El diamante negro

Por María Gema Salvador Sánchez

El hijo de un millonario rebelde ha desaparecido y al detective encargado del caso le asaltan las dudas sobre si vale o no la pena encontrarle, pero hay amor de por medio y todo se complica.

• Idioma: Español
• Editorial: María Gema Salvador Sánchez
• Fecha de lanzamiento: 4 may 2016
• ISBN: 9786050430684

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VERDAD

El diamante negro

MARIA GEMA SALVADOR SÁNCHEZ

UN TONTO ENAMORADO

Su familia ya era asquerosamente rica allá por el siglo XVI, cuando la mía todavía estaba en la jungla americana.

Descendía de los españoles; y se sentía muy orgullosa por ello. Se llamaba Albina Alonso del Castillo Fuerte y era mi novia. Su casa si es que se le podía llamar así; era un soberbio palacio tan rico y lujoso que podía dar una idea del número de ceros que había en su cuenta corriente. Pero no me hice su novio por interés, aunque lo pareciera y eso que ella era un buen partido; sino por protegerla de su propia familia que la estaba destruyendo.

Para empezar hay un par de cosas que quiero aclarar; ella me conoció en una fiesta y yo había acudido allí por cortesía del jefe. Soy sargento de policía y créanme en U. S.A, como en cualquier parte, eso no significa nada, excepto en la tropa policial. Tuve que estudiar para policía mientras ayudaba a mi padre en su pequeño negocio de cosas variadas: menaje para el hogar, discos, juguetes, ropa y un poco de todo; éramos una versión americana del Corte Inglés español.

Hace muy poco que decidí ser detective privado y dejar la policía, fue cuando empecé a trabar amistad con Albina, la preciosa y aristocrática Albina, una Whasp, algo sui generis: blanca, protestante y anglosajona, aunque su familia fuera de origen hispano ¿una pequeña mota en la buena sociedad neoyorkina o un tinte de sangre azul? Cuando empecé a tratarla, quise trepar en la escala social; ser sargento (algo que hasta ahora me había enorgullecido), me parecía bajo. Mi padre, no dijo nada, pero creo que le defraudé.

En la fiesta, una fiesta tipo Hollywood había grandes hombres y grandes coches: Mercedes, Corniches, Sedan, Seville, Ferrari testaferro, Porsche, BMW y un largo etcétera de lujo. Allá fue donde observé por vez primera a la princesa hispana como yo la llamaba. No tenía nada de hispana; era