Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Mi cuento
Mi cuento
Mi cuento
Libro electrónico323 páginas4 horas

Mi cuento

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La guerra entre los niños y los ogros nunca terminará.

Gatto sabe exactamente cómo es el mundo, y conoce la diferencia entre realidad y mito. La realidad es que el mundo de los niños es una prisión donde los ogros los tienen encerrados. Ahí pueden vivir en una ilusión de libertad, pero son conscientes de que esa libertad algún día terminará. Cuando estén muy altos, el ogro llegará y se los llevará para comérselos, porque eso es lo que harán los ogros. El resto de lo que pase detrás de esa puerta no es más que leyenda. Ellos no saben nada. Todo lo que se transmite de boca en boca es vacío y confuso. Está a punto de descubrirlo, el momento ha llegado, pero Gatto aún no quiere aceptarlo. Cuando el ogro venga a buscarlo, él ya se habrá escapado. Huye y se pierde en un laberinto oscuro e incomprensible; pero lo que le ocurre afuera es algo inesperado; algo de lo que ninguna leyenda ha contado jamás. Un mundo lleno de obstáculos y maravillas, donde se esconde la respuesta a todas sus preguntas.

IdiomaEspañol
EditorialIllusion
Fecha de lanzamiento18 feb 2017
ISBN9781507161401
Mi cuento

Relacionado con Mi cuento

Libros electrónicos relacionados

Ficción de terror para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Mi cuento

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Mi cuento - Stefano Pastor

    Mi cuento

    Stefano Pastor

    Traducido por Erick Carballo 

    Mi cuento

    Escrito por Stefano Pastor

    Copyright © 2016 Stefano Pastor

    Todos los derechos reservados

    Distribuido por Babelcube, Inc.

    www.babelcube.com

    Traducido por Erick Carballo

    Diseño de portada © 2016 Angela M.

    Babelcube Books y Babelcube son marcas registradas de Babelcube Inc.

    1

    Abro los ojos y tengo la sensación de que todo ha terminado. Es la última vez. Esto es normal, pues me sucede siempre a menudo, y ahora se ha vuelto una obsesión. En torno a mí nada ha cambiado, lo niños están jugando.

    Nuestro mundo es grande, pero sigue siendo una prisión. Somos muchos niños y nos sentimos libres de hacer cuanto nos venga en gana. En el fondo, ni siquiera podría ser una vida mala si no fuese por el ogro. Por lo demás, es bien sabido que los ogros se comen a los niños, como si para ellos fuese algo normal.

    Kip aún duerme. Está acostado a mi lado. Él hace todo lo que yo hago. Si me voy a dormir, él se pone junto a mí, aunque no tenga sueño. Eso también lo decidimos nosotros. Si estamos cansados, dejamos de jugar y listo, pillamos una casita para perros y nos dormimos.

    Hay tantas de esas casitas esparcidas en cada rincón de la tierra. No creo que sea necesario alejarse para encontrar una libre. Las construimos nosotros, y no son de nadie en especial. Quien las necesita las usa.

    En realidad no es exactamente así. Las mejores casitas, esas que son más altas y más cómodas, nos las dejan a nosotros, que gozamos de algunos privilegios. En efecto, somos los primeros en servirnos, cuando la olla la acaban de bajar. Así debe ser. Cuando eres alto, siempre es más difícil esconderse. Tarde o temprano el ogro viene y te lleva.

    Kip es tan tranquilo cuando está durmiendo, que es una pena despertarle. Tiene una voz tintineante capaz de ensordecer a cualquiera. Él es más bajo que yo de estatura; dos manos por lo menos. Al principio ni siquiera me agradaba, pues, me fastidiaba tenerle siempre cerca. Pero él no es nada tonto y al final ha conseguido hacerse querer. Ahora, cuando el ogro llegue, mi primer pensamiento será Kip. Me pregunto si su escondite será lo bastante seguro, o si correrá algún peligro.

    Debe estar equivocado, porque así es como termina siendo comido por el ogro. Cada uno debería pensar en su propia seguridad y punto; especialmente la nuestra que somos mayores. Además, el tiempo que nos queda es muy corto.

