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Violencia y habitus: Paramilitarismo en Colombia
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Libro electrónico403 páginas4 horas

Violencia y habitus: Paramilitarismo en Colombia

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Esta obra realiza un aporte a los estudios de la violencia en Colombia desde la teoría de los campos de Pierre Bourdieu. Frente a concepciones que le atribuyen al paramilitarismo la responsabilidad de ser una de las causas más importantes de la violencia en Colombia, ya sea como instrumento del Estado o de las élites, este trabajo analiza las prácticas del paramilitarismo como consecuencia de una trayectoria en el espacio social. Esta obra busca responder a la pregunta: ¿Por qué actúan como actúan los paramilitares? para así comprender sus estrategias y prácticas en relación con su accionar político.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 may 2015
ISBN9789586653466
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    Violencia y habitus - Manfredo Koessl

    Violencia y habitus

    Paramilitarismo en Colombia

    BIBLIOTECA UNIVERSITARIA

    Ciencias Sociales y Humanidades

    Filosofía política y del derecho

    Koessl, Manfredo

    Violencia y habitus: paramilitarismo en Colombia / Manfredo Koessl. – Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2015.

    308 páginas; 21 cm. – (Biblioteca universitaria. Ciencias sociales y humanidades)

    Incluye bibliografía.

    1. Paramilitarismo - Colombia 2. Violencia - Colombia 3. Actividades subversivas - Colombia 4. Insurgencia - Colombia 5. Conflicto armado - Colombia I. Tít. II. Serie.

    303.6 cd 21 ed.

    A1483685

    CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

    Título original: Gewalt und Habitus. Paramilitarismus in Kolumbien.

    Ed. LIT Verlag Dr. W. Hopf, Berlin, 2014

    © Manfredo Koessl

    La presente edición, 2015

    © De la traducción, Daniel Bonilla Maldonado

    © Siglo del Hombre Editores

    Cra 31A n.º 25B-50, Bogotá D. C., Colombia

    PBX: (57-1) 337 77 00, fax: (57-1) 337 76 65

    www.siglodelhombre.com

    Carátula

    Alejandro Ospina

    Armada electrónica

    Ángel David Reyes Durán

    Conversión a libro electrónico:

    Siglo del Hombre Editores - Bogotá - Colombia.

    ISBN: 978-958-665-345-9

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

    ÍNDICE

    ABREVIATURAS Y SIGLAS

    AGRADECIMIENTOS

    1. INTRODUCCIÓN

    2. ESTADO DEL ARTE

    Estudios sobre violencia y paramilitarismo en Colombia

    Aproximaciones conceptuales. La teoría de Campos de Bourdieu. Espacio social y habitus

    Agentes o actores

    La noción de campo y homología

    Capital e interés

    Estructuras sociales internalizadas. El habitus

    Efecto Don Quijote, o "histéresis de habitus"

    El territorio en el análisis del espacio social

    ¿Qué son los paramilitares?

    Definición de paramilitar

    3. EL CAMPO. PROBLEMAS, DEBILIDADES O LIMITANTES ESTRUCTURALES EN COLOMBIA

    Campo social

    Abismo social

    Debilidad de las instituciones

    Resistencia a cambios intelectuales y culturales

    Campo político

    Debilidad del sistema de partidos

    Ausencia/debilidad del Estado

    Presión de la justicia internacional y organizaciones de derechos humanos

    Campo económico

    Debilidad del sistema de producción económico y exclusión

    4. LA VIOLENCIA EN EL ESPACIO SOCIAL COLOMBIANO

    La violencia como herramienta —oportunidad— en la estrategia de los agentes sociales

