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Las Llaves Sagradas De Kurustán
Las Llaves Sagradas De Kurustán
Las Llaves Sagradas De Kurustán
Libro electrónico288 páginas3 horas

Las Llaves Sagradas De Kurustán

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Kurustn es uno de los sitios ms hermosos que puedan recordarse en Toril, el planeta ms azul del universo. Pero en ese apacible reino ha ocurrido una desgracia de grandes proporciones: unos seres malignos han robado las Llaves de la Historia y el Destino de su recinto sagrado. Por cada da que las llaves no estn resguardadas, Kurustn perder 10 aos de memoria y 10 aos de porvenir. Al mismo tiempo, la princesa Galia de Angia ha sido secuestrada.
Este libro narra el peligroso viaje, pleno de aventuras, que debe emprender el prncipe Abis, junto con un selecto grupo de guerreros kurus, para recuperar la historia y el destino de su reino, as como rescatar a la bella Galia. Con la sola ayuda de un mapa, la inspiracin de sus ancestros, la fe en sus dioses y la trascendencia de su misin, tendrn que enfrentar a las numerosas fuerzas de la oscuridad mientras recorren sitios inhspitos, en los que encontrarn peligros constantes.
Narrado con sencillez por el autor, y enriquecido por bellas ilustraciones y mapas, Las Llaves Sagradas de Kurustn es una invitacin a mirar a lo grande, como hacen los nios, para descubrir mundos fantsticos que habitan dentro de nosotros. Es, asimismo, un recordatorio de que los humanos debemos vivir las odiseas necesarias con el fin de construir una gran comunidad pacfica, prspera, justa y armnica. Hay que empezar por imaginarlo para volverlo real.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento29 dic 2011
ISBN9781463314255
Las Llaves Sagradas De Kurustán
Autor

Javier Martínez Staines

Javier Martínez Staines es escritor, periodista y editor de revistas. Nació en la Ciudad de México, a la que le une una intensa relación de amor-odio, en la que suele ganar la primera parte. Es un glotón en constante dieta, viajero frecuente, melómano incurable y compensa todos sus excesos con sesiones de Bikram yoga. En su faceta periodística, ha entrevistado a muy diversos personajes para distintas publicaciones en México y América Latina, fue columnista de las revistas Expansión y Poder, y actualmente es columnista de la revista Esquire. Como autor, publicó anteriormente Zoo Inc., Usos y Costumbres de la Jungla Corporativa. Hoy está al frente de los contenidos de una importante empresa editorial y se mantiene activo en twitter a través de @javierstaines. Ha sido reconocido como Young Global Leader por el World Economic Forum en Davos, Suiza.

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    Las Llaves Sagradas De Kurustán - Javier Martínez Staines

    Las Llaves

    Sagradas

    de

    Kurustán

    Javier Martínez Staines

    Ilustraciones de Agata Raczynska

    Copyright © 2011 por Javier Martínez Staines.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2011963298

    ISBN:     Tapa Dura                978-1-4633-1424-8

                    Tapa Blanda            978-1-4633-1426-2

                    Libro Electrónico    978-1-4633-1425-5

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847

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    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    378733

    Contents

    Nota Del Autor

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    Glosario De Nombres

    A mis hijos Andrés y Sara, para quienes fue escrito este libro.

    A mis padres, siempre presentes con palabras de apoyo.

    A Fernanda, inspiración cotidiana y centro de gravedad.

    Nota Del Autor

    Así como la gente se olvida de la gente, también los lugares son muchas veces borrados de la memoria. Regiones enteras se convierten en panteones de la historia porque no aparecen más que pocos registros de su existencia, regados por ahí en libros sepultados en rincones poco frecuentados en librerías. Y uno de los sitios olvidados más bellos que puedan recordarse es el Reino de Kurustán.

