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El derecho a creer diferente
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Libro electrónico101 páginas1 hora

El derecho a creer diferente

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"La violencia está siendo el resultado de creer diferente al otro. Los abusos sobre las minorías son comunes y constantes. La dignidad humana está siendo pisoteada por el mismo ser humano que cree tener derechos superiores sobre quien no comulga con sus ideas y principios religiosos. Sin el mínimo respeto y tolerancia hacia los demás, se defiende erróneamente una tradición o una costumbre religiosa pasando por encima de la vida de otro ser igual que tiene los mismos derechos a todos los que vivimos en sociedad. En ocasiones, algunas autoridades al no entender este derecho humano, promueven la división y azuzan a la gente para que no permitan la diferencia de creencias en la comunidad. Es necesario entender que el respeto a la dignidad humana también debe darse en la aceptación de quien cree diferente a mi. Es por ello que el tema de la libertad de creencias y religión para todos, debe ser parte de la agenda gubernamental de un país que se jacte de respetar y promover los derechos humanos, poniéndolo en práctica día a día, no como una simple idea en papel, sino como un verdadero estilo de vida y en donde no haya cabida para la impunidad. Es tiempo de levantar muy en alto el trofeo de la libertad de conciencia."

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jul 2016
ISBN9786078466245
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    El derecho a creer diferente - Jorge Lee Galindo

    fe."

    PREFACIO

    Este mundo global necesita una ética; esta sociedad global no necesita una religión única y una ideología única, sino unas cuantas normas, valores, ideales y propósitos que tengan todos en común y que hagan que todos se unan.

    Hans Küng

    En un mundo lleno de conflictos y necesidades, destaca el concepto muy de moda en este tiempo de los Derechos Humanos.

    Al parecer no hay nada más importante que la idea de asegurar la permanencia del ser humano en la sociedad y salvaguardar sus derechos para que su desarrollo en la misma sea próspero y su dignidad como ser racional se reconozca en todos los ámbitos.

    La realidad es muy distante a la teoría, estos derechos humanos en más de una ocasión se violan y se afecta la esfera de la dignidad humana. Las creencias religiosas conforman un punto de análisis que es necesario atender, puesto que se trata de lo que dicta la conciencia. Por esas creencias religiosas, muchas personas son violentadas en el mundo. México no es la excepción, con conocimiento de causa hemos sido testigos de cómo en comunidades de algunos Estados de nuestra República se actúa con violencia en contra de quienes profesan una religión diferente a la que en ese lugar se ha practicado a través del tiempo, o la que la mayoría profesa. Hay que recordar que las sociedades nunca han sido homogéneas, aunque muchas veces se pretende que lo sean; en la actualidad debemos aceptar que en el derecho no puede haber un esquema representado de esa manera, sino por el contrario, el Estado es heterogéneo y plural, en el cual convergen diversas creencias, algunas de ellas opuestas entre sí.

    En pleno Siglo XXI, individuos que creen diferente sufren desde amenazas, torturas, lesiones, privación ilegal de su libertad, desplazamientos de su comunidad, corte de servicios básicos y en algunas lamentables ocasiones han ocurrido también homicidios en nombre de una tradición religiosa. Estos delitos son algunos de los que se cometen enarbolando la bandera de respetar tradiciones comunitarias. En muchos de estos lugares se hacen valer los usos y costumbres como elemento esencial para conducirse en el mismo sentido que todos los pobladores. Creer diferente o profesar otra religión provoca que factores sociales, culturales e incluso económicos se vean alterados. Las fiestas patronales por ejemplo, ya no son apoyadas por las familias que en su derecho han optado por creer diferente y eso afecta muchos intereses.