    Campo social

    Medio de crecimiento y reconocimiento personal

    Control social

    Reconocimiento social

    Defensa de los valores tradicionales

    Gestor de cambios

    Campo político

    Gamonalismo

    Sostenimiento del bipartidismo de los partidos tradicionales

    Reemplazo de las instituciones del Estado

    Combate a la guerrilla

    Combate a las bandas criminales

    Coartada/excusa de responsabilidad por políticas represivas

    Campo económico

    Resistencia a la colonización

    Territorios no controlados

    Empleo y crecimiento económico

    5. PARAMILITARISMO. TRAYECTORIA EN EL CAMPO

    Los inicios: la guerra de los Mil Días (1899-1902)

    La Violencia: de los chulavitas a los pájaros

    Los mecanismos institucionales. El Decreto 3398

    El narcotráfico, el MAS y el surgimiento de las ACCU

    Auge político-militar, 1997-2002

    Relación con el Gobierno de Álvaro Uribe. El acuerdo de paz

    El choque con la realidad. ¿La traición de Uribe? y las extradiciones: 2004-2008

    ¿Acordar la cárcel?

    Del Proceso de Ralito a los sucesores: bandas emergentes, Bacrim y Águilas Negras

    6. LA ESTRUCTURA DEL PARAMILITARISMO Y SU INTERACCIÓN CON LOS OTROS ACTORES

    Estructura y organización

    Apoyos y sustentos

    Élites políticas y económicas regionales. Ganaderos

    Estado. Fuerzas Armadas

    Narcotráfico: financiamiento, empleo e interacción

    Empresas nacionales y extranjeras

    Población

    Medios de comunicación

    Iglesia católica

    Otros medios de financiación

    Integrantes y motivación

    Paramilitarismo. Percepciones e interacción con los otros actores

    La mirada desde la población. Los duros

    Percepción y discurso de las élites

    La autopercepción paramilitar y su percepción sobre su rol en el espacio social

    Interacción de los paramilitares con otros actores

    7. LOS PARAMILITARES Y LAS OPORTUNIDADES DE LA VIOLENCIA

    Campo social

    De lavaperros a jefes

    Protegemos a ganaderos, la clase media e incluso a los ‘raspachines’

    Quitarle el agua al pez

    El campo ennoblece

    Cooperativas y producciones alternativas

    Campo político

    Gamonalismo moderno: la parapolítica

    Bipartidismo: No pero sí

    Los salvadores del Estado

    Su razón de ser: el combate a la guerrilla

    Los combato y los contrato: el combate a las bandas criminales

    Tener agallas

    Campo económico

    Su rol en los territorios no controlados

    Su principal fortaleza: el empleo

    8. CONCLUSIONES

    9. GLOSARIO DE TÉRMINOS TEÓRICOS

    10. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

    Bibliografía

    Discursos, entrevistas y debates

    Periódicos y revistas

    Medios audiovisuales

    ÍNDICE DE FIGURAS Y TABLAS

    Figura 1. Posición de los actores en relación con la violencia

    Figura 2. Extensión del término paramilitar

    Figura 3. Motivos de la violencia

    Figura 4. Apoyos al paramilitarismo

    Figura 5. Juego de relaciones entre los actores en Colombia

    Tabla 1.   Espacio social y violencia. Problemas, oportunidades y actores

    Tabla 2.   Desmovilizaciones colectivas en Colombia, 1973-1998

    Tabla 3.   Estadística sobre reinserciones en Colombia. Estado a 31 de enero de 2008

    Tabla 4.   Oportunidades de la violencia paramilitar

    ABREVIATURAS Y SIGLAS

    Metodológicas

    Periódicos: se señala la sigla y la fecha (día/mes/año)

    Siglas de organizaciones

    Para Claudia

    Simplemente sin ella, esto no hubiera sido posible

    Para Natasha y Martín

    Mi motivación y mi apoyo

    Y para Sergio

    AGRADECIMIENTOS

    Pocas veces sucede que una tarea se perciba tan solitaria y, al mismo tiempo, se le deba agradecer tanto y a tanta gente para poder realizarla.

