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Crónicas de Galadria VI – Esperanza: Crónicas de Galádria, #6
Crónicas de Galadria VI – Esperanza: Crónicas de Galádria, #6
Crónicas de Galadria VI – Esperanza: Crónicas de Galádria, #6
Libro electrónico430 páginas5 horas

Crónicas de Galadria VI – Esperanza: Crónicas de Galádria, #6

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Información de este libro electrónico

                Glaide y sus amigos, ahora profundamente unidos, están de vuelta en Shinozuka para librar la batalla. Sin embargo, el joven no olvida que tiene también que destruir a Barrás al que no sabe donde buscar ni como vencerle…

                En medio de estas tragedias y las revelaciones que le esperan, Glaide se implica mas y mas en su papel, hasta el punto de que pronto no le quedara mas que una cosa: la esperanza…

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento14 nov 2018
ISBN9781547558117
Crónicas de Galadria VI – Esperanza: Crónicas de Galádria, #6

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    Vista previa del libro

    Crónicas de Galadria VI – Esperanza - David Gay-Perret

    La totalidad de las Crónicas de Galadria se compone de seis volúmenes, disponibles en varios idiomas y formato e-book (para una lista completa y actualizada de las traducciones y distribuidores, seguid este link o visita www.gayperret.com, pestaña Chronicles of Galadria, Translation):

    Crónicas de Galadria I - El Otro Mundo

    Crónicas de Galadria II - Encuentros

    Crónicas de Galadria III – Enseñanzas

    Crónicas de Galadria IV – Despreocupación

    Crónicas de Galadria V - Una Nueva Partida

    Crónicas de Galadria VI – Esperanza

    Índice

    Prefacio

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 20

    Capítulo 21

    Capítulo 22

    Capítulo 23

    Capítulo 24

    Capítulo 25

    Capítulo 26

    Capítulo 27

    Capítulo 28

    Capítulo 29

    Capítulo 30

    Capítulo 31

    Capítulo 32

    Capítulo 33

    Capítulo 34

    Capítulo 35

    Capítulo 36

    Capítulo 37

    Capítulo 38

    Capítulo 39

    Capítulo 40

    Capítulo 41

    Capítulo 42

    Capítulo 43

    Capítulo 44

    Capítulo 45

    Epílogo

    Mapa

    Prefacio

    Antes de que os lancéis a la epopeya que os espera me gustaría indicar aquí que trato de que este libro esté en el mayor número de idiomas posible, si domináis varias y os sentís tentados/as por la aventura, visitad Babelcube para poneos en contacto conmigo!

    El idioma original es el francés (pero eventualmente puedo considerar la posibilidad de la traducción) desde otra traducción y las lenguas objetivos dependen de vosotros, algunas ya están cubiertas.

    Desearía igualmente mencionar mi último proyecto hasta a fecha en lo que se refiere a este libro, tengo la intención de hacer una serie de animación dividida en episodios, un poco a la manera de las Series Japonesas para aquellos que las conozcan. Mi idea sería trabajar en colaboración con un estudio de animación (quizás en la búsqueda de un escenario) para beneficiarnos de su saber hacer, consejos y recursos profesionales, aportándoles mi punto de vista, mis ideas para la realización, mi música, y por su puesto asegurándome del respeto a la atmósfera y de la historia.

    Hay que entender bien que el aspecto cuento iniciático de Crónicas es el resultado de la unión de distinto temas e ideas añadidas a medida que me surgían, de manera espontáneas, sin una reflexión global (algo como un diario íntimo). Sin embargo el fin de la redacción de la aventura ha estado marcado por la comprensión y aprehensión nuevas de mi vida y del mundo: elementos que deseaba ardientemente compartir pero que, ¡por desgracia la historia estaba terminada! Sin embargo releyéndola a la luz de aquello que había nuevamente aprendido, me he dado cuenta que todo de lo que quería hablar estaba allí, pero mal explicado (porque no había construido la aventura con aquello en mi cabeza). La creación de una serie de animación me permitiría iniciar el proceso creativo con los temas y mensajes claves en la cabeza, para seguidamente transmitirlos a través de la historia de manera clara, estructurada y lógica.

