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En el final: Una novela pre-apocalíptica.
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Libro electrónico245 páginas3 horas

En el final: Una novela pre-apocalíptica.

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Cuatro estudiantes de la universidad se dirigen a las montañas de Colorado por dos semanaspara descansar, relajarse y tener diversión invernal en las pistas de esquí. Lo que obtienen a cambio es el fin del mundo como lo conocen y la ciudad de Denver es destruída por una explosión nuclear poco tiempo después de su llegada.

Sin electricidad, celulares o forma de comunicarse, se encuentran aislados en la cima de la montaña y no tienen forma de saber que sucede en otros sitios del país.

¿Fue un accidente nuclear o un ataque deliberado?¿Sólo sucedió en Denver o es el inicio de la Tercera Guerra Mundial?

Con la ausencia de las fuerzas de la ley y de los castigos aplicados por el sistema de justicia, aquellos instintos antisociales y criminales son capaces de ser realizados. Las antiguas garantías de vida, libertad y persecución de la felicidad se han ido. Ahora depende de cada hombre y mujer el proveer y asegurar estas garantías a su vida...

...O morir en el intento.
 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 jul 2017
ISBN9781547505531
En el final: Una novela pre-apocalíptica.

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    En el final - Edward M Wolfe

    En el final:

    Una novela pre-apocalíptica.

    Edward M. Wolfe

    Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, organizaciones, eventos y lugares descritos son utilizados de forma ficticia o producto de la imaginación del autor.

    ISBN: 9781496176127

    Derechos de Autor 2013 por Edward M Wolfe.

    Diseño de la portada por Amygdala Design.

    Todos los derechos reservados.

    http://edwardmwolfe.com

    Dedicatoria

    A Shaelee y Zacarías,

    Los amo y espero que nunca experimenten un apocalipsis fuera de las páginas de una ficción.

    Está prohibido matar; por lo tanto todos los asesinatos son castigados, al menos que se asesine a gran escala y al sonido de las trompetas.- Voltaire

    Parte 1:

    El Primer Golpe.

    Capítulo Uno

    ––––––––

    Si eso fue la Tercera Guerra Mundial, no estuvo tan mal como se supone que debía haber sido dijo Jim. Los más cercanos a él, Josh y Hailey, no respondieron.

    Estaban en la planta baja de una cabaña en un condominio que miraba hacia una montaña en el Este, y que tenía ventanas en ambos pisos mirando hacia Denver en el fondo.

    Ángela, que estaba sentada al otro lado de la habitación mirando por la ventana, en el horizonte, una nube en forma de hongo, volteó hacia  Jim y le dijo ¡¿Estás loco?!

    Jim ladeó la cabeza y arrugó las cejas mientras la miraba, sin darle una respuesta.

    ¡Millones de personas pudieron haber muerto o estar muriendo en este momento! le gritó.

    Dices eso cómo si fuera algo malo, dijo él, mientras se levantaba del suelo y arqueba su espalda, estirándose tan abajo como podía. Voy a buscar un radio. Se dirigió hacia las escaleras que llegaban  al piso de arriba, al nivel de la calle.

    Eres un idiota, Ángela fulminó a Jim con la mirada mientras pasaba frente a ella.

    Sólo voy a buscar un radio. ¡Por Dios! Relájate, Ángela. Piensa en cómo estas vacaciones se acaban de extender indefinidamente. ¿No te parece increíble?

    Ella casi gritó por las escaleras, ¡Jódete, Jim!¡Y esta vez de verdad! pero pensó que tal vez esta era la forma de Jim de adaptarse. Tal vez debía darle un poco de espacio. Pero ella seguía enojada por lo que él había dicho. Volteó hacia Josh y Hailey y les preguntó, ¿Pueden creerlo?

    Josh lentamente negó con la cabeza. Hailey tenía recargada su cabeza en el pecho de Josh, donde había llorado hasta quedarse dormida. Josh continuó acariciando su cabello y mirando con atención a la nada.

    Cuando Jim llegó al final de las escaleras, vaciló por un segundo antes de abrir la puerta, pensando que tal vez se toparía con radiación nuclear. Pero desechó ese pensamiento tan rápido como llegó. La explosión nuclear había sido demasiado lejos cómo para afectarlos a ellos en la montaña. Él estaba seguro de eso. Abrió la puerta y olfateó el aire, se sonrió a sí mismo por su estupidez. No sería capaz de oler la radiación.

    Caminó por la puerta, giró a la derecha, y entró a la cocina. No había sonidos que vinieran de la cabaña o de fuera. No había muchos vecinos en el área ya que estaba al lado de un resort de esquí que atendía únicamente a esquiadores principiantes, de todas formas, a veces uno podía escuchar a alguien cortando leña, un quitanieve, o coches con cadenas en las llantas.

