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Dodecaedro
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Libro electrónico347 páginas4 horas

Dodecaedro

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Información de este libro electrónico

Un trepidante recorrido por el mundo de la corrupción en la España actual, de la mano de una exfiscal entrometida y muy cercana al presidente del Gobierno.

Hortensia Salazar, una antigua fiscal sevillana que trabaja como asesora del Presidente del Congreso de los Diputados, es pasional, decidida, desenfadada y experta en técnicas de combate.

Adicta al trabajo y a los tacones, tiene una complicada vida sentimental a sus espaldas, pero en la actualidad solo quiere llevar una vida normal y compartirla con el hombre que ama, algo que le va a resultar muy difícil, pues no ha dejado de investigar el último caso que dejó pendiente cuando abandonó la fiscalía.

En la España del momento, con la crisis económica, la prima de riesgo, el laberinto de la deuda, las tensiones territoriales y ETA en pleno proceso de paz, Hortensia se verá envuelta en una trama de corrupción política y económica, cuyo alcance desconoce pero que amenaza con hacer saltar por los aires las estructuras del país. Será entonces cuando comprenderá el valor de su extraña y compleja familia y lo relativo que es el concepto de normalidad.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento25 feb 2015
ISBN9788416339013
Dodecaedro
Autor

Antonia Hierro

Antonia Hierro estudió derecho en plena transición, ha desarrollado su carrera profesional entre Sanidad y Hacienda. Entremedias pasó por varios puestos en la política activa, a la que llegó por convicción y de la que se marchó justo por lo mismo. Ahora está empeñada en conseguir una información libre y de calidad.

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    Dodecaedro - Antonia Hierro

    © 2015, Antonia Hierro

    © 2015, megustaescribir

           Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:   Tapa Blanda            978-8-4163-3900-6

                 Libro Electrónico   978-8-4163-3901-3

    Contenido

    Parte I

    EL CUBO

    23 de febrero de 2013, la fotografía de la muerte

    En el Ministerio de Defensa

    La productora de "Perdóname"

    Ramiro y Nicolás

    Mariana, la madre

    El actor Liberto Salazar

    Los abuelos maternos

    Gaby Vidarte, el amigo

    La Saga de los Salazar

    Cayetano, el padre

    El zubatto de ETA en Burdeos

    Parte II

    EL ICOSAEDRO

    Invierno de 2010 en la fiscalía de Sevilla

    El banquero Marcial Serrano de la Vega

    El Banco de Inversiones y Depósitos

    El primer aviso

    El arquitecto Nicolás Sotelo

    20 de febrero de 2012, el comienzo en el Congreso de los Diputados

    Carmen Torrubia, presidenta de la Comisión Constitucional

    El parlamentario Ramiro Maldonado

    La familia de Hortensia

    Las armas de los Salazar

    Hortensia vuelve a los tacones

    Beltrán Aguirre, el Cajero

    El atentado a Gaby Vidarte

    El estreno de la película de Liberto

    Adolfo y Ramiro en la Hacienda

    El día de los enamorados

    En Moncloa, la noche del atentado

    Parte III

    EL OCTAEDRO

    El secuestro del general

    Federico Mayoral, exfiscal jefe de Sevilla

    Victoria Povedano, líder de la oposición

    Los documentos de la conspiración

    El comienzo de la catarsis

    La rueda de prensa de Hortensia

    Hortensia en prime time

    El periodista Pedro Campos

    La reunión de Lisboa

    Liliana Agares y los efectos colaterales

    El nuevo Fiscal General del Estado

    María de las Angustias y el laberinto de la deuda

    El Instituto de Finanzas Mundiales

    Parte IV

    El TETRAEDRO

    La explosión del último de día de la campaña

    La reunión en la Casa Blanca

    Unas horas de pesadilla

    La reunión en los Hamptons

    El ataque de María de las Angustias a los mercados

    Viernes, el último día de campaña

    Sábado, jornada de reflexión

    Domingo 14 de abril, día del referéndum

    Parte V

    EL DODECAEDRO

    La boda de Liberto Salazar

    La operación campo despejado

    El amor compartido

    Los secretos salen a la luz

    21 de junio de 2013, la ceremonia del solsticio de verano

    El combate del amor

    Epílogo

    LA ESFERA

    La Feria de Abril de Sevilla

    Nota de la autora

    A mi familia y mis amigos

    A. Hierro

    La imagen de Unma Tulman, de un naranja flameante, está en el interior de mi cabeza:

    la noche oscura sobre el hermoso jardín nevado,

    el precioso kimono blanco manchado por la herida sangrante,

    la nieve con el trazo rojo hiriendo su albura.