    Por lo que si conocéis a personas que trabajen en el sector de la animación que pudieran estar interesados, o si vosotros mismos estáis en esta situación, ¡no dudéis en contactarme!

    ––––––––

    Vamos, ya es tiempo de que descubráis la aventura que sigue. Buena lectura, y buen viaje...

    A todos aquellos que todavía saben vivir...

    Capítulo 1

    LA piedra era realmente de una excelente factura, no había ni grietas ni la menor fisura, y ese blanco... absolutamente inalterable, ¡incluso después de varios siglos! « Los enanos son realmente unos constructores increíbles », pensó Glaide pasando delicadamente su mano sobre la muralla que rodeaba Shinozuka.

    En esta última semana del mes de mayo, comenzaba una nueva tarde y, después de una buena comida en compañía de sus amigos, el joven había deseado aislarse un rato. La mañana se había desarrollado de igual manera que las precedentes, una hora y media de equitación, mas dos horas de entrenamiento. Estaba empezando además mejorar, el joven y su Magg habían logrado reducir el tiempo necesario para invocar una Espada de Luz hasta unos pocos segundos, y tenía la costumbre de emplear solo su katana.

    Sin embargo, esta monotonía, aunque tranquilizadora, era a veces un poco aburrida, y aunque sus compañeros habían manifestado el deseo de ir al campo de entrenamiento, en el este de la villa, él mismo se había contentado en remontar las almenas para meditar un momento. Desde esa posición había una vista increíble de todos los soldados de fortuna que hacían todo lo posible para aprender a matar...

    « ¿Cuanto tiempo ha pasado desde la fiesta? Murmuró. No logro acordarme. Los acontecimientos han tomado su curso normal, y hay que esperar. Cada día la tensión será mas y mas palpable. ¿Es posible que nuestro enemigo busque vencernos por desgaste? Preparándonos de antemano como lo estamos haciendo, creemos que podemos anticiparnos a sus planes, ¿no estaríamos, al contrario, condenados? »

    Alejó estos pensamientos que, desde hacía algún tiempo, le asaltaban mas y mas a menudo... estas reflexiones fueron pronto reemplazadas por otras reflexiones, también familiares. « Todavía no he desvelado a todos que soy el Destructor... sin embargo, me parece que muchos aun lo dudan. Después de todo, los habitantes de Shinozuka saben quien soy, y me sorprendería que hubieran ocultado la noticia. »

    En verdad, el adolescente no se atrevía a hacer el anuncio, a pesar de las sugerencias y presiones cada vez mas acuciantes del rey y los elfos.

    Levantó la cabeza y encontró el placer de respirar aire fresco. Como todos estos días, el sol brillaba intensamente, esparciendo luz y calor benefactores. Parecía que el número de nubes se estaban poco a poco estabilizando, y no aumentaría hasta que el joven no se decidiera a hablar de Arrás, y de su estatus

    Glaide de repente se despertó de su sueño por un extraño detalle en la lejanía. Entrecerrando los ojos, pareció apercibir una sombra que se movía. Poco habituado a hacer de centinela, no sabía si lo que creía discernir era una ilusión óptica u otra cosa... sin embargo, algunos metros mas lejos, un soldado mas experimentado que él, lo había entendido, corrió a buscar una trompeta y sopló con todas sus fuerzas. Pronto se hizo el silencio, y gritó:

    « ¡A las armas! ¡Nos atacan! »

    El efecto fue inmediato, los soldados profesionales corrieron a por sus espadas, mientras que los diferentes oficiales tomaban el mando de las operaciones. En varios minutos, y antes de que el joven hiciera el menor gesto, las almenas se encontraron llenos de arqueros, con una flecha ya preparada.

    « ¡Rápido, por aquí! Gritó un hombre abajo.

    ¡Hay que prevenir al rey!» dijo otro.

    Glaide miró a todo este pequeño mundo moverse en todas direcciones, hasta que, poco a poco se dio cuenta de lo que pasaba, la guerra que había iniciado estaba a punto de comenzar... así que le invadió el pánico, ¿qué hacer? ¿Dónde ir?

