Ecos del Campo: Relatos y Retratos
()
Información de este libro electrónico
Es también la historia del campo mismo: Sobre los cambios en la explotación de la tierra y su influencia en la vida de la población, los animales y las plantas.
Por último, es el relato del exilio de los padres, que emigraron de Europa para construir una nueva existencia en Argentina y el exilio de los hijos, que al igual que ellos, dejaron atrás su país de origen en búsqueda de un destino propio.
Elvira Ochoa de Zuazola
Elvira Ochoa de Zuazola 1946 Roberts/Argentina Promoción en la Escuela de Arte de la Universidad de Córdoba y estudio en la Escuela de Música de Munich. Numerosas composiciones musicales para la televisión y radio alemana.
Relacionado con Ecos del Campo
Libros electrónicos relacionados
Lluvia roja Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos que habitan en ti Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos diques Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos De Aventuras Y Magia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa marca indeleble Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFuturo imperfecto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBestiario Personal: Narrativa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl ataque de las moscas anoréxicas: Cuentos para (niños) grandes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAnaconda Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Descansa Benito Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMaldita II: La Respuesta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl nido de jilgueros y otros cuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAnécdotas rurales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesParaíso portátil / Portable Paradise Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHuracán Otto, la noche que duró muchos días Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Banner, historia de una ardilla Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAbuelo, ¿me cuentas un cuento? Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVida de cigüeñas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos del Jardín Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa cabrita Manú Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl fin del letargo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl paisano Aguilar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesParque Asturias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUlka, la chica de la era de hielo: La ley de la sangre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRaptorgamer y la mujer loba Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesKurt Savoy Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNía Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las aventuras agrícolas de un cockney / Las aventuras de un padre de familia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMe llamo Siba y soy una piedra Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El refugio de Sandrine Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Vida familiar para usted
Los divagantes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Emerge o muere: Lo había perdido todo, solo tenía dos opciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Orgullo y prejuicio: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Literatura infantil Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El hijo de redención Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La casa de los espíritus de Isabel Allende (Guía de lectura): Resumen y análisis completo Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Fortuna Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Y el shofar sonó Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Descalabrados: ¿Qué harías si las personas que más amas te traicionan? Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El jardín de Leota Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como ser un estoico Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPor la vida de mi hermana (My Sister's Keeper): Novela Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las cosas que no nos dijimos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las normas de la casa: Una novela Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un cuento triste no tan triste Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El huésped Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vencedor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Expiación Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tinnitus (3 horas de vida) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El hilo escarlata Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Coronada Por El Amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa nieta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCrisantemo blanco Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El profesor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5David Copperfield: Clásicos de la literatura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos nombres epicenos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Don Nieve Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl palacio secreto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Todo nos sale bien Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Comentarios para Ecos del Campo
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Ecos del Campo - Elvira Ochoa de Zuazola
Elvira Ochoa de Zuazola de Zuazola
1946 Roberts/Argentina
Promoción en la Escuela de Arte de la Universidad de Córdoba y estudio en la Escuela de Música de Munich.
Numerosas composiciones musicales para la televisión y radio alemana.
A mi hermana Maruca
Con cuánto dolor abandonamos algún lugar, aunque sabemos muy bien que no podemos quedarnos allí.
Johann Wolfgang von Goethe, Fausto
Cada vez que volvía de mi exilio voluntario a Argentina, mi país de origen, tenía una secreta esperanza: que algo ocurriera que me obligara a quedarme allí, haciendo imposible mi regreso a Europa.
Muchas veces regresé a mi país y tantas veces me volví a ir. Con tristeza, pero también con alivio, como después de separarse de un viejo amor, por tener la certeza de no poder compartir ya una existencia.
Nos vamos para volver, volvemos para irnos de nuevo
, dijo el escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti, que vivió el exilio.
Muchas veces me pregunté el por qué de esa dualidad, el querer dos cosas contrarias a la vez: por un lado el deseo de quedarse, por otro el de irse, si se trata de algo personal o de un sentimiento que muchos argentinos llevan consigo dentro. Como una nostalgia heredada de nuestros padres, emigrantes que abandonaron su tierra natal para ir a esas tierras lejanas a comenzar una nueva existencia, que allí se quedaron y allí murieron, sin poder olvidar las montañas de su país. Fernando Pessoa lo dijo: La patria está donde no estamos
.
INDICE
De los Pirineos a la Pampa
La casa de San Gregorio
La fauna
de San Gregorio
Los peones
Otro protagonista
Eduardo Maggio el arquitecto
El sordo Sánchez
Basilio Solís y Toro
Arturo Chicho
Storni Ortiz
Yolanda
La escuela y las primeras clases de piano
El Colegio
La universidad
Despedida de Córdoba
De la Pampa a los Alpes
Reencuentro con el campo
De los Pirineos a la Pampa
Francisco Ochoa de Zuazola, nuestro padre, partió de España a los quince años. En el caserío familiar en el País Vasco, quedó su padre Gregorio, su madre Josefa y algunos hermanos.
El caserío „Lomendi", País Vasco, sitio de la familia desde varias generaciones
Su mamá lo acompañó hasta el puerto de Bilbao. Allí se despidió de él después de recomendarlo a una familia que también emigraba a Argentina. A su madre y a su padre, Francisco no los volvería a ver.
Después de casi un mes de viaje en barco llegó al puerto de Buenos Aires, donde un tío suyo lo esperaba. Ese tío, Pedro Ochoa de Zuazola, nacido en el mismo caserío familiar en el País Vasco, había emigrado a Argentina años atrás. Comenzó arrendando algunas tierras y con la cría de ganado había logrado hacer una considerable fortuna. Si la compra venta de ganado, sobre la que fundó su capital, siempre fue dentro de los términos de la legalidad, de eso no estoy segura. Nuestro padre hizo algunas insinuaciones al respecto sin relatar hechos concretos. Eran tiempos en los que las leyes estaban tan poco asentadas, como el ganado que andaba suelto, sin marca que atestiguara quién era su dueño, ni alambrados que frenaran su desplazamiento.
Con el tiempo, ese tío suyo fue adquiriendo más campo y más ganado. Una estancia de cinco mil hectáreas que compró en medio de la pampa, sería el lugar en donde nuestro padre pasaría el resto de su vida.
Arreando a caballo una manada de quinientos novillos emprendió el viaje hacia esos campos.
Cuarenta días y cuarenta noches duró la travesía, durmiendo a la intemperie, con la montura como almohada y un poncho impermeable como única manta. Así llegó a San Gregorio
, una casa grande sin árboles, en medio de la pampa, donde lo único familiar para él era el nombre: Gregorio. Así se llamaba su padre, nuestro abuelo, quien había quedado al frente del caserío en la lejana vascongada.
Era el año 1920.
Las cuatro alamedas que hoy desembocan en la casa, las plantó nuestro padre.
A esos árboles los vi crecer
, me dijo poco antes de su muerte. Soy más viejo que ellos
.
La casa de San Gregorio
La casa de San Gregorio siempre tuvo algo de misterioso. A la noche, parecía tener una voz propia.