    Este libro tiene como propósito recuperar y honrar la memoria de esa región, la más esplendorosa de Toril, el planeta más azul del universo. El siguiente relato no tiene, pues, mayores pretensiones que poner en la geografía mental de los pequeños (y no tan pequeños) lectores el mapa de un reino habitado por hombres y mujeres pacíficos que lograron llevar a cabo la increíble odisea de construir una comunidad próspera, justa y armónica.

    Piensa a lo grande, decía el hombre que quería ser descubridor. Mira a lo grande, decía el niño, y descubría, ha escrito Peter Handke, en honor a la eficaz sencillez con que opera la infancia y que la adultez, con toda su carga acumulada de prejuicios, nos hace olvidar. Por eso hoy me atrevo a mirar, como lo hacen los niños todos los días, para poner en el papel lo que los ojos de mi alma no dejan de observar desde hace tantos años: montañas de palabras que, al juntarse, conforman una cordillera fantástica que ha recorrido mi mente desde la infancia. A fin de cuentas, los niños siempre tienen la razón. Y son los únicos que saben que todo es real. Que basta con imaginarlo para que exista.

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    1

    El Secuestro De Galia

    Fue la noche más triste y larga de la historia del reino de Angia. Y si algo había distinguido a este país de oriente, ubicado más allá de las impenetrables Montañas del Balaam, eran sus días largos, tan largos que abreviaban las noches; y sus alegrías, tan a menudo cantadas y bailadas en todos sus puntos cardinales, que opacaban las tristezas.

    Pero esa noche fue diferente. Por primera vez, en el reino de las arpas y las flautas melódicas la música calló para ceder su lugar a los sollozos y al desencanto. Angios de todos los géneros, edades, condiciones sociales y latitudes lloraban desconsolados por las calles de las ciudades y los valles verdes de los campos, mientras la noche se percibía más oscura que nunca antes, oprimida por un cielo vacío de estrellas.

    En el Palacio Real de Angia, a las afueras de Birma, la próspera capital del reino, los reyes Gor y Goralda intentaban darse consuelo uno al otro dentro de uno de los vestíbulos. Unas horas antes todo había ocurrido demasiado rápido. No habían podido reaccionar con oportunidad para evitar la desgracia. Cuando se dieron cuenta de lo que ocurría, ya se la habían llevado. El sorpresivo y vertiginoso ataque de los brujos fue demoledor: centenas de guardias reales heridos y varias decenas más muertos, tirados en los pasillos y habitaciones del palacio. Al rey Gor la impotencia le hacía estallar la rabia en las vísceras, porque ni él ni nadie más en todo el palacio, y en todo el reino, pudo evitar que los brujos llegados del Norte se llevaran a su hija Galia y, en un instante, se esfumaran junto con la luz más destellante de su vida.

    El monarca aún sentía lacerantes los gritos de su hija, que se había defendido como había podido, pero los brujos se impusieron con la fuerza de la magia. Habían secuestrado a su única hija, su ángel amoroso, arrancada de su propio regazo, de su casa, de su país. Y ahora le invadía la amarga desazón de la incertidumbre de no saber adónde se la habían llevado, si la dañarían, si le quitarían la vida, si en algún momento la volvería a ver.

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    Ese día, al asomarse el sol por las numerosas ventanas del palacio, la princesa Galia salió a pasear, como todas las mañanas, por su sendero favorito del bosque, un paraíso de flores de todos los tamaños, colores y olores, sembradas tanto en la tierra generosa del norte de Angia, a unos cuantos metros del palacio, como crecidas en los árboles: orquídeas, camelias, gladiolas y bromelias, todas como ojos alegres entre la espesura de la vegetación. El propio rey Gor la vio volver, a media mañana, y subir por las escalinatas principales del palacio rumbo a su alcoba. Un rato después salía suspendida en el aire en medio de un grupo de brujos que invadieron por sorpresa su hogar.

