El Dios aparente
Por Germán Ciganda
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El Dios aparente - Germán Ciganda
Mariela
La duda: ¿Y si Dios no existiera?
¿Nos hemos hecho esta pregunta alguna vez?,...¿pero en un modo profundo, con sinceridad, y sin auto censura?
Yo me la había hecho algunas veces, pero no en profundidad. Tenía en el subconsciente como una especie de respuestas pre-programadas, que no necesitaban mucha reflexión, y apenas me hacia esta pregunta, la respuesta era que: ¡Si!, Dios existía. Era casi mecánico, no tenía muchas dudas que plantearme...
Pero... ¿Por qué?..¿Por qué no había dudas? ¿Por qué tenía tanta seguridad de que Dios existía?
Algunos por ahí decían: Eso se llama ¡Fe!, y el asunto quedaba cerrado. ¿Pero, por qué sucedía esto?
Bueno, básicamente, porque de niño frecuentaba una escuela religiosa -Católica-, y después, alrededor de los 24 años comencé a frecuentar una iglesia protestante.
Cuando dejé la iglesia católica, creí que ya me había hecho todas las preguntas difíciles
-o casi todas- sobre el asunto de la existencia de Dios, y pensaba que estaba todo muy, pero muy claro.
La iglesia, naturalmente, está compuesta por miembros, o hermanos de iglesia
. Al estar rodeado de gente que piensa prácticamente igual a uno, es muy difícil que surjan preguntas que puedan poner en duda una creencia. Por donde mires, a 360 grados, siempre hay gente que piensa igual. -puede haber pequeñas diferencias dentro de un grupo religioso, pero esto no cambia el concepto de base-.
No digo que está mal pensar igual. Solo digo que también es saludable escuchar opiniones diferentes, o hasta completamente opuestas, - o extrañas-, porque esto ayuda mucho a reflexionar. Debiéramos tener la oportunidad y sobre todo, el derecho de dudar.
Pero uno de los puntos que genera una posición no favorable al diálogo, es el de sostener la creencia, de que la existencia de Dios es una verdad absoluta, y que no tiene sentido cuestionarla, y que es, hasta en un cierto aspecto, para los creyentes, una especie de línea de pensamiento, moralmente incorrecta
. Muchos sostienen que el argumento de la duda de la existencia de Dios
no les interesa porque no necesitan
plantearse esta cuestión. ¿Por qué? ¡Porque ya tienen la respuesta! ¿Pero esta respuesta es producto de una reflexión personal, o es una reflexión pre-elaborada por alguien, y luego aceptada como propia? Si es la segunda opción, significa simplemente aceptar un dogma.
Aceptar dogmas es muy fácil; es cómodo en un primer momento, porque para muchos ahorra
-o anula- el proceso de discernimiento personal.
Por eso, cada persona tiene circunstancias diferentes para mantener una creencia, o no, o cuestionarse la creencia actual, a través de preguntas o puntos de vista diferentes.
En este libro trataremos de ver las circunstancias más comunes que nos inducen -muchas veces sin nuestro consenso - a creer en Dios. Y también veremos, cómo darnos la posibilidad de poner en duda la existencia de Dios.
Algunos sostienen, que hacerse planteos complejos, como ser, la existencia o no existencia de Dios, traerían más dudas y perplejidades. Pero yo pondría en duda esta afirmación.
Tal vez no podríamos decir a ciencia cierta, si Dios existe o no, pero a través del proceso de reflexión, podríamos aprender muchas otras cuestiones relativas a dicho argumento.
El concepto de Dios está intrínsecamente metido
en nuestras conciencias desde que somos muy pequeños, a través de las enseñanzas de padres a hijos, y luego mediante la educación escolar.
A través de los siglos, la creencia en un Dios
se repitió en muchas civilizaciones.
Antes, existían dioses, como Thor, Zeus, Venus etc...en los cuales hoy, ya nadie cree, al menos seriamente.
La tautología
juega un papel fundamental a la hora de creer en Dios.
