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(Des)empleo y bienestar en la era digital: Una lectura desde España
(Des)empleo y bienestar en la era digital: Una lectura desde España
(Des)empleo y bienestar en la era digital: Una lectura desde España
Libro electrónico265 páginas3 horas

(Des)empleo y bienestar en la era digital: Una lectura desde España

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Empezar el debate de la falta de empleo y de todo lo que supone la tecnología digital

Hablar simultáneamente de ganar bienestar y desempleo suena a contradictorio en nuestra actual concepción y escala de valores, ya que se nos hace difícil pensar que una persona pueda experimentar simultáneamente un incremento en su bienestar individual, cuando tiene dificultades para conseguir una legítima compensación económica derivada de su trabajo.

Sin embargo, por paradójico que resulte, es un hecho que la persona pueda beneficiarse de lo digital como consumidor y en cambio verse perjudicado como productor. Estamos en las primeras etapas de una época de grandes cambios asociados al conocimiento y su aplicación por la tecnología.

Las innovaciones digitales están rehaciendo la industria, la economía y la sociedad al igual que el vapor, la electricidad y de combustión interna hicieron antes. La revolución digital es la mejor noticia económica del planeta tanto por las nuevas formas de fabricar cosas materiales, como para la obtención de productos cognitivos e inmateriales. La digitalización incrementa la tarta de la riqueza y del bienestar pero ninguna ley dice que debe beneficiar a todos por igual y de hecho los beneficios económicos y laborales de esta oleada tecnológica están siendo muy desiguales, hoy la mayoría puede sentir que vive en peores condiciones económicas, aunque todos disfrutemos diariamente de las posibilidades de lo digital. La digitalización destruye muchos más puestos de los que pueda crear por lo que se plantean situaciones muy espinosas.

Anteriores revoluciones aumentaron considerablemente la demanda de mano de obra, así como un trabajo sostenido con crecimientos salariales. Las evidencias llevan a preguntarse si esta vez las cosas son diferentes. En un camino que va de la tecnología al empleo, pasando por aquellos aspectos que mejoran la sensación de bienestar en estetexto acabamos planteando la pregunta de: ¿Cómo se organiza una sociedad en la que muchas personas a través de su ocupación ya no puedan obtener recompensas aceptables?

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento5 ago 2015
ISBN9788491120841
(Des)empleo y bienestar en la era digital: Una lectura desde España

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    Vista previa del libro

    (Des)empleo y bienestar en la era digital - Gregorio Martín

    Título original: (Des)empleo y bienestar en la era digital

    Primera edición: Febrero 2016

    La primera versión de este libro data de Agosto de 2015.

    © 2016, Gregorio Martin

    © 2016, megustaescribir

              Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:                 Tapa Blanda                          978-8-4911-2083-4

                               Libro Electrónico                  978-8-4911-2084-1

    Contenido

    PRÓLOGO

    INTRODUCCION

    Capítulo 1   Que es y que supone la Digitalización.

    1.1 La capacidad de lo binario

    1.2 El ordenador, un robot que no parecía tal.

    1.3 Detallando la Digitalización.

    1.4 La Digitalización como explosión cámbrica.

    Capítulo 2   Ingenierías Digitales del Bienestar y el Desempleo.

    2.1 De la matemática a la tecnología.

    2.1.1 La capacidad de lo finito

    2.1.2 La Sabiduría de las Ingenieras.

    2.2 Microelectrónica.

    2.2.1 Circuitos integrados y tecnología energética

    2.2.2 Transductores y sensores

    2.3. Telecomunicaciones.

    2.3.1 Corta distancia.

    2.3.2 Redes fijas

    2.3.3 Redes inalámbricas.

    2.4 Arquitectura de Ordenadores.

    2.4.1 La Nube

    2.4.2 La Internet de las cosas y la Niebla.

    2.5 Lenguajes y Sistemas Informáticos.

    2.5.1 Ciencia de los Datos.

    2.5.2 Inteligencia artificial (IA)

    2.6 ROBOTICA.

    2.6.1 El Procedimiento aditivo: Impresoras 3D.

    2.6.2.Robots colaborativos.

