Esperanza
Por Priscilla Castro
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En su primera obra Esperanza; Priscilla mezcla la fantasa con los hechos reales, donde envuelve la tristeza, el erotismo y los misterios en una misma aventura nica. Llevando al lector de una poca a otra, con el joven Paki. Donde su fuerza se alimenta de la Esperanza, en dos pocas diferentes. Viendo que la esclavitud es una enfermedad de la humanidad, desde siempre. Donde hoy en da es llamada explotacin y es declarada como un crimen, en sus diferentes formas y sentidos. El joven Paki an cansado y confundido en dos poca, no perdi la Esperanza para encontrar su felicidad.
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Esperanza - Priscilla Castro
Esperanza
Priscilla Castro
Copyright © 2011 por Priscilla Castro.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso: 2011927051
ISBN: Tapa Dura 978-1-6176-4923-3
Tapa Blanda 978-1-6176-4925-7
Libro Electrónico 978-1-6176-4924-0
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.
Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.
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Índice
Agradecimientos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
PARA: HIGINIO LORENZO CASTRO VALENCIA
El hombre más sabio del mundo
Y el que más amo
Mi Padre
1938-2009
PADRE MIO
Quiero pedirte perdón,
Por haber estado tan cerca y tan lejos a la vez.
Por no haber visto tu adiós y sin embargo este adiós
fue inevitable.
Pero en mis recuerdos,
Padre Mío
Serás mí gran Amigo
De grandes consejos e historias.
Que llenaban mi mente y mi corazón.
Con el gran amor de lo que siempre serás
Padre Mío
Porque ya no tendré esos encuentros inevitables,
Tampoco esas historias que inventabas
Para calmar mis angustias.
Pero siempre tendré los recuerdos
De tu gran sonrisa,
Del brillo de tus ojos
Y de tus sabios consejos,
Que aun llenan mis pensamientos.
Padre Mío
Aquí dejaste el aroma de tus sueños,
El mismo aroma de dolor y Esperanza.
Recuerdos del pasado
Esperanza en el futuro y
Sin lugar duda,
Padre Mío
Aquel gran flamboyán
Que algún día sembraste
Se inca ante tí.
Padre Mío
Sé que tú estás, en algún lugar mejor.
Me imagino
Que volando por los bosques de
Costa Rica
Lugar que te lleno de esperanza e ilución.
O tal vez,
A orilla de sus ríos
Entre los árboles y praderas
Con un Sol maravilloso y un aire fresco.
Posiblemente,
Organizando tus ideas, para una vida nueva
O quizás como un ángel
viajando por el mundo
Buscando las mil maravillas.
O como,
El pequeño Pipo costarricense
Aferrado a sus ideas.
Quiero que sepas,
Padre Mío
Que te Amo y nunca Te Olvidare.
Agradecimientos
Alex y Max ¡Gracias!
A mis dos hijos, que han sido mí base y que sostienen mi vida. Por su motivación y por dar siempre lo mejor. ¡Gracias!
Porque aún recuerdo aquella noche, terminando este libro les pregunte: ¿Qué haríamos primero?, ¿ir a Disney o publicar mí libro? y los dos contestaron: Mami, primero tú libro y el próximo año vamos a Disney.
Esas palabras me llenaron de alegría y emoción. ¡Gracias!
Gracias, por su confianza.
¡Los Amo!
Para Inés Rodríguez, mi madre y a Miguel Marrero Padilla por estar siempre presente para ayudarme sin esperar nada a cambio, solo las Gracias. Debo agradecer de manera muy especial y sincera a mí hermana Berta Castro por su ayuda incondicional y motivación. A mí gran amigo. ¡Él sabe quién es! Por su gran apoyo y esos gratos momentos que me ayudaron a inspirarme.
Jamás los olvidaré, porque ustedes han depositado en mí, un gran amor.
¡Gracias!