    Entre nosotros vivimos en armonía. Nunca hemos estado en guerra, somos el único pueblo en el cual la gente realmente se quiere. Por esta razón, debemos estar unidos de igual manera. En realidad no es así, ya que muchos de nosotros tenemos amistades especiales. Sé que es un error, pero entre las cosas prohibidas esta es la menos grave. Ya que hemos sido afectados por esta debilidad, hemos optado por ser tolerantes y lo aceptamos.

    Kip es un amigo especial para mí, tal como yo lo era para Zina. Lo he sido durante mucho tiempo hasta que el ogro se la llevó. Ese día lloré, a pesar de que está prohibido; pero yo era aún muy pequeño para entender esas cosas. A menudo me pregunto qué haría si el ogro se llevase a Kip. Si podría o no llorar. El problema es irrelevante, porque es más probable que me toque a mí primero.

    Esta se ha convertido en otra obsesión, ahora me pregunto si Kip lo logrará sin mi ayuda. Yo lo he hecho, a pesar del dolor, he logrado sobrevivir sin Zina. Pero, ¿Kip logrará escapar?

    Parece tan pequeño y frágil, pero cuando se enfada, sabe cómo defenderse. Aunque, el hecho de estar conmigo le ha hecho blando el corazón. Es muy seguro de sí mismo. Está convencido de que siempre podré sacarle de apuros. Ciertamente no quiere aceptar que mi tiempo se ha terminado y que yo podría desaparecer en cualquier momento.

    Aún lo dejo dormir, prefiero mirar mi entorno.

    Nuestro mundo es una cueva inmensa, en donde dos paredes son más estrechas que otras. Hay tantos objetos esparcidos por todas partes. ¿Para qué han servido? No lo sabemos, pero es probable que en alguna época fueran importantes. Son tantas las cosas que hemos olvidado.

    Hay una luz por encima de nosotros que siempre nos ilumina. Lo contrario de la luz es la oscuridad, pero la puedes ver sólo cuando estás en el interior de las objetos, o bien cuando tienes los ojos muy cerrados. Es una sensación horrible, por lo que es preferible que las casitas estén iluminadas, de manera que jamás haya oscuridad.

    Los objetos son de varios tamaños, y sirven como escondite para los niños que son altos como yo. Para nosotros, los agujeros cavados en el suelo se han vuelto intransitables, incluso si nos escondiéramos allí, el ogro nos encontraría rápidamente. Únicamente los que son muy bajos los pueden usar. Ni siquiera esos escondites están exentos de riegos, pero podría ocurrir que el ogro meta un pie antes y termine por descubrirlos. Pero el ogro es muy pesado y, ninguna cubierta lograría jamás soportarlo. O bien, el niño que se esconde podría toser por accidente; podría metérsele tierra por la nariz y hacerlo estornudar o peor aún, ponerse a llorar justo cuando se aproxima. Ya ha pasado antes, a esto le debo mi vida.

    Una alternativa a los escondites y a los objetos son las paredes, pero realmente unos pocos, son capaces de poder escalarlas. Son por las que menos se teme la llegada del ogro. Incluso si los ve, no hay manera de alcanzarlos si consiguieron subir lo suficiente. No es nada fácil, pues se corre el riesgo de caer. Cuando caen se hacen daño y sufren durante mucho tiempo. A veces ya no pueden trepar en los muros; y en otros casos no pueden ni siquiera moverse. Es entonces cuando llega el ogro y se los lleva. En muy raras ocasiones, caen en un sueño tan profundo que nadie es capaz de despertarles. Igualmente en esos casos, el ogro viene y se los lleva.

    Además de este problema, están aquellos que tenemos desde hace más tiempo. Por supuesto que, al final el ogro los atrapa también a ellos. Entre más altos se vuelven, es más difícil subirse hasta estar fuera de su alcance. No es fácil tomar la decisión de trepar en las paredes. Pero, los niños que lo hacen y que lo practican muy poco, deben entrenarse siempre. Son bruscos y gruñones; chicos raros que a nadie le gustan. Se hacen llamar ‘la milicia’ y son los que vigilan la puerta por donde llega el ogro. Lo hacen todo el tiempo, constantemente, preparados para alertar cuando el ogro se aproxima.