    «¿Dónde están mis amigos? Se repitió febrilmente. ¿Dónde están? »

    Había querido escrutar el campo de entrenamiento, no veía mas que una marea humana que se movía en todas direcciones.

    « ¡Nosotros... nosotros no estamos preparados! Exclamó con angustia. ¡Supuestamente no tenía que suceder así! ¡Los dragones! ¿Qué hacen los dragones? ¡Ayrokkan me tenía que haber advertido! »

    Una idea extraña le cruzó la mente, añadiendo mas confusión, ¿los dragones habían sido exterminados?

    La novedad del ataque había ya llegado a la ciudad, y dándose la vuelta descubrió una inmensa multitud que se reunía cerca de la puerta que daba al campo de entrenamiento. Los niños lloraban, los hombres corrían en todas direcciones, las mujeres pedían en vano explicaciones...

    Glaide se dio media vuelta y sus ojos se posaron en la mancha a lo lejos que avanzaba, estaba seguro de que se trataba de un ejército... sus manos se crisparon sobre la piedra blanca, mientras que su respiración se aceleraba, estaba completamente sobrepasado por los acontecimientos, y el pánico general solo empeoraba su estado.

    De repente, con una claridad sorprendente, distinguió a cada uno de sus compañeros abajo. Estaban ocupados ayudando a los soldados a ordenar a la multitud. Aquellos que estaban preparados a luchar se les veía ponerse la armadura y coger las armas, mientras que los otros se acercaban a la puerta que daba sobre la ciudad. Con un perfecto dominio de ellos mismos, Jéremy Emily, Fendras, Renhaï, Gwenn y Jorek daban sus consejos, sonrisas y espadas.

    Esta visión inesperada tranquilizó al joven. De repente, recuperó por completo su sangre fría, y al mismo tiempo se puso a reflexionar a toda velocidad, vio a Rozak aproximarse.

    La sola presencia del monarca tuvo el don de calmar a la multitud, aunque seguían nerviosos, los gritos se silenciaron.

    « Parece que nos han cogido por sorpresa, dijo el hombre mirando al horizonte. Todos los soldados en la reserva se están preparando, pero nos va a ser imposible salir de la ciudad.

    Además, los voluntarios han entrado en pánico, no quedan mas que la mitad entre nosotros para luchar », observó Glaide.

    La situación parecía que iba a ser extremadamente difícil...

    Abajo, la plaza se había despejado, los guerreros se habían colocados contra la puerta de la empalizada y llenaban todo el espacio vacío.

    « ¡Arqueros! Rugió Rozak ¡Estad preparados! »

    Los hombres verificaron su material y levantaron sus brazos en un bonito gesto, todos juntos. Glaide desenvainó la katana, que había pasado recientemente a su cintura mientras que guardaba su espada invisible, y el contacto con la empuñadura recubierta de tela le tranquilizó. A su espalda, le pareció que la multitud contenía la respiración... Un buen número de los presentes le habían reconocido, igual que el ejército. Pronto se inició un rumor, mientras que, poco a poco, cada uno descubrió que tenían delante suyo al Destructor...

    Glaide ignoró este fenómeno y fijó su vista y su atención en las tropas que se aproximaban. Caminaban con un paso continuo, lentos pero regulares, como si no pudieran apartarse de su objetivo.

    Después de repente el joven captó un detalle... un ínfimo brillo que hizo que cambiara de idea, su corazón dio un vuelco y se agarró a la muralla para no caerse. Con un gesto enfundó su arma, y mientras que el rey abría la boca para dar la orden de disparar, se adelantó y gritó:

    « ¡Esperad! »

    Rozak se paró, sorprendido, al igual que todos los presentes, soldados o civiles. Los arqueros conocían al adolescente, y su orden equivalía sin duda a la del monarca, por lo que las flechas se mantuvieron en suspenso.

    Glaide se felicitó por esta disciplina, pero no buscó justificarse o añadir nada mas, en verdad le daba igual que todos y cada uno de ellos supiera que era el Destructor, porque lo habían entendido...