    En primer lugar, debo agradecer al profesor Detlef Nolte que, como mi director de tesis, se preocupó de que la misma llegara sólidamente a buen puerto.

    Un amigo se caracteriza por decir aquello que uno a veces no quiere escuchar. Por ello, un especial agradecimiento al profesor Klaus Bodemer por su honestidad, que me permitió finalizar exitosamente el trabajo.

    A la doctora Claudia Tomadoni, cuyos impresionantes e indiscutibles conocimientos de teoría y de metodología fueron una parte esencial de este trabajo y mi motivación para iniciarlo, continuarlo y, en especial, finalizarlo. A mis hijos Natasha y Martín, que dieron muestras de una infinita paciencia y tolerancia.

    Al profesor Manuel Alonso Espinal, que no solo me aportó información importante, sino que generosamente me permitió consultar su base de datos.

    A John Zuluaga Taborda, a la profesora Adriana González Gil y a la profesora Lina Sánchez Steiner, que me aportaron correcciones y datos esenciales acerca de la problemática de la violencia en Colombia.

    Al profesor Charlie Zapata, quien no solo me aportó información muy importante acerca de Colombia, sino que me recomendó textos para comprender la historia colombiana que resultaron esclarecedores.

    La lectura sobre la parte teórica de la profesora Natalia Berti me permitió sistematizar de manera sólida la teoría de los Campos de Bourdieu.

    Para Stefanie Dolling, que con una paciencia meritoria se ocupó de enseñarme a redactar de manera comprensible este texto.

    También resultaron muy importantes Susanne Prehl, la profesora Neyla Castillo, la señora Fischer, Salvor Hardin, Kristian Faschingeder, la doctora Patricia Grabowski, el doctor Joost y Tom quienes, cada uno a su manera, me ayudaron y alentaron a trabajar este tema tan complejo.

    A Sergio Carmona, quien me presentó el tema y con sus profundos conocimientos sobre la violencia en Colombia me ayudó hasta el final.

    A Jorge, a quien le agradezco especialmente su colaboración.

    A los integrantes del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, que siempre estuvieron abiertos a aportarme información y a ayudarme en la recolección de datos, y a los miembros de la BAG Nord/Süd por sus aportes y apoyo.

    1. INTRODUCCIÓN

    Frente a concepciones que le atribuyen al paramilitarismo la responsabilidad de ser una de las causas más importantes de la violencia en la Colombia de las últimas décadas, e incluso la de ser una simple herramienta de un Estado débil o inexistente para imponer la represión social y política, este trabajo intenta explicar al paramilitarismo como la consecuencia de una trayectoria en el campo,1 que se ha formado con particulares características. Así, la violencia no es solo un serio problema social, político y económico en Colombia, sino también un medio de reproducir ese campo. De este modo, la violencia es parte del problema pero, a través del tiempo, también funciona muchas veces como una solución para la reproducción de los agentes sociales.

    El punto de partida del análisis es que la estructura del campo se mantiene en Colombia gracias a una práctica internalizada de la violencia que proviene desde principios del siglo XX. Esa violencia, incorporada al habitus de los agentes sociales colombianos, es diferente respecto a otros casos en Latinoamérica: no se trata de una violencia meramente represiva, utilizada desde los organismos del Estado o las élites nacionales y que puede generar respuestas también muy violentas, pero locales y acotadas. En el caso colombiano, la violencia es parte de la historia incorporada a los agentes sociales y, por ello, se transforma en una práctica reconocida —o por lo menos aceptada— para la solución de conflictos que permite salvar los problemas de reproducción del sistema.

    La apreciación de dichas prácticas por parte de otros agentes sociales, los esquemas de percepción, evaluación y acción incorporados por la historia social en los agentes tienen, para el caso colombiano, la particularidad de que la percepción pública y privada de esa violencia difieren diametralmente. Así, políticos de diverso signo, investigadores sociales y población tienen, frente a la violencia, un discurso público muy crítico, pero también un discurso privado comprensivo, o por lo menos tolerante, que muestra hasta qué punto la violencia se ha incorporado al habitus de aquellos agentes sociales.

