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La lucha de Clodomiro
La lucha de Clodomiro
La lucha de Clodomiro
Libro electrónico375 páginas6 horas

La lucha de Clodomiro

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En este libro se habla de desempleo, de relaciones de pareja, de portales de citas, de soledad, de crisis personal, de problemas de dinero, de amistad, de iniciativas que no cuajan, de comenzar de nuevo una y otra vez. De reinventarse.

Situaciones en las que cualquiera puede verse reflejado o puede reconocer a alguien cercano, porque son circunstancias cotidianas.

Aquí se relatan historias de personas de verdad, de carne y hueso, que viven a nuestro alrededor y aspiran a disfrutar de ese trocito de pastel que es disponer de una vida tranquila, plácida, con trabajo, salud, algo de dinero y si además fuera posible, alguien con quien poder compartirlo.

Y todo ello, contado con sentido del humor, que en unas ocasiones, será más ácido que en otras.

IdiomaEspañol
EditorialCarlos Usin
Fecha de lanzamiento13 oct 2016
ISBN9781370828241
La lucha de Clodomiro
Autor

Carlos Usin

Durante casi 40 años ha estado trabajando en el apasionante mundo de las Tecnologías de la Información, desempeñando muy diversos roles y responsabilidades.Comenzó a escribir hace muchos años, por prescripción facultativa, siguiendo los bienintencionados consejos de un psicólogo al que acudía por entonces, con el propósito de que le ayudara a convivir con una persona diagnosticada de neurosis obsesiva con tintes esquizoides. Posteriormente, además de superar aquella fase y de dejar a la tarada, se enganchó con el vicio de escribir.

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    La lucha de Clodomiro - Carlos Usin

    CAPÍTULO 1.- Alone, again, naturally

    Al otro lado de la ventana del dormitorio, el ruido era tan ensordecedor como venía siendo habitual desde hacía ya muchos meses. La construcción de un bloque de viviendas a escasos 10 metros, proporciona una innumerable variedad de molestos y penetrantes ruidos, durante todo el ciclo de vida de su edificación. Sin embargo, como el cuerpo humano es capaz de irse acostumbrando a toda clase de incomodidades, había medio asumido los sinsabores de tan molestos y madrugadores vecinos. Porque lo peor, no era el ruido en sí, sino que éste comenzaba a las 8 de cada mañana.

    La presión inmobiliaria, se había ido extendiendo como las ondas en un estanque, primero hacia las afueras de Madrid y más tarde, a medida que se iban saturando las zonas y adquirían precios inasequibles, hacia los pueblos de la sierra. San Lorenzo de El Escorial, estaba comenzando a dejar de ser el pueblo tranquilo, sin agobios y sin atascos de tráfico, que me encontré unos 7 años atrás, cuando decidí ir a vivir allí con su pareja de entonces, Maite.

    La casa, era un segundo piso en un bloque de tres alturas, situado hacia las afueras del núcleo central del pueblo. Lo suficientemente alejado del mismo, como para no sufrir las incomodidades de ruidos de coches y personas, pero también, lo suficientemente cerca como para poder ir y venir andando, dando un paseo y siempre que no hubiera que volver cargados con bolsas pesadas. La casa, incluía además, una plaza de garaje y unas zonas verdes con piscina.

    Durante este período de tiempo, el pueblo había ido creciendo y cada año, se adecentaba un poco más. La nueva estación de autobuses, se ubicaba a escasos 5 minutos de la casa. Era un edificio, construido principalmente hacia abajo, en donde los grandes autobuses, disponían de espacio suficiente para aparcar sus vehículos y realizar las maniobras, sin mayores inconvenientes. Desde allí, con una frecuencia alta, salían las líneas que comunicaban a San Lorenzo con el resto de pueblos de la zona, pero sobre todo, con Madrid. En unos 45 minutos, podías estar en la zona de Moncloa después de un viaje rápido, confortable y seguro.

