Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Moriré por una rubia
Moriré por una rubia
Moriré por una rubia
Libro electrónico70 páginas1 hora

Moriré por una rubia

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

También los pistoleros son capaces de amar. Y se derrite su corazón al sentir la pasión.Dos relatos de sentimientos fuertes y profundos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 mar 2015
ISBN9786050367829
Moriré por una rubia

Lee más de María Gema Salvador Sánchez

Autores relacionados

Relacionado con Moriré por una rubia

Libros electrónicos relacionados

Romance wéstern para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Moriré por una rubia

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Moriré por una rubia - María Gema Salvador Sánchez

    PARTE

    MORIRÉ POR UNA RUBIA

    MARIA GEMA SALVADOR SANCHEZ

    "POR TU BELLEZA MUJER;

    SERÍA CAPAZ DE SUBIR AL CIELO;

    Y COGERTE LAS ESTRELLAS"

    PRIMERA PARTE

    Linda Norton se bajó del tren en Carolina del Sur. Hacía mucho calor, puesto que era julio, un suave viento agitaba las hojas de los árboles, pero a ella no la importaba por que muy pronto iba a encontrarse en casa.

    Era curioso eso de pensar en casa cuando se iba hacia el oeste a donde unos parientes. Linda era huérfana, a sus diecisiete años se encontraba sola en la vida sin más esperanza que ser recogida por un tío materno que vivía en Sonora y un hermanastro al cual apenas conocía. Ignoraba la muchacha que sus parientes eran casi pobres. Engañada por las cartas que su tía escribía a sus padres y la mucha locura de su madre, una belleza de Georgia, estaba atrapada en un mundo de ensueño del cual muy pronto iba a despertar.

    En Boston, de donde procedía, había vivido al amaro del doctor Jakson, un hombre muy sencillo y piadoso quien la trató como a una hija, pero que ahora también la faltaba, pues había sido jubilado por vejez, y volvía a encontrarse sola. No tenía amigas con las que contar y en cuanto a hombres nadie se fijaba en cuan pobre huérfana que además no era muy bonita. Cierto es, que tenía unos bellos ojos negros herencia de su madre y un hermoso cabello rubio, pero fuera de estos dos encantos, el resto de su persona era casi vulgar. Su nariz era un poco grande y su cuerpo muy delgado, lo cual la hacía parecer aún más niña de lo que en realidad era.

    Afortunadamente hasta ese momento nunca había pasado necesidades. En su baúl llevaba dos camisas blancas de seda y dos faldas y encima un vestido bastante mono de color gris con botas perla. También se había llevado el traje de boda de su madre de color negro de seda y encaje y un broche de oro con su retrato. Aparte de su ropa interior y un abrigo con guantes, no tenía nada mas .De la herencia de su padre no quedaba nada por que éste se la había jugado a las cartas, era un jugador empedernido y sólo gracias a la generosidad del pastor podía contar con un saquito de monedas y billetes, toda su fortuna.

    En el tren pensaba en todo esto y más, suponía que la iban a recibir con los brazos abiertos y su tío sería como un padre; pues la pobre niña, no podía concebir la maldad y la injusticia por que ella no las conocía.

    Durante el trayecto hasta Carolina del Sur había pasado el tiempo, admirando el paisaje y leyendo un libro, pero ahora que bajaba para esperar el próximo destino, sentía cierto temor a encontrar caras desconocidas que la intimidasen. Linda era muy tímida y procuraba no dar conversación a nadie. De todos modos no hubo problemas por que nadie pareció fijarse en ella. Al lado de las mujeres que pasaban, Linda, se sintió insignificante; todas llevaban grandes sombreros y sombrillas y se les notaba el dinero. Sus acompañantes muy elegantes, les daban el brazo sonrientes y a ella le pareció una buena señal. La gente era feliz, se sentó en un restaurante económico para reponer fuerzas, pues el viaje la había dejado hambrienta y exhausta; sin embargo al comprobar los precios, se asustó por que la comida valía todo lo que llevaba en su ridículo. Si se gastaba todo, entraría en casa de su tío sin nada, casi desnuda y no estaría bien, pero si no lo hacía se moriría de hambre. Con lo que indecisa miraba los platos tratando de encontrar alguna baratura, pero no las había.

    Un hombre que la había estado observando, se le acercó sonriente. llevaba un traje caro y un gran anillo en su dedo corazón izquierdo.

    -¿Me permite invitarla a comer señorita?

    -!Oh no señor no el conozco para nada! debo irme lo siento

    -Pero si es muy fácil muñeca, me llamo Wiliam Stone y ¿Usted?

    -No creo que deba decirle mi nombre señor !Déjeme por favor!

    -!Vamos encanto! yo podría hacerte la vida fácil ¿Para que vas a pasar calamidades?

    Los pocos parroquianos que estaban allí siguieron comiendo sin entrometerse; no era asunto suyo y el tipo que la molestaba era posiblemente un buen cliente y además una muchacha sola no era bien vista en ningún sitio y si iba sola podía ser una aventurera. La joven intentó zafarse de la garra que la retenía hasta que alguien intervino en su favor

    -!Deje a la pequeña!

    Era un hombre alto y delgado, pero muy fuerte a juzgar por los músculos que sobresalían de sus brazos. Llevaba un traje negro y un gran revólver con mango de plata y dos iniciales grabadas: D.R.. El sombrero negro con cinta de seda no ocultaba del todo su pelo rubio bien cortado, también llevaba unas botas altas con espuelas de plata y una

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1