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Joven escéptico. La buena costumbre de ser un libre pensador (El)
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Joven escéptico. La buena costumbre de ser un libre pensador (El)
Libro electrónico241 páginas3 horas

Joven escéptico. La buena costumbre de ser un libre pensador (El)

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'El Joven Escéptico' (Il giovane scettico) di Germán Ciganda è un libro di libero pensiero razionalista, in cui si passa dallo scetticismo al agnosticismo e al ateismo. Essere scettico è una caratteristica di chi si sente giovane mentalmente, da qui il titolo del libro (Il Giovane Scettico). Perciò l'autore invita al lettore a non avere paura di pensare libera e razionalmente e diventare giovane mentalmente.
IdiomaEspañol
EditorialYoucanprint
Fecha de lanzamiento4 abr 2019
ISBN9788831606776
Joven escéptico. La buena costumbre de ser un libre pensador (El)

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    Joven escéptico. La buena costumbre de ser un libre pensador (El) - Germán Ciganda

    Oscar

    Introducción

    El Joven Escéptico, es un libro que desea reflejar la actitud de todas aquellas personas que son, o que se sienten jóvenes mentalmente, independientemente de la edad que tengan,  y que en consecuencia mantengan una sana rebeldía y ganas de explorar, indagar, descubrir y reflexionar sobre todas aquellas cuestiones que se nos presentan como verdades absolutas, pero de las cuales, todavía hay espacio para la duda.

    En este libro, plantearé diferentes argumentos filosóficos existenciales, con el fin de que cada uno de los lectores se pueda dar una respuesta adecuada a su visión escéptica o no, de la vida y del universo, dentro del marco de la razón y la lógica.

    Pero básicamente, también abordaré una serie de críticas constructivas sobre la supuesta existencia de Dios y el carácter sagrado de la Biblia, y de las consecuencias que derivan de aceptar su contenido de manera dogmática. Propondré reflexiones puntuales analizando pasajes específicos y llevándolos a un plano de análisis racional.

    Todas las críticas que aquí se expondrán, no pretenden menospreciar o atacar a ninguna creencia religiosa en particular, simplemente se trata de abordar ciertos temas, con toda la libertad que poseo como librepensador, y con el respeto que tengo hacia quienes piensan diferente.

    El objetivo de este libro, es que cada persona, después de haberlo leído, pueda sacar sus propias conclusiones.

    Si bien expondré mis objeciones, específicamente sobre cuestiones contenidas en la Biblia Judeo-cristiana, en líneas generales, dichas objeciones podrían aplicarse a cualquier libro que se considere sagrado.

    En lo personal, pienso que la Biblia es un libro, que si es leído con mucha atención y reflexión, pero sobre todo con objetividad, se puede ver que en él existen numerosas afirmaciones incongruentes, ambiguas y atroces, que el sentido común o la conciencia nos debería ayudar a no ignorarlas. Dichas afirmaciones son más que suficientes para comenzar a sospechar sobre su supuesto origen divino.

    Claro que también existen partes de la Biblia donde se habla del amor al prójimo y cosas por el estilo.

    Pero son los otros pasajes bíblicos, los cuales no se pueden pasar por alto, los que fomentan el machismo, la esclavitud, la trata de personas, la discriminación racial, el fanatismo religioso, por citar algunos puntos.

    Por lo tanto, una clave para descubrir estas cosas en la Biblia, es leerla y tratar de comprender su contenido por nosotros mismos, sin ninguna sabia interpretación previa de ningún ministro religioso –aunque sea hecha de buena fe, como se dice comúnmente- porque cada ministro religioso interpreta la Biblia según su creencia y conveniencia.

    Leer la Biblia de manera autónoma, no significa aislarse de otras personas que también busquen comprender su contenido, sino simplemente tratar de buscar, en primer lugar, nuestra propia interpretación o visión de su contenido, y luego dialogar o debatir con otras personas que también están interesadas en la comprensión de dicho libro, y que tienen a su vez una interpretación personal de lo que han leído.

        Por supuesto que cualquier religión desaconseja de modo vehemente leer la Biblia sin la orientación – o mejor dicho, supervisión- de un ministro religioso, sosteniendo que Dios utiliza a dichos ministros para ayudar a la gente común a comprender el mensaje de Dios a través de dicho libro que se presupone sagrado.

      Es cierto que durante el aprendizaje escolar convencional, se necesitan maestros que sirvan de guías para enseñar a los alumnos, las diferentes materias que se aprenden a lo largo de un ciclo escolar. Y dichos maestros, fueron enseñados a su vez por otros maestros. Y es así, como el conocimiento humano va pasando de generación en generación, y se va acumulando de manera exponencial para el beneficio de las generaciones sucesivas.