    Mientras que todas las miradas convergían en él, una sonrisa se dibujó en sus labios, y con la voz ronca por la excitación y la seguridad, dijo:

    « ¿Los orcos visten armaduras de mithril? »

    Bajando los ojos cruzó la mirada con sus compañeros, y fue suficiente... los siete rugieron:

    « ¡Los enanos! ¡Son los enanos que llegan! »

    Esta declaración fue acogida por un concierto de exclamaciones de sorpresa, después todo el mundo se puso a repetir esas mismas palabras con incredulidad:

    « Los enanos... ¿Llegan los enanos? »

    Rozak se giró y miró un momento al adolescente a su lado, después una sonrisa iluminó su rostro y ordenó en voz alta:

    « ¡Abrid las puertas! ¡Los enanos vienen a ayudarnos! ¡Que los soldados del interior de la empalizada formen un pasillo de honor, nuestros aliados han llegado! »

    El terror y el pánico fueron instantáneamente reemplazados por una enorme alegría, los militares lo hicieron mientras que la puerta de madera giraba pesadamente sobre sus goznes.

    Glaide, incapaz de quitar sus ojos del regimiento que se aproximaba, distinguió pronto claramente los reflejos del mithril. Los enanos avanzaban, con su paso pesado y seguro. El joven sintió que le recorrían escalofríos de excitación, mientras que no creía lo que veían sus ojos. Gardock había por fin respondido a su llamada...

    « Debemos acogerles, dijo Rozak. Ven. »

    Y los dos bajaron los escalones que llegaban hasta la puerta este, bajo las exclamaciones de los humanos y de los elfos presentes. El príncipe Falonel y sus dos consejeros estaban ya allí, entre las dos filas de soldados listos para revista. Vizc y Feren no tardaron demasiado en llegar, después Glaide y el rey fueron a completar el grupo.

    El joven se encontró con la mirada con sus compañeros, asintieron a sabiendas. Sentía que todos los guerreros le prestaban atención, al igual que los arqueros, los elfos y toda la población de Shinozuka, que estaban sobre las almenas para no perderse nada del espectáculo.

    Los ruidos de botas golpeaban el suelo y se hizo mas y mas notable, hasta que la tierra bajo ellos mismos se puso a temblar ante el paso cadencioso del pueblo enano. Cuando el primero de ellos, su soberano Gardock, franqueó la puerta de la empalizada, la multitud, humanos y elfos todos a la vez, ¡dieron un rugido de triunfo! Estos aliados tan esperados fueron ovacionados mientras que su columna penetraba poco a poco en el recinto.

    Cuando el último de los guerreros entró, se cerró la puerta con un gran ruido.

    Gardock se separó de sus hombres y se dirigió directo hacia Glaide. Sin ni siquiera echar una mirada a Falonel o Rozack, se dirigió al joven en estos términos:

    « Nos encontramos de nuevo cara a cara Destructor. Nuestro primer encuentro data de hace varios meses, una mota de polvo en nuestras vidas. Pero una mota de polvo que ha supuesto el instante mas importante de estos últimos siglos.

    Bienvenido a ti y tu pueblo, Gardock. Vuestra presencia es un honor y una alegría para todos nosotros, y aun mas para mí. Conozco la vida que habéis elegido, y agradezco vuestra decisión de cambiar.

    Todavía no sé si un joven humano puede ser mas sabio que un viejo enano, pero al menos has tenido el coraje de enfrentarte a la historia y las tradiciones. Veremos en los próximos años si mi decisión fue la acertada. »

    Y con esto tendió su gran mano recubierta de placas de mithril, en el interior se encontraba una cadena que Glaide reconoció inmediatamente.

    « Esto es tuyo, declaró el soberano. Los enanos honran siempre sus promesas. »

    Glaide recuperó la joya con emoción y se la colocó en su cuello. Fue en ese instante que se dio cuenta que este regalo lo había echado de menos, al igual que él poseía un cinturón que le habían regalado los habitantes de Orté-feldir, un shakuhachi de su maestro o un anillo dado por Menrick, había recuperado otro símbolo cargado de recuerdos...

    Gardock se volvió hacia Rozak, que le dio la bienvenida.