    2.6.3 Sistemas ciberfísicos.

    Capítulo 3   El mecanismo digital de nuevos hábitos y Negocios.

    3.1 Producto y Soporte digital.

    3.2 Desintermediación y Autoservicio

    3.3 El batiburrillo de la economía colaborativa

    3.3.1 Economía Colaborativa de Pago (ECP).

    3.3.2 Una nueva dinámica

    3.4 Digitalización y gratuidad.

    3.4.1 El hábito de la gratuidad digital.

    3.4.2 El papel de la publicidad y de los datos.

    3.5 GAFA.

    3.5.1 El poder de las plataformas.

    3.5.2 Ganadores únicos digitales.

    Capítulo 4   Efecto de la Digitalización sobre el Bienestar personal.

    4.1. Bienestar individual sobre modelos de negocio que periclitan

    4.2 Robótica y Bienestar.

    4.3 El movimiento colaborativo.

    4.3.1 El Prosumo.

    4.3.2 Del P2P al hacker

    4.4 El Bienestar de la gratuidad.

    4.4.1 GOOGLE.

    4.4.2 Facebook

    4.5 El salario no económico de la Digitalización.

    Capítulo 5   Efecto de la Digitalización sobre el

    (des)empleo.

    5.1- El empleo en el siglo XXI

    5.1.1 El concepto de empleo.

    5.1.2 Killers digitales.

    5.1.3 Nuevo Taylorismo

    5.2 Efecto de la Digitalización sobre el empleo industrial.

    5.2.1. Industria 4.0

    5.2.2 Los servicios digitales en la Industria moderna

    5.2.3 Digitalización y Deslocalización industrial.

    5.3. Efectos sobre el empleo en el sector servicios.

    5.3.1 Desintermediación.

    5.2.2 El empoderamiento del trabajo a demanda.

    5.4 ¿Destrucción constructiva de empleos en la Digitalización?

    5.4.1 Empleos desplazados.

    5.4.2 Digitalización y empleos de la clase media.

    5.4.3 Las empresas digitales nativas no crean (apenas) empleo

    5.4.3 A modo de balance.

    5.5 La nueva elasticidad del empleo y la desigualdad.

    5.5.1 Desigualdad y equilibrio entre Trabajo y Capital Productivo

    5.5.2 Crecimiento sin empleo.

    5.6 La preocupación de los tecnólogos.

    Capítulo 6   Una lectura española.

    6.1 La Digitalización en nuestra gran crisis del empleo.

    6.1.1 Estructura productiva y empleo en España

    6.1.1 ¿Cuánto desempleo actual sería achacable a la Digitalización?

    6.1.3 Una aproximación cualitativa.

    6.2 La polarización salarial en España

    6.3. La formación en España en la era digital

    6.3.1 No Sobrevalorar la cultura digital.

    6.3.2 La educación no es una varita mágica

    6.3.3 Adaptar oferta y demanda

    6.3.4 Las dudosas políticas activas de empleo.

    6.4 España es Europa

    Capítulo 7   Digitalización y Estado.

