan.)

    Cautivos «Al peso de los años

    lo eminente se rinde

    que a lo fácil del tiempo

    no hay conquista difícil.»

    (Sale Rosa.)

    Rosa Despejad, cautivos, dad

    a vuestra canciones fin,

    porque sale a este jardín

    Fénix a dar vanidad

    al campo con su hermosura,

    segunda aurora del prado.

    (Vanse los cautivos y salen las moras vistiendo a Fénix.)

    Estrella Hermosa te has levantado.

    Zara No blasone el alba pura

    que la debe este jardín

    la luz, ni fragancia hermosa

    ni la púrpura la rosa,

    ni la blancura el jazmín.

    Fénix El espejo.

    Zara Es excusado

    querer consultar con él

    los borrones que el pincel

    sobre la tez no ha dejado.

    (Danle un espejo.)

    Fénix ¿De qué sirve la hermosura

    —cuando lo fuese la mía—

    si me falta la alegría,

    si me falta la ventura?

    Celima ¿Qué sientes?

    Fénix Si yo supiera,

    ay Celima, lo que siento,

    de mi mismo sentimiento

    lisonja al dolor hiciera;

    pero de la pena mía

    no sé la naturaleza,

    que entonces fuera tristeza,

    lo que hoy es melancolía.

    Solo sé que sé sentir

    lo que sé sentir no sé;

    que ilusión del alma fue.

    Zara Pues no pueden

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