Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El amor jamás tiene derrotas
El amor jamás tiene derrotas
El amor jamás tiene derrotas
Libro electrónico247 páginas12 horas

El amor jamás tiene derrotas

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Cinco, cuatro, tres, dos, uno. El universo está lleno de estrellas en dirección hacia las personas que se han marchado de nuestras vidas.

Por fin, mi querido padre, por fin logras enseñar tu historia de amor, plasmada con tus letras, escrito a escondidas y con la tinta que tenías en cada momento. Una historia que narra varias historias de amor y de toda la gama de sentimientos y emociones que se generan y fluyen entre los protagonistas. No quería dejar que tu vivencia quedará reducida a cenizas en un cubo de basura, así que con tu permiso, la recogí, la cuidé muchos años después de que la enfermedad te llevara a alguna estrella y ha sido como la parte más importante en mi equipaje por la vida.

Por fin tú y tus palabras serán leídas y sentidas por personas con ese sentimiento tan grande que es el amor. Es verdad, el amor jamás tiene derrotas yo comparto contigo esta opinión desde el centro de mi corazón. El libro trata de reforzar que por más que pensemos que el ser humano está derrotado, nunca, jamás, hay que pensar que el amor deje de ser nuestro motor de vida.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento24 mar 2015
ISBN9788416339464
El amor jamás tiene derrotas
Autor

Maximino López Aguilar

Maximino nació el 28 de septiembre de 1928. Sus pasiones eran ser chófer de camión, el fútbol y el boxeo. Fue una persona excepcional, por eso quiero seguir viviendo lo extraordinaria persona que fue y es mi padre.

Relacionado con El amor jamás tiene derrotas

Libros electrónicos relacionados

Biografías literarias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El amor jamás tiene derrotas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El amor jamás tiene derrotas - Maximino López Aguilar

    Título original: El amor jamás tiene derrotas

    Primera edición: Marzo 2015

    © 2015,

    © 2015, megustaescribir

    Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Contents

    Prólogo

    Y aquí empieza la historia

    Sobre el autor

    Prólogo

    He querido mostrar esta bonita historia, que vivió mi padre, y escribió de su puño y letra hasta el mínimo detalle de ese sentimiento que a todos nos hace vivir, el amor…

    El ya no está entre nosotros, se marchó hace años ya que la vida se le acabo y tuvo que ir a donde quiera que este, no muy lejos…porque sigo sintiéndolo a mi lado.

    Espero que muchas personas puedan decir lo mismo de sus seres amados, y que no dejen nunca de mirar a las estrellas, seguro que alguna de ellas los conoce o son la luz de ellos mismos.

    Seguiré tu línea padre mío, me dejaste un buen camino a seguir por la vida, hasta que volvamos a vernos.

    Así como espero y deseo que tu gran amor, sepa iluminar tu sonrisa allá donde quiera que este y te recuerde tanto o más que yo.

    Has dejado un gran legado Maxi…, nunca te defraude y ahora voy a compartir tu historia de amor con las personas que siempre quisiste compartir tu vida, a través de la escritura o conociéndote que ya era un gran honor.

    Te quiero Papa.

    Y te vuelvo a querer.

    Tu hija, Lola López

    Queridos amigos:

    Con esta especie de prólogo, quiero que me hagáis el favor de seguir leyendo esta triste historia; pero no para que me compadezca nadie, sino para que la tengáis siempre presente, porque es casi seguro, que los que aún sois jóvenes tengáis que enfrentaros a algo similar, y debéis estar prevenidos para cuando llegue el momento, que sepáis como defenderos de algo invisible pero muy doloroso.

    Yo siempre fui un hombre, casi soberbio, jamás creí que, nada ni nadie me pudiera vencer en lo relacionado con el amor. Nunca fui guapo, (más bien todo lo contrario); pero sin saber a qué fue debido, siempre tuve bastante éxito con las mujeres, hasta el extremo de llegar a reírme de algunas que llegaron a quererme; y que yo, sin pensar en el daño que les causaba, las abandonaba, como el que se desprende algo inservible y lo arroja a la basura, pero he aquí que ahora, a mis sesenta años, el destino ha querido que aquellas pobres criatura que tanto martirice, me pasen la factura por mediación de un Ángel en forma de mujer, que sin querer hacerme daño, (de esto estoy seguro), me está haciendo pagar, con réditos muy elevados, todo lo que yo pude hacer en mi juventud con aquellas inocentes criaturas que, como yo, solo cometieron el delito de amar, a un hombre que, no era malo, solo engreído y autoritario que solo pensaba en sí mismo, claro que ellas, por su juventud, quizá pudieron deshacerse de aquel desengaño, y a lo mejor tuvieron suerte, pero ¿y yo?, ¿qué hago yo con sesenta años?, ¿Cómo voy yo a luchar, si ya no tengo tiempo?.