    La estación de cercanías de RENFE, que tanto utilizó, sobre todo al principio de residir allí, también se había lavado la cara. Había dejado de ser una típica estación medio abandonada de pueblo de la sierra para veraneantes, y se había convertido en la estación en la que cientos de personas diariamente, tomaban sus trenes de última generación, con destino a sus trabajos en la capital.

    Al son de todos estos cambios, frutos de la expansión económica y de la búsqueda de una mayor calidad de vida, el pueblo disponía también de un Centro Comercial, en donde lo más llamativo, no eran precisamente las tiendas allí ubicadas, sino el pequeño complejo de cines, que venían a sustituir al vetusto cine del pueblo. Incluso, por entonces, ya se hablaba de la creación de un HIPERCOR. Y todo ello, acompañado, como es lógico, de la construcción de innumerables viviendas, que a la postre, traerían a las personas cuyos gastos e impuestos, ayudarían a financiar todos estos negocios, los ya existentes y los que vendrían en el futuro. Lo malo, es que una de estas viviendas, la estaban construyendo justo enfrente.

    Miró el reloj y comprobó que al menos, ya era una hora prudencial como para dejar la cama. No es que tuviera ni muchos ni pocos compromisos. La verdad es que no tenía ninguno, pero al menos, ya habían pasado unas horas del día que estaba condenado a terminar más tarde, y eso, era una ayuda para poder soportar las horas que aún le restaban. Con toda la pereza del mundo y sin el menor entusiasmo, salió del abrigo de las sábanas y del edredón de plumas de pato que tan confortablemente le protegían, y se dirigió a la cocina a prepararse el desayuno. Como cada mañana, se fue después, al salón, a ver las noticias en el teletexto, mientras desayunaba con tranquilidad. Casi con parsimonia.

    La casa no era muy grande, pero se había convertido en un lugar poco acogedor, desde que Maite decidiera dejarle hacía ya unos meses. Como las desgracias nunca vienen solas, la economía, no iba muy bien. Aún mantenía el puesto de trabajo y la nómina, pero cada vez, ésta era más menguada.

    Hacía casi un año que la compañía para la que trabajaba, ante la crisis que se vivía nuevamente en el sector y la imposibilidad de colocarle en algún cliente, le había aconsejado que se decidiera a pasar por el quirófano y mantener, de forma pactada, una baja de manera artificial, con el fin de, al menos, poder ir cobrando un sueldo. El problema era, que el salario, iba mermando cada vez más y sin embargo, los gastos, eran los mismos. De ahí que decidiera mantenerse en un estado de semi enclaustramiento, con el fin de intentar malgastar la menor cantidad de dinero posible.

    Siguiendo con la rutina habitual, después de terminar el desayuno y de meter el plato y el vaso en el lavavajillas, se dispuso a conectarse con el pc. Como cada mañana, pensaba recibir alguna alerta de trabajo de las muchas a las que estaba suscrito, a ver si de esa forma podía salvar la situación en la que se encontraba, pendiente de un hilo, y con la amenaza latente de la venta de la empresa, de perder el puesto o de quién sabe qué desgracia desconocida podría cebarse sobre él.

    Al comprobar la bandeja de entrada del correo, la decepción, no por conocida, dejaba de ser dolorosa. Los mismos mensajes del Foro de la Asociación a la que estaba suscrito, eran de carácter político en un 99%. Los enredos y las peleas vía email, los desprecios y las luchas, los egos y las soberbias, hacían que, de vez en cuando, tuviera que salir el moderador a intentar poner paz y orden en el gallinero. Le había defraudado dicha asociación porque su motivación, al hacerse socio, era estrictamente técnica y sin embargo, la realidad fue muy diferente al cabo de poco tiempo. Mucho spam, mucha historia no deseada pero nada de posibles trabajos.

    En uno de esos correos sin ningún interés, vio una publicidad que hablaba de un Portal de Contactos vía Internet.

