El mundo está viviendo un clima económico, político y social convulso, lo cual se agrava en México por la convergencia de fenómenos como la polarización social, el victimismo, la complejidad de las comunicaciones y la relatividad de los principios, lo que, en el tema de la reforma electoral propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, la marcha en defensa del Instituto Nacional Electoral (ine) y la contramarcha, ha generado consecuencias negativas exacerbadas.
Entre las instituciones del Gobierno federal que en mayor o menor medida han afectado o intentado afectar a los órganos autónomos de nuestro país están la Comisión Nacional de los Derechos Humanos —capturada—, la Suprema Corte de Justicia de la Nación —amenazada—, la Comisión Federal de Competencia Económica, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y el Instituto Federal de Telecomunicaciones —minimizados—, así como la Fiscalía General de República —fiscal carnal—; sin embargo, nada ha levantado más ámpula en una parte de la población mexicana que la intención de reforma constitucional al sistema electoral.
Como “Plan A” AMLO pretendía sustituir al ine por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (inec), el cual se encargaría de preparar los comicios no sólo a nivel federal, sino también a nivel local; la administración de las elecciones podría haber vuelto al control del Estado (Secretaría de Gobernación); además, disminuiría el número de consejeros y se modificaría la forma en la que éstos y los magistrados serían elegidos (por voto popular); le quitaría tiempos en radio y televisión; realizaría un cambio a modo en la integración del Congreso, con una importante reducción de asientos; todo lo cual marcó un punto de inflexión por la reacción ciudadana y la de una parte de la oposición, lo que afortunadamente se topó con pared.
Como “Plan B” el primer mandatario anunció su intención de reformar las leyes secundarias, en primer lugar pretendiendo tomar el control del padrón electoral, esto es, de las listas de las personas que pueden votar y, posteriormente, presentando una iniciativa para acotar al ine, la cual ya fue aprobada por la vía del fast track en la Cámara de Diputados, entre otras cosas, afectando el servicio profesional electoral, reduciendo su estructura, su presupuesto, sus puestos, sus sueldos y sus dientes, que pasará al Senado para su revisión y discusión, lo cual sigue alentando la coyuntura.1
El fenómeno de la polarización, la radicalización y el extremismo lo vemos claramente en Estados Unidos (Trump Biden), en el Reino Unido (Unión Europea Brexit), en Francia (Macron Le Pen), en Brasil (Bolsonaro vs. fifís), lo cual peligrosamente trasciende y va más allá de la tradicional lucha entre el norte y el sur, la derecha y la izquierda, el capitalismo y el socialismo, el capital y la mano de obra, los conservadores y los liberales, pues se está traduciendo en la lucha entre buenos y malos.