Dioses en fuga
Por Germán Ciganda
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Dioses en fuga - Germán Ciganda
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Introducción
La expresión –y título de este libro- Dioses en fuga
, desea reflejar, a través de las reflexiones que leerán a continuación, la posibilidad que tenemos -cada uno de nosotros- de provocar la retirada – o fuga- de la irracionalidad de nuestra vida cotidiana, gracias a la libertad del pensamiento crítico y racional.
Provocar la fuga de estos dioses imaginarios, es equivalente a provocar la fuga de esa misma irracionalidad, que por tanto tiempo –bajo la excusa de la fe- ha denigrado a la raza humana a través de crueles engaños y falsas expectativas, entorpeciendo la labor científica, generando dolor, sufrimiento, miseria e innumerables hechos de violencia y guerras religiosas -que nunca deberían haber existido- para sostener, irracionalmente, el honor de alguno de los innumerables dioses que la humanidad ha ido creando a lo largo y a lo ancho de la historia universal.
Provocar la fuga de los dioses -o de la irracionalidad- significa ser plenamente conscientes de que estamos dando un paso evolutivo muy importante, a nivel personal, y como parte de la humanidad; es decir, estamos comprendiendo que es posible ser responsables de nuestros propios actos, para hacer de nuestro hogar –planeta Tierra- un lugar digno, justo y agradable en el cuál podamos vivir el presente, y también dejar como herencia para las generaciones futuras.
Muchas personas -creyentes y no creyentes- ya han provocado – tal vez sin ser muy conscientes de ello- la fuga de muchos dioses imaginarios del pasado, ya que, prácticamente nadie, hoy en día, cree en Zeus, Apolo, Afrodita o Poseidón. Es decir, estos dioses imaginarios ya se han fugado para siempre de la mente de millones de personas. Y es éste es el camino que, naturalmente, deberíamos seguir transitando, para continuar provocando la fuga de nuestras mentes, de los otros dioses que se han ido creando -después de los primeros- y que todavía están presentes en la actualidad.
No es mi intención instar a nadie a pensar de una manera u otra, a creer o dejar de creer en algo o en alguien. No quiero convencer ni obligar a nadie a generar determinadas fugas de ideas o sentimientos, o cualquier otra cosa. Simplemente soy un defensor y divulgador del libre pensamiento racional, por lo cual invito a la gente a que también pueda hacer uso, no solo de su libertad de pensamiento, sino, sobre todo, de su racionalidad. Porque la racionalidad nos beneficia a todos; y porque las manifestaciones de afecto y amor provienen de la racionalidad, y viceversa.
El libre pensamiento, no significa tener el derecho para pensar mal, o para pensar hacer el mal –aunque habría mucho para hablar tratando de definir lo que está bien y lo que está mal- sino, tener el privilegio de intentar pensar bien, o pensar hacer el bien; y en definitiva, hacerlo.
El libre pensamiento no consiste en la unificación de un único criterio, ideología universal o verdad absoluta -como intentan inculcar a través de los dogmas las organizaciones religiosas- sino, en la pluralidad de las ideologías, criterios y puntos de vista basados en la racionalidad. Una racionalidad dinámica que se va construyendo y actualizando día a día, gracias a los esfuerzos intelectuales de cada uno de nosotros y de muchas personas de generaciones pasadas que han contribuido a enriquecer el conocimiento de la humanidad.
Por eso, pienso que es muy importante comprometernos con nosotros mismos -y por ende, con nuestra raza humana- para provocar pacíficamente la fuga de los dioses
, que por tanto tiempo ha querido liderar y controlar un planeta y una raza humana, que nunca necesitó de un líder externo invisible y todopoderoso
Nuestra raza humana, en su conjunto –desde la primera generación hasta la generación actual- como un ser viviente, se ha ido desarrollo y evolucionando -a través de errores y aciertos- y alcanzando importantes logros que nos han ido ayudando a mejorar constantemente nuestra calidad de vida.
Y si bien es cierto que todavía quedan muchas otras cuestiones por solucionar, pienso que hoy en día, nuestra raza humana, ya tiene la edad suficiente para tratar de resolver –pacíficamente, a través del diálogo y la racionalidad- cualquiera de las cuestiones pendientes que obstaculizan su progreso. Como así también, pienso que ya tiene la capacidad intelectual para controlarse sola
, sin la necesidad de la supervisión de ningún dios imaginario. -o real, en el caso que se demuestre racionalmente la existencia de uno-
¡Qué disfruten de la lectura de este libro, y que elaboren sus propias ideas y conclusiones!