    Hoy en día, uno de los grandes retos de la sociedad desde su realidad plurirreligiosa es convivir, dialogar y actuar sin anteponer principios confesionales, tarea por demás difícil ya que nuestro antecedente histórico, o en ocasiones hasta las tradiciones familiares, se vuelven el punto de partida para defender a toda costa una creencia sin la apertura necesaria para entender que hay quienes no la comparten y por el contrario, sostienen con derecho, la suya propia. Lamentablemente quienes son mayoría no lo comprenden, pero en ocasiones quienes son minoría tristemente tampoco. Esto produce un choque de conciencias que no permite el diálogo ni la comprensión y surge la discriminación y la violencia.

    Sabemos que la religión sigue siendo el núcleo central desde el cual se estructura la sociedad, e ignorar esto hace que se corra el riesgo de no entender que ella puede ser el elemento de estabilidad social a partir del cual se puede crear una sociedad más justa y más humana, pero si al ejercer nuestra creencia lo hacemos con radicalismos insanos o incluso con fanatismo, corremos el riesgo de provocar un enfrentamiento que combinado con aspectos culturales es muy difícil de mitigar.

    Para toda religión entonces, es importante reconocer que es necesario promover conceptos esenciales de bienestar social y sobrellevar las diferencias que puedan existir entre los seres humanos, encaminándolos para alcanzar el bien común, hacia principios y valores que demuestren que la humanidad puede coexistir a pesar de sus diferencias al interior de cada comunidad religiosa, como también en el contacto con las otras religiones o con quienes no profesan alguna.

    Conocernos, informarnos y convivir bajo diferencias, seguro hará que el conflicto se aleje, y por el contrario, se arribe a un camino común, quizás nunca en lo tocante a la creencia de cada quien, pero sí en nuestra participación en sociedad.

    Con ello, estaremos trabajando desde los valores que son columna vertebral en el ser humano y desde allí, podremos entender lo equivocados que hemos estado durante mucho tiempo al considerar de manera despectiva las creencias del otro.

    Ahora bien, en este caminar debemos hacernos varias preguntas para obligarnos a reflexionar de manera positiva.

    ¿Cómo me debo conducir cuando en mi andar me encuentro con personas que creen diferente a mí?

    ¿Qué actores deben de trabajar para evitar que nuestras diferencias produzcan conflictos?

    ¿Cuáles deben de ser los argumentos y las bases para encontrar un justo diálogo y una común participación en el campo de nuestro actuar frente a otro que cree diferente a mí?

    Debemos regresar a ciertos valores que han sido olvidados, pero no tan sólo en la teoría sino en la puesta en práctica para beneficio de todos. Nuestra sociedad ya no requiere de más violencia. Las confesiones religiosas debieran ser un trampolín para alcanzar la meta de la paz y la justicia y no para el enfrentamiento por razones doctrinales o incluso de prácticas de culto.

    El presente trabajo pretende que nos detengamos un momento y que reflexionemos para analizar si nuestra creencia religiosa es base sólida para saber comportarnos frente a la diferencia. Se requiere urgentemente que desde el Estado, desde las diferentes Comunidades de fe, desde la sociedad misma en su multiforme composición, se trabaje y estudie el tema de forma seria, analítica y profesional. Es tiempo de diálogo y no de enfrentamientos, es tiempo de madurez y no de comportamientos irresponsables, recordemos que tenemos dignidad, que somos iguales ante la ley, y que con la conciencia con la que hemos sido dotados tenemos la posibilidad de creer, no creer o creer diferente al otro. El derecho a creer diferente es sin duda el reto que como sociedad deberemos defender y promover. Construyamos juntos caminos para la paz.

    Sirva pues esta breve obra como un aporte de la organización no gubernamental denominada Impulso 18 que me honro en presidir, al tiempo que agradezco sobremanera el apoyo que tanto personas físicas como organizaciones nacionales e internacionales similares nos han brindado, y con las cuales hemos podido relacionarnos para una mejor coordinación en pro de la libertad de creencias y religión para todos en México.

    Especial agradecimiento a: Christian Solidarity Worldwide, International Christian Concern, Stefanus Alliance, Federación Interamericana

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