    Por la tarde, antes del crepúsculo, en medio de la emergencia que ya había movilizado a miles de tropas angias en todos los puntos cardinales del reino, desde Gubara, la puerta del sur, y Bashimí, la aldea de las montañas, hasta las ciudades norteñas de Badua y Rada, incluyendo a la élfica Sumi y a la lejana Krusta, ubicada en la boca más estrecha del Golfo de Angia, el rey Gor se había reunido con los líderes militares y los alcaldes de todas las poblaciones para idear el modo de encontrar a Galia. Cuando ya todos se habían sentado en el Gran Salón de Actas, ubicado a un costado del vestíbulo principal del palacio, ingresó, a paso lento pero firme, un anciano de figura elegante y rostro sereno, cuya piel estaba tan partida por la edad, que asemejaba los gajos de una mandarina.

    -Bienvenida sea tu sabiduría, Mortimor –dijo el rey Gor, al ver entrar al anciano a la sala.

    -Mi sabiduría es insuficiente para determinar la salida de esta terrible tempestad que sólo marca el inicio de una serie de infortunios para nuestro mundo –respondió con voz pausada el hombre de los cabellos plateados, que se acomodaban con rebeldía sobre los hombros huesudos.

    La atención había sido fijada por completo en Mortimor, el leal y venerado consejero del rey Gor, el único hombre en el reino que entraba y salía del palacio como si fuese su propia casa y que de todos era sabido poseía una sabiduría inequiparable en toda Angia, por lo que su palabra era respetada tal y como si viniera del mismo monarca.

    Mortimor tomó asiento en una de las cabeceras de la larga mesa de madera oscura, que rimaba a la perfección con los diversos detalles de caoba que contenían las salas del palacio, a la vez austeras en su decoración.

    -El secuestro de nuestra princesa es el inicio de las mayores desgracias que podamos imaginar. Katany, el Gran Brujo, ha tejido una alianza con Krima, la diosa de las Tinieblas que ha consolidado su poder en la Selva de la Muerte, donde ya reinan sus ejércitos de la oscuridad de Norte a Sur, y de cordillera a cordillera. Se han llevado a nuestra princesa para ofrecerla a Krima, así como pronto cometerán un crimen indescriptible en el reino amigo de Kurustán. Para los brujos, la gran erupción del volcán Krimata, que ahora ocurre, marca el momento de imponerse y de vencer, de una vez por todas, a los seres humanos y a los elfos. Esa es su misión más trascendental. Esto es a lo que nos enfrentamos.

    -¿Adónde la llevaron? –preguntó el rey Gor.

    -Nuestra Galia, oh mi rey Gor –respondió el anciano-. Debe ir camino a la Gruta de las Cavernas Rojas, en el corazón mismo del Bosque de la Oscuridad Perpetua. El escondite de Katany.

    La respuesta a las palabras de Mortimor fue un silencio doloroso, con mezcla de incredulidad y de impotencia. Una guerra de dimensiones desconocidas había comenzado. Por lo pronto, su primera manifestación había repercutido en que el reino de Angia viviera la noche más triste y larga de su historia.

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    2

    El Libro De La Historia Y El Destino

    Corría el mes cuarto del año 924 después del Gran Kuru. El sol ardía con una intensidad poco común e iluminaba todos los rincones del inmenso territorio de Kurustán. Era un día de fiesta.

    El Palacio del Monarca había sido cubierto de grandes listones azules que colgaban majestuosos desde lo más alto de las torres hasta la tierra rojiza. El rey Bakis, monarca supremo de Kurustán, no cabía en sí de gozo: su esposa, Krysta, había engendrado a su primer hijo, un varón. Tras diez años de infructuosa espera, por fin Bakis podía ser padre y anunciaba, tañendo las campanas, que el príncipe heredero de Kurustán acababa de nacer.

    En Labsná, la capital, y en los diez villorrios que habitan las frescas y húmedas tierras del reino, se escuchaban las campanas, los tambores y las arpas. Mientras algunos bailaban alegremente, otros bebían vino de dátil. Los voceros del palacio, en sus caballos, habían llegado con gran velocidad a cada población con la noticia del nacimiento del príncipe. En menos de cinco días hasta los lejanos villorrios de la Península de Makur, en la región del Sur, ya conocían la buena nueva e iniciaban sus festejos.

