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Tres Días para Siempre: Un Misterio de Mac Faraday
Tres Días para Siempre: Un Misterio de Mac Faraday
Tres Días para Siempre: Un Misterio de Mac Faraday
Libro electrónico515 páginas6 horas

Tres Días para Siempre: Un Misterio de Mac Faraday

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A solo tres días para terminarse el año, el Lago Deep Creek está agitado con los vacacionistas por las festividades y los invitados a la boda que inundan el Spencer Inn para la enorme ceremonia de boda de Mac Faraday y Archie Monday que ha sido señalada como el evento social del año.

Pero flores mustias o invitados que no confirmaron su asistencia es el menor de los problemas de Mac y Archie cuando un escuadrón de asalto profesional ataca la Mansión Spencer para hacer que el novio, la madre de la novia, el padrino, y Gnarly salgan corriendo por sus vidas.

A medida que se acerca el gran día, Mac Faraday y la pequeña fuerza policial de Spencer tienen que analizar las pistas para descubrir no solo quien es el objetivo del atentado de homicidio, sino además quién está decidido a detener todo … ¡PARA SIEMPRE!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 dic 2018
ISBN9781547562176
Tres Días para Siempre: Un Misterio de Mac Faraday

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    Tres Días para Siempre - Lauren Carr

    Tabla de Contenido

    Tres Días para Siempre:  Información sobre el Libro

    Dedicatoria

    Nota de la Autora

    Personajes

    Epígrafe

    Prólogo

    Parte Uno:  Tres Días para Siempre

    Capítulo Uno

    Capítulo Dos

    Capítulo Tres

    Capítulo Cuatro

    Capítulo Cinco

    Capítulo Seis

    Capítulo Siete

    Capítulo Ocho

    Capítulo Nueve

    Capítulo Diez

    Parte Dos: Dos Días para Siempre

    Capítulo Once

    Capítulo Doce

    Capítulo Trece

    Capítulo Catorce

    Capítulo Quince

    Capítulo Dieciséis

    Capítulo Diecisiete

    Capítulo Dieciocho

    Capítulo Diecinueve

    Capítulo Veinte

    Capítulo Veintiuno

    Capítulo Veintidós

    Capítulo Veintitrés

    Capítulo Veinticuatro

    Capítulo Veinticinco

    Capítulo Veintiséis

    Capítulo Veintisiete

    Capítulo Veintiocho

    Parte Tres: Un Día para Siempre

    Capítulo Veintinueve

    Capítulo Treinta

    Capítulo Treinta y Uno

    Capítulo Treinta y Dos

    Capítulo Treinta y Tres

    Parte Cuatro: Siempre

    Epílogo

    Sobre la Autora

    ¡Mira los Misterios de Lauren Carr!

    Crímenes del Pasado

    Tres Días

    para

    Siempre

    Un Misterio de Mac Faraday

    por

    Lauren Carr

    Tres Días para Siempre:  Información sobre el Libro

    Todos los Derechos Reservados © 2015 por Lauren Carr

    Publicado por Acorn Book Services

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o por ningún medio, gráfico, electrónico, o mecánico, incluyendo la fotocopia, grabación, o por ningún sistema de recuperación de archivos sin la autorización escrita de la autora.

    Para información llamar al: 304-995-1295

    o por correo electrónico: writerlaurencarr@gmail.com

    Este libro es un trabajo de ficción.  Nombres, personajes, lugares, e incidentes son producto de la imaginación de la autora o son utilizados de forma ficticia.  Cualquier parecido con hechos reales o establecimientos o personas, vivas o muertas, es completamente fortuito.

    Diseñado por Acorn Book Services

    Publicación Manejada por Acorn Book Services

    www.acornbookservices.com

    acornbookservices@gmail.com

    304-995-1295

    Cubierta diseñada por Todd Aune

    Spokane, Washington

    www.projetoonline.com

    Publicado en los Estados Unidos de América

    Tabla de Contenido

    Tres Días para Siempre: Información sobre el Libro

    Dedicatoria

    Nota del Autor

    Personajes

    Epígrafe

    Prólogo

    Parte Uno: Tres Días para Siempre

    Capítulo Uno

    Capítulo Dos

    Capítulo Tres

    Capítulo Cuatro

    Capítulo Cinco

    Capítulo Seis

    Capítulo Siete

    Capítulo Ocho

    Capítulo Nueve

    Capítulo Diez

    Parte Dos: Dos Días para Siempre

    Capítulo Once

    Capítulo Doce

    Capítulo Trece

    Capítulo Catorce

    Capítulo Quince

    Capítulo Dieciséis

    Capítulo Diecisiete

    Capítulo Dieciocho

    Capítulo Diecinueve

    Capítulo Veinte

    Capítulo Veintiuno

    Capítulo Veintidós

    Capítulo Veintitrés

    Capítulo Veinticuatro

    Capítulo Veinticinco

    Capítulo Veintiséis

    Capítulo Veintisiete

    Capítulo Veintiocho

    Parte Tres: Un Día para Siempre

    Capítulo Veintinueve

    Capítulo Treinta

    Capítulo Treinta y Uno

    Capítulo Treinta y Dos

    Capítulo Treinta y Tres

    Parte Cuatro: Siempre

    Epílogo

    Sobre la Autora

    ¡Mira los Misterios de Lauren Carr!