    Solo me queda pedir perdón a quien proceda, y seguir sufriendo hasta que termine esta pesadilla.

    Y aquí empieza la historia

    Fue hace tres o cuatro años, cuando fui requerido por las Autoridades, para representar una de las mesas electorales en el barrio donde vivo, y tuve la suerte de tener por compañera a la criatura más buena y bella, que para mí existe en la Tierra. No, lo de bella no lo digo por su físico, no, pero como yo siempre he creído que la única belleza que existe es la del Alma, que no se promociona saliendo al exterior físicamente, pero que es más eficaz y sincera que ninguna otra, la llamare bella mientras viva, pues bien…esta criatura, y a pesar de poder ser mi hija por la edad, sembró algo en mí, que ahora me está volviendo loco, no, no exagero nada empleando este calificativo, ni espero clemencia de nadie, pero si creen que lo hago al calificarse locura mi amor, ¿Cómo llamarían Ud. a este sentimiento, que no me deja ni siquiera conciliar el sueño, que me ha hecho prometerme a mí mismo, no volver a pensar en ella, y que aún no he terminado de formular mi promesa, ya estoy deseando de volver a verla?.

    Yo creo que es un calificativo adecuado, y creo que los es, porque soy consciente de que no puedo esperar nada de ella, por su situación y la mía y aun sabiendo esto, y no deseando de ella nada que no sea licito, ni de lo que tengamos que avergonzarnos, ¿porque no vuelvo atrás y la olvido para siempre, como si jamás la hubiese conocido?

    Porque no puedo, porque estoy seguro que moriré con su nombre en mis labios, y bendiciendo el día que la conocí. Porque la quiero tanto que aun sabiendo que todo es inútil, y que por ella solo me queda sufrir, si alguien se atreviera a querer borrar su recuerdo de mi mente, estoy seguro que lo mataría, sin mirar de quien se tratara, aunque fuese de mi propia familia.

    Como os dije antes, fueron tan pocas horas de convivencia las que originaron mi hermosa tragedia (a pesar de todo).

    No tengo más remedio que calificar de hermosa, esta tragedia. Porque a pesar de ser un hombre casado y con hijos, jamás en mi larga vida, llegue a sentir el amor como lo siento ahora, y aun sabiendo que no puedo ser correspondido, llevo mi desgracia con orgullo, y pienso que nuestro Señor, también sufrió orgulloso por nosotros, aunque no todos se lo hayan agradecido

    No digo esto para vanagloriarme, pero como ya me queda poco, quiero levantar un estandarte a favor de todos los que, como yo, sufren por amor, para que piensen en lo bonito que sería querernos todos, sin esperar ninguna recompensa, solo por amor.

    Pues sí, aquellas pocas horas que pasamos juntos, fueron el origen de esta odisea, pero las mismas se fueron incrementando por la inevitable añoranza de la vida, que para que aquella semilla sembrada en un principio, no se marchitara, la ponía ante mi vista casi a diario y ella seguía deleitándome con su agradable sonrisa y alguna palabra de aliento, que servían de abono a lo sembrado en mi viejo corazón, hasta llegar a esta situación que me está martirizando, y a pesar de todo la bendigo y no quiero que termine jamás.

    No sé si este relato llegara a personas mal pensadas, pero si esto ocurre, les ruego que desechen sus malos pensamientos, porque pueden estar seguros, de que jamás pensé en ella con intenciones deshonestas, y que yo mismo sería capaz de autodestruirme, si mi amor por ella no fuese tan limpio, como el que pueda profesar a mis propias hijas, que si la quiero tanto, es porque creo, que no hay nadie en el mundo que se lo merezca como ella.

    Al empezar esta pequeña historia, os prometí un consejo para defenderos de una posible situación análoga a la mía, pues bien, como lo prometido es deuda, ahí va mi advertencia.