    En Colombia los agentes violentos, legales e ilegales, son muchos; diversos grupos guerrilleros y milicias, bandas delincuenciales, Fuerzas Armadas y narcotráfico comparten con el paramilitarismo esta caracterización, y se ha elegido al paramilitar para enfocar este estudio, porque él ha sido uno de los menos estudiados por la academia.

    A su vez, se han realizado muchas investigaciones acerca de los costos de la violencia en Colombia, tanto económicos como sociales; la novedad de este trabajo es que plantea ampliar esta mirada, al poner el foco en los beneficios —reales o aparentes— de la violencia para los agentes. En tal sentido, se analiza si la violencia no solo garantiza el status quo, sino también, si garantiza la reproducción del sistema.

    La pregunta central de la investigación es: ¿los paramilitares son causantes, meros instrumentos del Estado o las élites que utilizan la violencia, o surgen de un contexto en el que son producto de una trayectoria en el campo que se ha incorporado al habitus colombiano para la reproducción del mismo?

    Subsidiariamente, se deducen las siguientes preguntas que ayudan a la resolución de la principal: ¿cuál es la relación entre paramilitarismo y violencia en Colombia? y ¿por qué los paramilitares actúan como actúan?

    Los paramilitares son entendidos como actores armados, quienes a través del uso de la violencia sostienen fines políticos, sociales y económicos que apoyan y permiten la reproducción del espacio social colombiano y la posición de los actores dominantes en sus diversos campos, que se caracterizan por su homología. Este espacio ha sido —de acuerdo con estas presunciones— históricamente estructurado por la violencia que se ha inscrito en el habitus de sus actores.

    De esta manera, el trabajo se propone responder a las contradicciones reales o aparentes que se relacionan con la violencia y, en especial, con el accionar del paramilitarismo en Colombia. Entre ellas se destacan:

    • Enfrentamientos entre paramilitares, tropas estatales, guerrilla, bandas delincuenciales y narcotráfico. A la vez que se observan también acuerdos y alianzas entre estos mismos agentes.

    • Violentos enfrentamientos entre los grupos paramilitares que provocaron, por ejemplo, el asesinato de importantes referentes (Carlos Castaño, Doblecero) y la disolución de bloques (Bloque Metro).

    • Delincuentes que intentan disimularse como actores de crímenes contra los derechos humanos porque política y jurídicamente les resulta más conveniente.

    • Una fuerte interacción del paramilitarismo con la clase política, definiendo elecciones nacionales y locales, a la vez que un marcado aislamiento político nacional e internacional de los paramilitares.

    • Un aparente éxito militar de los paramilitares, aunque se consideran a sí mismos derrotados y perseguidos políticamente.

    • La obtención de la fama de duros, reconocida por adversarios y víctimas, mientras se advierte que sus acciones se dirigen principalmente contra la población civil, y han sido contundentes sus derrotas en combates contra la guerrilla.

    • Un constante juego entre inserción, reinserción y rereinserción de paramilitares.

    • La autopercepción del paramilitar como defensor del status quo, al tiempo que se presenta como un importante innovador social, político y económico en Colombia.

    En este contexto, debe tenerse en cuenta que algunos autores definen al Estado colombiano como débil, ausente, e incluso como fallido. Mientras que, por otro lado, se observa un funcionamiento adecuado de las figuras formales del Estado y la democracia, que se plasma en una virtual ausencia de golpes de Estado durante el siglo XX. Como lo formula María Teresa Herrán: En Colombia se diferencia el mundo formal de las teorías del Estado de derecho del mundo real. Yo lo he denominado como la ‘esquizofrenia colombiana’ (Herrán 1999: 39).