    « Los enanos están orgullosos de unirse a los hombres en su combate. Vuestra voluntad y vuestra solidaridad son un ejemplo.

    Aquí tenemos un ejemplo, al parecer, todos estamos decididos a seguirte, añadió el príncipe Falonel adelantándose. Buenos días, rey de los enanos. Hacía mucho tiempo que nuestros dos pueblos no han tenido contacto, y mucho mas tiempo la última vez que combatimos juntos. » 

    Los representantes de las tres razas se miraron mutuamente, mientras que los hombres no vivían mas que sesenta o setenta años, los elfos y los enanos moraban varios siglos sobre esta tierra, y para ellos lo que se estaba produciendo debía ser como una sacudida del pasado, que les había unido inesperadamente en el presente. « A nuestros ojos, pensó Glaide, Novak y Dzen son como una leyenda, y caminar sobre sus huellas nos da la impresión de dejar nuestra impronta en la Historia. Pero para las otras razas, los sucesos que se producen testimonian un eterno reinicio... »

    Gardock, Rozak, Falonel y Glaide se retiraron de la muralla para llegar hasta la ciudad, bajo los aplausos y los gritos de júbilo de la multitud. El joven notó mas de una vez las miradas incrédulas de algunos de los habitantes de la ciudad al enano y a él mismo, ¡no creían lo que veían sus ojos!

    El adolescente no trató de averiguar lo que hacían sus amigos, visto el número de contactos que habían hecho en el campo de entrenamiento, a fuerza de pasar su tiempo con ellos, les debían haber pedido su ayuda para instalar a los guerreros que acababan de llegar. Pronto, la gente se aproximaría a ellos y al Destructor, pero, ¡por el momento la euforia general les garantizaba, paradójicamente un poco de tranquilidad!

    Los representantes de cada raza, al igual que Glaide, pasaron algún tiempo en la sala del trono discutiendo las noticias que traían los enanos. Su viaje había sido relativamente tranquilo, aunque dos veces se habían desviado de su camino para masacrar a algunos monstruos, informando así claramente a Barrás que se trataba de una verdadera coalición... Gardock fue puesto al corriente de los últimos acontecimientos y el giro que los hechos tomaban.

    Discutieron sobre otros temas, sin, de todas formas, abordar claramente la batalla que estaba por llegar, y Glaide perdió rápidamente el interés en la conversación. Terminó por excusarse, después desapareció para unirse a sus compañeros.

    En el camino se cruzó con Ydref, Arline, Tyv y Paeh, ya inseparables:

    « Impresionante llegada, ¿verdad? Exclamó Tyv. ¡No pensaba encontrarme con los enanos en mi vida!

    Y, además, la ciudad sabe ahora que eres el Destructor, añadió Ydref.

    Tenían que saberlo pronto o tarde..., suspiró Glaide. ¡Al menos he hecho las cosas de manera original! »

    Sus cuatro interlocutores se echaron a reír, después continuaron tranquilamente su camino.

    Cuando el joven llegó a la empalizada se dio de bruces con Jorek, que intentaba discretamente desaparecer del lugar:

    « ¿Te vas? Dijo el Protector.

    - No te imaginas lo que debo soportar, ahora que todo el mundo sabe quien eres y que se han dado cuenta de que estábamos contigo, ¡nos acosan! Además, ¡el simple hecho de estar hablando contigo me va a valer innumerables preguntas!

    - Entonces, que será cuando la gente nos vea andar uno al lado del otro, ¡ven aquí! »

    Y Glaide agarró al mago por la manga y le forzó a acompañarle, sin que éste hiciera ninguna muestra real de resistencia... ¡Solo se lamentaba por su mala suerte!

    Llegaron al sitio designado como el cuartel de los enanos, y todos los soldados presentes, sin importar su raza, se pusieron inmediatamente firmes mirando a Glaide aproximarse. Aquel dio un suspiro de resignación, pero no hizo ningún comentario. En su lugar les ofreció una gran sonrisa a sus compañeros, que interrumpieron lo que estaban haciendo para ir a hablarle.

