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Tamerlán el grande
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Libro electrónico171 páginas1 hora

Tamerlán el grande

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Tamerlán, jefe de una banda de ladrones, concibe la idea de adueñarse del poder, derribando al rey de Persia. ... Astutamente se alía con Cosroes, hermano rebelde del rey, y luego se libra de Cosroes, quedando único señor de Persia
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 mar 2021
ISBN9791259712912
Tamerlán el grande
Autor

Christopher Marlowe

Christopher Marlowe (1564-1593) was a 16th century playwright, poet, and translator. Considered to be the most famous playwright in the Elizabethan era, Marlowe is believed to have inspired major artists such as Shakespeare. Marlowe was known for his dramatic works that often depicted extreme displays of violence, catering to his audience’s desires. Surrounded by mystery and speculation, Marlowe’s own life was as dramatic and exciting as his plays. Historians are still puzzled by the man, conflicted by rumors that he was a spy, questions about his sexuality, and suspicions regarding his death.

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    Tamerlán el grande - Christopher Marlowe

    GRANDE

    TAMERLÁN EL GRANDE

    MICETES, rey de Persia CÓSROE, su hermano

    ORTIGIO, CENEO, nobles persas

    MEANDRO, MENAFONTE, TERÍDAMAS, capitanes persas TAMERLÁN, un pastor escita

    TÉQUELES, USUNCASÁN, sus caudillos BAYACETO, emperador de los turcos REY DE FEZ

    REY DE MARRUECOS REY DE ARGEL

    REY DE ARABIA SULTÁN DE EGIPTO

    GOBERNADOR DE DAMASCO

    AGIDAS, MAGNETES, nobles medos al servicio de ZENÓCRATES CAPOLÍN, capitán egipcio

    FILEMO, un mensajero

    ZENÓCRATES, hija del SULTÁN DE EGIPTO

    ANIPA, su doncella

    ZABINA, emperatriz de los turcos EBEA, su doncella

    VÍRGENES DE DAMASCO

    De arrebatos de talentos acordes y chifladuras de que usa el bufón, os guiaremos a la augusta tienda, do oiréis al escita Tamerlán

    conminar al mundo con aspavientos, azotar reinos con espada invicta.

    Ved su imagen en este espejo trágico y celebrad su suerte como os plazca.

    PRIMER ACTO

    ESCENA I

    MICETES

    Entran MICETES, CÓSROE, MEANDRO, TERÍDAMAS, ORTIGIO, CENEO,

    MENAFONTE y otros.

    Cósroe, hermano, me siento agraviado, pero aun así incapaz de expresarlo, pues requiere un habla alta y tonante; di a mis nobles la causa, buen hermano,

    que en esto más que yo muestras ingenio.

    CÓSROE

    ¡Desdichada Persia, que en otras épocas de altos conquistadores fuiste base, que, por proezas y por su diplomacia, triunfaron sobre África y los lindes

    de Europa, do el sol apenas sale

    ante el frío glacial y meteoros gélidos; y ahora regida por un hombre

    que, al nacer, Saturno a Cintia uniose [1] y Jove, el Sol y Mercurio negáronse

    a verter su influjo en su seso versátil! Blanden sus espadas turcos y tártaros, aspirando a destrozar tus provincias.

    MICETES

    Hermano, a qué aspira veo la alusión de tus planetas, por la que computas que me falta juicio para reinar;

    pero a estos mis nobles me remito, que darán testimonio de mi ingenio. Puedo mandar que te maten por esto;

    ¿acaso no, Meandro?

    MEANDRO

    No por tal venialidad, mi señor.

    MICETES

    No lo quiero, pero sé que lo puedo.

    Que vivas; sí, vive; Micetes lo desea. Meandro, mi consejero fidedigno, declara el porqué del mal que concibo,

    que, sabe Dios, a ese Tamerlán concierne, quien, cual el zorro en medio del agosto, apresa mis rebaños de viajeros

    y, tengo oído, piensa desplumarme; así que es oportuno ser prudente.