    La venganza. La muerte.

    Vuelve a mí, una y otra vez, la voz dulce de Meiko Kaji.

    La música embriagadora y la letra cruel de Urami bushi.

    Hortensia Salazar

    "Los Pitagóricos estaban fascinados por los poliedros conocidos, pero sobre todo, por el dodecaedro y por su relación con el cosmos. Relata Jámblico cómo la divinidad elimina al delator de uno de sus grandes secretos: la divinidad se disgustó con el que divulgó las doctrinas de Pitágoras, de tal forma que pereció en el mar, por el sacrilegio cometido, el que reveló como se inscribía en una esfera la constitución del dodecaedro. […] Los poliedros regulares (el tetraedro, el cubo, el icosaedro, el octaedro y el dodecaedro) se llaman sólidos Platónicos por el papel que tienen en el diálogo de Platón (Timeo) en donde se pone de manifiesto la relación entre los cuatro primeros sólidos Platónicos y los cuatro elementos primarios. Del quinto poliedro regular, el dodecaedro, dice: Quedaba aún una sola y única combinación; el Dios se sirvió de ella para el Todo cuando esbozó su disposición final".

    De cómo la geometría entrelaza ciencia y arte:

    Historia de un poliedro

    Edith Padrón Fernández

    Parte I

    EL CUBO

    El cubo representa al primero de los elementos: La Tierra.

    La tierra es la seguridad, la protección, la estabilidad, la realidad, la experiencia, la disciplina…

    La Tierra de Hortensia:

    La familia, los amigos, el muay thai, la hacienda…

    23 de febrero de 2013, la fotografía de la muerte

    El corazón golpea con fuerza la garganta de Luken Agiriano. Los latidos lo ahogan, el miedo le agarrota las manos y el tiempo se detiene a su alrededor. La llegada de Hortensia Salazar pone de nuevo el tiempo en movimiento: lo acelera, lo distorsiona, devuelve a Luken a su vida anterior, le muestra el futuro. Él nunca mató a nadie pero eso no le evitó treinta años en la cárcel. Sabe que después de esta noche jamás volverá a salir de prisión.

    Hortensia entra al restaurante acompañada de dos miembros del servicio de seguridad encargado de su protección. El repiqueteo de los tacones en la tarima de madera rompe el silencio expectante de los clientes que observan sus movimientos con atención. Mira alrededor y descubre a sus compañeros de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados sentados en la mesa de la entrada. Están casi todos: la presidenta, Ramiro y los demás diputados miembros de la comisión, los letrados, asesores y asistentes.

    Hortensia se acerca a saludarlos mientras observa el entorno y sus ojos celestes se fijan en cada detalle: en la mesa más cercana a la de sus compañeros están dos antiguos miembros de la organización terrorista ETA que ahora son diputados en el Congreso representando al nuevo partido de la izquierda abertzale vasca, a su lado hay otra mesa ocupada por varios parlamentarios democristianos, otra más por una pareja de jóvenes que la miran con descaro, y detrás de ellos una decena de mesas vacías. Al fondo del restaurante divisa a otros dos miembros de su escolta que entraron antes y a Nicolás con su grupo de amigos en una mesa grande y redonda. Hortensia busca la mirada de Nicolás con una sonrisa cálida, pero él no parece haberla visto.

    Nicolás Sotelo ha organizado la cena para que los amigos conozcan a su nueva pareja: Hortensia Salazar. Ahora la contempla desde lejos entre orgulloso y enfadado. Ella lleva un vestido de lana negro, estrecho y pegado al cuerpo, con unos altísimos zapatos negros de suela roja y fino tacón plateado. A él le molesta verla vestida así porque piensa que atrae demasiado la atención y eso le pone celoso.

    Los amigos de Nicolás la observan, expectantes y callados como los demás; hasta que Pedro, columnista en uno de los grandes periódicos del país, comenta en voz baja:

    —¡Vaya! Si es Hortensia Salazar, la fiscal sevillana, ¿os acordáis de ella? ¡Qué entrada! Parece una estrella de cine. Cómo para acercarse con tanta escolta. Aunque a mí no me importaría intentarlo…

    Pedro guarda silencio un momento y en su cara aparece una sonrisa traviesa.