    7.1 El protagonismo de lo privado en la Digitalización

    7.1.1 Liberté, Egalité, et Fraternité.

    7.1.2 La Tecnología como ideología.

    7.2 Digitalización y Fiscalidad.

    7.2.1 Impuestos del estado del bienestar.

    7.2.2 La difícil fiscalidad de la Digitalización.

    7.3 Estado y Empleo 3.0.

    7.3.1 La digitalización camino del Empleo 3.0

    7.3.2 La nocontratación del Empleo 3.0.

    7.4 Explorando soluciones globales: Las cuatro R.

    7.4.1 Relajar formas y exigencias de vida y consumo.

    7.4.2. Repartir con racionalidad el trabajo existente.

    7.4.3 Reeducar a las personas para vivir en la Digitalización

    7.4.4 Redistribuir las ganancias de la Digitalización.

    7.5 El Estado y la tecnología.

    EPILOGO Jose S. Martinez

    Prólogo

    El libro que tienes, lector, entre las manos –o mejor, en la pantalla de tu ordenador- es el fruto precoz de una preocupación que, con cierto retraso, empieza a extenderse en nuestro país :¿cuáles serán los efectos de esta nueva revolución tecnológica, la llamada revolución digital, sobre el empleo ? ¿Qué trabajos se crearán, cuáles se destruirá? ¿Qué formación debemos aconsejar a nuestros hijos para darles las mejores probabilidades de encontrar un buen trabajo? Y, por último : aunque desde no hace mucho nuestros medios de comunicación se hacen eco de algo de lo que se escribe y publica en Estados Unidos, uno ha de preguntarse si las respuestas que son válidas para países como EE.UU. o Alemania lo son también para nosotros.

    Las cuestiones que suscita la revolución digital son muchas y pertenecen a ámbitos muy diversos, algunos de ellos accesibles tan sólo a especialistas muy cualificados; sería, pues, prudente irlas estudiando con calma hasta que, quizá dentro de veinte o treinta años, aparecieran con claridad las líneas maestras de la evolución tecnológica y pudieran calibrarse sus consecuencias con orden y precisión. Por desgracia no disponemos de ese tiempo, porque los cambios se producen con mucha rapidez. Es, pues, necesario contar con descripciones y análisis parciales, con una visión limitada de un futuro muy nebuloso; lanzarse a esa tarea requiere coraje intelectual, porque el autor se expone –y a ello son especialmente sensibles los académicos como el profesor Gregorio Martín- a que su obra sea tachada o de incompleta o de pasada de moda. Por suerte ha asentado el autor su trabajo sobre la base de unos sólidos conocimientos de la ciencia de la computación que subyace a la revolución digital, de tal modo que su lectura proporciona también al lector una base sobre la que ir colocando las noticias y los desarrollos que se producen y se seguirán produciendo en este campo. Quien esto escribe, ajeno por completo a los misterios de la tecnología, ha aprendido mucho de la lectura del manuscrito del profesor Martín.

    Revoluciones industriales

    La preocupación por los efectos del progreso técnico sobre el empleo existe desde los inicios de la primera revolución industrial, que los historiadores sitúan en torno a 1820, y que permitió multiplicar la productividad del trabajo humano. Es la revolución del vapor, de las máquinas y de las fábricas, que fue vista a veces con entusiasmo, como liberadora, y otras al contrario, o como destructora de empleo o como instrumento de esclavitud. Así, David Ricardo, que en una época imaginaba ante todo los beneficios de la mecanización, pensaba más tarde que las máquinas podían convertir la población en algo superfluo. A todos nos suena la rebelión de los luditas en Inglaterra (1811-16), trabajadores del sector textil que se rebelaron, no tanto contra la existencia de los primeros telares mecánicos como contra las condiciones de trabajo y los sueldos que ésta permitía. Menos conocidos son los canuts o tejedores de seda en Lyon, que organizaron sonadas revueltas en cuatro ocasiones, empezando en 1831.

    La preocupación por el empleo volvió a surgir, naturalmente, durante la Gran Depresión, aunque el aumento del paro no fue atribuido en este caso al progreso técnico: en la jerga económica, se trataba de un problema más de demanda que de oferta. Más adelante, a primeros de los sesenta, el Presidente Johnson creó una comisión encargada de prevenir los efectos del progreso técnico sobre el empleo y de sugerir medidas. Los trabajos de la Comisión cayeron en el olvido en un contexto de rápido crecimiento.

    En términos muy generales, quienes han destacado los efectos negativos de las dos primeras revoluciones industriales (vapor y electricidad) han hecho hincapié más en las condiciones de trabajo y en los salarios que en la creación o destrucción de puestos de trabajo; ésta se achacaba sobre todo a las fases del ciclo económico. Y los pesimistas siempre se les ha contestado de la misma forma: a fin de cuentas, hoy hay muchos más puestos de trabajo que hace cien años; argumento no muy sólido, pero efectivo.