    Es casa seguro que muchos de vosotros, en vuestro deambular cotidiano, o diversiones juveniles, hayáis sentido frases como: No vale nada, o, es una idiota, o quizá, las hayas pronunciado tú mismo, refiriéndote a alguien del sexo opuesto, pues bien, estas frases, no honran a quien las pronuncia, y pueden ser perjudiciales a la corta o a la larga, porque todo ser humano, nace con los mismos atributos y por lo tanto, con los mismos derechos a ser feliz que cualquiera, lo único que debemos hacer es no reírnos de una persona, que, porque la naturaleza no se haya mostrado generosa con ella, en cuanto a físico se refiere, se vea privada de cualidades eternas para obligar a que la admiren, porque esas personas suelen ser las más merecedoras de elogios, ya que carecen de atributos llamativos, y son maravillosamente capaces de querer y hacerse querer hasta límites insospechados, por este motivo, es por lo que quiero preveniros, para que si un día cualquiera, y con cualquier persona, notáis algo en vuestro interior anormal, y pensáis que pueda ser amor, poneros en guardia, y antes que sea demasiado tarde, como es mi caso, indagar todo lo posible, por si hubiera algún escollo imposible de salvar, y, cuando estáis convencidos de que nada os lo va a impedir, dejad que ese algo que tu notaste anormal y lo relacionaste con el amor, se vaya agrandando, y lucha por su crecimiento, para que cuando llegue a su punto culminante, te de satisfacciones y te recompense de lo que te haya costado conseguirlo, pero si por el contrario, te encuentras con una persona buena, pero que ya pertenece a otro, o que tu comprendas que es imposible alcanzarla, intenta olvidar por todos los medios, porque de lo contrario, si te empeñas en conseguirla, a pesar de todo, solo conseguirás una situación paralela a la mía, y créeme, no tiene nada de envidiable, porque esa mujer por la que tu estas dispuesto a todo, la veras diariamente y cada vez que esto ocurra sufrirás mucho y sin remedio, hasta llegar al extremo de que de tanto sufrir y a pesar de quererla, no desearas verla y casi te arrepentirás de haberla conocido, es por esto mi consejo.

    El amor es muy bonito, demasiado bonito, diría yo, pero cuando, por tratarse de un amor imposible, como en mi caso, empiezas a sufrir, celos, sinsabores, y hasta desprecios, te sientes el hombre más desgraciado de la Tierra, y llegas hasta sentir lastima de ti mismo, porque sabes que esta situación no terminara jamás, ni jamás dejaras de sufrir inútilmente, porque ya no eres dueño de ti, ya no te quedan ni fuerzas ni voluntad para enfrentarte a algo, que aunque ahora te hace daño, solo de pensar en que podía haber sido realidad, te recompensa de todos los sufrimientos y, empiezas a pensar en un milagro, y aun siendo que es imposible, no pierdes las esperanzas y vuelves de nuevo a tu nostalgia y a tu querer imposible, y ya creo que es suficiente, para que comprendáis mi situación, y si me hacéis caso, es posible que tengáis que agradecerme algo, que con esto, no quiero induciros a que tengáis miedo de enamoraros, ni mucho menos, porque estoy seguro, que este sentimiento es necesario como la vida misma, pero sí que no seáis egoístas, como yo, y queráis lograr algo imposible, porque en ese caso os veréis sumidos en un mar de confusiones, que cada día que pase os ira acercando más a la desesperación, y como es algo injusto, no tendrás ni el consuelo de pedir ayuda, sino que tendrás que sufrir las consecuencias tu solo, y es muy triste verse desesperado, con que nadie te dé una palabra de consuelo.

    Tener en cuenta, que yo aún no he terminado mi sufrimiento, y creo que seguiré siendo esclavo de este amor por mucho tiempo, pero como esta situación es incomprensible, seguiré guardando silencio, y yo solo tendré que soportar todo lo malo o bueno que mi obstinación me depare, con la agravante de no poder buscar consuelo en nadie y, por lo tanto, cumpliré la condena que me imponga el destino.

    Han pasado los meses y los años, y sigo con mi obstinación de viejo, pensando en ella, y aun sabiendo que no tengo derecho a nada, y menos a perjudicarla con mi lógica fantasía, sigo molestándola con algunas llamadas telefónicas, pero os puedo asegurar, que este proceder mío, lo necesito para seguir viviendo, porque, si no oigo su voz, o veo su sonrisa alguna vez, me parece que vivo en un mundo muerto, donde no existe nada.

    Todo esto que os he contado, y de lo que tantas veces he creído imposible, ha tenido un final, aún más triste, que todo lo anterior.

    Han sido los años que he pasado pensando en un amor que creí imposible, desde su inicio.

    No sé si el destino, o la vida misma, vinieron en mi ayuda, creyendo que me hacían un favor, con unos sucesos ocurridos casi en cadena.

