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Crónica de los elementos
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Libro electrónico210 páginas3 horas

Crónica de los elementos

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Las Crónicas de los elementos, una aventura extraordinaria que nos lleva en mundos que pueden solo existir en la mente de una adolescente aunque si la autora es aún pre adolescente, en donde se mezclan, pasión, aventura e imágenes de otros mundos.
Escrita en modo auténtico por esta extraordinaria pequeña autora, con un lenguaje extenso y muchas veces enigmático, una narrativa bien realizada, aventuras que dejan paso a la reflexión en medio a una trama intrincada y sutil que solamente en la inocencia pura de su autora puede surgir.
Éste volumen es el claro ejemplo de que grandes autores nacen, basta solamente dejarlos evacuar de sus mentes el miedo escénico y dejar que afloren las ideas libremente.
Los personajes, descritos en forma magistral, pueden ser todos y uno mismo, siendo siempre ellos los protagonistas de la historia según van apareciendo.

La historia congeniada en forma muy poco infantil a pesar de la joven edad de la creadora, describe la enorme capacidad histriónica de ésta, así como su clara observación de los valores humanos. Las pruebas de fuego, quizá, parte importante de las pruebas de vida que cada uno de nosotros ha vivido en carne propia, atrevida narración de una prometente escritora del mañana.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 abr 2017
ISBN9781370018000
Crónica de los elementos
Autor

Marcela Rodríguez Rivera

Marcela Rodríguez Rivera, una pequeña estrella en el firmamento de los jóvenes autores en Guatemala, inicia su pasíon por la escritura los ocho años de edad, con pequeñas historias y cuentos breves, que esperamos a breve lograr publicar, su pasión crece abiertamente, a pesar de su tierna edad es una autora muy prominente con un uso del lenguaje muy interesante, nos lleva de la mano en modo fresco y simple, con imágenes bien estructuradas y una capacidad descriptiva fuera de lo común, sus historias traen un poco de todo, y sobre todo la ́capacidad de creer que el mundo es siempre un espacio perfecto en el cual todo se soluciona. Marcela Rodríguez Rivera nació el 06 de octubre del 2003 en la Ciudad de Guatemala, en el seno de una familia cristiana. Marcela ha disfrutado a lo largo de su vida de una relación cercana con el arte. A sus 8 años ingresa al “Centro de Arte y Cultura de la Municipalidad de Guatemala” para estudiar pintura, posteriormente ingresó al “Conservatorio Nacional de Música de Guatemala” donde a la edad de 10 años, culminó sus estudios de piano. En el año 2014 encuentra el deporte de sus amores, el “Patinaje de velocidad”, desde entonces y por más de 3 años ha entrenado, viajado, competido, perdido y ganado al ritmo de la velocidad. Estando Marcela aún en preprimaria su padre se dio a la tarea de leerle antes de dormir toda la saga de “Las Crónicas de Narnia”, libros que despertarían su imaginación y pasión por la lectura, llegando a consumir hasta dos libros por mes para desconsuelo del presupuesto de su padre. En una ocasión su maestra de escuela citó a los padres de Marcela, había un problema, y era que toda vez que ella perdía interés en el tema de la clase, sacaba su libro y con una frazada en la cabeza iniciaba su conversación con este, el culpable en esta ocasión fue Julio Verne y sus “20,000 Leguas de Viaje Submarino”. Con el tiempo también despierta su interés por la escritura y el dibujo, llegando a compartir con sus padres fragmentos de historias, acompañados de ilustraciones de sus personajes, con rasgos muy marcados de anime, verdaderos comics caseros. Queriendo animarla a disfrutar su cariño por las letras, sus padres se esforzaron en buscar un lugar donde ella pudiera desarrollarse, llegando acertadamente a la “Compañía de Arte del maestro Claudio Valerio Gaetani”. El maestro Claudio se enfocó inicialmente en brindarle un ambiente amigable y relajado donde ella pudiera fermentar sus ideas, luego de revisar por varias semanas sus escritos le lanzó el reto de escribir un libro. Y así Marcela a sus 12 años, invirtió por casi 10 meses, 6 horas de cada sábado para escribir y dar forma a su primer vástago literario “Crónicas de los Elementos”.