    Ahora no había ruido. Sonaba como si estuvieran en medio de la noche. Miró el reloj del microondas que debería estar mostrando la hora con una brillante luz LCD, pero no se miraba más que un rectángulo de cristal negro sobre los botones de control. Ni siquiera parpadeaban las 12:00. O el microondas estaba descompuesto o había un apagón. Manipuló el interruptor de la cocina. Nada sucedió. No estaba convencido. Pensó de manera demasiado racional. Probablemente se había fundido el fusible. Probablemente se habían fundido varios fusibles. Encontrar el radio le daría una respuesta definitiva en cuanto a qué pasaba con la electricidad.

    Recordó haber visto un radio cuando llegaron a  la cabaña y revisaba los cuartos mientras estudiaba el lugar. Trató de acallar sus pensamientos sobre Denver y el  qué significaba que hubiera habido una explosión nuclear ahí. Necesitaba pensar. Obtuvo una imágen en su mente de un radio arrumbado en una repisa polvorienta. Ahora ¿dónde estaba aquella repisa?

    Pensó que había sido en la cocina, pero no fue así. Cruzó la cocina, salió por el otro lado y giró hacia un pequeño pasillo con dos puertas cerradas. Una puerta guiaba a una habitación que nadie estaba utilizando y la otra puerta guiaba al cuarto de lavado.

    Entonces recordó. El radio estaba en una repisa sobre la lavadora y secadora. Se dirigió hacia el cuarto de lavado y caminó directo hacia la repisa. Observó que el cable del radio estaba conectado en un enchufe. Giró el botón del volumen al máximo. No había sonido. Giró el botón para sintonizar rápidamente a la derecha. El indicador rojo de sintonía viajó con pequeños estallidos con cada movimiento de sus dedos, desde la posición de inicio de 540 hasta el 1600, al otro lado del espectro de sonido, pero el radio se mantuvo en silencio todo el tiempo.

    Jim se preguntó si las baterías estarían deshabilitadas mientras el radio se mantuviera conectado al enchufe. Desenchufó el cable, apagó el radio y lo encendió nuevamente. Hubo un pequeño estallido, Jim pensó que el radio estaba volviendo a la vida. Entonces se escuchó otro pequeño estallido y Jim se dio cuenta que el sonido venía de algún lugar en el exterior.

    Volteó el radio y quitó la tapa trasera. El radio tenía baterías, pero no sabía si las baterías seguían siendo útiles, al menos que tuvieran signos obvios de corrosión, sin embargo estas baterías no estaban corroídas. Cargando el radio, Jim volvió a la cocina y  acomodó el radio para buscar baterías.

    Escuchó otro pequeño estallido viniendo del exterior, pero esta vez reconoció el sonido como el de una pistola de bajo calibre. ¿Saqueando tan rápidamente? Jim frunció el ceño ante este pensamiento. No hay forma. La gente no puede estar saqueando tan arriba en la montaña. No aún, de cualquier forma. Caminó fuera de la cocina, atravesó el cuarto principal de la cabaña y se dirigió al exterior. En esta ocasión no pensó en la radiación antes de abrir la puerta. Cuando se encontró en el exterior, olfateó el aire buscando rastros de pólvora pero no logró detectar nada más que el aroma de abetos y pinos.

    Miró a su alrededor, preguntándose de dónde podría haber venido ese sonido. Había otra cabaña del otro lado del camino y unos veinte metros a su izquierda. Ese es el único lugar del que podría haber surgido, pensó. Si estaba en lo correcto, y el sonido era, en efecto, de disparos, entonces él sintió que tenía que revisarlo.

    El aire era frío y no estaba usando una chamarra, pero no pensó en volver por una. Si alguien había disparado un arma en tres ocasiones, era porque algo estaba sucediendo, y podía ser algo malo.

    Jim empezó a trotar atravesando el camino hacia la otra cabaña. No se preocupó en mirar hacia ninguno de los lados antes de cruzar la calle. Todo estaba demasiado silencioso como para que vinieran carros. Había un buen automóvil en la entrada  de la cabaña a la que se estaba aproximando. Jim aligeró su paso hasta comenzar a caminar mientras se acercaba a la puerta principal. Pensó en escuchar algo viniendo del interior. Entre más se acercaba, más claro se volvía el sonido. Sonaba como un niño retardado gimiendo o llorando. Jim se imaginó a un desarrollado niño retardado  con una pistola de fuego. Si sólo hubiera una receta para el desastre... Cantó mentalmente una versión revisada de una canción que cantaba una comediante llamada Julie Brown.

    ¡Todo  el mundo corra!¡El retardado tiene un arma!