    La revolución digital

    ¡Ah, pero esta vez es distinto!, decimos, y la afirmación puede justificarse con tres argumentos principales: en primer lugar, se observa que, mientras en las revoluciones anteriores producción y empleo crecían al mismo ritmo, desde hace tres décadas, en países como EE.UU., el crecimiento del producto no se ha visto acompañado por el del empleo. En segundo lugar, en la revolución industrial, la máquina sustituía al hombre en un ámbito limitado de tareas, aquellas que requerían sobre todo fuerza física, mientras que la digitalización promete intervenir en todo tipo de tareas en todas las ramas de actividad. En tercer lugar, la revolución digital ha coincidido en el tiempo con la llamada globalización, la creación paulatina de un solo mercado mundial de bienes y servicios, con las posibilidades que ésta ofrece de deslocalización de la producción, tanto en manufacturas como en servicios. Hay que observar aquí que, si bien ambas constituyen amenazas potenciales para el empleo, globalización y digitalización son fenómenos distintos, aunque interdependientes, y que sólo la segunda es objeto del trabajo del profesor Martín.¹ Hay quizá una última razón, ésta de orden sociológico: la sociedad parece mostrar hoy un menor grado de tolerancia hacia situaciones de desempleo masivo.

    ¿En qué consiste la revolución digital? La obra distingue dos vertientes: la robotización, que afecta ante todo a la producción manufacturera, y la computerización, que afecta tanto a ésta como a los servicios. Ambos capítulos son una lectura indispensable para quien quiera comprender las posibilidades de extensión de la digitalización en todos los ámbitos, ya que describe cuáles son los elementos de base del producto digital y cómo se combinan para adquirir capacidades nuevas, y es en esa capacidad de combinación donde residen las oportunidades y amenazas de la revolución digital para el empleo.

    Algunas consecuencias

    La revolución industrial cambió la forma de producir; introdujo también, naturalmente, muchos productos nuevos. Transformó las estructuras de mercado, haciendo aparecer los grandes conglomerados industriales; cambió las relaciones de poder entre empresas y dentro de las empresas. La revolución digital va más allá: cambia, en muchos casos, los modelos de negocio, sobre todo en los servicios, donde tiene grandes consecuencias potenciales sobre el empleo en dos direcciones principales: todo lo que significa desintermediación, por una parte (acceso directo del productor del bien o servicio al cliente final)y lo que se ha dado en llamar economía colaborativa o economía de demanda (share economy), a cuyo nacimiento asistimos ahora, que está proliferando enormemente, y cuyo futuro no está ni mucho menos claro.

    El cambio en los modelos de negocio tiene implicaciones directas sobre el papel del Estado, al que el trabajo dedica el Cap. 5. Por una parte, en la medida en que la revolución digital tenga un efecto negativo, aunque sea transitorio, sobre el empleo, sus avances supondrán una carga adicional sobre los presupuestos públicos. Por otra, además, una gran parte de la llamada economía colaborativa ejerce su actividad en una zona fiscalmente gris, y el Estado deberá pensar si quiere y puede sujetarla a tributación; existe, por último, el aspecto regulatorio: recordemos que si muchas de las actividades hoy sujetas a la amenaza colaborativa están reguladas lo están por alguna razón, que puede estar aún vigente, de modo que la desaparición de esa regulación puede no ser inocua.

    ¿Y el empleo?

    Hace aproximadamente diez años que la preocupación por los efectos de la revolución digital sobre el empleo empezó a surgir en la literatura². En 2005, LEVY y MURNANE trataron de estimar esos efectos mediante la pregunta, ¿qué es lo que los humanos hacen mejor que las máquinas?, que les llevó a la clasificación de tareas en manuales y cognitivas, por una parte, y rutinarias y no rutinarias, por otra; esta clasificación ha servido de base a todos los trabajos anteriores.³ Su conclusión fue que los humanos tenían ventaja en las tareas no rutinarias, que no siempre coincidían con las de alta cualificación.