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    Crónica de los elementos - Marcela Rodríguez Rivera

    Presentación

    Marcela Rodríguez es una chica de hoy.

    Antes que nada, la llamo chica usando una palabra poco usual en nuestro medio para presentar a una escritora porque tiene 13 años pero no sé si puedo en justicia llamarla niña o mujer mucho menos adolescente.

    Es un alma de niña pero la riqueza de su lenguaje y de su capacidad de discernir, pensar e imaginar están muy lejos de ser infantiles o aniñados.

    Sin embargo, mientras su mente dialoga, especialmente en su obra, niñerías de su imaginación en un lenguaje que la mayoría de adultos de hoy no manejan, tampoco adolece.

    En sesenta años de magisterio he recorrido por lo menos tres etapas de la cultura de Guatemala en vivo y a todo color a través de los miles de mentes, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, en las aulas de la escuela primaria, media, universitaria y más allá, y en mi afán de facilitarles el descubrimiento de sus talentos he hurgado en lo que vulgarmente la gente, y aún los profesionales llamarían su inteligencia. Para mí, esa dotación está ligada al uso o desuso del lenguaje.

    Marcela es uno de esos seres en quienes la inteligencia me acomoda.

    Su obra, esta obra, esta Crónica, es solamente una rendija por donde puede atisbarse –para mí- el placer de dialogar con ella. No es una valija de conocimientos porque solamente tiene 13 años, pero está equipada con el instrumento para recogerlos.

    No creo que su Crónica sea genial ni siquiera que no pueda encontrarle un crítico literario sagaz muchas influencias dentro de la originalidad de la historia, pero es la obra de una joven raramente dotada de lenguaje que pone al servicio de una imaginación cargada posiblemente de la memoria de innumerables lecturas y de muchas charlas de las cuales ha sorbido la esencia.

    La línea dentro de la que Marcela escribe, el estilo si quiere llamársele así, es un estilo común entre los jóvenes escritores de hoy, quienes no son nada comunes y por ello a la mayoría de lectores puede no parecerles o peor aún, no gustarles. Pero los espíritus especiales – de cualquier edad cronológica- pueden deleitarse con esta aventura, crónica sin tragedia y sin comedia y meterse en ella y navegar con las palabras con que esta escritora nos sorprende, nos distrae y a veces hasta nos fastidia cuando hace caso omiso de las academias y las reglas para soltar el pensamiento que solamente puede interpretarse pero nunca copiarse. Porque esta Crónica que yo he leído no es la misma que leerá usted porque usted no podrá evitar si bien lee, leer con todo lo que usted es y yo no soy.

    La Crónica de los Elementos abre la puerta a lo que esperamos será, si no lo ahogamos en el tráfago de la vida cotidiana común y sin palabras, la obra de Marcela Rodríguez quien, tiene la palabra. Disfrútela, simplemente, disfrútela.

    Marta Mena

    Una aventura extraordinaria

    Las Crónicas de los elementos, una aventura extraordinaria que nos lleva en mundos que pueden solo existir en la mente de una adolescente, en donde se mezclan, pasión, aventura e imágenes de otros mundos.

    Escrita en modo auténtico por esta extraordinaria pequeña autora, con un lenguaje extenso y muchas veces enigmático, una narrativa bien realizada, aventuras que dejan paso a la reflexión en medio a una trama intrincada y sutil que solamente en la inocencia pura de su autora puede surgir.

    Éste volumen es el claro ejemplo de que grandes autores nacen, basta solamente dejarlos evacuar de sus mentes el miedo escénico y dejar que afloren las ideas libremente.

    Los personajes, descritos en forma magistral, pueden ser todos y uno mismo, siendo siempre ellos los protagonistas de la historia según van apareciendo.

    La historia congeniada en forma muy poco infantil a pesar de la joven edad de la creadora, describe la enorme capacidad histriónica de ésta, así como su clara observación de los valores humanos. Las pruebas de fuego, quizá, parte importante de las pruebas de vida que cada uno de nosotros ha vivido encarne propia, atrevida narración de una promitente escritora del mañana.