    Pero hay una gran diferencia entre un maestro de escuela o profesor universitario, y un maestro religioso –o licenciado en Teología-

    Una persona puede haber estudiado teología y poseer un título de licenciado, y puede saber mucho sobre religión. Pero a la hora de convertirse en un ministro religioso, es decir, defender los intereses de una determinada religión organizada, dicho ministro vuelca toda su comprensión personal y subjetiva de la Biblia sobre otras personas, para influenciar la interpretación y la comprensión  bíblica según su orientación religiosa.

      Por otra parte, es común que los ministros religiosos aseguren de poseer una actividad ministerial con característica sagrada –característica indemostrable, y desde mi punto de vista, a veces arrogante-, que intimida a un creyente de buena fe, impidiéndole cualquier tipo de objeción o duda con respecto a lo que se le está enseñando.

    Contrariamente a estos ministros religiosos, un maestro de escuela- o profesor-, transmite la enseñanza a sus alumnos, en base a hechos o indicios que pueden ser verificables, y no según su interpretación personal y subjetiva de lo que esté enseñando. 

    Y esto no quiere decir que un maestro o profesor no pueda tener su propia opinión personal y subjetiva sobre determinadas cuestiones, y decirla públicamente. Simplemente, la diferencia entre un maestro de escuela y un ministro religioso, radica en que el maestro de escuela -o profesor-, hace un paréntesis sobre lo que está enseñando, para aclarar cuál es su opinión personal respecto a una determinada cuestión, y una vez hecha esta aclaración, continúa con el programa educativo.

    En un ministro religioso, su opinión personal –generalmente- coincide con la opinión del Dios al cual él adora, y que además retiene como verdad absoluta e indiscutible.

      Pero sobre todo, la diferencia más importante entre un maestro de escuela y un ministro religioso, es que el maestro, no pretende poseer un poder sobrenatural otorgado de manera mística por alguna divinidad, para transmitir el conocimiento a otras personas. El ministro religioso, sí.

      Por lo tanto, nadie pudo demostrar hasta ahora, de manera lógica y racional que su interpretación bíblica es la correcta. Porque si así fuese, existiría solamente una sola religión, y no miles, como las hay actualmente, acusándose unas a otras -con los mismos versículos bíblicos- de ser una falsa religión.

    Por eso, es la intención de este libro, despertar el interés de todas aquellas personas que lo deseen, de indagar libre y autónomamente los aspectos de la Biblia -o cualquier otro libro sagrado-  que consideren de dudosa inspiración divina.

    El dudoso origen de la Biblia

    La Biblia, es un libro considerado sagrado por muchas religiones, y es utilizado como el medio escrito e infalible –según ellos- a través del cual Dios se comunica son sus seguidores, desde el momento en  que este libro tuvo su dudoso origen.

    Anteriormente a la aparición de la Biblia, Dios se comunicaba –generalmente- de manera audible- según la misma Biblia-

    Es cierto que existen numerosos Libros Sagrados o Biblias, de diferentes religiones alrededor del mundo, pero en este libro analizaremos la Biblia judeocristiana compuesta por el Antiguo y Nuevo Testamento. Sin embargo, muchos de los aspectos que se plantearán aquí, pueden aplicarse, en líneas generales, a cualquier tipo de Biblia o Libro Sagrado.

      Por lo tanto, para iniciar, quiero resaltar dos aspectos importantes a tener en cuenta a la hora de analizar la Biblia.

    Primero, el extraño y particular modo en el que este libro llamado Biblia se formó.

    Y segundo, propongo mantener una actitud objetiva a la hora de analizarla; visto y considerando que existen muchas Biblias

    El primer aspecto lo analizaremos en este capítulo, y el segundo, a través del desarrollo de este libro.

      La Biblia, -que en griego significa libros- es un libro conformado por 66 libros.

    Cada libro  fue encontrado, supuestamente –aunque nadie posee el original- en tiempos y lugares diferentes.

    El hecho de que los libros que componen la Biblia, hayan sido encontrados por partes, a través de los siglos, es algo que también debería generar sospechas sobre su contenido.

    Por ejemplo, si varios capítulos de un libro son encontrados en una determinada región geográfica y en un determinado período de tiempo, esto no quiere decir necesariamente que todas las partes encontradas pertenezcan a un mismo libro, aunque los argumentos sean similares. Porque además, ni siquiera se sabe cuántos capítulos en total tendrá el libro completo que más tarde se llamará Biblia. Y de la misma manera, tampoco se sabía antes que la Biblia fuese completada, cuál sería su contenido total, ni el título de dicha obra.