    Desde el balcón más alto del palacio, el rey Bakis saludaba a los peregrinos que llegaban de Labsná y de las aldeas más cercanas. En la entrada, así como en el Vestíbulo del Pueblo, se ofrecía pan, pescado, dátiles, higos, leche endulzada de cabra, cerveza de raíz y vino de dátil para quienes llegaban a darle sus parabienes al rey. Los kurus, tan iguales a los seres humanos, que de esa manera también eran conocidos, de la Tierra Alta y de la Tierra Baja, de las montañas y del mar, del río y de los bosques, llegaban con obsequios en sus manos destinados a enaltecer la imagen del recién nacido. Se había anunciado ya que el príncipe llevaría por nombre Abis, cuyo significado, en idioma kuru, era el bienhechor.

    Mogul, el viejo consejero del reino, sonreía hacia afuera, pero sentía una angustia en el alma que le provocaba un dolor intermitente en el pecho. Era el único que realmente conocía la importancia del nacimiento del príncipe, el quincuagésimo de la estirpe de Klappo, descendiente directo e hijo predilecto del Gran Kuru. Sabía que era un momento de suma importancia en la historia de Kurustán y que se avecinaban, junto con los tiempos de mayor abundancia y riqueza para el reino, un periodo de grandes dificultades. Sabía que, justo cuando Abis cumpliera 20 años, el volcán Krimata lanzaría bolas de fuego, anunciando el inicio de una serie de desventuras.

    En el voluminoso Libro de la Historia y el Destino estaba escrita la historia del pasado y las predicciones del futuro de Kurustán. El único hombre capaz de interpretar los símbolos de los capítulos de predicciones del libro, de más de 16,000 páginas, era precisamente Mogul, el gran sabio del reino y dueño de toda la confianza del rey Bakis. Sólo él y el rey conocían el escondite de la llave del Mausoleo de los Recuerdos, recinto ubicado dentro del Templo de Deoni, del otro lado del Lago Hondo, donde una espesa y permanente neblina ocultaba el cuerpo resplandeciente del edificio de piedra, del que sólo se asomaban las cuatro torres, que medían más de 300 metros de altura.

    Aún antes del nacimiento de Abis, Mogul invertía largas horas en estudiar, día tras día, las páginas del Libro de la Historia y el Destino. Sin embargo, desde el mismo instante en que se enteró de que la reina Krysta se encontraba encinta, supo que venía en camino Abis y, junto con él, un periodo de agitación profunda para Kurustán, por lo que más que triplicó el tiempo que dedicaba a recorrer las páginas del libro, dentro del Mausoleo de los Recuerdos. Ahí, todos los días repasaba ansioso el árbol genealógico de los gobernantes de Kurustán: Abis, hijo de Bakis, nieto de Nur, biznieto de Kamis, tataranieto de Bumo…. Así lo hacía hasta llegar a Klappo, el hijo predilecto, el autor del Libro de la Historia y el Destino, inspirado en las palabras, enseñanzas y profecías del Gran Kuru.

    De acuerdo con sus hallazgos, nunca antes el Bien y el Mal librarían tales batallas como las que se aproximaban. Ni siquiera cuando la sangrienta guerra contra Bonia. Intentó, infructuosamente, descifrar todos los códigos, pero por más esfuerzo que ponía sólo lograba unir algunos tramos, como el que decía: El quincuagésimo soberano de la estirpe de Klappo, varón único, símbolo de libertad, para poder acceder al trono, tendrá que desposar a la blanca doncella de Angia, de nombre Galia, quincuagésima doncella de la estirpe Nimis del Soberano Reino de Angia… Pero tendrá que rescatarla de recóndito sitio al que para acceder sólo podrá tomar una ruta, en la que hallará un sinfín de desventuras y peligros que provocarán penurias, escasez y dificultades en Kurustán….