    Podéis estar seguros que nunca lo desee, pero el caso es que sin desearlo, en poco tiempo, una corta pero dolorosa enfermedad, acabo con la vida de mi compañera, que aunque nunca me hizo feliz, quizá por su manera de ser, al menos me hacía compañía, y a veces me servía de algún consuelo, y he me aquí que ahora, me encuentro solo, y por lo tanto, con más tiempo para desesperarme y pensar en mi desgracia por partida doble, y ante esta situación, me decidí a seguir viviendo y sufriendo, hasta que me llegara mi hora, y le pedía a Dios, que fuese lo más breve posible.

    Así, seguía llevando mi cruz día tras día, no sin acordarme permanentemente de la dueña de mis pensamientos, y pasaron poco más de cuatro meses, desde que me quede solo, cuando otra vez el destino trabajo a mi favor, y a pesar de todo, y sin desearlo, la criatura noble y buena, que tanto me había hecho sufrir involuntariamente, perdió a su marido, y con esta desgracia, porque Dios así lo quiso, se eliminó el mayor obstáculo que existía entre nosotros,

    Pero, a pesar de todo, y sin que mi amor por ella decreciera ni aumentara porque esto era imposible, no tenía suficiente valor para enfrentarme a ella, aunque solo fuese para dale el pésame, porque ella sabía lo mucho que yo la quería, y quizá le sonarían a falsas mis palabras cuando le dijera que lo sentía.

    Deje pasar algún tiempo sin molestarla, ni por teléfono, ni personalmente. Me hice el propósito de desistir de mi terquedad con el deseo de que ella reanudara su vida, si podía ser al lado de otro hombre que la hiciera todo lo feliz que ella se merecía, cosa que yo no podía por mi avanzada edad, pero cuando paso algún tiempo, sin esperarlo, tuve la suerte de encontrármela, paseando con su pequeña y ya no tuve más remedio que abordarla y entablar una conversación, que distaba mucho de lo que realmente sentía, con el solo propósito de no entristecer la y de ayudarle, en lo que pudiera a desterrar pensamientos dolorosos de su mente, pero como he dicho anteriormente, el destino nos volvió a jugar otra mala pasada, y sin saber cómo, nos vimos envueltos en un gran escándalo, donde las balas de algunos malhechores, en reyerta con las Fuerzas del orden, nos obligaron a resguardarnos detrás de un vehículo, y yo, que era consciente del peligro, cubrí con mi cuerpo aquellos dos seres (madre e hija), que para mí representaban más que mi propia vida, y con la ayuda de Dios, las salve de una muerte cierta, ya que cuando todo termino, me vi en el suelo, con algunas balas en mi espalda, y aunque mi mente no era muy clara, por la pérdida de sangre, comprendí que las había salvado, y solo tuve fuerzas para darle las gracias a Dios, antes de perder el conocimiento.

    No, no perdí la vida, que hubiera sido muy feliz de haberla dado por ellas, pero por lo visto, no me había llegado la hora y aquí sigo en manos de buenos profesionales de la medicina, que se empeñan en que no me muera, y si lo consiguen, me habrán privado de la alegría de haber muerto por quien tanto quiero.

    Tres meses después de estos acontecimientos, me encuentro en una silla de ruedas, porque las balas que me hirieron, y según los doctores me dañaron algo vital, que me ha dejado paralizadas las piernas, pero mi mente sigue lucida, y me permite sentir una inmensa alegría, cada día que entra en mi habitación, la mujer más buena del mundo, que se ha propuesto consagrar su vida a mis cuidados, y yo le reprocho tanta atención, porque creo que tiene derecho a ser feliz, y que no me debe nada, porque si yo pare aquellas balas para protegerla, lo volvería a hacer mil veces por el solo placer de tenerla entre mis brazos, o sea, que aunque ella no lo ve así, yo creo que soy un egoísta, que solo trate de aprovecharme de aquel peligro para lograr tenerla cerca de mi lo que había sido siempre el sueño de mi vida, pero esto, no se lo puedo hacer comprender, y ella se cree en deuda conmigo.

    Hoy me siento más optimista, porque los doctores me han anunciado mi próxima alta, y por lo tanto mi salida al mundo exterior, cosa que deseo, aunque no dejo de reconocer, que mi situación, fuera de este establecimiento, no será lo que se dice buena, ni mucho menos, porque ahora, no puedo valerme solo, y tendré que ser, forzosamente, un estorbo para quien se digne a atenderme, pero no tengo otra alternativa, y tendré que enfrentarme a mi desgracia de una forma u otra, así que solo tengo que esperar y cuando llegue el momento, os contare como he resuelto mi situación.