    Además, debemos recordar que la gente no se puso a buscar la Biblia como un libro completo, sino que la misma fue encontrada por partes y en forma casual. -desde el punto de vista religioso, por una providencia divina-

      Ahora bien…supongamos que yo esconda 20 capítulos de un libro en diferentes lugares de una ciudad- incluyendo algunos capítulos de otros libros que no tengan relación con el libro que se está buscando-, y diga a la gente: Busquen los capítulos de un libro y armen el libro. Pero no digo cuántos capítulos tiene el libro, ni el argumento del mismo.

    Digamos que la gente encuentra 15 de los 20 capítulos, -de entre los cuales, dos son capítulos del otro libro que no tiene relación con el libro que se está buscando-, y entre éstos 15, el capítulo final del libro. Pero cada capítulo no tiene ninguna numeración, ni de página ni de capítulo; solamente yo sé cuál es el orden de los capítulos.

      Entonces, el hecho de que la gente que se haya puesto a buscar el libro, y haya encontrado una cantidad razonable de capítulos – sin saber de antemano cuántos capítulos tiene el libro- sumado al hecho de haber encontrado también el capítulo final –sin saber que es el capítulo final-, sumado a su vez, al hecho de haber encontrado otros dos capítulos que no tienen correspondencia con el libro en cuestión, podría dar la sensación de haber encontrado el libro completo! 

    Entonces… ¿cómo podemos estar seguros de que la Biblia esté compuesta por 66 libros y no por 65 o 67? Porque si hubiese habido una información previa al descubrimiento de los libros que conforman la Biblia, que indicase que la misma está compuesta por 66 libros, entonces sabríamos por lo menos que el libro está completo. Y a partir de aquí, comenzar a tratar de comprender su contenido.

      La misma situación del ejemplo del libro escondido por partes en una ciudad que cité anteriormente, podría aplicarse con la formación de la Biblia.

    ¿Y quién sabe si tal vez todavía existan muchos otros libros que no se encontraron y que pertenezcan a la Biblia? O tal vez muchos de los libros que componen la Biblia, no pertenezcan a la misma, aunque hablen de Dios y de cosas espirituales. ¡O bien, puedan faltar algunas páginas o capítulos de algunos de los libros que conforman la Biblia!

      Tal vez en las regiones donde se supone se escribieron los libros que conforman la Biblia, había también otras personas que escribían textos espirituales acerca de Dios, pero no eran personas necesariamente inspiradas por Dios, quizás simplemente eran tal vez personas que expresaban sus ideas a acerca de un dios y la espiritualidad.

    ¿Y qué pasaría si suponemos erróneamente, que algunos textos no inspirados por Dios, se hayan incluido en la Biblia que conocemos hoy, como textos sagrados e inspirados por Dios?

    ¿Y qué pasaría si hoy mismo se encontraran páginas de un libro que se piense pueda formar parte de la Biblia? ¿Lo incluirían en la Biblia? ¿La actualizarían?

    Tal vez, las nuevas páginas encontradas, que se supongan puedan pertenecer a la Biblia, puedan acentuar aún más el conflicto con el contenido actual, o tal vez no. Tal vez puedan ser muy compatibles, o no. Para saberlo, los textos hallados deberían ser analizados minuciosamente.

    ¿Pero cómo sabemos si un texto es inspirado por Dios y puede ser incluido en la Biblia?  ¿Se debería comparar con la Biblia, para ver si es compatible? De ser así, entonces ¿Con qué parámetro se determinó que los primeros textos bíblicos encontrados pertenecían a la Biblia, si la Biblia todavía no existía?

      Para llegar a esta conclusión, se necesitaría hacer un exhaustivo  control de los textos hallados, estudiando atentamente su contenido bajo algunas premisas fundamentales, como ser, el uso de la lógica y la razón; elementos despreciables por las religiones a la hora de analizar textos –supuestamente- inspirados por Dios. 

    Pero si las religiones desprecian dichos elementos, podrían incluir en la Biblia, por error, cualquier texto perdido que se encuentre en alguna caverna del Medio Oriente o en cualquier otro lugar del mundo.

    Por eso, un análisis exhaustivo, racional y lógico, de un texto que se suponga ser inspirado por Dios, por un lado, evitaría incluir en la biblia textos inapropiados, y por otro lado, permitiría excluir pasajes actuales de la Biblia que demuestran con claridad que no tienen ninguna inspiración divina, como por ejemplo, el pasaje bíblico que afirma claramente que el sol gira alrededor de la Tierra –Josué 10:13

      Entonces… ¿las religiones usaron la lógica y la razón para armar la Biblia?