    Tal y como dice el refrán: cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo. La curiosidad y la falta de motivación para otra cosa, le llevaron a intentar averiguar de qué demonios se trataba y se zambulló en las páginas webs para establecer contactos entre personas.

    Hacía ya algunos años atrás, cuando lo de Internet todavía no existía, había tenido alguna experiencia similar. Se trataba de un pub, en el que un día concreto a la semana, se reunía una auténtica marabunta de seres humanos, en busca de encontrar a su media naranja, de paliar su soledad o simplemente, de aliviarse sexualmente de vez en cuando. No recordaba aquella experiencia con cariño, ni mucho menos. El mero hecho de haber descubierto como por ensalmo, que podía existir algo así, le pareció como entrar en un sub mundo lleno de parias, al que por cierto, él también pertenecía, se pusiera como se pusiera. Pero esto de Internet, era algo diferente. La gente, colgaba sus fotos (algunos) y ponían algo relativo a sus gustos, aficiones, apetencias y pretensiones. En el fondo, quedaba un poco frío, pero era una forma más moderna de contactar con otros seres humanos. Después de visitar la web y de navegar un rato, decidió que iba a reflexionar sobre su situación y a intentar adoptar alguna medida correctora.

    En lo referente a las secuelas de la operación de espalda, parecía que todo iba sobre ruedas y que, a pesar del enorme esfuerzo económico que supuso cubrir las deficiencias de seguro médico, al final había merecido la pena. En cuanto a la situación laboral, tenía todo el apoyo de Maribel, su jefa directa. Fue ella quien, en vista de cómo estaba la situación laboral, le aconsejó en su momento que pasara por el quirófano. Posteriormente, era la propia Maribel, quien sugería que no se diera de alta porque no tenía trabajo para él. Ya intentaba encontrar una salida a esta situación mediante la búsqueda activa de un nuevo empleo, contactos con amigos y conocidos y demás. Pero quedaba la parte emocional de su trípode circunstancial. Desde que Maite se había ido de la casa que habían compartido durante casi 8 años, no había tenido contacto con casi nadie, a excepción de su íntimo amigo Enrique. Llevaba, pues, una vida monástica, casi de eremita. Era obvio, que ninguna princesa iba a llamar a su puerta. No era ese el camino más idóneo para intentar establecer una relación de pareja estable.

    Dado su carácter sociable y comunicativo, el hecho de conocer a alguien del sexo contrario y poder hablar, se le hacía casi imprescindible. No era dado a salir por los bares ni sitios de alterne. Nunca lo había hecho y no iba a empezar a hacerlo ahora a sus años. Resultaría ridículo. Además, ¿qué clase de persona puedes conocer en la barra de un sitio de ligue a las 3 de la mañana? No era una idea que le reconfortara lo más mínimo. Quedaba otra alternativa que era la de aprovechar a los amigos y sus contactos, pero dado el reducido número de éstos y que casi todos, o todos, estaban fuera del mercado, esta vía, tampoco parecía transitable.

    La idea, por tanto, de suscribirse a un Portal de Internet con el fin de conocer gente, aunque no era lo que más le apetecía, sin embargo, era lo que tenía que hacer. Había llegado a ello por puro proceso deductivo, científico. Intentó superar todos sus recelos, suspicacias y temores. Luchó contra su timidez, su orgullo y a favor de su autoestima y finalmente, se inscribió.

    A partir de ese momento, un mundo nuevo de experiencias nunca imaginadas, se abrió ante él. Internet, le traía hasta su bandeja de entrada, las más apetitosas y sugerentes ofertas, desde los cuatro puntos cardinales del país, y más allá. Pero ninguna oferta de trabajo.