    El ogro no es nada silencioso, hace mucho ruido antes de llegar. También le toma mucho tiempo abrir la puerta; es entonces cuando podemos aprovechar para escondernos todos. Algunos dicen que lo hace a propósito, concedernos deliberadamente una posibilidad, porque le hace gracia lo que tiene que hacer para atraparnos. Es sólo una leyenda creíble como tantas otras y sin ninguna prueba.

    Nuestro conocimiento se basa en historias y leyendas. Las historias están basadas en lo que realmente ha sucedido y en las que todos creemos, las leyendas son sólo hipótesis, más o menos imaginativas, exageradas en el tiempo: algunas pueden ocurrir, y otras son absurdas. A veces, el límite entre la historia y la leyenda es mínimo, sobre todo para los que son de mi estatura, que con el hecho de que se acerque el final no se lo creen para nada.

    La historia nos cuenta de la guerra entre los ogros y los niños. Tuvo lugar hace ya mucho tiempo y, fue horrible y sangrienta. En aquel tiempo, los ogros eran más fuertes y más crueles; nosotros no tuvimos oportunidad, pues nos habrían masacrado. Tras la derrota, aunque se nos concedió la oportunidad de seguir existiendo. Nos dieron un mundo en el cual somos libres, aunque no podemos escapar.

    Nos proveen de alimentos para poder sobrevivir y nos dejan tranquilos. Sólo vienen por nosotros cuando tenemos hambre. Nunca nos escogen, atrapan al primero que encuentran y se lo llevan. Luego lo sustituyen por un niño más pequeño para que nuestra raza no se extinga.

    Esta es la historia, la verdad de la cual se ha empezado a dudar. Las otras son sólo leyendas. Son muchísimas, creadas en tiempos más o menos lejanos. De una de las cuales yo mismo soy protagonista. Mucha gente cuenta las hazañas de los niños. Niños especiales que el ogro se llevó ya desde hace mucho tiempo. Muchos de los cuales ni siquiera conocí. Algunas leyendas hablan del mundo exterior. Dicen que no todo está en manos de los ogros, y que todavía hay niños en libertad. Cuentan que nuestro pueblo no ha sido aniquilado. No es fácil que nos crean, pero con el tiempo ha habido quien sí lo ha hecho. En algunas ocasiones han intentado huir soñando con recuperar el territorio perdido.

    Me acuerdo de Zippo, él es la leyenda. Pertenecía a la milicia, era el más audaz. Fue ascendido por alcanzar la luz, y apenas lo logró. Una vez decidió descubrir lo que había detrás de la puerta. Se subió a la pared hasta quedar justo arriba, y dispuesto a cruzarla a penas hubiese pasado el ogro. Era valiente, un verdadero héroe. Pero el ogro lo vio y se lo llevó. Zippo consiguió lo que quería, vio lo que hay detrás de la puerta.

    Estoy seguro de que no lo necesitaba. No ha sido el único. Me recuerda a otro niño: Pipo; él no era tan astuto, ni tampoco inteligente. No obstante, tenía una curiosidad insaciable. Para él se había convertido en una obsesión descubrir qué era lo que había al otro lado de la puerta. No podía dormir ni comer mucho, así que cuando el ogro llegó, apareció a la espera delante de la puerta. No ha gritado, ni ha intentado escapar, dejó que se lo llevara sin siquiera llorar. La leyenda nos cuenta, que incluso parecía feliz, y que siguió al ogro por su propia voluntad llevándolo de la mano. De esto también tengo muchas dudas.

    Me levanto en silencio, me alejo de la perrera desafiando la ira de Kip. Cada vez más siento la necesidad de quedarme a solas, pero, esto en nuestro mundo es imposible. He visto ocurrirles a otros, y eso siempre acaba mal. Es la conciencia sobre sus esperanzas de supervivencia lo que nos viene a la mente, ese darnos cuenta de que no hay ningún futuro, y de que ya todo terminó. Toda nuestra existencia está justo aquí; es la que nos lleva y nos come.