    Nicolás empieza a dudar que la cena haya sido una buena idea mientras el jefe del equipo de seguridad de Hortensia se acerca a la mesa y se dirige a él.

    —Perdona, Nicolás, ¿todos son conocidos? —pregunta señalando a los ocupantes de la mesa.

    Nicolás asiente y Pedro, atónito, cierra la boca de inmediato. Nicolás sonríe divertido observando la cara que se le ha quedado a su amigo y cambia de actitud: decide disfrutar de la velada, olvidar los celos y devolver la sonrisa a Hortensia. Vuelve a mirarla. Ella ha dejado a los compañeros del Congreso y camina hacia su mesa, pero algo hace que comience a girarse y ya no parece la misma. Ha dejado de sonreír y todo su cuerpo refleja tensión.

    Hortensia está pasando junto a los dos parlamentarios abertzales cuando percibe el cambio en uno de ellos. Largos años de entrenamiento la ponen en guardia. Alterna la mirada entre los dos hombres: uno se está levantando observándola sin pestañear, el otro mira a su compañero de mesa con el horror reflejado en el rostro y los dedos aferrados a los brazos del sillón.

    El que se pone de pie con un arma en la mano es Luken Agiriano y Hortensia recuerda de inmediato que Luken fue elegido diputado después de cumplir treinta años de condena por pertenencia a la banda terrorista ETA. Reacciona cuando ve brillar la pistola en la mano de Luken y la cara de sorpresa de uno de los escoltas.

    El escolta grita y los clientes cercanos a él buscan la seguridad en el suelo.

    En la mesa de la entrada la expresión de Hortensia saca a Ramiro Maldonado de sus pensamientos. Los ojos de ella se han oscurecido. Su boca, antes sonriente, es ahora una fina raya quebrada por el desprecio. Ramiro salta de la silla y se palpa el costado en busca de su arma reglamentaria pero no la encuentra. Cae en la cuenta de que ya no es un policía, es un parlamentario, y el arma se quedó guardada en el armero de la comisaría.

    Hortensia se prepara para el ataque. Coge aire y separa un poco las piernas, necesita equilibrar su cuerpo y concentrar las energías. La voz de su abuelo Onésimo le resuena en la cabeza: «El enemigo siempre espera que huyas. Nunca lo hagas. Ataca».

    Luken ya está de pie frente a ella, la mira asustado y Hortensia le sostiene la mirada. Están muy cerca.

    —Tienes miedo, ¿eh? Tú no has matado nunca, ¿verdad? Seguro que siempre has sido el cobarde que mandaba a otros a matar —murmura entre dientes Hortensia.

    El desprecio con el que le habla estremece a Luken que dispara mientras le grita:

    —¡Cállate! ¡Tú no sabes nada!

    Se oye la detonación del arma y una fracción de segundo más tarde Hortensia cae al suelo mientras ve la cara de sorpresa de Luken. Después llega el dolor, el rebote de su cuerpo contra la madera y la oscuridad.

    Ramiro tarda varios segundos en procesar lo que acaba de ocurrir:

    Hortensia ha saltado hacia arriba girando sobre sí misma y ha extendido la pierna derecha en dirección a Luken. El giro se ha interrumpido en el aire con brusquedad al oírse el disparo y Hortensia ha caído hacia atrás impulsada por el impacto de la bala.

    Está tendida inerte sobre la tarima y Luken se ha desplomado a su lado.

    Ramiro desvía la mirada hacia el diputado abertzale mientras se acerca a Hortensia. Lo que ve golpea con fuerza su retina.

    El fino tacón metálico del zapato de Hortensia está clavado en el cuello de Luken y le ha partido la arteria carótida. La sangre mana de la herida a borbotones. El parlamentario está muerto y yace en el suelo con la pistola en la mano derecha.

    En Twitter aparece la fotografía del cadáver de Luken Agiriano con la expresión de sorpresa y horror grabada en las pupilas sin vida y el tacón atravesándole la garganta. A la foto le acompaña el texto: «ETA rompe el alto el fuego atentando contra Hortensia Salazar, asesora del presidente del Congreso. La fiscal que llevó el caso de La Participada».

