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Me enamoré del hombre perfecto
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Libro electrónico128 páginas1 hora

Me enamoré del hombre perfecto

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Enamorarse es fácil, lo difícil es encontrar a la persona indicada que camine a la par que nosotros.
Decir adiós a una historia de amor es una prueba complicada, pero también es una oportunidad de renacimiento, de hacer cosas nuevas y fortalecer el espíritu. En este libro, Sarali Valdés nos recuerda que las relaciones de pareja deben tener su funda
IdiomaEspañol
EditorialEditorial Ink
Fecha de lanzamiento14 feb 2019
Me enamoré del hombre perfecto
Autor

Sarali Valdés

Sara Alicia Valdés es psicóloga clínica psicoterapeuta con maestrías en Terapia familiar y Terapia individual y de pareja. Cuenta también con varios diplomados relacionados con el matrimonio, la familia, la tanatología, la sexualidad, el biofeedback. Su especialidad es el tratamiento de trastornos de la personalidad, del estado de ánimo y manejo del estrés. La Dra. Valdés tiene gran experiencia en el área clínica y psicoterapéutica desde hace más de 20 años. En el área académica ha impartido diversas materias en el área de Psicología.

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    Me enamoré del hombre perfecto - Sarali Valdés

    INTRODUCCIÓN

    Una persona narcisista, no puede amar, no puede valorar y no puede reconocer a otro, está demasiado ocupado y preocupado por su imagen, esta imagen es su único amor real, es su única pasión en la vida.

    La flor del Narciso, el narcisismo, florece en el mundo actual y prolifera, ya que su semilla encuentra tierra fértil en un contexto social absolutamente propicio en tanto en él se exalta y se cultiva la necesidad desmedida de éxito, poder, dinero, estatus y reconocimiento. Todos somos partícipes de la era del ego, el egocentrismo, la egolatría, el egoísmo, el egocultismo y todo lo que comience con esas tres letras.

    Basta con ver los programas de televisión que predominan en la actualidad; los temas recurrentes son la imagen perfecta, la casa más lujosa, los realities de personas famosas, ricas y supuestamente felices.

    El campo de la ciencia no queda exento de las influencias narcisistas; un ejemplo nos lo da la propia ciencia médica, dominada por el auge de la cirugía plástica, la medicina anti-envejecimiento, la dermatología cosmética y la nutrición clínica.

    Los grandes gimnasios, lecciones de todo tipo, bailes desde la salsa hasta el stripper exercise, una extensa variedad de artes marciales, el yoga, los pilates, el kick boxing, e incluso disciplinas que antes sólo veíamos en los circos.

    La era de lo light, bajo en calorías, bajo en sodio, lo fortificado con calcio y vitamina D, lo orgánico y millares de otras cosas que podemos leer en las etiquetas de los productos que consumimos a diario.

    Nada de lo anterior es criticable porque simplemente deriva de los valores contemporáneos y surge de las necesidades de la sociedad actual; de hecho, con tanta información, medios y apertura hacia una mejor calidad de vida, todos deberíamos estar más sanos, más plenos y más felices.

    En mi práctica profesional como psicoterapeuta individual y de pareja, los motivos más frecuentes de consulta son: por un lado la depresión, caracterizada por la desesperanza y la incapacidad para obtener placer en la vida, y por el otro los conflictos de pareja relacionados con el narcisismo, en los que el paciente se siente incomprendido, vacío, insatisfecho y no correspondido.

    No es de extrañar que quien busque ayuda profesional sea la pareja del narcisista, que generalmente llega en un estado de terrible desgaste físico y emocional, con algún grado de depresión y ansiedad, con mucha confusión, con mucho enojo, culpa, desasosiego, emociones encontradas y frecuentemente con miedo de perder la cordura o creyendo que ya la perdió. También es muy común que estas parejas padezcan enfermedades médicas como gastritis o síndrome de colon irritable, dolores de cabeza, migrañas, neuralgias, infecciones recurrentes o crónicas, problemas del sueño, trastornos de alimentación, fatiga crónica o fibromialgia, por mencionar algunas de las quejas más representativas.

    Estas personas, en su gran mayoría mujeres, llegan a mi consulta verdaderamente desesperadas, expresándose con frases como:

    ·Al principio me hacía sentir especial, ahora me hace sentir que soy lo peor.

    ·No sé qué pasó, es como si no lo conociera; me pregunto si en verdad no tendrá dos personalidades.

    ·Me siento drenada por la relación, haga lo que haga nunca parece ser suficiente.

    ·No me entiende, o más bien la que no entiende soy yo.

    ·Me voltea las cosas y no sé cómo le hace pero al final resulta que yo siempre soy la culpable de todo.

    ·La mayoría de las veces termino pidiéndole perdón sin saber bien porque me estoy disculpando.

    ·Me da miedo contradecirlo o decirle que no porque sus reacciones son muy explosivas.

    ·Todo gira alrededor de sus intereses, su trabajo, sus amigos, su familia, etc.

    ·Mi mundo es él; me he aislado de mi familia, mis amigos y actividades, y me he dedicado sólo a la relación.

    ·Frecuentemente me siento apenada ante los demás por su comportamiento inapropiado.

    ·Tiene cosas muy buenas, a veces no sé si yo estoy exagerando lo malo.

    ·El dice que soy yo la que ha cambiado… la que saca lo peor de él… la que no agradece todo lo que hace por mí… la que no lo valora… Yo soy la culpable… yo no lo hago feliz…

    ·Me confunde, ya no se cual es la realidad, me hace dudar de mí misma y de mi percepción de las situaciones y cosas.

    ·Creo que abusa de mí y me controla porque sabe que lo amo.