    Los demás niños están jugando. Hay uno que otro cansado, descansando en las perreras. Algunos están escondidos entre los objetos, protegidos de la luz porque no todos tienen miedo de la oscuridad, incluso hay quien la busca. Los objetos ocupan una gran parte del agujero y son de varias formas. Hay una fila de cajas muy grandes, huecas en el interior, en las que se puede entrar con facilidad, pero es siempre el primer sitio donde el ogro va a buscar, por lo que son usadas muy pocas veces. Aquí y allá, hay montones de objetos agrupados al azar donde es más fácil encontrar dónde esconderse. Un niño realmente hábil es capaz de desaparecer del escondite. Yo podría hacer eso.

    Hay un río al otro lado de la puerta, que es como nuestra fuente de vida. El agua fluye constantemente, sacia nuestra sed y nos brinda la oportunidad de lavarnos. Ahí hacemos lo que necesitamos. Todos, excepto los niños más pequeños. Sólo a ellos les es concedida cualquier rebeldía. El agua que brota de la pared, crea un charco que llena una parte del agujero, y sigue su curso por el otro lado. Con el paso del tiempo se han sumergido unos cuantos tratando de averiguar lo que haría, pero han encontrado un túnel bloqueado por una rejilla, idéntica a ese puesto de seguridad que hay en el lado opuesto.

    Tienen unas barras cruzadas, negras y heladas, hechas del mismo material que los objetos en los cuales me escondo, incrustadas en las rocas de manera que nadie pueda circular. Lo han intentado muchas veces, pero ha sido inútil. Después de esto, algunos también han estado mal, porque el agua estaba muy fría y con mayor razón si eran sumergidos por mucho tiempo. Precisamente Asia está llegando del río. Me resulta difícil esconder una mueca. Es como si estuviera apuntando hacia mí y es muy extraño, porque tratamos de no coincidir nunca. Somos los niños más altos del pueblo, aunque mirarnos es causa de disgusto, ahora abrumados por una sola pregunta: ¿a quién de nosotros le tocará primero?

    Asia casi me alcanza por un dedo. Lo sabe, pero no se jacta de ello. Ella es la niña más alta del pueblo, según la opinión de muchos la más sabia. Desde luego, la más lista y la que ha aprendido a vivir mejor. El odio no existe entre ella y yo, pero trato de ser tolerante. Bueno, en realidad no me gusta. Detesto la forma en se mofa de todos; del mismo modo que los manipula, entonces miro su nivel, leo el miedo en sus ojos, incluso llego a sentir lástima por ella.

    Asia es una bruja. Hace hechizos y los vende a todos. A aquellos que se lo creen, al menos es un grupo al que yo no pertenezco. Les vende la inmunidad. Te puedo bendecir, y entonces estarás seguro de que el ogro no te llevará con él. Muchas personas confían en ella, pues el hecho de que sea tan alta es una prueba de que su magia realmente funciona. La pagan de diferentes formas: su casita es digna de una princesa, obtiene mejor el sustento sin tener que hacer cola delante de la olla, y siempre están todos dispuestos a obedecer sus órdenes.

    En efecto, su remedio casi siempre funciona. En ciertos casos en los que no lo consigue, sabe cómo encontrar una razón que lo amerite. En principio, el desdichado hombre ha realizado alguna tipo de acción sin su consentimiento. Por ejemplo; lavarse la frente después de haber sido bendecida, haciendo que la señal quede invisible. Ya que el pobre hombre ha sido devorado por el ogro, no se le puede contradecir. Asia nunca está sola, aunque no tiene ningún amigo especial. Por lo menos no hasta ahora. Se dice que una vez tuvo una hija más alta que ella, pero desde que el ogro se la llevó nunca más quiso tener otro hijo. No, no son los amigos de los cuales está hablando, pero sus seguidores están seguros del poder de su magia como para ser considerada una diosa. Tipos raros con los que es mejor no entrar en conflicto.