    Después de un buen rato a los mandos del teclado, comenzó a sentir frío. Intentaba economizar y minimizar los gastos de calefacción, por eso, la encendía cuando no quedaba más remedio. Por de pronto, se daría una buena ducha caliente, que al mismo tiempo que cumplía con la misión de asearse, le haría entrar en calor y de esa forma, algo de calefacción se iba a ahorrar. Tras terminar su aseo personal, se abrigó y salió a hacer la compra del día. Andando, por supuesto, que de esa forma ahorraba gasolina y se evitaba el enorme engorro que supone ir al centro del pueblo con el coche. Además, el paseo, le ayudaría a entrar en calor y el aire frío de San Lorenzo de El Escorial, le despejaría las peores ideas que se le pudieran ocurrir.

    Tenía un paso ni demasiado lento ni muy rápido. No podía ser demasiado rápido porque no hay corazón que soporte una marcha así por las empinadas calles de San Lorenzo. Parece que todas las calles están cuesta arriba, no importa el sentido de la marcha que se tome. Fue al supermercado más cercano, que distaba unos 600 metros en línea recta y después de comprar lo necesario, volvió a casa. Un pescado blanco para hacer a la plancha, una lechuga para una abundante ensalada y algo de fruta. Ya se acercaba la hora de la comida y se había conseguido pasar gran parte de la mañana. Recogió el correo del buzón en el portal y subió a casa.

    Después del frugal almuerzo, mientras veía algún programa deportivo, tocaba reposar la comida en el tresillo de piel color crema y ver las noticias. A media tarde, como todas las tardes, llamó a su hijo a su casa de Palma de Mallorca, donde residía con su madre desde el divorcio. A la vuelta del colegio, le contaba sus aventuras de cada día, sus vicisitudes y charlaban unos minutos. La tarifa especial de la que disfrutaba, le permitía llamar a partir de las 18.00 con una significativa reducción del coste.

    Con más miedo que vergüenza, fue abriendo uno por uno, los sobres que estaban encima de la mesita delante del sofá y que había recogido del buzón al mediodía. La mayoría, por supuesto, era del banco. Pagos por domiciliaciones…pagos….más pagos…la tarjeta del Corte Inglés…la otra tarjeta…..intereses….Intentaba mantener la calma ante semejante panorama. Sabía que justo cuando la situación está en su peor momento, es cuando más fortaleza y frialdad, se necesita para poder pensar con algo de claridad. Pero la verdad, es que no era nada fácil la situación: bunquerizado en su propia casa, sin perspectivas de cambio laboral a corto plazo, con la nómina menguante por la baja laboral, con las deudas creciendo mes a mes por los intereses y sin Maite.

    Se había provisto de algunos libros con los que, además de conocer algunos temas con algo más de detalle, podría utilizarlos para evadirse si conseguía que le interesasen. Y en esta ocasión, tenía uno entre sus manos que le estaba apasionando acerca de la biografía de un Juez de la Audiencia Nacional. Se tiró a por él para no pensar en otra cosa. Después de un buen avance de páginas, decidió entregarse a ver la tele. Buscó entre los canales normales y luego en el Plus, intentando encontrar algo que le pudiera mantener despierto cuanto más tiempo, mejor. Cuanto más tarde se acostase, más tarde se levantaría y menos pesado, largo y tedioso, se haría el día siguiente. Aunque lo malo, lo malo era que cada día le despertaban a las 8 los de la obra de enfrente.

    ***

    CAPÍTULO 2.- Portal de citas

    Una mañana cualquiera, la rutina le llevó a encender el PC con la esperanza, más bien con la necesidad, de encontrar algo que cambiara su vida. Esa máquina, se había convertido en su ligazón con el mundo exterior. Le informaba de posibles ofertas de trabajo, de noticias de amigos, de cadenas de emails milagrosas y a partir de ese día, también le iba a traer hasta casa, a alguna princesa, ansiosa de conocer a un príncipe como él. Una princesa que le traería la paz interior, el equilibrio emocional, el amor y la ternura que necesitaba para vivir.