    MEANDRO

    Mucho oigo a tu majestad quejarse de Tamerlán, ladrón y rufo escita, [2]

    que pilla tus convoyes de Persépoli [3] en pista hacia las islas ponientes

    y con tropa sin ley en tus fronteras ultraja el orden civil diariamente, esperando (de erróneas profecías) reinar en Asia y con armas bárbaras erigirse monarca del Oriente;

    pero antes de que entre en Asia o extienda su enseña vagabunda en campos persas, ha ordenado tu merced a Terídamas

    que, de mil jinetes seguido, prenda y tráigalo cautivo ante tu trono.

    MICETES

    Bien y como acostumbras has hablado

    que, por tu amor, Damón puedo llamarte [4] conviene entonces, si os parece bien, enviar sin más tardanza mil jinetes

    a prender a ese miserable escita.

    ¿Qué opináis, honorables señores?

    ¿Verdad que es una regia decisión?

    CÓSROE

    A la fuerza si viene de tu parte.

    MICETES

    Escucha lo que te encargo, Terídamas, el capitán de campo de Micetes, esperanza de Persia, piernas mismas

    o cayado en que se apoya el estado, que nos sostiene y lo adverso evita:

    tú acaudillarás a los mil jinetes cuya hiel espumosa, con gran ira,

    jura dar muerte a Tamerlán el pérfido. Ve frunciente, mas regresa sonriendo, como el gran Paris con la griega dama. Vuelve aprisa, volando pasa el tiempo, nuestra vida es frágil, la muerte pronta.

    TERÍDAMAS

    Antes que otra vez la luna alquile luz no dudes, señor y gentil monarca, que Tamerlán y esa chusma tártara

    o morirán por nuestros brazos bélicos

    o implorarán a tus pies soberanos.

    MICETES

    Ve, firme Terídamas, sables hables y con tus visos vence a mi enemigo.

    Ya me apremia saberte de regreso y poder ver a estos níveos corceles cargados de cabezas cercenadas

    y de las rodillas a los cascos

    en sangre tintos, ¡oh vista exquisita!

    TERÍDAMAS

    Permite, señor, que parta al instante.

    MICETES

    Hasta la vista mil veces, Terídamas.

    Sale TERÍDAMAS.

    ¡Ah, Menafonte! ¿Por qué te rezagas cuando otros pujan hacia el renombre? Ve, Menafonte, llégate a Escitia hollando las pisadas de Terídamas.

    CÓSROE

    Que siga aquí te ruego; mejor tarea toca a Menafonte que lidiar pillos; nómbrale virrey del África entera, que la estima de Babilonia gánese, pues sacudirá el gobierno persa

    de no tener a un rey más cuerdo que tú.

    MICETES

    ¡De no tener a un rey más cuerdo que tú! Eso ha dicho; Meandro, toma nota.

    CÓSROE

    Y añádele esto: que Asia entera lamenta de su rey la insensatez.

    MICETES

    Bueno, aquí juro por mi trono regio…

    CÓSROE

    Pues entonces harías bien en besarlo.

    MICETES

    Realzado en seda, cual me corresponde, tomar venganza de estos menosprecios.

    ¿Dónde para acato, y homenaje?

    ¿Idos al mar Caspio o al gran océano?

    ¿Cómo llamarte?, ¿hermano?, enemigo;

    ¡un monstruo!; ¡vergüenza sobre tu estirpe, pues osas escarnecer tu soberano!

    Meandro, ven: estoy ofendido, Meandro.

    MENAFONTE

    Salen todos excepto CÓSROE y MENAFONTE.

    ¿Qué, señor?, ¿atónito y en mate de oír al rey amenazarte así?

    CÓSROE

    No son sus amenazas, Menafonte;

    que en la conjuración hay nobles persas y jefes de las guarniciones medas,

    para coronarme emperador de Asia; sino que he aquí lo que da tormento hasta a la propia sustancia de mi alma: ver a nuestros vecinos que temblaban, trepidaban al nombrar al rey persa, reír sentados de nuestro poderío,

    y esto otro que me anegará en lágrimas, que hombres de los lejanos equinoccios, infestando las Indias Orientales, carguen sus barcos con oro y gemas

    y despojen todas nuestras provincias.

    MENAFONTE

    Ello debiera procurarte gozo,

    ya que oportunidad te da Fortuna de ganar nombre de conquistador, remediando a este lisiado imperio.