Germán Ciganda
Las sociedades creadoras de dioses
Creo que la aparición de las creencias religiosas, se deba en gran parte a la formación de pequeños o grandes grupos de personas, que permaneciendo unidas entre sí, se denominaron: sociedades.
Las sociedades en general, son muy positivas si son civilizadas, dado que el hecho de convivir con otras personas requiere de gran apertura mental, equilibrio y sentido común entre otras cosas.
Pero a su vez, las sociedades son también uno de los terrenos fértiles más propicios para cultivar una creencia religiosa o cualquier tipo de creencia irracional, por varios motivos.
Uno de los motivos, es que en una sociedad con un gran número de personas, hay más posibilidades de encontrar gente que crea cualquier cosa. Por ejemplo, en un pequeño pueblo de algún país latinoamericano, tal vez se encuentre gente católica, y algunos grupos minoritarios que crean en creencias autóctonas.
Pero si vamos a una gran ciudad como Nueva York, por ejemplo, no solo encontraremos gente católica, sino que también encontraremos gente protestante, budista, masones, judíos, satanistas, adoradores de extraterrestres, etc., etc., etc… También encontrarán gente seguidora del asesino múltiple, Charles Manson y Hitler, entre otros. En las grandes sociedades, si Usted asegura haber hablado con un extraterrestre, aunque no tenga pruebas, siempre habrá gente dispuesta a creer lo que Usted diga, por más absurdo que fuese. Porque cuando más gente hay, más posibilidades habrán de inventar cosas cada vez más absurdas e irracionales para que un grupo de personas crea en ello.
Una sociedad es capaz de sostener cualquier creencia, aunque esta fuera falsa, por el efecto que ejerce el peso ideológico de masa, de la misma gente que compone dicha sociedad. Se crea el efecto ilusorio de que, a mayor número de personas que cree en algo, mayor será la probabilidad de que ese algo
sea verdadero. Entonces, el catolicismo tiene un enorme peso moral y político, con aires de verdad absoluta, porque un gran número de personas sostiene esa creencia. ¿Pero qué sucedería si toda esa doctrina católica fuese sostenida por una sola persona? ¿Tendría el mismo peso o valor de verdad?
¿Han visto alguna vez alguna religión -oficialmente reconocida- compuesta por una sola persona? Seguramente existen personas que tengan una visión particular y personal de la vida, la realidad, la religión o la filosofía. Pero estas personas no tienen un reconocimiento oficial como lo tienen las religiones organizadas que están compuestas por miles o millones de personas.
Por lo tanto, una verdad es tal, independientemente del número de personas que crean o no en dicha verdad. Si muchas personas creen en algo
, no quiere decir necesariamente que ese algo
sea verdad, porque muchas personas lo creen. Puede que lo sea, como puede ser que no lo sea. Y para estar seguros, dicha verdad, debería ser corroborada racionalmente.
Porque si desechásemos el criterio para verificar verdades, entonces las religiones más populares del mundo como el catolicismo o el hinduismo por ejemplo, deberían ser más verdaderas
que aquellas religiones o creencias con menor número de fieles. Entonces siguiendo este razonamiento ilógico, el catolicismo debería ser más verdadero
que la religión Testigos de Jehová, y a su vez la religión Testigos de Jehová, deberían ser más verdadera
que una religión de alguna tribu perdida en la Amazonia brasilera. Pero las cosas no son así…
Sin embargo, aún en las sociedades modernas que dicen ser civilizadas, un gran número de personas tiene creencias, independientemente de que las mismas se verdaderas o no. Porque dichas creencias están ligadas a su cultura, a sus costumbres, a su idiosincrasia, a su historia, y adquiere un valor de verdad dado por un lado, por el peso emocional o afectivo, y por el otro lado, por el peso del gran número de personas que creen en sus mismas creencias, que no están demostradas racionalmente.