    Siempre que acudía al correo electrónico, el corazón le daba saltos de alegría cuando empezó a ver correos que provenían del Portal de Internet en el que se había inscrito tiempo atrás. Al margen de cualquier otra consideración, era evidente que representaba una novedad en relación a su vida. Cada correo, era la oportunidad de intentar establecer una relación con una persona. Le permitiría escribir y contestar a los correos que recibiera e intentar detectar quién merecía la pena y de quién había que pasar. Le permitiría comunicarse, algo que para él era fundamental y que sin embargo, no había podido hacer con sus parejas anteriores, incluida Maite.

    Comenzó a leer el primero. Era una chica que decía que trabajaba en un banco. Amiga de sus amigos…dulce, simpática, sincera…pido sinceridad…. En la foto, parecía de buen ver. Con clase, educada, delgadita. Hasta entonces, había conocido de todo y no creía que fuera a ser peor que la mayoría de lo visto, así que, comenzó por enviarle una respuesta a su saludo inicial.

    Según las normas no escritas pero comúnmente aceptadas en estas artes, siempre que se establece un primer contacto, al menos, debe responderse por mera cortesía. Luego, a partir de ahí, el interés, la habilidad de cada uno y los objetivos propuestos, dictan el resto de las normas. Al principio son conversaciones en donde no se entra en lo personal, sino en lo accesorio. Dónde trabajas, estado civil, gustos, preferencias, actividades, etc. Lo primero, es compartir el usuario del Messenger, para poder charlar, sin necesidad de tener que quedar y verse en persona, lo que sin duda, siempre resulta algo violento.

    Después de unos cuantos chateos, se suelen compartir los números de teléfono con el fin de ir abreviando y posteriormente, lo normal es que más temprano que tarde, haya una cita para que las personas se conozcan en persona. Este era el protocolo habitual y así lo había hecho. Había conocido a varias mujeres, pero no había conseguido encontrar lo que buscaba.

    Olga, era una chica rubia, con unos poquitos kilos de más, dulce y cariñosa, que se comía las uñas (cosa que no podía soportar) y que por más señas, como muchas de ellas, estaba bajo tratamiento y con pastillas. Enseguida le contó que su problema era que llevaba 8 años saliendo con un policía. Bueno, lo de salir, es un decir, porque durante todo ese tiempo, sólo se veían en casa de ella. Jamás iban al cine, o a cenar o a salir con amigos. La pobre Olga, se había cansado de esa triste vida y había decidido darse otra oportunidad.

    Tenía un carácter algo cambiante, es decir, más cambiante de lo habitual en una mujer y sería debido, probablemente, a la medicación que debía tomar y no siempre hacía. La sentencia de Olga se produjo a raíz de que comenzó a llamarle cari. La primera vez que lo escuchó, se hizo el sordo y dese que fuera tan solo un lapsus linguae, una especie de frase hecha que dices sin pensar a una persona, distinta de la que habitualmente la recibe. Lamentablemente, no fue así. Cada vez que escuchaba el cari, se le ponían los pelos de punta. Intentaba imaginar a Olga con sus amigos, en su entorno y viceversa. Y no lo conseguía ver. Además, por algún extraño motivo, las relaciones sexuales, no eran para él, tan aparentemente satisfactorias como para ella. No pensaba que la culpa fuera de la pobre Olga, ni mucho menos, pero lo cierto es que la realidad, era así. Todo ello unido a su cambiante estado de ánimo y que encima, vivía en el otro lado de Madrid de donde vivía él, terminaron por condenar una relación incipiente, al olvido.

    Como el destino es siempre un burlón, quiso que inmediatamente después de Olga, conociera a otra Olga.