    Claudio Valerio Gaetani

    Crónicas de los elementos

    de Marcela Rodríguez Rivera

    Prólogo

    Te contaré una pequeña historia, será corta no te preocupes, si te pasaste al Capítulo I al ver la palabra Prólogo hiciste lo que yo hubiera hecho, te felicito, te pareces a mí.

    Las promesas son muy importantes, seguro pensaste por qué empecé con promesas, porque cuando uno hace promesas, debe pensar que en realidad las cumplirá, pero pasan cosas, el itinerario se llena ¿Qué se puede decir?, somos humanos, pero uno debe tener cuidado de a quienes les hace promesas. Les contaré una pequeña historia, antes de empezar con la historia real.

    En un lugar lejos de en dónde te encuentras en este momento, había una familia de personas dotadas, personas con súper poderes, algo que muchos de nosotros quisiéramos tener, pero no se puede. Esta familia la componía una madre, un padre y dos hijas. La mayor era igual a sus padres, dotada, sin embargo, la menor no tenía poder alguno; ella fue menospreciada y nunca quiso ni a sus padres ni a su hermana, pero tenía a un familiar al que le tenía un afecto especial. Era su primo. Ella y su primo siempre fueron menospreciados por no tener poderes como los de sus familiares.

    Cuando ambos ya eran adultos, una nueva reina llegó y ella tomó a los dotados como amigos, mientras a los demás solo los tomó como súbditos. Nuestra chica se fue de su casa, y vivió una vida amargada hasta que un rayo de luz iluminó su oscura vida.

    Conoció a una persona dotada de poderes especiales que le robó el corazón. Le prometió muchas cosas y no las cumplió, luego la abandonó y como dicen en Iron Man 3 Ese chico creó demonios. La chica hace cosas malas por venganza hacia los dotados No la podemos juzgar, ella fue traicionada, despreciada y bueno, pasaron varios años, una masacre y nuestra chica fue encerrada. No olviden esta historia, ella se convertirá en una persona importante.

    Bueno así termino con el prólogo antes de que te arrepientas de no haberte saltado al Capítulo I.

    Capítulo I

    Hola. Un momento, no sé cómo empezar Hace mucho tiempo... ¡No!

    En un lugar muy lejano... ¡No! mejor mmmm… mejor empiezo otra vez.

    En un lugar lejos del lugar en dónde te encuentras en este momento, había una familia de personas dotadas de poderes especiales, como en muchas historias, un familiar es menospreciado y en este caso, es la hija menor de esta familia, tiene una hermana mayor, pero también la despreciada por ser normal, una no dotada, esta chiquilla, despreciada por todos sus familiares, se va de casa, vive la vida amargamente y luego un rayo de luz ilumina su oscura vida. Ella conoce a una persona dotada de poderes que le roba el corazón.

    Él le promete muchas cosas y no las cumple, luego la abandona y como dicen en Iron Man 3 Ese chico creó demonios. La chica hace cosas malas por venganza hacia los dotados, una pareja de jóvenes como de unos veinte años, cada uno, y, sí, ya lo sé lo había escrito en el prólogo... continuemos pues... En el mundo hay miles de casas, hay pequeñas y grandes, pero empezaremos en una muy grande.

    Una casa que muchas personas desearían tener, una casa elegante de cinco pisos. Siete ventanas se encontraban repartidas al azar por toda la parte frontal de la casa, el interior se ocultaba detrás de unas cortinas anaranjadas. Tenía una terraza la cual estaba rodeada de una baranda de metal de más o menos de un metro y medio. En la esquina derecha, al lado de una pérgola, había un cuarto no más grande que un cuarto de limpieza.

    Dato curioso: realmente todos ignoraban si era un cuarto, un almacén o alguna otra cosa, nadie sabía lo que era. La casa estaba pintada de una mezcla de verde cartuja y verde espuma de mar; un lugar que realmente te daba la sensación de comodidad. Antes de encontrarte cara a cara con la puerta principal, había que pasar por un pequeño jardín rodeado por una cerca de color blanco, en la entrada del jardín había una puerta un poco más alta que el resto de la cerca. Cuando se empujaba la puerta, esta hacía sonar una campanita. Un camino de gneis blanco con negro te dirigía hacia el ingreso coronado por una puerta de color chocolate.