    Crímenes del Pasado

    Dedicatoria

    A los Hombres y Mujeres Militares de los Estados Unidos–

    Todos Dieron algo, Algunos lo Dieron Todo

    Nota de la Autora

    Los fanáticos de los Misterios de Mac Faraday y los Amantes en el Crimen están por recibir un regalo con Tres Días para Siempre.  He elegido tomar un camino diferente con el más reciente Misterio de Mac Faraday.  No se preocupen.  Tenemos suficientes cuerpos y muchos misterios– así como intriga, suspenso, y argumentos intrigantes.

    El trabajo principal de un escritor de ficción es tomar una situación, hacer observaciones sobre cómo son las cosas y cómo funcionan, y luego preguntar, ¿Qué tal si...?  Entonces, el escritor da giros, tuerce, y manipula, mientras mantiene la credibilidad, para crear una trama emocionante.

    Esto es lo que he hecho con Tres Días para Siempre.

    La más reciente aventura de Mac Faraday lo sumerge a él, Archie, David, Gnarly, y toda la banda de cabeza en un caso que trae la guerra contra el terrorismo al Lago Deep Creek.  Temas políticos actuales serán referidos y discutidos por los personajes involucrados.

    Mantenga en mente mientras pasa las páginas – Tres Días para Siempre es una obra de ficción.  No son comentarios de la autora sobre política, los medios, los militares, o el Islam.  Aunque eventos actuales inspiraron esta aventura de misterio y suspenso, este trabajo de ficción no intenta señalar con un dedo acusador a ninguna persona en el gobierno de nuestra nación.

    Sin embargo, si eventos futuros demuestran que las circunstancias en Washington son como las he descrito en Tres Días para Siempre ... bueno, mantenga en mente que lo leyó aquí primero.

    ¡Feliz Lectura!

    Lauren Carr

    Personajes

    (en orden de aparición)

    David O’Callaghan: Jefe de Policía de Spencer.  Hijo del fallecido jefe de policía, Patrick O’Callaghan.  Mejor amigo y medio hermano de Mac Faraday.  También forma parte de la Reserva de la Marina de los Estados Unidos.  Dirige un equipo de operaciones especiales.

    Jassem al-Baghdadi: Oficial de alto rango de un grupo terrorista del Medio Oriente.  Líder de su consejo militar.  Registrado en la lista de los más buscados de la Seguridad Nacional.  David O’Callaghan lo mata durante una misión.

    Coronel Glen Frost: Oficial Comandante de David O’Callaghan cuando se encuentra en servicio activo.

    Mac Faraday: Detective de homicidios retirado.  El día que su divorcio se hizo efectivo, heredó $270 millones y una propiedad en el Lago Deep Creek de su madre biológica, Robin Spencer.

    Robin Spencer: Fallecida madre biológica de Mac Faraday y autora de misterios de fama mundial.  Cuando era una adolescente soltera y embarazada, lo dio en adopción.  Luego de convertirse en la reina Americana del misterio, encontró a su hijo y lo hizo su heredero.  Sus ancestros fundaron Spencer, Maryland, ubicado a la orilla del Lago Deep Creek, una zona turística al oeste de Maryland.

    Jefe de Policía Patrick O’Callaghan: Fallecido padre de David.  Legendario Jefe de Policía de Spencer.  El amor de la vida de Robin Spencer y padre biológico de Mac Faraday.

    Gnarly: Perro pastor Alemán de Mac Faraday.  Otra parte de su herencia de Robin Spencer.  Gnarly había pertenecido al Ejército de los Estados Unidos, que se rehusaba a hablar sobre él.

    Archie Monday: Antigua editora y asistente de investigaciones de la autora de misterios de fama mundial Robin Spencer.  Ahora es la prometida de Mac Faraday.

    Russell Dooley: Esposo de la fallecida Leigh Ann Dooley, Mac la hizo arrestar por homicidio hace muchos años.  Culpa a Mac por el suicidio de su esposa.

    Joshua Thornton: Condado Hancock, Virginia Occidental, Fiscal.  Oficial retirado de JAG de la Naval.  Uno de los padrinos de la boda de Mac.  Casado recientemente con Cameron Gates.

    Abdul Kochar: Novelista con éxitos de ventas que inmigró desde Afganistán.

    Donny Thornton: Hijo de diecisiete años de Joshua Thornton.  Está en Spencer para esquiar.

    Cameron Gates: Detective de homicidios con la Policía Estatal de Pennsylvania.  Casada recientemente con Joshua Thornton.  Rechazó una invitación a la boda de Mac y Archie porque ella no asiste a bodas ni funerales.

    Reginald Crane: Víctima de homicidio en Pennsylvania.  Fue torturado hasta morir.  Cameron Gates está en el caso.

    Ethan Bonner: Asistente de Reginald Crane.  Encontró el cuerpo.  Ahora está desaparecido.

    Chelsea Adams: Asistente legal de Ben Fleming.  Primer y actual amor de David O’Callaghan.  Padece epilepsia, tiene a Molly, una perra de servicio entrenada para detectar y advertir sobre las convulsiones.