    Sonrió, pensando que esta situación podría estar jodida y no ser divertida en lo absoluto. No sabía porque siempre pensaba en la cosa más inapropiada que podía decir en cada situación. Escuchó el sonido de gemidos nuevamente.

    Abrió la contrapuerta y comenzó a llamar a la puerta con sus nudillos. Sus manos estaban frías y llamando enérgicamente. Tomó la aldaba y la golpeó contra la placa de metal, entonces la dejó. El sonido de los gemidos incrementó y se volvió más insistente. Jim estaba seguro de que algo estaba mal dentro. Sonaba como si alguien necesitara ayuda. Intentó con el pomo de la puerta. Este cedió. Empujó la puerta y vió la fuente de los gemidos.

    Había dos personas dentro. Una hacía el terrible sonido mientras otra no hacía un sólo sonido. Acostados en una alfombra de piel de oso en frente de una crepitante y cálida chimenea yacía una joven y rubia mujer, quien Jim asumió que era bastante atractiva antes de haber recibido dos balazos en la cabeza.

    A mayor distancia de la chimenea, y más cerca de Jim, había una hombre acostado en el suelo, lentamente girando en círculos. Sangraba por la cabeza y se veía como si intentara caminar con su pie derecho, mientras yacía en su costado. Intentaba apoyar su pie en el suelo y entonces conseguir impulso. Su cuerpo giraría un poco en el pulido suelo de madera y entonces él lo intentaría otra vez. Sus brazos permanecían inútiles en el suelo. Cada vez que intentaba usar su pie y lograba que su cuerpo girara un poco más, en dirección contraria a las manecillas del reloj, él gemía, posiblemente de frustración, como si estuviera intentando hacer otra cosa que girar en círculos y fallar continuamente.

    Jim le dijo, ¿Qué coño crees que haces?

    La pierna activa del hombre se sacudió, como si estuviera sobresaltada por la voz de Jim. Después de otra rotación parcial, el hombre fue capaz de ver a Jim mirando hacia abajo. Comenzó a gemir fervientemente. Miró intensamente hacia alrededor y sus ojos se abrieron como platos cuando encontraron el arma, no tan lejos de donde se encontraba, pero aún una distancia considerable, ya que no podía mover sus brazos. Miró el arma, luego a Jim, y posteriormente balbuceó dos sílabas. ¡Ooooo ee!

    Repitió esta acción en diversas ocasiones. Y aunque su rostro estaba paralizado con la parte izquierda de su boca retirada lo suficiente de su posición habitual como para mostrar sus dientes posteriores, y la parte derecha cerrada, Jim sintió que el hombre le rogaba. Vió sangre goteando en el piso desde la sien del hombre y se dio cuenta de lo que había sucedido allí. Había sido un intento fallido de asesinato-suicidio. Parcialmente fallido, la mujer parecía estar muerta.

    El hombre en el suelo viró sobre sí mismo hasta alcanzar la pistola con el pie, e intentó patearla en la dirección de Jim, logrando que el arma se moviera de alguna forma hacia él, señal que fue suficiente para que Jim entendiera lo que Ooooo ee significaba. El hombre deseaba que Jim terminara el trabajo por él. Dispárame, es lo que el hombre rogaba, pero sin consonantes.

    Jim le respondió Jódete, giró y caminó hacia afuera de la casa. Estaba enojado ahora. Después de lo que aquel bastardo le había hecho a la mujer rubia, no necesitaba ningún tipo de ayuda para morir rápidamente. Merecía sufrir. Jim estaba tan furioso que consideró volver a la casa y dispararle a ese hijo de puta con su propia arma, solamente para disminuir su enojo, pero se negó a evitar que ese hombre sufriera.

    Estaba claro que eran una pareja que había venido a las cabañas juntos, probablemente en una escapada romántica. La explosión nuclear sucedió y el hombre se asustó. Jim se preguntó si la pareja había planeado en cometer un suicidio. No, pensó. A ella le habían disparado en la parte posterior de la cabeza. El bastardo había decidido por ella que la vida era muy terrible para seguir viviendo. Esa era una decisión que ella debía haber tomado. Miró hacia atrás, sobre su hombro y gritó Imbécil.

    Dos.

    ––––––––

    Ángela estaba de pie en la puerta, abrazándose para evitar congelarse, cuando vio a Jim saliendo de la otra casa. Estaba preocupada de que algo le hubiera pasado y se sintió aliviada al ver que estaba sano y salvo.

    ¿Qué estabas haciendo allá? ¿Algo sucedió? Creí haber escuchado disparos en cuanto dejaste el cuarto.

    Jim se quedó de pie, mirando al suelo y sin darle una respuesta.

    Jim, ¿qué sucedió?