    Olga 2, vivía mucho más cerca, en Las Rozas, lo cual era ya un dato positivo. Vivía en un chalet adosado con sus tres hijos, fruto de sendos matrimonios con dos señores. Según le contó, había hecho la carrera de Químicas y por sus matrimonios, estaba muy introducida en el mundo de las Clínicas Dentales. Al parecer, había ampliado sus estudios con algún Máster. Se ganaba la vida como Consultora y Asesora, y sus clientes eran Clínicas Dentales que tenían dificultades para ganar dinero. No era muy agraciada físicamente, pero parecía una mujer culta, con sentido del humor y tenía una edad en la que los hijos, ya no atan tanto como cuando son más pequeños. Después de cubrir los pasos protocolarios ya mencionados, uno de esos días en los que estaban hablando por el Messenger, le invitó a salir juntos, para tomar una copa en Madrid.

    Quedaron un día de San José, en un Hawaiano cerca de la calle Serrano. En una de sus primeras conversaciones por el Messenger, ella le empezó a hablar de montar un negocio juntos, un SPA. A él, le resultó sumamente sospechoso que una desconocida, se plantease hacer negocios con otro desconocido, pero le resultó incomprensible lo del SPA. No había oído hablar de eso en toda su vida.

    Quedaron en casa de Olga. Llegó con unos 5 minutos de antelación y se quedó dentro del coche, esperando a la puerta de su casa a que llegara. No tardó mucho en regresar de hacer unas compras urgentes y después de una inusual presentación, la ayudó a bajar las cosas del maletero de su BMW para entrarlas en su casa. Olga le preguntó si le apetecía conducir y después de contestar que sí, se metieron en el BMW y se fueron a Madrid. Olga, le fue indicando el camino hasta que llegaron al sitio elegido por ella, pero dado que era Fiesta, el sitio, estaba cerrado. Así que se fueron a un hawaiano que estaba cerca y se pusieron a charlar. Tenía una risa fácil y la conversación era agradable. Se les pasó el tiempo muy rápido y decidieron volver cada uno a su casa.

    Volvieron a quedar otro día. Cenaron de hamburguesa en algún sitio cercano a Las Rozas y luego Olga le llevó a MOMA, a Madrid, a tomar una copa y escuchar algo de música. La verdad, es que a él, nunca le habían gustado los sitios en donde la música impide que las personas se puedan comunicar, pero en fin, qué le iba a hacer!.

    Después de tomarse la copa y de charlar algo, aunque a gritos, volvieron a Las Roas, se despidieron y se fue cada uno a su casa. Al día siguiente, Rafa, la escribí un correo en el que más o menos abiertamente, le decía que estaba a gusto con ella y que le apetecía salir en serio. Ella le respondió muy amablemente, que aunque era estupendo y maravilloso, creía que lo mejor era no volver a verse.

    Al cabo de un mes de no llamarla y no saber nada de ella, un sábado por la tarde, estaba comiendo a las 5 y suena el teléfono. Era Olga, quejándose de que hacía mucho que no sabía nada de él. Muy femenino. Comenzaron a verse nuevamente. Le invitaba a cenar a su casa, con sus hijos y luego, después de cenar, los hijos se iban a sus habitaciones y ellos se quedaban escuchando KISS FM en la radio, sentados en el sofá y charlando. Olga 2, pasó rápidamente de estar sentada, a reposar su cabeza en sus piernas, y de ahí a subir a su dormitorio en el tercer piso de la casa, no pasó mucho tiempo. Luego, de madrugada, cuando los hijos estaban dormidos, Olga 2, le despedía cariñosamente y él bajaba furtivamente las escaleras hasta la puerta de entrada, se metía en su coche y se iba a su casa.

    Bueno, al parecer, el destino, se había tomado un respiro con Rafa y le estaba dando algo de cuartelillo. Parecía que la relación iba bien. Pero pronto empezó a descubrir - o más bien a intuir-, cosas un poco raras.