    Subjefe Arthur Bogart (Bogie): Subjefe de Policía de Spencer.  Padrino de David.  No dejes que su cabello gris y rostro curtido te engañen.

    Gil Sherrard: Vive en el Motel Beaver Dam donde fue encontrado el cuerpo de Russell Dooley.  Pasa mucho tiempo en la cárcel.

    Agnes Douglas: Madre de la novia.  Crió sola a siete niños, seis varones y una hembra.  Está orgullosa de cómo puso la comida sobre la mesa limpiando casas para los ricos.

    Comisario Christopher Turow: Comisario del Condado Garrett.  Oficial retirado del Ejército.  Es uno de los chicos buenos.

    Dra. Dora Washington: Médico Forense del Condado Garrett.

    Oficiales Fletcher, Brewster, y Zigler: Oficiales con el Departamento de Policía de Spencer.  Trabajan bajo la dirección del Jefe de Policía David O’Callaghan.

    Héctor Langford: Jefe de Seguridad en el Spencer Inn.  Un Australiano delgado, de cabello gris, Héctor ha trabajado en el Inn por más de veinticinco años.

    Jeff Ingles: Gerente del Spencer Inn, el hotel de cinco estrellas propiedad de Mac Faraday, a quien le gusta mantener interesante la vida de Ingles.

    Leland Elder: Agente Especial del FBI.  Él y su compañero Neal Black le quitan a Cameron Gates el caso del homicidio de Reginald Crane.

    Neal Black: Agente Especial del FBI.  Él y su compañero Leland Elder le quitan a Cameron Gates el caso del homicidio de Reginald Crane.

    Tonya: Sargento de turno del Departamento de Policía de Spencer.  Ella dirige la estación de policía.

    Murphy Thornton: Teniente Segundo de la Naval de los Estados Unidos.  Graduado de la Academia Naval.  No es tu oficial común de la Naval.  Su gemelo idéntico, Joshua Junior, es mayor que él por siete minutos.  De tal palo, tal astilla.

    Nathaniel Bauman: Director General de NOH Bauman Technologies, una compañía de un billón de dólares que ha estado vendiendo armas tanto a América como a sus enemigos.  También es propietario de varias nuevas organizaciones.

    Tristán Faraday: Hijo de Mac Faraday  En su tercer año en la Universidad George Washington.  Estudia Ciencias Naturales.  Es un intelectual y está orgulloso de serlo.

    Jessica Faraday: Adorable hija de Mac Faraday.  Graduada con honores del College of William and Mary con una especialización en neurociencia de la conducta y cognitiva.  Su herencia de Robin Spencer la empujó a la alta sociedad.

    Spencer/Candi: Perra ovejera Shetland merle azul de Jessica Faraday.  Necesita mucho entrenamiento.

    Colt Fitzgerald: Antiguo modelo de ropa interior convertido en actor.  Puede ser o no el novio de Jessica.  Depende de a quién le preguntas.

    Jan Martin-MacMillan: Amiga de la infancia y vecina de Joshua Thornton.  Casada con el Dr. Tad MacMillan.

    Dr. Tad MacMillan: Primo y vecino de al lado de Joshua Thornton.  Es el doctor del pueblo en Chester, Virginia Occidental.

    Ra’ees Sims: Propietario de Sims Security en Texas.  Muy activo en la mezquita Musulmana.  Apoya a los extremistas Islámicos.  La ATF ha estado vigilando su compañía.

    Muhammad Muiz: Consejero especial del Presidente de los Estados Unidos sobre asuntos Islámicos.

    Ismail Kochar: Hermano de Abdul Kochar.  Extremista Islámico.  Líder de un grupo terrorista en Irak.

    Epígrafe

    La libertad está en ser audaz.

    Robert Frost

    Prólogo

    Dieciocho Meses Atrás – Desierto en las afueras de Bagdad, Irak

    ─¿No lo está haciendo al revés, Mayor? ─Le preguntó el Primer Teniente de la Marina Oliver Dean mientras mantenía sus ojos entrenados en los binoculares de visión nocturna.  Estaba mirando por un lado de la montaña al campamento de entrenamiento terrorista oculto en el valle entre las cuevas del desierto.

    ─¿Cómo es eso, Teniente? ─El Mayor David O’Callaghan presionó el auricular en su oído.  No quería perderse las confirmaciones por parte de los miembros de su equipo de operaciones especiales enviado a rodear el campamento.

    ─Codearse con los ricos y famosos en el Lago Deep Creek durante once meses.  Entonces, en el verano, justo cuando el clima es grandioso y las chicas jóvenes y sexy en apenas unos bikinis llegan, te vienes para acá en este desierto con olorosos, feos–

    ─¿A quién estás llamando fea, Dean? ─Objetó Bates desde el otro lado de David.  La Teniente Segunda Hallie Bates hinchó su abundante pecho, que estaba apretado dentro de su chaleco anti-balas y uniforme de desierto.  Criada en un difícil vecindario en Baltimore, Maryland, surgió la actitud callejera de la mujer Afro-Americana. ─Saca a cualquiera de esas mujerzuelas ricas y malcriadas del glamoroso Spencer, quítales sus uñas acrílicas, métela en un uniforme de desierto y dale ochenta libras en equipo, y ponle un casco en su remilgada cabeza.  Luego te fijas para ver lo bonita que ve.