    No quieres saberlo respondió él y continuó su camino.

    Jim, ¿qué sucedió? preguntó ella mientras giraba para seguirlo.

    Jim paró en seco, volteó y contestó Te dije... ¡te dije que no quieres saberlo!.

    Obviamente quiero saber, Jim. Eso explicaría porque te lo he preguntado. Dos veces, de hecho.

    Volvamos a la cabaña. Podemos hablarlo en el interior. Te vas a congelar, Jim deseó haber llevado consigo una chaqueta. sólo para poder dársela a ella. Pero ella era tan estúpida como él por haber salido de la cabaña con ese frío sin una.

    Jim sintió una furia incontenible hirviendo en su interior por el asesinato de la mujer rubia, pero estar cerca de Ángela lo había tranquilizado. Ella siempre había logrado que él sintiera algo parecido a la compasión. Él colocó su brazo alrededor de la cintura de Ángela y continuó caminando hacia la cabaña. Ángela no se resistió, incluso aunque continuaba enojada con él.

    Para sorpresa de ambos, al entrar a la cabaña descubrieron que Josh y Hailey finalmente se habían levantado del sillón y estaban haciendo sus actividades, en su mayoría, como personas normales nuevamente. Habían acomodado sus pertenencias y las habían traído al piso superior.  Parecía que estaban listos para partir.

    ¿Qué sucede con ustedes? preguntó Ángela.

    Nos vamos a casa, respondió Hailey. Nuestras vacaciones están claramente arruinadas y no tiene sentido permanecer aquí por dos semanas. Jim la miró y empezó a decir algo sobre lo brutalmente estúpido que había sonado su comentario, pero negó con la cabeza mientras entraba a la cabaña, siguió caminando sin darles importancia y se dirigió a las escaleras. Lo que sea, murmuró mientras las descendía.

    Ángela miró a Jim y volteó hacia Hailey, sin palabras por un momento. ¡Hailey!¡Todo está arruinado! Lo que cayó a la distancia fue una bomba nuclear. ¿Acaso estás poniendo atención a lo que dices?

    Ángela, entiendo que algo terrible ha sucedido en Denver. Pero vivimo en Boise, y volveremos a casa. Si quieres quedarte a esquiar, es tu decisión. Hailey revisó el cuarto para corroborar que no hubiera ninguna pertenencia que se le hubiera olvidado, y tomó una copia de la revista People de una pequeña mesa, con una lámpara, que estaba al lado de la puerta principal. Giró hacia Josh y dijo Creo que eso es todo. ¿Estás listo?

    Josh estaba parado a unos pocos pasos de la puerta, era el centro de mesa de cuatro maletas. Negó con la cabeza lentamente. La expresión de su rostro no había cambiado desde que se encontraba en la planta baja observando la nube en forma de hongo creciendo, elevándose y expandiéndose sobre Denver.

    Nos vemos de vuelta en Boise, Ángela. Hailey caminó hacia la puerta, la abrió, y dirigiéndose a Josh dijo ¡Ya!¡Vámonos!. Josh respondió como si fuese un robot saliendo de su estado de hibernación y recogió dos de las cuatro maletas mientras Hailey abría la puerta completamente. Entonces ella tomó las otras dos maletas y las llevó al exterior.

    Ángela estaba sorprendida. ¿Sus vacaciones estaban arruinadas? ¿Se dirigían a casa ahora? Estaban locos. Jim había dicho algunas cosas extrañas, sin embargo, sabía qué es lo que estaba haciendo y diciendo. Josh y Hailey no estaban haciendo nada de forma lógica. Ángela corrió al exterior persiguiendolos, sintiendo que ella debía hacerlos entrar en razón.

    ¡Chicos! Podríamos estar en medio de la Tercera Guerra Mundial. No pueden simplemente manejar de vuelta a Boise. Podrían estar estallando bombas por todos lados. Este probablemente sea el lugar más seguro en el que pudiéramos estar en estos momentos. Estamos en la cima de una maldita montaña. ¡Oigan! ¿Siquiera están escuchándome?.

    Josh abrió el maletero de su Isuzu Rodeo, y puso las dos maletas en el interior. Hailey colocó las suyas cerca y él diligentemente las acomodó también en el interior. Habiendo terminado con su tarea volteó hacia Hailey esperando a recibir nuevas instrucciones.

    Si Hailey no dijera nada, parecería que él estaba dispuesto a quedarse ahí de pie toda la noche si no le ordenara lo contrario.

    ¡Hailey! gritó Ángela, caminando hacia su mejor amiga. "No se pueden ir. Ni siquiera Boise es seguro, no es seguro manejar hacia allá. ¿Crees que puedes manejar a través de un Denver lleno de radiación como si nada? Por favor

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