    A partir del análisis del campo, y de la definición de paramilitarismo dada como hipótesis de trabajo, se intentará responder y probar los extremos de las preguntas de la investigación.

    Para realizar esta tarea, se utilizó la teoría de los Campos de Bourdieu, cuyos conceptos permiten explicar los, a primera vista, contradictorios triunfos y derrotas paramilitares en Colombia, gracias al análisis sincrónico y diacrónico de las trayectorias en el campo y de las prácticas que de ellas se derivan, consideradas, en muchos casos, como irracionales. De esta manera, se pueden comprender estrategias y prácticas de los actores, que de otra manera resultan incomprensibles: por ejemplo, las reinserciones y traiciones que caracterizaron la relación Estado-alzados en armas durante el siglo XX.

    Una larga estadía en el país, así como una cercana relación e interacción con los actores no pueden reemplazar los requerimientos de la metodología y la teoría, pero de esta manera se cumplía con los requisitos de la metodología y la teoría elegida para el análisis.

    La metodología utilizada obligó a una gran inversión de tiempo, ya que la construcción de una relación de confianza con la persona entrevistada resultaba condición esencial para realizar una conversación ero-épica.2 En el transcurso de los tres años de mi estadía en Colombia (2004-2007) pude realizar así conversaciones ero-épicas con 18 personas para las que se requerían por lo menos seis encuentros con cada una. Otras 27 personas fueron entrevistadas, algunas de ellas dos o tres veces. Casi todas las observaciones (12), participantes y no participantes, también fueron realizadas durante mi estadía.

    Debe quedar establecido que el conflicto afecta a toda la población. Todas las personas entrevistadas u observadas han sido víctima o victimario de la violencia —o un pariente de primer grado—. Este hecho requiere del investigador una gran sensibilidad en la observación y la entrevista, ya que surge el mismo problema que tienen otras fuentes colombianas —prensa, TV, estadísticas, etc.—: el intento de instrumentalizar la investigación con el objetivo de fortalecer la propia posición. Por ello resulta muy importante desarrollar métodos y técnicas que permitan controlar y comparar reiteradamente los datos obtenidos.

    El estudio del conflicto colombiano presenta a los investigadores problemas desde la utilización del término conflicto, el cual es interpretado de diferente manera por las partes en pugna, la población civil y los investigadores.3 Peter Waldmann (2007a: 252S) señala que en Colombia no se pueden aplicar las etiquetas o los esquemas habituales utilizados al analizar la problemática de los conflictos puesto que no se trata del enfrentamiento de un grupo rebelde contra el Estado, ni tampoco de un conflicto horizontal.

    En el conflicto intervienen la totalidad de las fuerzas de seguridad colombianas (Policía, Ejército, Fuerza Aérea, Marina, además de los servicios de inteligencia), diferentes grupos guerrilleros, de los cuales dos son de gran envergadura, antigüedad y con presencia nacional (FARC-EP y ELN), así como diversos bloques paramilitares, narcotraficantes y grupos delincuenciales en sus diversas variantes —bandas, combos, parches, oficinas, etc.—. Tampoco es posible establecer líneas claras entre los beligerantes, guerrilleros, bandas, narcotraficantes, paramilitares y fuerzas estatales quienes no solo combaten unos contra otros, sino también entre sí.4

    Igualmente intervienen, de manera más o menos encubierta, los servicios de inteligencia extranjeros o sus exmiembros: el Mossad israelí (P12 04.07.08 y Se. 31.05.08b), el BND alemán y las diferentes oficinas de seguridad de los Estados Unidos —DEA, CIA (EE. 07.01.09), FBI—, y sus Fuerzas Armadas —US Navy Seals— (Meade 2010: 302), también hacen presencia mercenarios o voluntarios del IRA irlandés o del ETA vasco,5 además de los contactos que algunos grupos tienen con milicias libanesas (EE. 09.07.09).