    « No os preocupéis por mí, dijo Glaide a los militares. Continuad con la instalación del campamento. »

    Y los Hombres, elfos y enanos volvieron inmediatamente al trabajo, no sin echar frecuentes miradas a los siete jóvenes.

    « Y bien, ¡esta vez he creído que la batalla se iba a iniciar hoy! Exclamó Gwenn. Hay que decir que hacía tiempo que lo esperábamos...

    - No estés demasiado ansiosa aconsejó Fendras con su eterna voz tranquila y mesurada. No creo que este acontecimiento nos deje buenos recuerdos...

    - Dicho esto, la espera es casi insoportable », observó Renhaï.

    Nadie podía decir cuanto tiempo se prolongaría, pero al menos la llegada de los enanos daba algo de animación.

    « ¿Creéis que habrá otra gran fiesta? Preguntó con avidez Jeremy.

    ¿Y por qué no? ¡Mientras haya un buen buffet!

    ¡Jorek, las celebraciones no tienen porque ser obligatoriamente a base de comida! Dijo Emily.

    Es verdad, ¡pero son las que mas éxito tienen! »

    La Magg levantó los ojos al cielo mientras que su Protector no pudo evitar sonreír.

    « Bien, dijo mas seriamente, parece que estamos al completo. Esta noche comeremos todos en compañía del rey y de nuestros aliados, será vuestra ocasión para encontraros con ellos. Mientras tanto tenemos que seguir ayudando a instalarse a los enanos. »

    Todo el mundo asintió y volvió al trabajo. Las personas presentes, viendo que el Destructor les prestaba su ayuda, le miraron con grandes ojos de sorpresa, sin osar dirigirle la palabra.

    ––––––––

    Durante toda la tarde, Glaide alternó entre recorrer el campamento para hablar con distintas personas y ayudar a la instalación de nuevas tiendas. Sin gran sorpresa constató que, absolutamente todo el mundo le obedecía, la menor de sus sugerencias era tomada como una orden, y los mismos militares de graduación se cuadraban en su presencia.

    Esta situación no le agradaba, pero se consoló pensando que había logrado mantener su identidad secreta durante el suficiente tiempo para beneficiarse de su estancia en la capital. Y después a sus ojos, solo importaban los momentos pasados con sus amigos, ayudar a la organización del campamento no era para él ni mas ni menos que un medio de hacer algo en su compañía.

    Tuvo, sin embargo, que abandonarles una hora antes de la comida para acudir a la Torre de la Aurora. Allí habló durante un buen rato con los enanos y los elfos sobre la katana que poseía y sus presuntos poderes, y cuando llegó la hora de cenar, fue con placer que los dirigentes de las razas se encontraron con Emily, brazo derecho del Destructor, y el resto del grupo.

    Capítulo 2

    Hacía varios minutos que la comida había, hablando con propiedad, terminado. Los últimos platos habían sido retirados, pero los invitados seguían alrededor de la mesa y hablaban de todo y de nada. Como era habitual, Fendras, Renhaï y Jorek estaban en un segundo plano, y por el contrario los jóvenes terrícolas no dudaron en dirigirse a sus aliados que respondían de buena gana a las preguntas que se referían a su mundo.

    Mientras que Glaide, en silencio, escuchaba sus conversaciones, de repente, se sintió invadido por una extraña sensación, sus pensamientos parecían volar lejos, para dejar sitio a un gran vacío en su mente. Casi inmediatamente sintió la necesidad de abandonar el lugar. Francamente se negó a mover antes de conocer el origen de su preocupación, pero rápidamente le pareció que, en realidad era Ayrokkan que estaba intentando dirigirse a él... Su mensaje no tomaba la forma de palabras en su cabeza, si no de imágenes, de sentimientos. Y el dragón le pedía reunirse sobre la colina al este de la ciudad... ¡inmediatamente!

    Sin perder ni un segundo Glaide se levantó y dijo:

    « Me tengo que ausentar un momento, pero estaré de regreso en breve. No os preocupéis por mí y continuad vuestra charla. »

    Y antes de que nadie pudiera pararle o le hiciera ninguna pregunta salió de la sala.