    El jardín contenía toda clase de flores hermosas, cada una con su propio aroma dulzón como claveles, margaritas, petunias, rosas y jacintos. La verdad no soy muy buena describiendo las flores ya que los nombres de estas flores los he conseguido en Internet. Bendito sea el Internet.

    En aquella casa tan elegante vivía una pequeña, pero muy rica familia. Estaba compuesta por un padre, una madre y una pequeña niña llamada Andrea; Una niña muy curiosa Andrea, siempre se la pasaba causando problemas y destruyendo las decoraciones de la casa. Las cuales eran muy caras. Sus padres contrataban a las mejores niñeras del mundo, pero ella siempre se las ingeniaba para que se fueran, tal vez molestaba mucho o tal vez solo se iban por ganas y la más segura es que lo hacían gracias a todas las travesuras que Andrea lograba ingeniarse cada día. Aunque si yo, no las llamaría travesuras, más bien eran, accidentes y no se los digo como si le estuviera contestando a mi mamá por qué hice tal cosa, no. Si no que se los digo porque era en cierto modo un accidente. Por ejemplo: en una ocasión Andrea jugaba como una niña normal con su niñera, una mujer muy alegre de origen parisina, ambas se reían, estaban jugando a ver quién aguantaba más cosquillas, era el turno de Andrea para que le hicieran cosquillas así que la niñera no tuvo compasión. Envistió contra Andrea y empezó a hacerle cosquillas. Andrea entre risas, contaba en voz alta el tiempo que llevaba aguantando. Mientras ella se retorcía, de la nada sintió una sensación que ya había sentido antes, una sensación de calor que emanaba de ella; sintió que la cara se le calentaba al igual que las manos, como si le hubieran puesto una brasa encendida en la frente, algunos segundos después su niñera empezó a gritar, se levantó del dolor con la cabeza gacha y las manos en su mejilla derecha. Al girar la cabeza hacia Andrea, salió a la luz la marca de una pequeña mano en su mejilla, la pobre niñera lloraba, Andrea no tuvo tiempo para reaccionar, pero rápidamente su niñera le puso las manos en el cuello a Andrea lo que de hecho fue una tontería ya que Andrea seguía caliente y la niñera solo logro quemarse las manos. Gritó de nuevo. Andrea se hecho reír, no sabía por qué, pero al parecer los gritos de su niñera eran los que le causaban risa, además de las muecas que hacía; por otro lado, Andrea también se reía por lo que ella escuchaba gritar su niñera: ¡Oh, Dios que divertido estar en la playa bailando con Justin Bieber! Eso era lo que Andrea escuchaba gritar a su niñera. Ella solo gritaba como loca, pero lo que realmente decía era: ¡Ayuda, esta niña me ha quemado es un demonio, ayuda!

    ¿Que tenía que ver, pedir ayuda a gritos de terror, con gritar de alegría que le encantaba ir a la playa con Justin Bieber? Al cual Andrea no conocía. A saber, al menos en su casa nunca se había escuchado ese nombre, pero ¿Cómo Andrea podría saber sobre aquella persona, si nunca lo había oído hablar? Otro misterio.

    De improviso se abrió la puerta de golpe generando un sonido hueco. La luz de afuera era muy fuerte, Andrea intentaba ver quien había abierto la puerta con tanta fuerza, pero lo único que pudo ver fue la silueta de un hombre con un gorro de mago de esos puntiagudos, al menos Andrea creyó que era eso, luego la sombra despareció, cuando Andrea pudo acostumbrarse a la luz apareció su padre con la cara pálida y los ojos como platos, lo curioso fue que parecía más triste que sorprendido, como si supiera el motivo por lo que pasó el accidente, como si le hubieran avisado una semana antes que eso iba a pasar y por lo visto se había cumplido.