    Un enjambre de millones de copias de la fotografía se extienden por la red y el modelo bomba de Loubuotin en piel negra, con suela roja y finísimo tacón de titanio, se convierte en el zapato más famoso del planeta.

    Los noticiarios informan que la imagen procede del móvil de un periodista llamado Pedro Campos. En el último tuit que él ha escrito puede leerse: «El diputado Luken Agiriano es el que ha disparado y me parece que Hortensia Salazar está muerta».

    En el Ministerio de Defensa

    Esta vez el toque de alarma no llega a los sones de la corneta sino de una orden verbal del patriarca de la familia Salazar: «¡Conducid toda la noche! ¡No parad! ¡Llegad cuanto antes!».

    En menos de una hora más de un centenar de vehículos repartidos por la geografía española se han puesto en camino hacia un único destino: la Hacienda del Castillo en el Aljarafe sevillano. A sus conductores les guía un único pensamiento: ajustar cuentas con los que han ordenado el asesinato de Hortensia Salazar.

    El ministro acaba de llegar a su despacho del Ministerio de Defensa junto con su secretario cuando recibe la llamada de Adolfo Busquets, el presidente del Gobierno español.

    —Perdona, estaba muy ocupado. ¿Qué quieres? —pregunta Adolfo que tiene más de veinte llamadas perdidas del ministro de Defensa y no puede ocultar su contrariedad.

    —Tenemos un problema muy grave, Adolfo. Todos los militares de la familia Salazar están pidiendo permiso para dejar los servicios, estén donde estén, y sus generales al mando están dando luz verde a las peticiones. Si la prensa se entera nos crucificarán, los militares no pueden irse cuando les dé la gana. Dirán que es un trato de favor porque tú eres amigo de esa familia.

    —¿Ese es el problema ahora? ¿Lo que diga la prensa de unos permisos a unos soldados? —pregunta Adolfo sarcástico— Déjalos que hagan lo que quieran. Tú no te metas. Si los generales quieren darles permiso que se lo den… Además, ningún mando del Ejército se va a pelear con Onésimo Salazar, aunque tú se lo ordenes.

    —No estoy de acuerdo, Adolfo. Onésimo Salazar es solo un general jubilado y yo soy el ministro de Defensa y mando sobre los militares. Tendrán que hacer lo que yo les diga.

    —Aún no sabes de qué va tu ministerio, ¿verdad? —Adolfo deja escapar un suspiro mientras intenta mantener la paciencia—. No funciona así. Déjalo, no ganarías esta guerra. Además, seguro que los Salazar se reunirán en su finca y eso nos conviene. Créeme, es mejor tenerlos juntos y vigilados que desperdigados, cabreados y armados. —Adolfo no puede evitar un escalofrío al pensar en el arsenal que posee la familia Salazar.

    —No estoy de acuerdo. Es mejor que estén en sus cuarteles y no de permiso para incordiarnos —insiste el ministro, tozudo.

    —¡Calla y escúchame bien! —la voz de Adolfo se endurece y adquiere un tinte amenazante— Si nosotros no somos capaces de controlar lo que nos ha caído encima con este atentado, los Salazar emprenderán su propia guerra contra ETA. Saldrán de cacería y matarán a todos los terroristas que se les crucen por el camino hasta dar con los jefes de la organización.

    —¡¿Qué?! Eso no es posible, Adolfo…

    —¿Qué no? Claro que sí. Los conozco. Me he criado con ellos.

    La manera en que habla Adolfo hace que por primera vez el ministro se dé cuenta del alcance real del problema.

    —¡Por Dios, Adolfo! ¿De verdad serían capaces? —Al ministro se le quiebra la voz— ¿Qué vamos a hacer?

    —Dile al director del Centro Nacional de Inteligencia que los vigilen con discreción y nos mantengan informados. Pero solo a ti y a mí. No quiero que meta la nariz en este tema la ministra de Interior, ni ningún otro. Los Salazar no aceptarán injerencias del Gobierno en sus asuntos de familia. Nos destrozarán vivos si los enfadamos.

    Adolfo cuelga sin despedirse y el ministro se queda inmóvil con el teléfono en la mano y la mirada perdida. El presidente ni siquiera le ha dado tiempo para comentarle que tienen un problema aún mayor: no todos los Salazar están pidiendo permiso. Al menos veinte de ellos, los destinados en unidades de élite, han solicitado la baja en el Ejército de forma definitiva. Esto no augura nada bueno.