    Colindantes Europa y África

    y continentes de tus posesiones, qué fácilmente con huestes fornidas irás a Grecia, como Ciro antaño [5] y les obligarás a retirarse

    no sea que domes la elación cristiana.

    CÓSROE

    ¿Qué clarines son estos, Menafonte?

    MENAFONTE

    ¡He aquí, señor, que Ortigio y otros te traen la corona de emperador!

    ORTIGIO

    Entran ORTIGIO, CENEO y otros llevando una corona.

    Poderoso y gran príncipe Cósroe,

    en el nombre de otros estados persas

    y miembros de la influente monarquía, te obsequiamos con la imperial diadema.

    CENEO

    La gente de armas y los gentilhombres que hasta hoy han llenado Persépolis con capturados capitanes de África

    que del rescate en cotas de oro andaron con joyas de gran coste en las orejas

    y pedrería en las cimeras próceres y que ahora guitonean intramuros, faltos de soldada y disciplina, amenaza son de guerra civil

    y claman contra el rey públicamente. Así pues, para prevenir motines,

    os investimos hoy emperador,

    de lo cual los soldados gozarán más que los macedonios en el pillaj [6] del gran Darío y su hueste opípara.

    CÓSROE

    En vista de que Persia languidece y decae regida por mi hermano, acepto a gusto la imperial corona y con ella juro servir a mi país contra los enemigos de mi estado.

    ORTIGIO

    Y, como garantía del deseado éxito, del Oriente monarca coronámoste, emperador de Asia y Persia,

    señor de Media y Armenia, duque de África y Albania, de Mesopotamia y Partia,

    este de India e isla vista a la postre; amo del ancho, extenso mar Euxino [7] y del alborotado lago Caspio.

    TODOS

    ¡Viva Cósroe, el gran emperador!

    CÓSROE

    ¡Y pueda Jove interrumpir mi vida si no logro gratificar vuestra estima

    y hacer que los soldados que me loan triunfen sobre numerosas provincias!

    Cuya ansia de disciplina marcial me hará en breve plazo reinar solo, y con el ejército de Terídamas

    (al que acudimos volando, señores), superar las fuerzas de mi hermano.

    ORTIGIO

    Preveímos antes de traer la corona, procurando investirte tan vecino a la morada de tu hermano infando que los nobles no se exasperarían hasta el punto de suprimir tu título, o, de ocurrir esto, tener dispuestos diez mil jinetes para trasladarte pese a todo enemigo sospechable.

    CÓSROE

    Bien lo sé y os lo agradezco a todos.

    ORTIGIO

    ¡Que suenen los clarines!

    Suenan los clarines.

    TODOS

    ¡Dios salve al rey!

    Salen todos.

    ESCENA II

    Entran TAMERLÁN, conduciendo a ZENÓCRATES, y TÉQUELES, USUNCASÁN, AGIDAS, MAGNETES, nobles, con soldados, cargados con tesoros.

    TAMERLÁN

    Ven, señora, no te asustes por esto, las joyas y el tesoro cogidos

    serán guardados contigo mejor que si llegado hubieras a Siria

    e incluso al arco del paterno brazo, el sultán omnipotente de Egipcia.

    ZENÓCRATES

    ¡Ah, pastor, de mi estado compadécete! (Si, al parecer, al menos eres hombre.) Y no intentas colmar a tus secuaces con despojo ilícito de doncella,

    que viajando con señores de mi tío, desde Media, su patria, hacia Menfis, donde mi juventud fue educada, pasamos del fuerte turco el ejército, llevando su propio sello y firma

    para conducirnos salvos en África.

    MAGNETES

    Y desde que en Escitia penetramos, los presentes del Kan potente aparte, llevamos de su alteza escritas órdenes de ayuda y asistencia en caso.

    TAMERLÁN

    Mas ahora ved que esas cartas y órdenes las invalida un hombre superior

    y debes esperar, por mis provincias, pasaportes de mi soberanía

    si pretendes conservar salvo el tesoro. Mas ya que en libertad gusto vivir,

    no menos que del Sultán la corona puedes sacar botín de mi distrito; destetando mi estado tengo amigos hasta que otros reinos

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