    En pocos minutos bajó las escaleras y desembocó en la calle. La llamada era cada vez mas apremiante, Ayrokkan se aproximaba y quería encontrarse con el joven sin mas tardar...

    Aquel dudó un momento entre tomar la dirección este o salir por la puerta principal, menos abarrotada. Al fin optó por esta solución y se dirigió con paso ligero hacia la entrada sur de Shinozuka. A esa hora no había mas que algunos guardias que sobrepasó corriendo sin saber si le habían reconocido o no.

    Una vez que hubo alcanzado la colina, para hacerlo tuvo que rodear la ciudad lo que no le llevó mucho tiempo por el tamaño de la ciudad, logró al fin llegar al pie de la colina. A su derecha se encontraba la muralla, y cuando comenzó a escalar no dudó ni un instante en que los centinelas se habían dado cuenta de su presencia, aunque a esa distancia, y con la noche cerrada, dudó que fueran capaces de saber quien era. ¡Sonrió imaginándose la incredulidad que se dibujaría en la cara de los soldados cuando vieran aproximarse la sombra de un dragón!

    El adolescente llegó a lo alto de la colina, sin aliento. No tuvo que esperar mucho, antes de que pudiera tranquilizar los latidos de su corazón, Ayrokkan se colocó a su lado, acompañado de su tradicional chillido seguido de un temblor de tierra y diversas ráfagas.

    « Contento de ver que estás bien, dijo Glaide como forma de saludo.

    Los enanos se os han unido al fin. Hacía varios días que les habíamos visto caminar.

    ¿Y no me has dicho nada?

    ¿No te ha gustado la sorpresa? »

    Y el dragón dio un rugido cercano a la risa.

    « Estoy contento de constatar que pareces menos preocupado que la última vez, dijo Glaide sonriendo.

    - La separación ha terminado, cada uno ha elegido su bando. Aunque sé lo que nos espera, sin embargo, se han tomado a la ligera algunas decisiones. No será, ciertamente, un placer luchar contra mis semejantes, pero al menos puedo concentrarme en la próxima batalla. »

    Glaide asintió lentamente.

    « Estamos listos, prosiguió Ayrokkan. Según tus instrucciones vigilamos los alrededores de Shinozuka.

    - ¿Sabes lo que les ha pasado a los bárbaros? Preguntó inmediatamente el adolescente, ya que la suerte de Skelf le inquietaba.

    Por desgracia no... No están cerca de aquí, ¿pero quieres que les busque? »

    Glaide suspiró, pero movió la cabeza, negativo.

    « Inútil, debemos centrarnos en el próximo combate... A este propósito, ¿tienes alguna otra noticia?

    - Sí, el ejército de Barrás se ha puesto en marcha. »

    Glaide sintió que le recorría un escalofrío, sin saber si se trataba de miedo o de excitación.

    « ¿Me puedes dar mas información? »

    - Ahora que los enanos se os han unido, deberéis ser casi tan numerosos. Esas tropas son una visión de pesadilla... Se extienden hasta casi perderse de vista, una masa negra en ebullición que destroza todo lo que encuentra a su paso. Todos los monstruos de las Tierras Conocidas se han reunido en un conjunto caótico, pero por desgracia hay un gran número de trolls, e incluso ogros...No pensaba que esas criaturas se unieran a Barrás.

    - Dicho de otra forma, nosotros también somos numerosos, pero estamos menos entrenados.

    Apenas hubo pronunciado esta frase el joven la encontró familiar. No le llevó mucho tiempo antes de acordarse de que era Drekhor el mismo, dirigente de Rackk, quien las había pronunciado poco antes de la batalla... « Hacía casi un año, pensó el joven. Casi un año ha pasado, y hemos llegado al mismo punto, combatir a las tropas de Barrás, defender a una ciudad... »

    El joven cruzó la mirada penetrante del dragón y fue brutalmente devuelto a la realidad.

    « De todas maneras debemos hacerle frente, dijo. Es demasiado tarde para echarnos atrás y creo que nadie lo desea. Sin embargo, no sé si es una buena idea revelar a los voluntarios que se van a tener que enfrentar a los trolls...