¿Qué es la Tautología? La Tautología es una postura, que da por verdadera una afirmación, independientemente del valor de verdad de la misma. Se usa en lógica matemática como herramienta para demostraciones intuitivas de conceptos matemáticos.
Por ejemplo, puedo plantear un problema de lógica partiendo de la afirmación: ..El cielo es rojo
, y nadie pondrá en duda que el cielo es rojo
. Está fuera de discusión -para este ejercicio de lógica, claro- . Así también, hay personas que usan la tautología para afirmar que Dios existe, y de ahí parte toda una serie de suposiciones, que muchas veces impide el diálogo con una persona de fe, ya que ésta cree, que si la premisa inicial es verdadera, todo el resto es verdadero.
Claro que también los no creyentes pueden hacer mal uso de la tautología y presuponer como verdad absoluta que Dios no existe, y de ahí en adelante hacer una serie de conjeturas en base a esta afirmación inicial.
Por eso propongo en este libro, poner en duda nuestras creencias tautológicas
, lo cual no implica necesariamente cambiar de idea sobre lo que uno cree o no cree. Implica dar relieve y profundidad a nuestra visión de la realidad.
Cuando somos niños, nuestros cerebros son como esponjas que absorben todo, produciendo un aprendizaje vertiginoso.
Pero a esta edad infantil, uno no se pone a reflexionar sobre el valor de verdad de lo que está aprendiendo. Lo aprende y basta. Tal vez haya un mínimo nivel de reflexión, por supuesto, pero para cosas mucho más simples, como ser, situaciones de la vida cotidiana, o aspectos relativos a cubrir nuestras necesidades primarias, que son comida y vestido.
Pero la existencia -o no existencia- de Dios, no es una cosa simple, y muchos niños, - la gran mayoría-, antes de que tengan uso de razón, están educados
- o inducidos- para creer que Dios existe, o que no existe.
En el caso de, educar
a un niño a no creer en Dios, podríamos pensar que es una contradicción enseñar a no creer en algo que no existe, porque no tendría sentido hablar de algo que no existe. No tendría sentido, por ejemplo, perder tiempo en las escuelas enseñando que no existen elefantes rosados.
Pero hay que destacar que una educación secular, sea hacia niños o adultos, es una respuesta válida y también un derecho, como consecuencia de la enseñanza religiosa, que presupone la existencia de un Dios, que no está absolutamente probada.
Porque en el debate sobre la existencia de Dios, entre un creyente y un ateo, es el creyente quien debe demostrar con pruebas fehacientes su postura.
Y tiene el deber de demostrarlo, porque las religiones se manifiestan públicamente. Por lo tanto, la existencia de Dios debe ser demostrada públicamente, de ser factible, claro.
Porque si las religiones fueran practicadas en forma estrictamente privada, nos ahorraríamos este debate.
Por eso la posición atea, no es mostrar las pruebas de la no existencia de Dios, sino mostrar las objeciones y dudas a los que sostiene la postura sobre la existencia de Dios.
Para los niños, en la mayoría de los casos la existencia de Dios es una verdad indiscutible, y viene aún más reforzada por el hecho de que, en la edad infantil, el niño tiene muy pocos, -o nada-, puntos referenciales para comparar y poner en duda una afirmación, como la de que Dios existe. Y si a esto le agregamos el aspecto sentimental y/o emocional, o sea, una afirmación que viene transmitida por el padre o la madre, la afirmación de esta creencia es prácticamente indestructible, porque un niño, instintivamente percibe que todo lo que viene de sus padres, no puede ser malo ni falso. Por lo tanto, va más allá del razonamiento lógico.
En realidad, creo que ningún padre (normal) quisiera transmitir algo a sus hijos que sea perjudicial o falso. Pero, como a su vez, estos padres fueron enseñados con la misma metodología y circunstancias, la escena se repite, casi automáticamente, de generación en generación, es decir: en el ámbito religioso, enseñar a creer en algo, aunque no haya evidencias, o en algunos casos, pseudo-evidencias.