    Las Fuerzas Armadas o los Gobiernos de Venezuela y Ecuador también son acusados de intervenir en el conflicto, y la presencia de contratistas6 estadounidenses tampoco es un secreto, desde que una columna de las FARC derribara un avión de inteligencia electrónica y secuestrara (o tomara prisioneros)7 a tres de ellos en febrero de 2004, y que fueran liberados en la operación Jaque, con Ingrid Betancourt, en julio de 2008.

    Este conflicto se desarrolla desde hace varias décadas y ha provocado centenares de miles de muertos y millones de refugiados internos8 y externos. A fin de obtener los fondos necesarios para mantener las hostilidades, el Estado cobra impuestos de guerra especiales (EE. 15.07.09), mientras se fundamentan sucesivos estados de excepción y un recorte masivo de derechos individuales.

    Pese a las quejas de los Gobiernos colombianos por la inacción de países extranjeros, en especial sus vecinos, con acusaciones de apoyo encubierto a los grupos ilegales o, por lo menos, la falta de comprensión de estos acerca de los problemas y las realidades colombianas, el problema desde hace mucho no se limita al suelo colombiano; este conflicto se extiende, en los últimos años, de manera progresiva hacia otros países latinoamericanos, Estados Unidos e incluso Europa.

    La violencia colombiana relacionada al conflicto también afecta directamente a sus vecinos: Ecuador, Venezuela, Panamá y Brasil (MD. 11.02.05, EE. 15.11.07b, DW. 05.03.08, Azellini 2009a y b y EE. 19.07.08), quienes han tenido que sufrir las intervenciones de los grupos armados legales e ilegales en su territorio: bombardeos, ocupaciones, secuestros, robos, abigeato, extorsiones, etc. A ello se le deben sumar los altísimos costos generados por la recepción de los refugiados de la violencia9 y el problema de la corrupción creada con la aparición de grupos ávidos de comprar armas con el suficiente capital para corromper y generar un mercado negro de armas y contrabando con las consecuencias sociales y económicas que se derivan de la economía ilegal.

    Al mismo tiempo, las guerras del narcotráfico y el conflicto generan problemas a países que no son vecinos de Colombia, que deben lidiar con la instalación de sucursales de los carteles, o la violencia de los ajustes de cuentas en vía pública. Tal es el caso en los últimos años de Centroamérica —en especial Guatemala y Nicaragua (EP. 23.12.09)—, la República Dominicana, Argentina (Cl. 01.03.09a y b), España (EE. 08.10.09 y EP. 14.09.10) e incluso en África (EP. 22.03.09 y DS. 14.12.07). La intervención de los paramilitares en el golpe de Estado de Honduras (EP. 10.10.09, Se. y EE. 09.10.09) es un ejemplo paradigmático. A ello cabe agregar el importante impacto que ha tenido la extradición de los jefes paramilitares colombianos, y sus segundas y terceras líneas hacia los Estados Unidos, muchos de los cuales, al negociar la disminución de sus condenas a cambio de delatar socios y aliados, entregaron a sus socios mexicanos, con los que tenían relaciones desde la década de los ochenta (E. 20), que agudizaron10 las guerras del narcotráfico mexicano durante 2008-2010, lo que ha puesto a este Gobierno en una delicada situación respecto a su seguridad interna.

    Frente a este panorama, se comprende que el interés por solucionar, o por lo menos comprender, el problema de la violencia en Colombia trasciende las fronteras nacionales y en reiteradas ocasiones diversos Gobiernos extranjeros participan en el conflicto —a solicitud o a espaldas del Gobierno colombiano— ya sea de manera represiva a través de los planes Colombia y Patriota ejecutados por los Estados Unidos,11 o mediante las gestiones de buenos oficios, como por ejemplo, los franceses para lograr la liberación de una connacional (Ingrid Betancourt), pero que a la vez desbaratan todas las estrategias del Gobierno en su negociación con la guerrilla. También Alemania ha participado directa e indirectamente, con mayor o menor éxito, en el conflicto colombiano, si bien las lecturas oficiales alemanas acerca de su utilidad y objetivos difieren mucho de las que se realizan en Colombia.