    ─Pero huelen mejor, ─confesó David.

    Hallie movió su cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras preguntaba, ─¿A quién prefiere tener aquí afuera cuidando su lindo trasero blanco, Mayor?  ¿A mí y Matilda ─alzó su rifle de asalto y le dio una palmada en el cañón ─o una chica que huela dulce?

    El equipo Delta salvó a David de tener que responder.  Estaban en posición en el lado opuesto del campamento.

    ─Comprendido, ─David dijo en el micrófono. ─Charlie, ¿me escuchas?

    ─Fuerte y claro, Mayor.  Solo esperamos por la palabra.

    ─Todavía no he escuchado de Foxtrot y Gamma, ─Observó David más para sí mismo que para su equipo de tres hombres y una mujer.  Todos mantenían sus ojos y oídos concentrados en lo que se suponía que era un dormido campamento de entrenamiento terrorista. ─Pero tienen mucho que hacer, ─dijo para calmar sus nervios.

    Al ver luces moviéndose en el campo, se acomodó en el claro rocoso improvisado hacia el telescopio. ─¿Qué está sucediendo allá abajo?  ¿Nos descubrieron?

    ─Parece que todos en ese campamento están despiertos, ─dijo el Teniente Dean. ─Tal vez estén practicando maniobras nocturnas.

    ─Demasiadas luces y movimiento para ser algo normal, ─dijo David mientras observaba a tres guardias corriendo hacia la entrada principal.  El único camino que llevaba al campamento pasaba a través de una abertura entre las colinas rocosas que lo rodeaban.  Dio gracias a Dios porque los miembros de su equipo se las arreglaron para llegar al otro lado del camino antes de que la atención de dirigiera en esa dirección.

    ─Gamma en sitio y listo, señor, ─anunció su radio.

    El último equipo se comunicó a continuación, ─Foxtrot está listo.

    No me gusta toda esta actividad, pensó David, demasiado ocupado pensando para confirmar la recepción de la transmisión.

    ─¿Copia, señor? ─preguntó Foxtrot.

    David presionó el botón en su micrófono. ─Copiado.  Charlie, Delta, Foxtrot, y Gamma, ¿todos tienen visual?

    Los cuatro equipos reportaron que tenían su equipo y armas listas para su ataque al campamento.

    ─Están llegando tres vehículos, ─dijo el Teniente Dean con emoción en su voz. ─Parece que tienen una fiesta.

    Respirando profundamente, David concentró sus ojos azules a través del telescopio en los dos camiones y la Humvee que iban por el camino rocoso hacia el campamento.

    ─Hablando del momento propicio, ─la Teniente Hallie Bates se movió para ver más de cerca a través de los binoculares nocturnos. ─Acaban de recibir dos camiones con armamento.

    ─¿Estás segura? ─el Teniente Dean colocó nuevamente los binoculares en su rostro.

    Su respuesta llegó cuando uno de los hombres de abajo arrancó la tapa a una caja y se vio que estaba llena de rifles de asalto automáticos.

    ─Eso es lo que parece. ─David podía escuchar a su equipo alrededor del campamento hablando por el radio. ─Todos mantengan sus posiciones.  Necesito reportar esto al comando.

    ─Si, ─dijo Hallie con una nota de sarcasmo. ─Ya puedo decirle lo que ellos dirán.

    ─Retirada, ─replicó Dean antes de introducir su dedo meñique en su boca para masticar una uña.

    ─He estado en esto un poquito más que ustedes, ─dijo David. ─Tal vez nos digan que esperemos por respaldo–

    ─Con el debido respeto, señor, ─dijo Hallie, ─Ustedes los de la reserva.  Ustedes no han visto lo que hemos estado viendo.  Algunas veces, me pregunto de qué lado está Washington ahora.

    Incluso en la oscuridad, David pudo percibir la frustración en sus ojos.  Desde que llegó a Bagdad cinco días antes, había observado un significativamente bajo nivel en la moral de las catorce personas del equipo de operaciones especiales del que había sido puesto a cargo.

    ─¡Mayor! ─el líder Charlie murmuró un áspero susurro por el radio. ─Mire al tipo que acaba de salir de la Humvee.  ¡Es Jassem al-Baghdadi! ─David podía escucharlo preguntándole al resto de su equipo. ─¿No es ese Jassem al-Baghdadi?  Es algo así como el líder de su consejo militar.

    David ya estaba mirando por el telescopio en su rifle de francotirador.  Había memorizado la cara del líder terrorista el año anterior, cuando la información de inteligencia entregada a las unidades de operaciones especiales de la marina revelaba que Jassem al-Baghdadi era el jefe coordinador de un ataque del yihad a una base de la marina en Afganistán.  Diecinueve infantes de marina, todos relativamente nuevos y en su primer turno en ultramar, fueron asesinados cuando un marino enlistado llevó a la base un camión militar lleno con explosivos.  Entonces, lo impactó contra las barracas de sus compañeros camaradas.

