Se Feliz a Toda Costa

Por Soley Zambrano

Se Feliz a Toda Costa. Nadie lo será por tí o para tí. La felicidad es un estado de ánimo, por lo tanto es una cuestión de elección. Descubre la delgada línea entre sentirse bien y estar verdaderamente feliz.

• Idioma: Español
• Editorial: Soley Zambrano
• Fecha de lanzamiento: 23 jun 2016
• ISBN: 9781370641925

Vista previa del libro

Contenido

Se Feliz a Toda Costa

Copyright

Agradecimiento

Fracaso

Hábitos

Influencia

Motivación

Amor

Compensación

A manera de despedida. Mensaje

Se Feliz a Toda Costa

Smashwords Edition

Soley Zambrano

Copyright © 2017 Soley Zambrano

Edición y corrección: John Ortega

Facebook https://www.facebook.com/John-Ortega-1833894006837889/

[e-mail]

Agradecimiento:

A mi padre, hombre tenaz, optimista a ultranza y eterno motivador, que supo inculcarme esta manía de emprender con pasión.

A mi madre, alegre y maravillosa, soporte invaluable en mis ratos de desequilibrio emocional.

A ellos, mi más profundo y sincero agradecimientos por ser los causales de mi verdadera felicidad.

Uno

Fracaso

¿Los recuerdos más tristes que tengo? Solían ser muchísimos, y bastantes seguidos. Me crie dentro de una familia muy ajustada económicamente y eso traía como consecuencia ciertos apuros (en realidad bastantes apuros) a la hora de querer comprar algún regalo para cualquiera de la casa cuando se venían los cumpleaños.

En casa éramos cinco, papá, mamá, mis dos hermanos mayores y yo. Y solo papá trabajaba. La típica familia de clase media que trataba de sobrevivir con un ingreso básico. Chocante. Y a mis ocho años empecé a tener una severa crisis existencial. Me torturaba el hecho de no poder comprarme el regalo que deseaba para mi cumpleaños. Era bastante frustrante no poder tener la Barbie, o el psp de moda y poder presumir de ello a mis amigas, cosa que la mayoría de mis amigas sí hacía. Y lo reprochaba en casa. Sabía que no podía exigirle a mi madre pues ella no trabajaba, así que encaminaba mis reproches hacia mi padre. Era un berrinche de los diablos, lo admito; acepto que a propósito armaba unos berrinches de campeonato, a sabiendas que podía salirme con la mía. Pocas veces lo hacía. La mayoría de las veces conseguía unos sermones que me dejaban sin ánimo de seguir con el berrinche. Papá se refería a que pronto habría para esos pequeños caprichos, y mamá asentía, dándole la razón a él. A mis ocho años aún no entendía el verdadero significado de sus palabras.

Ahora lo veo más claro.

Pero no fue sencillo. Aceptar que las cosas no van a