    Lo primero que llamó su atención, fue su fijación con su padre. Era una especie de Dios viviente y daba la impresión de que era la única relación que le importaba. La relación con su madre, era tensa o casi inexistente. Le repitió en varias ocasiones una historia que para ella significaba un trauma, y fue que su padre la obligaba a esquiar de joven y además a competir. El caso es que, según su versión, una vez tuvo un accidente, se calló se hizo daño en las costillas y por esa razón, no ganó el maldito trofeo que estaba disputando. Al llegar a la meta, su padre fue muy severo con ella, pero ella no le contó toda la verdad.

    A Rafa, le pareció una historia demasiado simple como para que se te quede grabada como un trauma a una señora a los cuarenta y tantos, pero es que los humanos, somos muy raritos. Mantenía siempre una actitud retadora con respecto a los hombres, contra cualquiera, y daba la impresión (o quería darla), que sabía de todo. A partir de un momento determinado, Rafa empezó a oír hablar de un abogado que vivía también en Las Rozas y que como ganaba tanto dinero, se compraba Mercedes. Suponía que lo hacía para darle celos, aunque en un principio no prestó demasiada atención.

    La relación comenzó a enturbiarse, no tanto por el abogado, como por el extraño comportamiento de Olga 2. Saber que, ya en su momento, estuvo bajo atención psiquiátrica durante varios años, le producía repelús. Sin embargo, había algo que de alguna manera, le atraía hacia ella, algo fatal y descontrolado. Se encontraba tan fuera de lo que normalmente era él, que le costaba entender su propio comportamiento. No daba crédito a lo que estaba haciendo y no entendía por qué lo hacía. Fue a consultar a su amiga Mar.

    Mar, aparte de ganarse la vida como acupuntora, era psicóloga y en su día ejerció como tal. A Rafa, siempre le había tratado con las agujas y no con el sofá, pero para buscar orientación, le servía.

    Quedó con ella un día y le explicó las circunstancias y que se encontraba incómodo con su propio comportamiento. Después de escuchar atentamente, sentenció: a ti, te han hecho un trabajito de amarre. Lo dijo, como si eso fuera algo común y viniera todos los domingos en los anuncios salmón de El País, pero él se quedó con cara de bobo. Entonces, fue cuando surgió otra cara de la polifacética Mar: su vena de santera. Teniendo sangre cubana corriendo por sus venas, la santería, aunque, casi desconocida para la mayoría de los mortales, para ella, era como el comer. Le describió con todo lujo de detalles el procedimiento que se realiza para conseguir que una persona (él) se quedara enganchada a otra (Olga 2) y fue entonces, cuando algunas cosas empezaron a cuadrar.

    Una noche, inmediatamente después de hacer el amor en su dormitorio, Olga suelta con toda normalidad que Rafa debe buscarse a otra mujer, que ella no es para él. Intentó hacerla recapacitar, acerca de lo inconcebible que resulta estar con una persona haciendo el amor y que sea esa misma persona, quien te empuje a buscarte a otra mujer, incluso fijando un plazo. Olga 2, insistía mucho en que por las noches hablaba. Que incluso, podía estar horas hablando con una persona y no darse cuenta. Una noche, le montó el esperpento de estar hablando con él durante dos horas, mientras dormía y todo eso, al mismo tiempo que encendía un cigarro tras otro. Según el espectro que hablaba por su voz, se suponía que Olga 2 estaba hablando con alguien (Rafa) y cuando le preguntó que quién era él, respondió: pues quién vas a ser, papá, claro.

    Rafa sabía que Olga 2, estaba siendo atendida como paciente en una consulta, cuyo domicilio le dio en su momento. Un día que pasó por las inmediaciones de ese lugar, se tomó la molestia de ir a comprobar si existía semejante psicólogo. En el portal, en la calle, había una placa con un nombre y un teléfono, que coincidía con el que Olga 2 le había dado, pero no había nada que indicara que se trataba de un psicólogo. Como no le gustaba dejar cabos sueltos, se puso en contacto con el Colegio de Psicólogos de Madrid y preguntó por el nombre del supuesto profesional. Evidentemente, nadie le conocía y no había ningún psicólogo dado de alta con ese nombre. No contento con este resultado, solicitó una cita con el Presidente de la Comisión de Ética del Colegio de Psicólogos, con el fin de recabar información acerca de una posible demanda por intrusismo profesional o similar.