    Una investigación más profunda en los antecedentes del marino descubrió que el Musulmán también era una miembro devoto de la red terrorista de Jassem al-Baghdadi.  El ataque había sido planificado durante meses con numerosas comunicaciones entre el marino y al-Baghdadi.

    La causa oficial del ataque aparecía registrada como violencia en el lugar de trabajo por parte de un soldado descontento.  Reportes investigativos a profundidad de varios periodistas que habían descubierto evidencia de comunicación directa con al-Baghdadi y la cuidadosa coordinación  del ataque no había logrado alcanzar ningún impulso en los principales medios de comunicación.

    Pero todas las ramas militares, y especialmente los soldados que servían en el Medio Oriente, conocían los hechos que había mantenido silenciados con éxito.

    De momento, Jassem al-Baghdadi estaba en la mira del Mayor David O’Callaghan.  El líder terrorista dirigía orgullosamente sus recientemente entrenados terroristas, que lo miraban con admiración por sus logros–autor intelectual de la muerte de occidentales inocentes.

    En contraste con la emoción que David sentía crecer en la boca de su estómago y que llegaba hasta su corazón, Hallie y Dean estaban aprensivos.

    ─Apuesto cien verdes a que nos dicen que lo dejemos ir, ─le dice Dean a Hallie con un gruñido.

    ─Te acepto la apuesta. ─David manipuló el botón para conectarse con el Coronel Glen Frost en su base.

    ─¿Cuántas veces operaciones especiales ha tenido a al-Baghdadi en sus locaciones y les dicen que se retiren? ─le pregunta Hallie a Dean.

    ─Dos veces que yo sepa, ─respondió el teniente. ─En Somalia, les dijeron que había muchos civiles alrededor.  Esos civiles se confirmó que eran piratas que retenían a miles de occidentales como rehenes.

    ─Luego fue en Siria, cuando estaba en camino a casa de regreso de una fiesta–

    ─Te entiendo, ─dijo David mientras cubría su oído para poder escuchar al coronel recibir la llamada.

    ─¿Cuál es su estatus, Mayor? ─dijo el Coronel Frost en un tono que ocultaba su preocupación por la seguridad de su equipo.

    ─El campamento acaba de recibir dos camiones con armas, señor, ─reportó David, ─entregados en persona por Jassem al-Baghdadi.

    ─¿Estás bromeando? ─El coronel se escuchaba emocionado como un niño que está a punto de vencer al bravucón con su arma secreta.

    David observó a través de la mira en su rifle. ─Lo tengo en mi mira en este momento.  Solicito permiso para usar fuerza letal para eliminar el objetivo, señor.

    ─Aquí viene, ─murmuró Dean.

    El coronel gruñó. ─Necesito contactar al comando central.

    David se enderezó detrás del rifle. ─¿Disculpe, señor?  Jassem al-Baghdadi está en la lista de terror–

    ─Protocolo, Mayor, ─explicó el coronel con creciente agitación sobre la situación. ─Hemos recibido órdenes de verificar con el comando central en Washington antes de usar la fuerza letal contra ninguno de nuestros objetivos, incluso uno identificado como un objetivo enemigo de alto rango que asesinó infantes de marina inocentes mientras dormían.

    Frotándose la parte de atrás de su cuello, David se mordió el labio para evitar decir lo que estaba pensando.

    ─Se lo dije, señor, ─murmuró Dean.

    ─Tengo que contactar al comando, ─dijo el Coronel Frost en el oído de David. ─Si ellos me autorizan, use la fuerza letal a voluntad a mi palabra.  Código Zombi.

    ─Zombi, ─repitió David. ─Copiado.  Zombi.

    ─Espere mi respuesta, Mayor.

    David continuó observando a través de la mira en su rifle y reportando a cada miembro de su equipo, algunos de los cuales estaban a su alrededor, y algunos de los cuales se encontraban en sus puestos alrededor del perímetro.  ─Está bien, equipo, este es el plan.  Si nos dan autorización, yo le quitaré la cabeza a ese dragón.  Una vez que lo elimine, necesitarán estar listos.  Gamma y Charlie, usen lanza granadas.

    ─Le apuntaremos a los camiones, ─dijo Gamma.

    ─Tienen que eliminarlos a ambos, ─dijo David. ─Quiero listos a todos los francotiradores.  Identifiquen a los líderes.  Estos peones no son nada sin alguien que les de órdenes.  Eliminen a los instructores y aquellos en la primera línea de comando.

    Si Washington nos autoriza, ─dijo Hallie.

    ─Lo harán, ─dijo David con toda la confianza que pudo reunir para transmitírsela a su equipo. ─Estamos en guerra.  No podemos ganar si no neutralizamos al enemigo, sin importar lo fea que pueda ser la matanza.  No me gusta dispararles a las personas, pero en situaciones como esta, hay dos opciones.  Matar, o permitir que mis hermanos y hermanas en armas–o incluso civiles inocentes como aquellos en las Torres Gemelas WTC, el Pentágono, y el vuelo noventa y tres–sean asesinados.

    ─Puede que nosotros no hayamos olvidado, ─dijo el Teniente Dean, ─pero Washington seguro que lo hizo.

    ─No todo el mundo en Washington, ─dijo Hallie. ─No los Fantasmas.