    Personalmente, creo que las religiones se pusieron de acuerdo para aceptar y defender una pseudológica con su respectivo pseudo-razonamiento, para mantener en pie un libro llamado Biblia; es decir, un libro que fuese más o menos coherente en sí mismo. Pero en la práctica, vemos como dicho libro es incapaz de demostrar lógica y racionalmente su contenido a quienes no acepten el carácter sagrado del mismo; un carácter impuesto por las creencias subjetivas de cada una de las diferentes religiones.

      Entonces… ¿Por cuál motivo un creyente debería analizar un texto que se suponga sagrado? ¿Acaso eso no sería dudar de antemano? ¿No debería un creyente aceptar por fe cualquier texto encontrado, y suponiendo que sea de inspiración divina- y sin previo análisis- incluirlo en la Biblia como parte integrante de los otros libros considerados sagrados

    Por supuesto que sería absurdo no dudar de algo que se desconoce; es lógico dudar de aquello que desconoce. Pero también es lógico dudar de aquellas cosas que –supuestamente- se conocen muy bien. Porque es saludable como decía Bertrand Russell, poner de tanto en tanto, un punto de interrogación sobre todas aquellas cosas que por mucho tiempo nos parecieron como seguras.

      En la actualidad, sabemos que existen muchos escritores que escriben textos que hablan de espiritualidad en general, y de Dios. Pero el hecho de que existan estos escritores ¿Podría llevarnos a pensar que algunos de sus escritos puedan ser considerados textos sagrados e incluirlos en la Biblia?

      Otro aspecto importante a tener en cuenta también, a la hora de leer pasajes de la Biblia, es el hecho de considerar que el nombre Jesús, era un nombre común en la época y en la región en la cual se desarrollaron los hechos. Y en el período en el cual Jesús estuvo en la tierra, no solamente sus discípulos escribían libros o cartas. ¿Qué quiero decir con esto? Tomemos como ejemplo a Ernesto Che Guevara. Cuando Ernesto vivía en Cuba, supongo que allí había otras personas que se también se llamaban Ernesto. Y supongamos también que hoy encontráramos un cuaderno donde esté escrito por ejemplo:  Ernesto se emborrachó en un bar de la Habana, y luego comenzó a disparar con su pistola, tiros al aire, poniendo en riesgo inútilmente la vida de las personas que estaban con él, y debido a que estaba ebrio, se burlaba de los cubanos y de la revolución

        En primer lugar, si en el cuaderno dice solamente el nombre Ernesto, ¿Cómo podemos estar seguros que ese Ernesto era Ernesto Che Guevara? Y en segundo lugar, si realmente se estuviera hablando de Ernesto Guevara, ¿Por qué debería creerle al que escribió esa anécdota? Podría haber sido cierto, o tal vez no…Es decir, para verificar la autenticidad de dicha declaración, es necesario al menos un elemento que demuestre racionalmente que este hecho ocurrió verdaderamente.

    De la misma manera podría suceder con los que escribieron acerca de la vida de  Jesús y la Biblia en general. Todo debe ser verificado. ¿Por cuál motivo, yo debería creerle a una persona que haya escrito que Jesús caminó milagrosamente sobre las aguas? Debido que es un hecho extremadamente raro, que no se corresponde con las leyes de la física, tengo muchos más motivos para dudar, que para creer.

    Tal vez Jesús haya hecho muchas cosas que sí fueron verdad y que están relatadas en la Biblia, cosas que tiene que ver tal vez con su vida ministerial, sus predicaciones, sus mensajes…

    Pero también quizás, muchos de los otros relatos de Jesús –y de la Biblia en general-  con relación a los milagros, no hayan sido ciertos.

    Tal vez para algunos sea fácil creer por fe en los milagros que relata la Biblia, y tal vez tampoco tengan la necesidad de elementos probatorios que lo demuestren, y yo respeto esa posición aunque no esté de acuerdo.

    Aquí abro un paréntesis, para decir, que sé que hay muchas personas que se aferran a la fe por circunstancias adversas y extremas que les toca vivir en la vida, las cuales les quitan casi toda la fuerza física y mental para debatir sobre dicho argumento.  Y estas personas,  tienen todo mi respeto.

    Cerrado el paréntesis, personalmente pienso que creer por fe, sin necesidad de razonamientos, es una actitud conformista; una actitud que muchas veces también puede pasar de la ingenuidad a la peligrosidad, para sí mismos o para terceras personas. Por ejemplo, es muy peligroso creer por fe que

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