    - Os hace falta la ayuda de los bárbaros, cortó Ayrokkan. Sin ellos jamás los venceréis.

    - Espera, ¡tenemos de todas formas a los enanos y a los elfos de nuestra parte! ¡Sin contar a los Protectores y las Maggs que se nos han unido!

    - Enfrente se encuentran los noruks y los sátiros. »

    Glaide alzó los hombros con una indiferencia completamente simulada:

    « ¡Falta el Destructor!

    - La dirige un demonio. »

    Esta vez la sonrisa del joven desapareció inmediatamente.

    « ¿Un... demonio? Repitió incrédulo.

    - Exacto. Y, sin querer alarmaros, en la situación actual serás tú quien deba enfrentarse a él. »

    Glaide se quedó inmóvil, demacrado.

    « ¿Voy a tener que... combatir con un demonio? »

    Ayrokkan bajó tranquilamente la cabeza. De repente, el chico tuvo ganas de gritar, no había en absoluto previsto que tendría que hacer frente a tal criatura... Las historias que le habían contado, y el discurso del mismo Kezthrem, daban a entender que eran increíblemente peligrosos, provistos de gran fuerza, de una velocidad y una resistencia fuera de lo común, eran los que tenían mas artefactos mágicos que multiplicaban sus capacidades.

    « Pero no tengo en absoluto ninguna posibilidad..., murmuró Glaide aterrado.

    - ¿Crees de verdad que los campesinos que has reclutado se han enfrentado alguna vez a los orcos? »

    El joven cruzó su mirada con los ojos amarillos del dragón sin impresionarse lo mas mínimo.

    « ¿Me reprochas haber mezclado todos esos pueblos? Preguntó con una voz en la que se percibía la cólera. ¿Debo recordarte que eligieron ellos mismos su destino?

    - No te reprocho nada, replicó el dragón con tranquilidad, pero debes ser consciente de que la guerra que se anuncia no será fácil, y no hay nada ganado de inicio.»

    El chico se calló durante un instante y decidió no pensar en el demonio, no serviría de nada que empezara a tener miedo ahora. Debía mantener la sangre fría. Pronto tendría tiempo para temblar cuando se encontrara, cara a cara, con la criatura...

    « ¿Cuánto tiempo? Le terminó por preguntar.

    - Dos días, tres a lo máximo. Te mantendré prevenido cuando nuestros enemigos estén a menos de una jornada de Shinozuka.

    - En ese caso supongo que celebrar la llegada de los enanos ya no es una opción... »

    Los dos amigos se callaron y miraron en dirección a la ciudad donde brillaban innumerables luces. Comenzaba a hacerse tarde y nadie dormía, en realidad todos debían estar ocupados en conocer a los miembros de las otras razas. Después de todo la mayor parte de los humanos no habían visto nunca a enanos o elfos, y recíprocamente, muy probablemente.

    « Debo prevenir al rey esta misma noche, dijo al fin Glaide. No podemos hacer nada por el momento, pero mañana a primera hora discutiremos la estrategia. ¿Quieres unirte a nosotros?

    - Creo que tendría problemas para entrar en la torre... », dijo Ayrokkan con sentido del humor.

    Sin embargo, rápidamente se puso de nuevo serio:

    « No, tú me dirás lo que debo saber en el momento adecuado. Nosotros los dragones tenemos gran capacidad de movimiento, y puesto que debemos enfrentarnos a nuestros semejantes no necesitamos una estrategia, nuestra lucha se desarrollará en el cielo y la vuestra en tierra. »

    Glaide asintió.

    « Entendido. En ese caso regreso para ver al rey. Si quieres que nos volvamos a ver de nuevo emplea la forma que nos une, como lo has hecho, ¡funciona muy bien!

    - Te doy el mismo consejo. »

    El adolescente bajó la cabeza después dejó la colina mientras que, a su espalda, Ayrokkan reiniciaba el vuelo.

    Decidió evitar de nuevo la empalizada y comenzó a rodear la ciudad para llegar hasta la puerta principal. Esta vez, sin embargo, los guardias no le dejaron entrar

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