    Otra de sus travesuras fue que cuando ella estaba en primer grado sus padres tuvieron que trabajar todo un semestre hasta tarde y tenían que dejar a Andrea en una guardería. Allí había un tiempo de manualidades y un tiempo para dormir, la maestra puso a una niña al lado de Andrea para que descansaran, para que después pudiera tener más energías para jugar. Así de relax es la vida de una niña pequeña.

    Andrea no tenía sueño, así que le pregunto a la niña de al lado cuál era su nombre. Le respondió unos segundos después como si estuviera analizando la respuesta.

    –Yo me llamo Gabriela. –le dijo bostezando.

    Andrea y Gabriela entraron en una conversación muy extraña en la cual los temas principales eran: Los sabores de helados, su talla de ropa interior y siempre sin falta, las revistas de princesas. Andrea y Gabriela se hicieron muy buenas amigas como por diez minutos ya que después a ambas le empezaron a pesar los párpados, así que decidieron descansar un poco, según ellas su amistad iba a durar toda la vida, se prometieron que después de la siesta, tal vez al día siguiente, continuarían con la charla. Cerraron los ojos y en un dos por tres, ambas ya estaban roncando, que se puede decir, son solo niñas pequeñas, todo el tiempo quieren dormir, mientras nosotros los grandes siempre tenemos que ir al trabajo o a estudiar que es mi caso.

    Ya había pasado como media hora desde que ellas habían parado de hablar cuando Andrea empezó a soñar que estaba celebrando su cumpleaños y las personas que la rodeaban, incluyendo a una anciana que ella no conocía, estaban llegando a la parte de la canción del happy birthday en la que la cumpleañera debía soplar las velas. Al momento en el que Andrea sopló, el fuego se propagó, como aquellas personas que mantienen gasolina en la boca y la escupen sobre fuego y sale despedida una nube de fuego que después de unos segundos se apaga; Algo así le ocurrió a Andrea en el sueño solo que ella no tenía gasolina en la boca y que el fuego no desapareció si no que se transformó en una larga columna de fuego, como un dragón. Andrea, totalmente despreocupada, empezó a tararear la canción de happy birthday y parecía como si el fuego estuviera siguiendo el ritmo serpenteando de arriba para abajo y a los lados. Lo gracioso fue que todas sus tías y tíos, excepto la anciana desconocida, gritaban mientras que Andrea cantaba como una niña inocente y luego se percató que todos gritaban y se asustó, de repente la columna de fuego se lanzó sobre Andrea

    Mientras Andrea soñaba esto, media dormida le empezó a sobar la cola del pelo largo a Gabriela y luego este estaba en llamas. La alarma del salón sonó. Varias supervisoras salieron corriendo directo hacia los niños. Todos pequeños niños que seguramente estaban soñando con campos de flores, se despertaron con unos gritos horribles como si le hubieran somatado la cabeza con un martillo, todas las supervisoras miraban con horror como Andrea cantaba la canción del happy birthday mientras una columna de fuego se extendía hacia la cara de Gabriela siguiendo el ritmo de la canción. Gabriela se despertó alarmada al sentir el calor. Una supervisora, que era o la más valiente o la más tonta, se acercó a Gabriela y la alejó de Andrea. En ese momento ella se despertó y vio cómo todos gritaban y gritó del susto al ver al dragón de fuego, que estaba en la vida real. Por el miedo Andrea perdió el control y el dragón hizo ¡bum!

    Desde ese día Gabriela y Andrea nunca se volvieron a ver y no lograron terminar su conversación.

    Pues así la pequeña Andrea creció, con el odio de todas las personas, y así, ella se volvió una chica rebelde, pero aun así su corazón quería encajar en la sociedad. Tristemente, cada accidente que pasaba hacía que esa idea se hiciera más y más lejana y el hecho de que nadie la entendía, corrompía el corazón de Andrea y muy pronto podría tener sentimientos de venganza hacia toda le gente que la había hecho sentir mal. A pesar de todo llegó a tercero básico y aun así se metía en problemas. Su mayor travesura fue la de incendiar el colegio en el que estaba estudiando sexto grado, por ello casi la expulsan, a decir verdad no importaba

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