    ─¿Los Fantasmas? ─David se rió mientras ladeaba su cabeza y presionaba su radio en su oído para asegurarse de escuchar las órdenes cuando llegaran.

    ─Es un mito. ─Dean también se estaba riendo. ─Ya sabe cómo hablan los militares.

    Hallie estaba sacudiendo la cabeza. ─Tengo un amigo que trabaja en los pisos superiores del Pentágono que dice que no es un mito.

    ─¿Qué es un Fantasma? ─preguntó David con una sonrisa. ─¿Corren por allí con capas negras?

    ─Según me dijeron–¿recuerda a los intocables de la época de Al Capone?

    ─Eso fue antes de mi época, pero sí, ─dijo David. ─Un grupo de agentes federales y policías se unieron para derrotar al crimen organizado en Chicago.  No podían ser sobornados ni intimidados.  Eran intocables.

    ─Bueno, esta es la versión militar, ─dijo Hallie sobre la silenciosa risa de Dean.  Estaban todos conscientes de que el campamento estaba lleno de hombres a quienes no les molestaría torturarlos y asesinarlos si eran descubiertos.

    ─Este equipo está formado por miembros de cada rama del gobierno y de los militares, están mucho mejor entrenados que los de operaciones especiales y los SEALs de la Naval, ─dijo Hallie. ─Usted no solicita ser un Fantasma.  Ellos lo seleccionan.  Tienen el mejor equipamiento y entrenamiento, y su única misión es proteger a nuestro país y conciudadanos sin la influencia ni intimidación de los políticos y negociadores con sus agendas políticas y personales.

    Señaló con su barbilla al jefe terrorista que estaba abajo en la montaña. ─Dos veces hemos tenido a ese hombre en nuestro terreno, y dos veces nos ha dicho alguien de alto nivel en Washington que lo dejemos ir.  ¿Por qué? ─Se rió. ─Porque matarlo lastimaría los sentimientos de los terroristas.  ¿Como si a él le hubiera importado lastimar nuestros sentimientos cuando planificó y coordinó el ataque yihad en Afganistán? ─Con una expresión sabia, dijo, ─Se va a necesitar de un Fantasma para terminar con esto.

    ─Son un mito, ─dijo Dean.

    ─¿Recuerdas la mansión que al-Baghdadi tenía en Siria? ─preguntó Hallie.

    ─Yo no estaba allí.

    ─Una inmensa mansión, ─dijo Hallie. ─Dicen que abajo estaba un centro de comando de ISIS.  Bueno, aquella mansión ya no existe.  Es un cráter de dieciocho pies en el desierto.

    ─Ocasionado por una explosión accidental de sus propias armas, ─dijo Dean.

    Hallie le susurró a David. ─Ese es el sello de los Fantasmas.  Cuando ellos atacan, nunca puede ser rastreado hasta nosotros.  Le sorprendería lo que he escuchado–

    ─Mayor O’Callaghan...

    Respirando hondo, David presionó el botón en su radio. ─¿Sí, señor?

    ─Zombi, O’Callaghan.  Zombi, ─escucho decir al coronel con una sonrisa en su voz. ─Eliminen el objetivo a voluntad.  Borren ese campamento de la faz de la tierra.  Nos vemos cuando regresen a salvo.

    ─¡Gracias, señor! ─Con una mueca, David chocó sus puños con ambos tenientes. ─Me debes cien verdes.  Tenemos un zombi. ─En el radio, giró instrucciones, ─Todos a sus posiciones.  Esto es por nuestros hermanos y hermanas en Afganistán.

    Se concentró en Jassem al-Baghdadi, alineando su amplio pecho en el centro de su mira.  Aunque al-Baghdadi llevara un chaleco, la bala anti-blindaje acabaría con su reinado de terror.

    ─Voy a colocar el primer disparo justo en su pequeño corazón negro, ─dijo David mientras esperaba a que su ritmo cardíaco se relajara. ─El segundo irá entre sus ojos negros.

    Entre los latidos de su corazón, apretó el gatillo.

    ─¡Las bebidas van por mi cuenta esta noche, damas y caballeros! ─anunció David después que su equipo descendió del helicóptero que los trajo de regreso al campamento.

    El sol estaba ascendiendo a lo que prometía ser un día de calor sofocante.  En medio de choques de puños y de manos, el equipo de operaciones especiales despertó al campamento con sus gritos de celebración por su éxito.  No solo habían eliminado un campamento terrorista completo y dos camiones recién recibidos con armas que serían usadas contra ellos y sus aliados, sino que también habían eliminado al hombre número dos, el líder del consejo militar de los terroristas quien había orquestado exitosamente el asesinato de sus hermanos y hermanas en armas.

    ─¡O’Callaghan! ─una voz se alzó sobre los gritos.

    Cuando David se volteó, vio que el Coronel Glen Frost no estaba alegre como los demás camaradas.  La dura mirada en el rostro del hombre mayor no era lo que esperaba ver.  Su rostro estaba rojo hasta su frente y a través de su cabeza calva.  Su bigote blanco estaba estirado sobre su labio superior.

    ─¡Sí, señor! ─David asumió posición de firme y levantó su mano para saludar.