    En este contexto de violencia debe enmarcarse el paramilitarismo en Colombia, cuyas raíces se hunden en las guerras civiles del siglo XIX,12 en especial la guerra de los Mil Días (1899-1902) y su —para la época— aterradora cifra de 100.000 muertos,13 cuyos antecedentes son los temidos pájaros conservadores de la época de La Violencia (1948-1958), con no menos de 250.000 muertos,14 siendo la precursora directa, además de los grupos de autodefensa de Pablo Emilio Guarín y Gonzalo Pérez, y los de Ramón Isaza de Puerto Triunfo, el MAS (Muerte A Secuestradores) conformado por narcotraficantes en 1980, que han sido, en sus diversas variantes y sus muy heterogéneos bloques, protagonistas de la realidad política colombiana habiendo causado centenares de miles de muertos desde entonces.15

    Durante el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010), el paramilitarismo logró ser considerado como parte y agente autónomo en el conflicto colombiano, lo cual era una de sus grandes aspiraciones, ya que se resistía ser considerado como la mano izquierda del Ejército, el Estado o las élites económicas. Esta aspiración no solo se debe a la intención de obtener coartadas políticas y jurídicas para su accionar, sino que también se funda en una visión de su función y su actuar en Colombia.

    La violencia como práctica incorporada al habitus resulta un factor importante para comprender las diferencias con los procesos de violencia y de paz en otros países. En Colombia, la violencia y su interiorización, en combinación con el narcotráfico, del que es antecedente y con el que se ha creado una relación simbiótica de mutua alimentación, difiere sustancialmente de la realidad centroamericana de la década de los ochenta, ya que el apoyo económico estadounidense resulta importante pero no sustancial en Colombia, como sí lo era para los casos de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en los cuales fue el combustible principal del conflicto.16 Por ello es que las propuestas de paz, que se basan en los antecedentes centroamericanos, no resultan analogías aplicables al caso colombiano.

    El análisis del problema de la violencia en Colombia supera ampliamente las posibilidades de una investigación, pues la complejidad y magnitud —espacial, temporal y social— del mismo impiden plantear respuestas amplias o incluso totalizadoras. Por ello, este trabajo no intenta solucionar el problema de la violencia en Colombia, tampoco determinar los orígenes o incluso las causas de esa violencia, ni siquiera tiene por objetivo descubrir los orígenes o las causas del surgimiento del paramilitarismo, como tampoco deliberar sobre las posibilidades y perspectivas de los procesos de paz realizados o por realizar en el futuro.

    Este trabajo17 tiene por objetivo realizar un aporte a los estudios de la violencia en Colombia, desde una perspectiva acotada: a partir del contexto violento colombiano, incorporado al habitus de la sociedad, analizar la mirada que tienen acerca de sí mismos los paramilitares, y los grupos que los apoyan, en cuanto a las funciones que cumplen para la sociedad y el Estado colombiano indagando, en función de ello, sus prácticas y estrategias construidas a partir de esa mirada. Es decir, se trabaja sobre la pregunta: ¿por qué actúan como actúan los paramilitares?, para así comprender sus estrategias y prácticas en relación con su accionar político.

    _________________________

    1 Acerca de la aplicación de los términos trayectoria en el campo, habitus, prácticas, estrategias, actores, etc., véase el glosario.

    2 Las conversaciones ero-epicas son propuestas por Roland Girtler (1995; 2001; 2003; 2004), como metodología para realizar entrevistas en ámbitos difíciles. Esta técnica implica un acercamiento al entrevistado y su ambiente más pronunciado que en la observación participante pues combina observaciones con

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