    Toda la mañana me la he pasado pensando en el momento de mi marcha, charlando con algunos enfermos, y cuando esperaba la visita del doctor que me había de confirmar mi salida del establecimiento, la vi acercarse a mí, con su divina sonrisa, y no tuve más remedio que susurrar, para que nadie me oyera, un bendita seas, porque me invadió tal alegría, que si me lo hubieran permitido mis maltrechas piernas, me hubiese puesto a dar saltos, pero aquella misma reacción, me hizo ver la necesidad de poner fin a su sacrificio para conmigo, y sin pensarlo más, y haciendo un gran esfuerzo, la recibí fríamente y me dispuse a desanimarla, para hacerla desistir de su empeño empleando frases duras, que al pronunciarlas me hacían mucho daño.

    Estuve varios minutos diciéndole que nunca la había querido, que solo la había asediado para reírme de ella, y que no debía abrigar ninguna esperanza con respecto a mí.

    Seguí hablando y hablando, y cuando ya no me faltaban argumentos y creí que la había convencido, me sorprendió con esta pregunta:

    ¿Dónde quieres que te lleve?, porque el doctor me dijo que hoy salías, y te traigo la ropa preparada, no sigas mintiendo, porque lo haces muy mal.

    Esto fue para mí otra derrota infringida por esta increíble mujer, yo que siempre había creído en mis dotes de actor, y ahora que necesitaba demostrarlo, me dice que no se mentir, así que no quise seguir mintiendo y recurrí a palabras lógicas, queriendo hacerle comprender, que sería mucho mejor para los dos olvidarle todo, y llevar cada uno por separado, la cruz que Dios, nos había mandado, pero todo fue inútil. Una y otra vez rechazaba mis argumentos, y viendo su sufrimiento, a pesar de querer disimularlos, con una gran entereza, el amor que sentía por ella, pudo más que yo, y dándole un fuerte abrazo, termine derramando un mar de lágrimas sobre su pecho, que a ella, lejos de molestarle, le cayeron como agua bendita, y termino mi congoja limpiándome la cara como a su propia hija.

    Como ya no me quedaban fuerzas para luchar contra ella, decidí entregarle el mando, y así fue como sin oponer resistencia, y dejándola hacer, preparo mi traslado en una ambulancia, pero para mí fue una sorpresa, cuando descendí del vehículo, no me encontraba en mi casa, sino en la suya, quise oponerme, porque lo consideraba demasiado enojoso, pero no me sirvió de nada, en poco tiempo, me encontré en mi silla de ruedas, en una casa que no era la mía, y al lado de una mujer tan buena, que estaba decidida a sacrificar su juventud al lado de un hombre inútil y muy mayor. ¿Caridad o cariño?, me pregunte mil veces, pero no salí de dudas, hasta que una noche, y creyéndome dormido, la vi llorar frente a mí, y cuando se vio sorprendida, se sentó en mi lecho suplicándome, que no la dejara nunca, sino quería hacerla más desgraciada, que ella sería la mujer más feliz del mundo, solo con verme cada día, aunque no la quisiera, como le había dicho en el hospital.

    Ya no pude resistir más. Me di cuenta que todos mis intentos de separarla de mí, por su bien, serian inútiles, y no tuve más remedio, que prometerla que jamás me apartaría de ella, y que estaba dispuesto a hacerla mi esposa, si con ello le devolvía la alegría, prometiendo le mi gratitud y mi amor mientras viviese.

    Hacía mucho tiempo, que no había sentido tanta dicha en mi pecho pero al verla tan feliz después de oír mi proposición de cariño eterno, sentí un ahogo dentro de mí, y me jure luchar por su felicidad en la manera que fuese posible dentro de mi estado, y con esta promesa pienso seguir viviendo hasta mi final, y por nada del mundo ni aun por mi recuperación, dejare de quererla y protegerla, porque si en el mundo hay una persona digna de mi cariño, es ella, y me sentiré orgulloso de pregonarlo a los cuatro vientos, pese a quien pese.

    Con mi promesa, salí convencido de que obraba bien, seguí en mi situación de invalido, y de intruso, puesto que aquella casa, no era la mía, varios días, viendo como aquella criatura se esforzaba por hacerme feliz, unas veces con bromas, y otras, las más, recordándome su cariño, y queriendo hacerme creer que yo no significaba ningún sacrificio para ella, sino todo lo contrario, y casi como si se diera cuenta, su pequeña hija me obsequiaba muy a menudo con sus inocentes y cariñosos besos.

    Todas estas muestras de cariño, llegaron a crear en mi un complejo de culpabilidad, que ya no sabía de qué forma podía encontrar la manera de liberarlas de mi pesada carga, sin dañarlas en lo más mínimo, porque yo era consciente de que atándolas a mí, aunque fuese

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1