    Los trabajos posteriores se han desarrollado en varias direcciones: unos han combinado los resultados de LEVY y MURNANE con la evolución del empleo en EE.UU. (AUTOR); otros (FREY y OSBORNE), han aplicado la clasificación a una base de datos que les permite asignar un orden de vulnerabilidad a ocupaciones muy concretas a la vez que observan cómo los avances de la tecnología digital, y en especial la combinación de sensores mucho más perfectos y de una capacidad de cálculo mucho mayor permite a las máquinas desarrollar tareas, como la conducción de vehículos, en las que pensaban que el hombre ocupaba una posición inexpugnable; otros (AUTOR) han explorado otras direcciones en las que la inteligencia humana puede acceder a conocimientos a los que lo digital no tiene acceso directo.

    Esta voluminosa literatura ha suscitado muchas más preguntas de las que ha podido contestar, lo que no es de extrañar. Es posible, sin embargo, deducir algunas conclusiones generales que pueden servir para enmarcar, siquiera sea de momento, las informaciones que a diario lee o escucha cualquier ciudadano. La primera es que la revolución digital no es una moda pasajera: decir, por ejemplo, que Uber es el futuro, como dicen los jóvenes, quizá sea exagerado; no lo es afirmar que Uber está para quedarse; lo que no sabemos es qué lugar ocupará en ese futuro. La segunda es que esa revolución tendrá efectos visibles en la organización de la economía; sobre todo en el sector de los servicios, ya que, como ocurrió con las revoluciones anteriores, la mecanización, y en general la racionalización de procesos, está más avanzada en la industria. La tercera es que tendrá, por consiguiente, efectos sobre el empleo, en dos dimensiones: en la cuantitativa, y mirando al futuro inmediato, es muy probable que el volumen de nuevos empleos creados sea inferior al que se creará; en lo cualitativo, los trabajos que desaparecerán serán los que podemos llamar rutinarios, y los que se crearán se concentrarán en aquellas actividades que requieren cualidades más específicamente humanas. La última es que confiar en que el libre mercado vaya a darnos una solución satisfactoria en términos de empleo es una ilusión: el papel del Estado como protector del débil será más importante que nunca, a la vez que bastante más difícil. Esta última conclusión es el objeto del Cap.7 del libro, donde su autor tiene el mérito de aventurarse en un terreno que los economistas apenas comienzan a explorar.

    ¿Y España?

    En España, el desempleo es un problema persistente y la crisis ha ocasionado una destrucción de empleo muy superior a la caída del producto. No estimo que sea posible desentrañar, de las varias causas que han contribuido a esa destrucción, la parte que corresponde a la digitalización; pero sea ésta la que sea es lógico pensar que los avances de la digitalización tendrán efectos sobre el empleo, y ello es suficiente para tratar de adivinar cuáles pueden ser: ésta fue, desde el principio, la motivación principal del autor del libro. El procedimiento seguido en los trabajos anteriormente citados consiste en identificar las características de las tareas más y menos vulnerables a la digitalización y aplicar esas características a una lista de tareas existentes: por ejemplo, si se considera que la capacidad de relación es una característica de los trabajos poco vulnerables, es fácil concluir que el trabajo de maestro de primera infancia será un empleo poco vulnerable. El primer paso, la lista de factores de vulnerabilidad, podía considerarse dado por los estudios anteriores, ya que no es descabellado suponer que se aplica tanto a EE.UU. como a España. El elemento indispensable para dar el segundo paso, la lista detallada de tareas, no existe en el caso español⁵, donde sólo contamos con la Clasificación Nacional de Actividades Económicas, CNAE, que agrupa las actividades en sectores sin que sea posible distinguir, dentro de cada sector, las distintas clases de tareas. Por el momento, pues, esta metodología parece vedada para el estudio del caso español.

    Una alternativa, la adoptada en el trabajo citado, cuyos resultados se recogen en el último capítulo del libro, consiste en preguntar a los responsables de la mayor parte de decisiones sobre digitalización –las empresas- qué consideran que les aportará la digitalización, cuáles son los motivos que les impulsan a adoptar innovaciones en este terreno, y qué efectos tendrán esas decisiones sobre el empleo en su empresa y sobre las características más relevantes de sus empleados del futuro. El ensayo, llevado a cabo en muy poco tiempo y con un puñado de empresas que no puede considerarse representativo de la estructura productiva española dio, sin embargo, resultados interesantes, de lo que se deduce que una en cuesta bien diseñada

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