    La mujer en cuestión, fue muy amable y atendió su solicitud y accedió a una cita. Le contó todas estas vicisitudes y después de reírse mucho y pasarlo pipa, le aconsejó que la próxima vez que le diera por hablar en sueños, se pusiera los pantalones y se fuera a descansar a su casa.

    Estaba Rafa un día tranquilamente en su casa, cuando al abrir el correo, se encuentra con uno de Olga 2, en el que le dice que está harta de todo y que va a poner fin a su sufrimiento. Él estaba ocupado ese día, porque había ido a comer su amiga Maribel, así que, le respondió que en cuanto pudiera, se pasaba por su casa y charlarían sobre el tema. Y así lo hizo.

    Una vez que su amiga Maribel, se había vuelto a su casa, Rafa cogió el coche y se fue a casa de Olga 2 a hacer de paciente escuchador de su penúltima crisis existencial. Olga subió a su coche y se fueron a tomar una coca cola a un sitio concurrido de Las Rozas. Empezó a hablar y a partir de un momento determinado de la conversación, comenzó a detallar con pelos y señales, el plan que tenía para quitarse la vida. Había elegido una fecha próxima, en la que ninguno de sus tres hijos iba a estar en casa, porque estarían de vacaciones. Ella, previsora, ya había hecho acopio en pequeñas cantidades, de una sustancia que tomada en dosis superiores, provoca un desenlace fatal y lo que es mejor, no deja huella química, lo que sin duda era una ventaja según su criterio, a la hora de que sus herederos cobrasen los distintos Seguros de Vida de los que disponía y con cuyos importes, podrían eliminar la hipoteca y quedarse ellos una buena cantidad.

    Después de escuchar semejante sarta de estupideces, no tuvo más remedio que sugerirla que fuese a un psiquiatra (otra vez); que no le parecía ni medianamente normal lo que acababa de presenciar y escuchar y que eso era el colmo de lo que podía aguantar. Le dijo que era una gilipollas y que la llevaba a su casa. Desde que se metió en el coche, no pronunció palabra y se bajó del mismo, a la puerta de su casa, de igual modo. Rafa, se fue alterado y algo preocupado en el fondo por todo aquello.

    Al llegar a casa, estuvo dándole vueltas y no se podía dormir. ¿Y si a esta tarada se le ocurre hacer de verdad lo que dice, cómo voy a poder vivir Rafa el resto de su vida con ese cargo de conciencia de no haber hecho nada, excepto, ignorarla? Como primera medida, llamó al 112 y les pidió que le orientasen acerca de qué debía hacer. Estuvo hablando con un médico un buen rato y lo primero que le preguntó era que si él creía que era capaz de hacerlo. Le contestó que si lo supiera, no estaría llamando para pedir orientación y en segundo lugar, que no podía saber cómo va a responder un cerebro enfermo; podía imaginar cómo responde un cerebro normal, pero no uno enfermo porque no era especialista.

    Le sugirió que intentara convencerla de que se pusiera en manos de un psiquiatra y que si no lo conseguía, debía poner una denuncia en la Guardia Civil, por si el Juez estimara conveniente (o no), proteger a los hijos de la susodicha y que su madre, fuera obligada por una Orden Judicial, a recibir tratamiento.

    Después de colgar, a eso de las 3 de la madrugada, envió un SMS al teléfono del falso psicólogo, comentándole toda la película, con la esperanza de que abordase el asunto con ella en la siguiente reunión. Sin duda alguna, a la mañana siguiente, Olga 2, tuvo unas palabras con su falso psicólogo, porque cuando Rafa la llamó para saber cómo se encontraba, no le cogió el teléfono y cuando la llamó a la oficina,

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