    Esta vez no será tan fácil, pues Asia parece estar realmente decidida. Se coloca delante de mí con las manos en la cintura. «He tenido un sueño, Gatto», empieza a hablar sin siquiera saludarme.

    No es bueno. Existe una tregua entre Asia y yo; debido a que nos conocimos en nuestro pueblo desde la infancia y nos perdonamos mutuamente. Ella sabe que la considero una charlatana y hasta la fecha se ha cuidado de no entrar en conflicto conmigo. Yo me abstengo de criticarla públicamente y ella finge ignorarme. Un saludo educado es lo más que hemos intercambiado.

    Los sueños son presagios de desgracias. Al menos los de Asia lo son. Estando presentes en sus sueños a menudo son una sentencia de muerte. Es la primera vez que me ataca directamente.

    Todo está en silencio a nuestro alrededor. Incluso Geko y sus soldados han dejado de ejercitarse y nos vigilan. Es el silencio, el horrible silencio, lo que despierta a Kip. En un mundo como el nuestro, que está en constante movimiento, el silencio es el ogro que está llegando, la muerte que se acerca, capaz de despertar a todos. El ruido es juego, felicidad, alegría y vida.

    Kip se levanta, me busca con la mirada, hace gestos de enojo, quejándose porque no le he despertado, entonces se da cuenta de la presencia de Asia. Él tiene miedo, a pesar de haber intentado hacerle ver la realidad, aún cree que tiene poderes inmensos. Siempre hace el intento por mantenerme alejado. Pero esta vez no puede, tiene que decidir entre quedarse a mi lado o salir huyendo. No se resiste, corre hacia mí y me aprieta una mano. Este gesto de confianza me anima y supera al miedo que se había apoderado de mí.

    Ahora puedo sonreír a Asia. «¡Qué sueño! ¿Tendrá algo que ver conmigo?».

    Eso es más que evidente y ella lo admite. Siempre actúa moviendo sus manos, serpenteando, tal como se imagina que debería hacerlo una verdadera maga. Su voz es fuerte y trágica. «Te soñé, Gatto. Te llevaba. Lo siento mucho. Pero, tú serás el siguiente».

    El silencio es total en este momento que, si apareciese el ogro lo sentiremos incluso sin los gritos de la milicia. No había ocurrido que Asia haya lanzado un ataque directo, al menos, no que yo lo supiera. Kip me está apretando una mano, lo siento temblar, está tratando de no llorar. No sé cuál sería mi reacción, si llegaran a burlarse o no de Asia en público. Aunque hay una gran mayoría de personas que creen ciegamente en ella. No es aconsejable enfrentarla, sobre todo antes de descubrir qué es lo que realmente quiere.

    Luego inclino la cabeza. «Si ese es mi destino, no tengo más remedio que aceptarlo».

    Es la frase perfecta de un verdadero héroe. Nadie podría considerarla inapropiada. Asia fue a meter en juego su credibilidad. Si el ogro no me lleva, se verá obligada a inventar cualquier otra excusa.

    Ella sonríe sutilmente, al considerarla casi como una victoria, y en voz baja dice: «El destino puede cambiar si lo crees firmemente».

    Estoy muy desilusionado ahora que ha descubierto el juego, ¿Es todo lo que quiere de mí? ¿Obligarme a aceptar algún inútil remedio sólo para demostrar a los otros que ella es la más fuerte? Si no le insulto es sólo por Kip, que está cerca de mí y no guarda silencio. «Sí, ayúdalo, te lo ruego», le grita.

    Me pongo tenso, lanzando una mirada de reproche a Kip, quien ni siquiera se da cuenta, entonces miro a alrededor. Todos están boquiabiertos creyendo de verdad que sin la intervención de Asia, seré la siguiente víctima. Incluso, algunos así lo esperan.

    Esta vez Asia me ha engañado; pero si quiero estar en paz con ella, no debo hacerle daño porque Kip sufriría. Sólo aprieto los dientes y gruño. «Haré todo lo que pueda para cambiarlo».

    Asiente con la cabeza adoptando una expresión sabia y pensativa. «Ven conmigo más tarde, y quizás encuentre un modo de burlar al destino».