    Cuando consigue recuperar el control llama a su secretario. Tiene que actuar con rapidez, no puede permitir que los Salazar abandonen el Ejército. Sabe que solo si siguen dentro él podrá mandar que los detengan, si hace falta.

    El secretario le pone en comunicación con el teniente coronel al mando de una de las unidades del Grupo de Operaciones Especiales del Ejercito de Tierra, y el ministro intenta que su voz suene enérgica pero amistosa:

    —Las peticiones de baja de tres de sus hombres, los Salazar, ¿son correctas?

    —Sí, señor. Las han firmado, han recogido sus pertenencias y se han ido…

    —Pues no podemos aceptarlas —interrumpe el ministro.

    —Perdone, señor, ¿cómo dice? —El militar no puede disimular su inquietud.

    —Ya lo ha oído. No podemos aceptar esas bajas —contesta el ministro con voz firme.

    —Pero, señor, los Salazar no van a volver al Ejército. No por las buenas. Tendremos que detenerlos por deserción y no va a ser una detención fácil, se lo puedo asegurar.

    —No es eso. Quiero que los llame y les diga que no van a tramitarse sus peticiones de baja definitiva porque el Ejército español no puede permitirse perder a soldados como ellos. Les daremos un permiso especial por el tiempo que necesiten y romperemos los papeles de baja que han presentado. ¿Entiende? —pregunta el ministro intentando mostrarse seguro y alegre.

    —Por supuesto, señor —contesta el militar aliviado.

    El ministro repite llamada y conversación con los jefes de varias unidades más. Cuando acaba con ellos se dedica a devolver las llamadas de periodistas y compañeros de partido con ganas de cotillear. Son las tres de la mañana cuando deja el móvil sobre la mesa. Está agotado.

    Decide quedarse a pasar el resto de la noche en el ministerio y se tiende en el sofá del despacho intentado imaginar cómo evolucionarán los acontecimientos en los próximos días. Necesita planificar todas las respuestas de su departamento ministerial ante los diversos escenarios posibles. Poco a poco el sueño se apodera de él.

    Despierta a última hora de la mañana y con preocupación enciende la televisión para ver las noticias. Las imágenes muestran decenas de corresponsales de prensa apostados ante la entrada de una finca en el campo y también un par de helicópteros que sobrevuelan la propiedad captando lo que ocurre alrededor de un conjunto de edificios en el interior de la finca.

    La sorpresa lo levanta del sofá y el impacto de lo que ve le aturde. No entiende qué ha podido pasar. Él ha pedido total discreción en el control de los movimientos de los Salazar y, sin embargo, se encuentra que está viendo a gran parte de la familia en la pantalla de su despacho. Suspira angustiado y va a buscar la botella de tequila que su mujer le ha traído de México la semana anterior. La guarda entre las carpetas archivadoras.

    La productora de Perdóname

    La actividad es frenética en la productora Luces y Sombras encargada de elaborar los programas más importantes de la cadena de televisión 2+2TV. El atentado contra Hortensia Salazar ha alterado la programación normal de los sábados por la noche. Será sustituida por tres programas especiales.

    El primero de ellos será un debate de corte político que comenzará en unos minutos y durará una hora. Estará centrado en la muerte del parlamentario Luken Agiriano y la desaparición de Hortensia Salazar después de que una ambulancia se la llevase agonizante. Contará con periodistas especializados y representantes de los principales partidos políticos. Debatirán sobre la influencia del atentado de ETA en la opinión pública, la supervivencia del plan de paz puesto en marcha por los terroristas y la importancia de que el objetivo de la banda terrorista haya sido una asesora personal del presidente del Congreso de los Diputados, una mujer perteneciente a una familia conocida y muy cercana al presidente del Gobierno de España.

    Cuando el programa termine seguirán con un documental sobre la vida de la asesora y de los miembros más famosos de su familia, "Especial Hortensia Salazar" lo han titulado.

    Por último, al filo de la medianoche, el tercer programa será un "Especial Perdóname" centrado en la vida privada de Hortensia.

