HASTA QUE MUERTE LOS SEPARE LA BARBIE ASESINA
En la fotografía se observan dos rostros hermosos, jóvenes y bellos. Son Karla Homolka y Paul Bernardo, que se acaban de casar; pero su felicidad se empaña por el descubrimiento del cadáver de una niña a la que un poco antes habían asesinado Karla y Paul o, como se les empezaría a conocer en la prensa canadiense, Barbie y Ken. El mote es comprensible: tienen pelo rubio y ojos claros. Podrían perfectamente ganarse la vida anunciando perfumes, ella, y tratamientos capilares, él. Pero optaron por el crimen. El balance final: tres niñas muertas, incluyendo a la hermana pequeña de Karla, y una veintena de violaciones y abusos sexuales. Lo que nunca se ha llegado a saber es quién hizo qué a quién. Ni tampoco el porqué.
PRENDADA AL PRIMER VISTAZO
Una muñeca puede servir para muchas cosas. Para proyectar los sueños de una niña pequeña que la viste a imagen y semejanza del futuro que tiene en mente. De novia, por ejemplo. También sirve para analizar psicológicamente a los niños: puedes meter en un cuarto a un infante con un muñeco, dejarlo solo y observar a través de un espejo. Dependiendo de cómo se comporte con el muñeco, se podría alegar si ese pequeño ha sido maltratado.
Karla tenía 17 años cuando conoció a Paul. La muchacha amaba a los animales y decidió asistir a una conferencia organizada por un centro veterinario donde trabajaba medio tiempo. Cuando Paul entró en la sala, ella se quedó
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