    Prosigue su camino altiva, y sin mirarme. Los demás también se alejan escapando de mi mirada, qué desilusión por quienes aún me consideran un convicto.

    «¡Qué desgracia!». Se me escapa en voz baja y sólo Kip lo escucha.

    Él conoce bien lo que pienso, pero está muy asustado para darse cuenta. «Te ayudará, ya lo verás, será capaz de salvarte».

    Tomo a Kip del brazo y busco un lugar privado. No es difícil, ya que nos han dejado solos. «Tengo que hablarte de Asia», comenzó.

     A Kip no le interesan mis enseñanzas. «¿Irás, verdad? ¿Irás aunque no lo creas? ¡Por favor!».

    Su preocupación es exagerada, y hacerle entrar en razón es tiempo perdido. Yo simplemente me relajo.

    Kip es incrédulo. «¿No tienes miedo? ¿Cómo haces para no tener miedo?».

    «¿Miedo de qué? ¿De ser el siguiente? Claro que lo tengo. Cuando te vuelves mayor también vives con miedo. Asia está aún más asustada que yo».

    La he dejado alucinada. «¡Pero ella es inmune!».

    «Nadie es inmune», resopló. «¿Acaso Asia soñó que había llegado mi turno? Más que un sueño, es algo por lo que ella no quiere pasar. No te creas de sus mentiras».

    Todo es inútil. Esos ojos tan abiertos de Kip inspiran ternura. «Sin embargo, irás de igual manera, ¿verdad? ¿Te cuesta mucho trabajo? Tal vez encuentre el modo de ayudarte».

    No tengo ganas de pelear. Sobre todo no tengo ganas de pelear con ella. Tengo curiosidad de saber por qué Asia me atacó de esa manera.

    «Está bien, Kip. Luego iré a hablar con ella».

    «¡Por favor, no demores demasiado. El ogro podría llegar en cualquier momento».

    2

    La última vez le tocó a Fiore. No ha pasado mucho tiempo, pero esto no significa nada, ya lo he visto ocurrir. Somos muchos, muchísimos, cuando seamos demasiados, el sustento será escaso. Entonces las visitas del ogro se hacen más frecuentes. Pronto volverá, antes de lo que esperamos.

    Con Fiore fue horrible. Pues, estuvo así de cerca de donde yo me encontraba, que por un momento me consideré muerto. Aún me pregunto cómo habrá conseguido encontrarla. Su escondite era perfecto, había un hueco entre dos objetos parados prácticamente invisibles. Ahora que el ogro conoce nuestro escondite, quizás nadie lo pueda usar por mucho tiempo.

    Ella ha grita cuando el ogro la coge, grita tan fuerte que no han parado, ni siquiera cuando la puerta se vuelve a cerrar. Nos ha perseguido por mucho tiempo, entraban incluso por el hueco de la olla, y finalmente volvió la calma.

    ¿Qué se siente ser comido? ¿Nos mata antes, o nos devora cuando todavía estamos vivos? ¿Duele mucho? ¿De qué manera nos come, nos pone en la olla? ¿Nos cocina antes? Son preguntas que siempre nos hemos formulado, pero no hay respuesta. La única forma de saberlo es atravesando esa puerta.

    Hace mucho tiempo, un niño llamado Lupo dijo que había encontrado un dedo en la olla. Obviamente no era cierto, pero después se corrió el rumor de que el ogro nos daba como alimento a nuestros propios compañeros que él mismo se había llevado. Tal vez no enteros, no daba sólo las sobras. Ese ha sido un momento difícil, muchos de ellos se negaban a comer, los más pequeños se ponían a llorar tan sólo al ver bajar la olla.

    Por suerte, el problema se resolvió cuando el ogro se comió a Lupo.

    Hasta el día de hoy somos muchos los que pensamos que Lupo no se había equivocado, pero es probable que dentro de la olla haya restos de los niños que devora. Procuramos no decirlo en voz alta y comemos con voracidad nuestra ración.

    Trato de sacudirme, de no pensar en ello, pero esos

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1