    Osvaldo Lupin, director de la productora Luces y Sombras y productor ejecutivo del programa Perdóname, se encuentra en su despacho supervisando todos los detalles de la producción de los dos especiales. Nota la tensión en el cuerpo, sabe que si no son capaces de cumplir con las expectativas de los anunciantes será un desastre para la productora. Intenta distraerse mirando la multipantalla que cubre la pared frente a la mesa. En la esquina superior está la imagen de Hortensia Salazar. Aumenta el sonido y pasa a una sola imagen. Ahora la cara de ella ocupa toda la pared, mientras se oye la voz en off: «…hija del general Cayetano Salazar del Castillo, hermano de Liberto Salazar, uno de los actores españoles más internacionales. Aquí vemos unas imágenes de los últimos Premios Goya a los que acudió Liberto con su madre, Doña María de las Angustias del Castillo».

    De las imágenes del actor pasan a las de una pareja de unos setenta años. «…Los abuelos maternos de Hortensia Salazar a la salida de su casa de Sevilla: la catedrática de Derecho Josefina de la Torre, una de las más conocidas líderes del movimiento feminista y el filósofo y escritor Salvador Loria…».

    Eso es lo único que todas las cadenas saben por el momento, piensa Osvaldo. También a ellos les está resultando complicado encontrar buena información.

    El teléfono interrumpe los pensamientos del productor.

    —¿Tenemos algo más sobre la vida de Hortensia? —pregunta Osvaldo con ansiedad.

    —A dos compañeros de la universidad. También a otro que estuvo con ella en la Academia General del Aire de San Javier en Murcia. ¿Tú sabías que estuvo allí un año?

    —No, pero no creo que tenga importancia. Es hija de un militar, igual quiso probar también y no le gustó. ¿Qué más tenemos?

    —De lo único que hay información es de su etapa de fiscal en Sevilla y del lío de corrupción que estuvo investigando allí.

    —Es verdad, se me había olvidado. Aquel caso que armó tanto revuelo, el caso de La participada. Sí, eso sí es interesante…

    —Pues si eso te gusta, ya verás lo próximo. Hay un tipo que dice haber sido su novio en Sevilla, un tal Quino Ponte. Al parecer ella lo dejó para liarse con otro al poco tiempo de venirse a Madrid y se ve que eso le molestó mucho. Dice que la conoció en un gimnasio practicando muay thai, ¿has oído hablar de ese deporte?

    —No me suena, ¿por qué?—pregunta Osvaldo alertado por el tono de voz de su interlocutor.

    —Es el boxeo tailandés. Bastante agresivo. El exnovio es un cachas de esos guapos y lleva fatal que lo haya dejado, ni te imaginas lo que nos ha contado. Te he mandado una grabación suya para que la veas. Eso sí, vamos con retraso y necesito que me des luz verde cuanto antes a todo.

    —No tengo tiempo para ver nada. Hazme un resumen —ordena Osvaldo.

    —Según cuenta, no hemos tenido tiempo de confirmarlo, Hortensia estuvo a punto de matar a un hombre en un combate de boxeo tailandés. Al parecer ella se enfadó por algo y se le fue la mano. Le metió una paliza tan grande al tipo que no lo mató de milagro. Por lo visto el agredido también está dispuesto a hablar y contar el motivo por el que ella se enfadó tanto.

    —De acuerdo, que vengan todos. Ya iremos viendo qué hay de cierto en lo que cuentan.

    Va a comenzar la emisión del Especial Hortensia Salazar y a Osvaldo un pellizco en el estómago le recuerda que se está moviendo en el filo de la navaja. Decide descansar un momento y se concentra en la imagen gesticulante de la multipantalla de su despacho. En el programa de la competencia, Pituca, el conocido travesti, está recreando con todo detalle lo ocurrido la tarde en la que desapareció Gaby Vidarte.

    El productor ejecutivo recuerda que dos de los sucesos con más morbo de los últimos meses están relacionados con Perdóname, el programa estrella de la productora.

    El primero fue el ataque al plató de unos encapuchados mientras emitían en directo. Aún le asaltan las imágenes de la colaboradora muerta, los heridos, los ataques de pánico en el público asistente y la increíble fuga de los asaltantes.

    El segundo fue la desaparición el mismo día de Gaby Vidarte, amigo de Hortensia Salazar y uno de los más importantes colaboradores que ha tenido Perdóname.

    Pituca se ha presentado con el mismo traje celeste que llevaba aquel día. Sobre el fondo azul de la chaqueta destacan enormes manchas rojas y ella mantiene que es la sangre del colaborador de Perdóname. Cuenta como Gaby y él se

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