Capítulo 1
Después del descubrimiento de América y la gran explotación de sus recursos naturales, los indígenas fueron masacrados, dando paso a los primeros esclavos negros en América. Siendo estos más fuertes que los esclavos nativos. En el 1518 la introducción de esclavos negros fue controlada, pero en el siglo XVII hubo un gran incremento, debido a la fuente de ingreso, que generaba la trata de esclavos y de su mano de obra gratis. Los negros eran considerados seres inferiores. Las condiciones de transporte eran insoportables e inhumanas para cualquiera. Eran encadenados por el cuello en grupos de seis, con las manos amarradas y los pies encadenados con argollas. No tenían acceso al aire, al sol o a la luna porque viajaban bajo cubierta, menos al agua, al aseo pero sí a los maltratos físicos y verbales; eran como el aíre que respiraban. La comida era una cucharada de pure de maíz, por esclavo, que al repartir, no alcanzaba para más de veinte esclavos y era entregada cada veinticuatro horas.
Para el 1818 casi la mitad de la población Americana eran esclavos o negros y ahí, La Hacienda Radford, estaba en su pleno crecimiento. Las siembras se concentraban en el maíz, el algodón y las uvas para el vino. Siendo el ganado de menor progreso, pero no menos importante en La Hacienda. Los caballos eran tan importantes como la misma siembra. Mi padre siempre me decía un hombre sin caballo o sin revólver, es como un jardín en primavera sin flores
.
La Familia Radford era una familia muy adinerada, de mucho poder dentro del pueblo y conocida en otras regiones, ya que su apellido Radford
era de grandes comerciantes y se caracterizaban por ser personas sin corazón. De fuertes valores, que a la vez se perdían como las hojas en el bosque cuando se trataba de sus negocios. No había forma de ganar un negocio con esta familia. Más sin embargo, en las haciendas aledaños decían que consentían y trataban muy bien a sus esclavos. ¡Claro!, que a comparación, creo que sí.
Nos daban dos comidas si terminábamos el trabajo a tiempo. Podíamos comer legumbres con un pedazo de carne, que en ocasiones era sustituido por un pedazo de pan duro, pero créanme ¡era el pedazo de pan más duro y sabroso del día! y había que comerlo como si fuese el último. Ya que si no terminábamos el trabajo a tiempo, podríamos quedar sin comer hasta el día siguiente y eso era escuchar durante toda la noche el estomago tuyo o del que estuviese al lado tuyo, crujir como un perro hambriento. Sentir ese dolor que era peor que los golpes o castigos que nos propinaban.
Al estar sin comida o con poca comida durante días, tu cuerpo empieza a consumir la grasa y liquido de él mísmo, la piel se vuelve pálida, fría y seca como una hoja marchita. Ver las lagrimas caer sin mojar tu rostro y casi sin poder dormir por el dolor y el malestar que provocaba el estomago vacío. Sentir tú corazón latir cada vez menos y aun así levantarse a la mañana siguiente a las cuatro de la madrugada, para comer un pedazo de casabe y té de jengibre o un guarapo caliente, para trabajar las tierras. Tierras que jamás serán tuyas, tierras que te ven nacer y morir. Entre nacer y morir, el sufrimiento de ser un esclavo en esa época de ignorancia humana. Esa ignorancia del hombre que ha existido siempre para derramar sangre, la misma sangre que absorben las raíces de los árboles, que jamás podrán hablar y decir que es una estupidez, pero de esta forma crecerán más fuertes y grandes para ver más lejos de lo que el ser humano podrá ver.
Al padecer de alguna enfermedad contagiosa o alguna herida que no curaba, llegaba el médico que nunca se graduaba de medicina y nos atendía. ¡Sólo en algunas ocasiones! Más no era un gesto de generosidad, sino de necesidad del Señor de la Hacienda para proteger su valiosa inversión, ya que si un esclavo moría o lograba escapar con éxito, el amo tendría que ir con un Capataz y varios hombres más, durante casi tres semanas, cerca del Río Delawer a comprar otro esclavo en el mercado negro, de vez en cuando aprovechaba el momento para visitar algún burdel y comprar a su vez algunas provisiones. Los esclavos ¡Eran un instrumentos de producción!.
Nos clasificaban en tres tipos de esclavos. Los Domesticas, los de Tala y los Jornaleros. Los domésticos solo trabajaban en las tareas del hogar y en muchas ocasiones, solían ser esclavas del sexo para los señores de la maldita Hacienda. Compraba sus esclavas desde muy joven y si eran puras su valor incrementaba en el mercado negro, pero esto no era solo en mujeres, en los hombres jóvenes en especial los niños