Las sociedades siempre buscan un vértice, una guía, un dios. Y convengamos que en un cierto sentido, alguna guía es necesaria para dirigir una sociedad. Pero en realidad, las guías sociales, deberían cumplir una función práctica a nivel organizativo, para beneficio de todos. Pero paradójicamente, en la práctica, todos se organizan para dar un beneficio práctico a la guía
- llámese presidente o líder espiritual-
Por eso, las sociedades adormecidas
elijen seguir a algo
o alguien
, por más que esté equivocado porque les resulta más fácil, más cómodo. –la comodidad de la sumisión-
Y no estoy en contra de la comodidad, solamente digo que hay que verificar si esa comodidad
es tal, ¿o es solamente un señuelo con otros fines?
¿Cómo creen que sería este mundo, si estuviera habitado por una sola persona? ¿Creería en Dios? ¿Haría rituales simbólicos? ¿Ofrecería sacrificios? ¿Tendría leyes que respetar? ¿Quién podría contradecir a una persona si es el único habitante del planeta? Si una persona fuese el único habitante del planeta, todo lo que diga y haga sería prácticamente una verdad absoluta. Si este único habitante del planeta pensara o dijese que el Sol gira alrededor de la Tierra ¿Quién podría opinar lo contario o refutarlo con pruebas lógicas, para demostrarle que está equivocado?
Esto es exactamente lo que pasa con nosotros como humanidad. Somos un planeta –que al menos, por el momento- es el único planeta con vida inteligente en todo el Universo. Y se podría clasificar a nuestro planeta, como un planeta creyente –porque la mayoría cree en algún dios- Y se todavía se aceptan conceptos irracionales, porque todavía no encontramos otro planeta, que tenga por lo menos, una persona pensante, para saber cuál es su visión sobre la vida, la justicia, el Universo o la realidad.
Por eso, nuestro planeta, con todos nosotros adentro, es similar a un hombre que vive solo en un gran planeta, y se permite de pensar cualquier tipo de irracionalidad porque no hay nadie que pueda contradecirlo.
Si estamos solos, o no, en el Universo, no lo sabemos. Pero creo que ya deberíamos ser bastante responsables para tratar de comprender las cosas complejas desde un punto de vista racional. Como humanidad ya es hora de crecer y dejar de comportarnos de manera infantil, como niños que quedan solos en la casa sin ningún tipo de responsabilidades.
Si cada uno de nosotros no aporta algo positivo a este mundo, nuestra especie será aún más decadente de lo que es hasta el día de hoy.
La mayoría de la gente no tiene ni siguiera la más mínima conciencia, de que si hay algo de positivo de lo cual se está beneficiando hoy, es debido a algo positivo que otras personas dejaron en el pasado.
La gente va y compara una aspirina creyendo que es lo más natural del mundo. Sin embargo se lo debe otras personas que aportaron algo para que a muchas otras personas se les pase el dolor de cabeza.
La gente enciende la luz cuando llega a su casa, y cree que las bombillas siempre existieron.
Cuando la gente va a un parque, en un hermoso día de primavera, y se sienta debajo de la sombra de un hermoso árbol, debería pensar que otra persona, muchos años antes, plantó ese árbol para que esa persona se siente allí a disfrutar de un hermoso día de primavera. Porque la persona que plantó es árbol, tal vez, ese día en el que lo plantó, podría haber estado borracho bebiendo en algún bar, desperdiciando su tiempo; pero sin embargo, fue a plantar el árbol.
Y cuando hablo de dar aportes al mundo, no me refiero solamente a aportes científicos, porque no todos deben dar necesariamente aportes en el campo de la ciencia. Puede ser también en el arte, en las relaciones humanas, o en cualquier otro campo.
Escuchar una canción de Mozart, Beethoven o Los Beatles produce un beneficio anímico enorme para muchas personas. Contemplar un cuadro de Dalí, Picasso, Miguel Ángel, o de cualquier otro pintor o músico que no sean famosos, también produce un gran beneficio. Ayudar a una anciana a cruzar la calle, en fin…
Entonces ¿qué estamos haciendo nosotros? ¿Qué aporte estamos dando a este mundo? ¿Qué estamos sembrando para una mejor evolución de nuestra especie? ¿Qué le estamos dejando a nuestras generaciones futuras? ¿Qué estamos construyendo? ¿O somos solo consumidores de buenas ideas generadas por otros?
No podemos ser tan egoístas de beneficiarnos de los aportes de los demás, sin dar nosotros también, al menos, algún aporte para mejorar nuestra calidad de vida, y de la gente que nos rodea.
¡Sé que tú también tienes algo bueno para aportar al mundo! ¡Hagámoslo!
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