Aquel que tuviere amor

Por Sor Juana Inés De la Cruz

El presente volumen reúne poemas de amor de esta importante autora mexicana, extraídos de sus más importantes y conocidos libros. Esta edición incluiría una página con los datos fundamentales de la autora, una breve reseña o nota de presentación y los poemas seleccionados

• Idioma: Español
• Editorial: Arte y Literatura
• Fecha de lanzamiento: 24 jul 2019

Sor Juana Inés De la Cruz

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, (1651 ó 1648-1695) fue una religiosa católica, poeta y dramaturga mexicana. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de El Fénix de América y La décima Musa. Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Aprendió latín en veinte lecciones. que la llevó a enfermarse, ingresó en la orden de las Jerónimas, donde la disciplina era algo más relajada, y tenía una celda de dos pisos y sirvientas. Allí pasó la vida, escribiendo versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas (San Pedro, Santa Catarina, Navidad...) autos sacramentales y dos comedias. Entre sus obras se cuentan poemas galantes, poemas de ocasión para regalos o cumpleaños de sus amigos, poemas de vestíbulo sobre pies o consonancias sugeridos por otros, letras para cantarse en diversas celebraciones, como los villancicos para ser cantados en las iglesias, entre los cuales intercaló una forma lírica de su invención llamada tocotín, el cual se caracteriza por tener pasajes en náhuatl.

Vista previa del libro

Imagen de portada: El beso, de Gustav Klimt

Edición y corrección: Adriana Marcelo Costa

Composición y cubierta: Lisvette Monnar Bolaños

Diseño de colección: Rafael Lago Sarichev

© Sobre la presente edición:

Editorial Arte y Literatura, 2016

ISBN 978-959-03-0818-5

Colección POESÍA DE AMOR

EDITORIAL ARTE Y LITERATURA

Instituto Cubano del Libro

Obispo no. 302, esq. a Aguiar, Habana Vieja

CP 10 100, La Habana, Cuba

e-mail: [e-mail]

introducción

Cada poeta trae su lenguaje. Unos copian cualquier lenguaje que se encuentre en hora de triunfo, y otros se yerguen inalienables sobre sus propios pies: toman de todas partes, y no hay en ellos más que un norte: la autenticidad. Comprenden que se trata, más allá de los vínculos imprescindibles con la atmósfera que le ha tocado vivir a uno, de acendrar un lenguaje en el cual uno sea en uno, y con los demás, y con cuanto ocurre, de manera que se ejerza la libertad mayor: conocerse, y conocer, como criaturas para la entrega dentro de una creación que se nos entrega y sobrepasa. El poeta que no sabe dar con sí mismo no tiene flexión suficiente para alcanzar al otro. Si no atina con las partes, el todo huye delante de sus ojos. También el lenguaje es porción, y vehículo, y llave para el hallazgo del horizonte. Hay quien prefiere irse con la manera victoriosa, y emigra de su alma hacia los predios de dicción más exitosa. Pero hay también los que buscan con esfuerzo enérgico una probidad representativa, una ética introspectiva