    ─¡A mi tienda inmediatamente, Mayor O’Callaghan! ─El coronel dio la vuelta y desapareció dentro de su tienda de campaña.

    El ruido por la emoción cesó inmediatamente.

    ─¿Qué sucede? ─preguntó un miembro del equipo de David. ─Creería que al-Baghdadi se levantó de entre los muertos.

    ─Tal vez teníamos que leerle sus derechos antes de que el mayor le pusiera esa bala en su pecho, ─dijo el Teniente Dean.

    ─Guarden el equipo y vayan por el desayuno, ─les ordenó David mientras se alejaba.  Después de dar algunos pasos, se volteó hacia su equipo, que lo miraba con preocupación en sus rostros. ─Todos lo hicieron excelente allá afuera.  Estoy orgulloso de cada uno de ustedes.

    Cuando David llegó a la tienda de su oficial comandante, encontró al coronel caminando alrededor de su escritorio en lugar de sentarse en él.  Inmediatamente, David asumió posición de firme y levantó su mano para saludar. ─Mayor O’Callaghan se reporta como lo ordenó, señor.

    El coronel le devolvió el saludo antes de cerrar la puerta.

    David sintió que el Coronel Frost daba vueltas detrás de él.  Comparado con los marinos que servían bajo su mando, el Coronel Glen Frost era de baja estatura.  Su cabeza llegaba a la barbilla de David.  Pero compensaba lo que le faltaba en estatura con presencia de mando.

    Dado que conocía al coronel desde hacía más de un docena de años, David tenía tanto una ventaja como una desventaja.  Sabía cómo operaba el Coronel Frost, de manera que rara vez sus acciones lo tomaban por sorpresa.  David sabía lo que se esperaba de él.  La desventaja era que el coronel conocía a David de igual forma y tenía muy altas expectativas para el joven oficial.

    De repente, el Coronel Frost entró al espacio personal de David.  Podía sentir su aliento caliente en su cuello cuando le preguntó, ─¿Qué sucedió allá afuera?

    La rabia del coronel lo confundió, y David respondió con la mirada al frente. ─El objetivo fue eliminado como se ordenó, señor.  Borramos todo el campamento de la faz de la tierra como usted lo instruyó.

    Los ojos inyectados en sangre del Coronel Frost se abrieron aún más. ─¿Ordenó?  ¿Instruyó?

    ─Sí, señor, como se ordenó.

    ─¿Órdenes de quién, Mayor?

    ─Suyas, señor.

    El Coronel Frost dio un paso atrás y miró de cerca el rostro de David. ─Mayor O’Callaghan, ¿cuándo di la orden de zombi, y a quién?

    ─A mí, señor, ─respondió David. ─Después que solicité permiso para eliminar el objetivo usando fuerza letal, usted reportó que necesitaba contactar al comando central.  Unos minutos después, recibí una llamada por radio de usted informando que el permiso había sido otorgado–usando la palabra clave ‘zombi,’ señor.

    ─¿Yo dije ‘zombi,’ Mayor?

    ─Dos veces, señor. ─En posición de firme, David deseaba que el coronel le hubiera dado permiso para posición de descanso.  Sus pies y hombros se estaban cansando después de una noche escondido en la ladera rocosa de la montaña. ─¿Hay algún problema, señor?

    ─Sí, Mayor O´Callaghan, hay un gran problema, ─dijo el coronel. ─¡La orden era de retirada!

    David sintió que su estómago caía hasta el suelo.  Requirió de todo su control para que su boca no se abriera por el asombro.  Todo su cuerpo comenzó a sudar. ─Con el debido respeto, señor, yo no recibí la orden para retirada.

    ─Y yo no dije la palabra código para eliminar el objetivo, ─dijo el coronel con los dientes apretados.

    Gotas de sudor se formaban en su frente y corrían por sus mejillas hacia su cuello, David buscaba una solución en su mente. ─¿Podrían haberse mezclado las señales en la radio, señor?  ¿Su mensaje le llegó a otro equipo, y yo recibí mi mensaje de alguien más?

    ─¿Usando la palabra código zombi? ─se burló el coronel. ─Me dirigí a usted por su nombre, Mayor.  Solicité una confirmación de su parte–Mayor O’Callaghan–de que había comprendido que la orden era de retirada, y de que usted y su equipo regresarían a la base inmediatamente.  Usted copió que había comprendido.

    ─Esa no fue la orden que recibí, señor, ─replicó David. ─Señor, he trabajo bajo su comando durante años.  ¿Alguna vez he desobedecido una orden, señor?  Si hubiera recibido la orden de retirarnos, me hubiera retirado y le hubiera instruido a mi equipo que hiciera lo mismo, señor.

    ─Sí, O’Callaghan, lo sé. ─El coronel se volteó para regresar a su escritorio. ─Es por eso que estoy tan confundido por lo que sucedió.

    ─¿Ahora qué, señor? ─David tragó.

    ─El General Thurston Affleck en el comando central pegó al techo con las noticias de que Jassem al-Baghdadi había muerto y el campamento había sido destruido. ─El coronel se permitió una leve sonrisa en la comisura de sus labios. ─Buen trabajo, por cierto.