    ·Sigo con él porque de alguna manera me siento protegida.

    ·Es el hombre perfecto, no sé por qué en todo lo demás le va tan bien, el problema debo ser yo.

    ·Me siento atrapada entre el amor y el odio.

    ·Estoy en un punto en donde no puedo vivir con él y no puedo vivir sin él.

    ·Estoy muy enojada conmigo misma porque siento que he tolerado y perdonado demasiado.

    ·Creo que yo lo quiero más de lo que él me quiere a mí. Es más ni siquiera sé si realmente me quiere.

    ·Me siento completamente sola.

    ·Creo que me estoy volviendo loca.

    Por todas estas razones quise escribir este libro, dedicándolo a las personas que no saben que sus sentimientos son reales, que hay motivos genuinos y fundamentados para que se sientan mal, que no son las únicas en el mundo que viven en este martirio y que no todas las relaciones son como las que están viviendo.

    Aunque el narcisismo no es exclusivo de los hombres y también existen mujeres con personalidades de esta naturaleza, decidí dirigirme a ustedes, las mujeres, quienes son las que más padecen en las relaciones narcisistas, simplemente porque la experiencia clínica así lo muestra día con día.

    Espero que esta lectura te ayude a entender las características de la personalidad narcisista, que aclare muchas de tus dudas y confusiones, que te permita tomar conciencia y ver la realidad de una relación con un narcisista: siempre difícil; a veces imposible.

    CAPITULO I

    EL NARCISISMO

    El narcisismo se caracteriza por rasgos de personalidad que se expresan como pensamientos, sentimientos y conductas basados en la obsesión con la propia imagen idealizada, así como con la búsqueda egoísta de la gratificación, del poder y del control de personas y situaciones, pasando para ello por encima de los sentimientos, necesidades y deseos de los demás.

    La personalidad narcisista puede describirse como ególatra, egoísta y egocentrista.

    EL MITO DE NARCISO

    En sus varias versiones, el mito griego de Narciso habla de un joven muy bien parecido que se enamora de su propia imagen. La versión más difundida es la del historiador romano Ovidio, quien relata que Narciso era tan hermoso que tanto las jóvenes como los jóvenes se veían atraídos por él; sin embargo, él no les correspondía.

    La Ninfa Eco fue una de tantas que se enamoró perdidamente de él. Eco había enfadado previamente a la diosa Hera, pues la entretenía con su amena charla, permitiendo así que su esposo Zeus aprovechara esos momentos para serle infiel. Hera, implacable como se le describe, la condeno a repetir las últimas palabras de todo lo que se le dijera, y esta maldición la obligó a retirarse a vivir en el bosque dentro de una cueva.

    Narciso caminaba frecuentemente por el bosque donde la Ninfa habitaba, y un día, sintiendo su presencia, preguntó en voz alta: "¿Hay alguien aquí?". Eco respondió: aquí, aquí, y Narciso, al no poder ver quién le había respondido, le llamó: ven. Forzada, Eco respondió: Ven, ven, y salió emocionada de entre los árboles hacia su encuentro con los brazos abiertos. Sin embargo fue despreciada de modo déspota por el hombre que ella tanto amaba, por lo que, descorazonada, se refugió en una cueva y se fue consumiendo hasta que lo único que quedó de ella fue su voz.

    La diosa Némesis, conocida por castigar y vengar el amor desdichado, condenó a Narciso a enamorarse de su propia imagen reflejada en un estanque, de la cual nunca se pudo separar. Embelesado, sin poder conseguir nunca al objeto de su amor, quedó atrapado en ella hasta que finalmente terminó arrojándose al agua y muriendo ahogado.

    En ese lugar, cerca del estanque, nació una bellísima flor que en su honor y memoria lleva su nombre: Narciso, y algunos de los significados que se le atribuyen al obsequio de la flor corresponden al amor no correspondido en vista de la belleza y el egoísmo.

    El término de Narcisismo se deriva de este mito, y se relaciona con la incapacidad para amar a otros y reconocer los sentimientos de los demás. Aunque se piensa –erróneamente– que una persona narcisista está enamorada de sí misma, la realidad es que más bien resulta enamorada de su imagen ideal, no de su ser real.

    DE NARCISISTAS A NARCISISTAS

    Todos necesitamos sentir aprecio por nosotros mismos, por nuestra imagen. De él derivan, el autoconcepto, que es la forma en que nos percibimos a nosotros mismos, y la autoestima, que es la apreciación y valoración personal. Por lo tanto, es posible hablar de un narcisismo que podemos considerar normal y necesario, que se refiere a nuestra propia imagen y a nuestra necesidad de apreciar dicha imagen, y que resulta más evidente en la conducta durante etapas tempranas del desarrollo psicológico.

    Este narcisismo normal nos permite reconocernos a nosotros mismos, con atributos y defectos, apreciarnos y saber que merecemos tener una vida digna. Nos permite también defender nuestros derechos y protegernos, competir, adaptarnos y aceptarnos, conduciéndonos de esta manera a la aceptación de los demás y del mundo que nos rodea.

    El sano narcisismo nos da la posibilidad de sabernos merecedores de reconocimiento, de esperar atención, respeto y apoyo, de sentirnos únicos y especiales, de tratar de ser la mejor expresión de nosotros mismos y tener aspiraciones en la vida.

    El narcisismo patológico, por el otro lado, debe entenderse como un trastorno de la personalidad en el que la percepción y la valoración de nuestra imagen se salen de toda proporción normal. Se caracteriza por un patrón general de grandiosidad o autoimportancia, caracterizado por sentirse superior a los demás, exagerar los éxitos, los conocimientos

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