Creo que también, enseñar a los hijos que Dios no existe, sería un error igual al que comenté en el párrafo anterior, ya que se le estaría dando importancia a algo que no existe. Creo que sería más interesante, que un padre ateo, no hablara de Dios, hasta que, de parte del niño, no surjan preguntas espontáneas sobre el tema, que además es otra forma de respetar la libertad de conciencia de un niño. Y no como en algunas religiones, en las que los bebés de menos de un año son obligados a participar del ritual del bautismo, aceptando
sin su consentimiento, una creencia que ignoran completamente.
Ahora, el punto es que, puede ocurrir que un padre ateo decida no hablar de la existencia de Dios con sus hijos, pero a veces esto trae un riesgo, porque la mayoría de la sociedad, en general, cree en Dios, y de alguna u otra manera, esta creencia se transmite directa o indirectamente. Y cuando digo indirectamente, estoy diciendo, enseñar una doctrina o creencia a través de símbolos o estatuas religiosas ubicadas en lugares públicos, que con el pasar del tiempo generan
familiaridad", que más tarde puede transformarse en aceptación.
Una violación de derecho, y a su vez, manipulación emocional, es el hecho de rezar para agradecer por los alimentos
, -en el almuerzo escolar- en los jardines de infantes, donde asisten niños menores de 5 años!
Esta aparente tierna acción
de orar por los alimentos, debería poner en alerta - a los padres que quieran respetar la libertad de conciencia de sus hijos- ya que, si un niño cree en algo desde pequeño (sea bueno o malo) después será muy difícil que pueda reflexionar y pueda tener la posibilidad de cambiar de idea, si así lo deseara.
Y éste es el punto. ¡La libertad de cambiar de idea! Muchas veces, no solo no cambiamos de idea, sino que, ni siquiera reflexionamos en profundidad otras posibilidades. Y no estoy hablando solo de la posibilidad de la no existencia de Dios, sino también la posibilidad de que otras creencias religiosas fueran correctas
o buenas
.
Cada una de las religiones piensa que la suya es la correcta
, y que las otras están equivocadas
. Aunque puede haber mucha apertura (no siempre), sustancialmente el pensamiento es este: Lo mío es la
verdad, lo otro no.
Rezaré por el resto del mundo que no conoce la
verdad".
¿Cómo se produce una creencia?
¡La creencia en Dios, se produce!, no es innata. Es una elaboración de datos -buenos o malos- percibidos, que impresos en la mente de un niño, con métodos pedagógicos inductivos, que no respetan la libertad de conciencia, y debilitando el razonamiento a través de la manipulación emocional, se transforma en una verdad absoluta
.
¿Por qué insisto tanto con ejemplos de niños? Porque creo que son los más vulnerables, los más desprotegidos cuando se trata de libertad de conciencia. Por lo tanto, deben ser los más tutelados.
Por ejemplo, la creencia en personajes mitológicos como Santa Claus, se produce, a través de los padres, complicidad de la familia y la sociedad, para dar una satisfacción a los niños. Pero en realidad, nadie lo vio a Santa Claus, -el verdadero
- porque no existe, naturalmente.
El niño, no se cuestiona si Santa Claus existe o no, o si hay otros
Santa Claus, porque se siente muy bien creyendo en él y recibiendo regalos. Pero esto no quiere decir que Santa Claus exista. Sentir bienestar emocional no es elemento suficiente para decir que Santa Claus, -o cualquier otro personaje mitológico- existe. ¿O no..?
¡Observen el proceso! El niño, antes de que empiece a hablar, ya observa las imágenes navideñas con Santa Claus. No se cuestiona nada, porque no sabe cuestionarse, lo acepta y basta. Está conforme, porque es una imagen agradable y llamativa.
Sus padres, confirman su hipotética existencia
-la de Santa Claus- ¡y el juego está hecho! Es la ilusión de Santa Claus.
Para el niño, la existencia de Santa Claus es una verdad absoluta
.
Lo captado por los sentidos, juega un papel fundamental. La imagen de Santa Claus, hasta Santa Claus en persona
-una persona disfrazada-, la música navideña, los olores y gustos