    ─Espero una investigación, señor ─dijo David.

    ─Desde luego, ─dijo el coronel. ─Usted y yo hemos recibido órdenes de regresar de inmediato en un transporte militar para una investigación tan pronto lleguemos.  Luego, recomendarán una acción disciplinaria. ─Agregó en voz baja, ─La baja deshonrosa es el menor de sus problemas.  Están considerando ir a corte marcial por haber desobedecido una orden directa.

    David pestañeó. ─Lo comprendo, señor.  ¿Qué sucederá con mi equipo, señor?

    ─El Capitán Fellows se encargará como líder del equipo.

    ─Me refiero a acciones disciplinarias contra ellos, señor ─dijo David. ─Estaban siguiendo mis órdenes.

    ─Haré lo que pueda para mantenerlos fuera de este desastre, ─dijo el Coronel Frost. ─Puede retirarse, Mayor.  Vaya a su tienda a empacar.  Salimos en una hora.

    ─Sí, señor. ─David giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta.  Se detuvo. ─¿Permiso para hablarle, señor?

    ─Sí, O´Callaghan.

    David dio la vuelta hacia él. ─Sé lo que escuché, señor.

    ─Y yo sé lo que dije.

    Fue un viaje largo, físicamente agotador y emocionalmente extenuante de regreso a los Estados Unidos a bordo de un transporte militar, que no había sido diseñado para ser cómodo.  El corto tiempo que le dieron para empacar no le alcanzó para darse un baño ni cambiarse su uniforme de desierto.

    El Coronel Glen Frost apenas le habló a David, quien había considerado a su oficial comandante un mentor y amigo.  Durante el largo viaje a través del océano, David le lanzaba miradas al Coronel–cuando no estaba repitiendo la conversación por radio una y otra vez en su mente.

    ─Zombi, O’Callaghan. Zombi. Eliminen el objetivo a voluntad. Borren ese campamento de la faz de la tierra.  Lo veo cuando regrese a salvo.

    ¿Podría haber malentendido?  ¿Cómo pude mezclar zombi y eliminar a voluntad con retirada y regresen a la base?

    ─¿Valor líquido? ─El Coronel Glen Frost acercó una cantimplora a la cara de David.

    Agradecido por el gesto de buena voluntad, David tomó la cantimplora, le limpió el pico, y tomó un largo trago de escocés. ─Gracias, señor.

    ─Vas a necesitarlo. ─El coronel le acercó la cantimplora de nuevo. ─Solo porque sea PO sobre todo este asunto no es razón para que tú y yo dejemos de ser amigos.  Te considero un amigo, O’Callaghan.

    ─Todavía estoy intentando dilucidar qué es esto, ─dijo David. ─Sé que no lo estoy imaginando–

    ─Olvídalo, ─dijo el Coronel Frost. ─Olvida lo que sucedió allá.

    ─De eso se trata la investigación, ─dijo David. ─Necesito saber qué sucedió.

    ─¿Como si fueran a creer que yo te dije retirada y tú escuchaste zombi? ─El Coronel Frost se rió. ─Bien podríamos decirles que los extraterrestres tomaron el control de las ondas de nuestro radio.

    Tomó la cantimplora que sostenía David. ─Esto es lo que vamos a decirles. Yo te dije zombi. Yo te ordené eliminar el objetivo. ─Tomó un trago de la cantimplora. ─Yo desobedecí las órdenes del idiota de Affleck para la retirada.  Estabas siguiendo mis órdenes.

    ─Pero solo te faltan tres años para el retiro, ─dijo David. ─Te harán corte marcial.  Perderías tu comisión.

    ─El General Affleck está buscando un chivo expiatorio, ─dijo el Coronel Frost. ─Mejor que sea yo y no tú.  Eres joven, David.  Tienes mucho que darle a este país–si te lo permiten.  No sé qué le ha sucedido a este país. ─Tomó un trago de la cantimplora. ─En realidad, sí lo sé, pero no me dejes empezar con esto.  Le dije a Affleck exactamente lo que había allá afuera.  Le dije exactamente lo que se tenía que hacer.  Él sabía tan bien como todos nosotros la historia de Jassem, lo que había hecho, y a quién se lo había hecho.  Lo tenías justo allí.  Estaba en la lista de la Seguridad Nacional, demonios.  Pero Affleck ordenó no solo que se retiraran, sino que abandonaran toda la operación.  Dejar todas esas armas que luego serían apuntadas contra nosotros–¿sabes por qué?

    ─¿Por qué?

    ─Porque la lealtad de Affleck no está con la fuerza militar o con su país, ─Frost estaba concentrado. ─Puede que sea un General de la Marina, pero no es militar.  Es un ambicioso. Ha estado besando traseros y jugando juegos políticos desde su primer día de campamento. ─El coronel apretó los dientes. ─Anoche, antes de terminar la llamada a Affleck, terminé diciéndole algo que nunca le había dicho a un oficial comandante en mi vida.

    ─¿Qué fue eso? ─preguntó David.

    ─¿En qué lado estás? ─Se volteó hacia David. ─No me respondió. ─Después de darle un codazo a David en el brazo, le entregó la cantimplora. ─Así que creerán que

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