    De acuerdo con los estudios de Mogul, el viejo sabio, el libro hacía referencia a un rescate imposible, porque comprendía que el recóndito sitio sólo podía remitir a tierras habitadas lejos, muy lejos, de la frontera kurustaní. Descifraba, con dificultad, que esa ruta cruzaba por los gélidos Montes Bigus y la impenetrable Selva de la Muerte, de donde nadie jamás había vuelto, con la única excepción del Gran Kuru, el divino maestro, quien reseñó con todo detalle, a través de su hijo Klappo, el mundo de peligros, desesperación y muerte más allá de Kurustán. Quienes lo intentaron después, atraídos por las hazañas del Gran Kuru, jamás volvieron. Nadie.

    Tras conocer la noticia del embarazo de la reina Krysta, Mogul había tenido, además, un sueño frecuente que se convertía en una clara y aterradora visión del futuro: la princesa Galia, de Angia, era secuestrada por la tribu de los Brujos, quienes la llevaban al corazón indómito del Bosque de los Brujos, dentro de la Gruta de las Cavernas Rojas, en la guarida secreta de Katany, el Gran Brujo, quien no sólo ocultaba en su escondite a la mujer amada de Angia, sino que también se apoderaba, después de una misteriosa misión, de las Llaves Sagradas de la Historia y el Destino de Kurustán. Y Mogul sabía que esas llaves, tan doradas que brillaban como el mismo sol, contenían todo el poder del pasado y del futuro de Kurustán: había descifrado que cada día que pasara sin las llaves en su sitio, dentro del Mausoleo de los Recuerdos, significarían diez años borrados de la historia, lo que derivaría en la pérdida de la memoria de las grandezas de este reino. Pero eso no era lo peor: también implicaba que por cada día habría diez años menos de porvenir, lo que ponía en riesgo la propia subsistencia de Kurustán.

    Mogul sabía ya, entonces, que el viaje que el príncipe Abis tendría que emprender dentro de veinte años estaría lleno de peligros. Justo después de los símbolos que predecían este largo y difícil trayecto, el Libro de la Historia y el Destino era gobernado por una fuerza oculta que evitaba que el viejo pudiera darle más vueltas a las hojas. Cada vez que lo intentaba, el enorme y viejo libro se resistía, por obra de una fuerza oscura, y las páginas quedaban en su sitio, como si una lápida de piedra las hubiera atrapado. Esto aterraba al sabio, quien se sentía desconcertado, ya que además veía imágenes en su mente que no sabía si eran sueños o realidad. Sus visiones alcanzaban el regreso victorioso de Abis, quien sería nombrado el Gran Señor y Rey de Reyes de los Reinos de Kurustán y de Angia. Su regreso, de la mano de la princesa Galia, transformaría a la Selva de la Muerte en la Selva Verde y el Valle del Amor y del Gozo Profundo. La oscuridad sería luz. Y los lejanos Reinos de Kurustán y Angia estarían unidos por los sellos inquebrantables de la paz y la amistad, a través de un puente de oro de miles de kilómetros que llevaría prosperidad a todas las regiones. La boda de Abis y de Angia, junto con la vuelta de las Llaves de la Historia de Kurustán al Mausoleo de los Recuerdos en el Templo de Deoni, sembrarían de esperanza los corazones de estos pueblos unidos, que llegaría hasta el Gran Desierto de Kori, que se convertiría en un valle de fertilidad donde ahora las dunas de arena dominan los cientos de kilómetros de la región. Incluso, el temible País de los Gamiles se tornaría un territorio de armonía, después de que estos guerreros cambiaran las armas por herramientas y artesanías. Era la visión optimista de Mogul. No sabía si era un sueño. O un simple deseo.

    Pero también tenía otra visión, que le llenaba de tristeza y desamparo. En esta todos esperaban en vano el regreso de Abis y la oscuridad se extendía por el reino, desde las Montañas del Reino en la Tierra Alta hasta la Península de Makur en la Tierra Baja: Kurustán se hundiría en las tinieblas por el resto de los tiempos y las páginas del Libro de la Historia y el Destino se irían

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