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Dos Hermanas, Dos Caminos
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Libro electrónico33 páginas17 minutos

Dos Hermanas, Dos Caminos

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Nuestra mansión estaba rodeada de altas vallas de metal. Había cámaras de seguridad dentro y fuera de la extensa propiedad. La entrada y la mansión estaban vigiladas por cuatro ex militares recomendados por un amigo de mi padre. Unos minutos después de que marcharan mis padres, nuestra niñera nos llevó a mi hermana y a mí fuera de la mansión para que nos diera el aire y jugar en una caja de arena determinada.

Nuestra niñera vio a los cuatro guardias de seguridad caminando hacia ella y pensó que era un poco inusual. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca uno de ellos la apuntó con su pistola mientras otro le tapaba la boca con cinta aislante y le ataba de brazos y piernas con una cuerda. Los otros dos hombres nos sacaron a mi hermana y a mí de la caja de arena.

Nuestra niñera estaba intentando liberarse y uno de los hombres la golpeó en la cabeza con la culata de su pistola.

Esos hombres se habían aprovechado de la confianza de mi padre para secuestrarnos por dinero.

Al día siguiente, mientras los hombres se preparaban para intentar contactar con mi padre, se enteraron por la televisión de que el jet donde viajaban había topado con una tormenta de arena. No hubo supervivientes.

Sus planes se habían echado a perder por ese desafortunado accidente. Los muy cobardes se sumieron en un estado de pánico.

Al cabo de unas horas intentando encontrar una solución, decidieron vendernos a mi hermana y a mí a familias ricas sin hijos.

A mí me vendieron a una familia de Rusia. Audra fue a parar con una familia que, irónicamente, vivía a dos horas de nuestra mansión en Holmby Hills, California.

Debéis estar pensando: ¿Cómo puede saber todo esto que nos está contando? Audrey era demasiado pequeña para acordarse.

La siguiente historia narra unos hechos reales que os contarán cómo sé lo que nos pasó a Audra y a mí.

Solo tenéis que seguir leyendo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 may 2015
ISBN9781507103906
Dos Hermanas, Dos Caminos

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    Vista previa del libro

    Dos Hermanas, Dos Caminos - Vianka Van Bokkem

    ÍNDICE

    Capítulo 1 – Separadas al nacer

    Capítulo 2 - Convirtiéndome en vampira

    Capítulo 3 - La verdad sale a la luz

    Capítulo 4 - El reencuentro

    Capítulo 5 – De vuelta a Rusia

    Capítulo 6 – Dulce venganza

    Capítulo 7 – Nuevos enemigos

    Capítulo 8 - Rescate

    C

    apítulo 1

    Separadas al nacer

    Mis padres eran unos famosos y ricos físicos bioquímicos americanos. Se pasaban la mayor parte del tiempo en su laboratorio o viajando.

    Sinceramente no sé porqué decidieron tener hijos con sus apretadas agendas. Yo soy Audrey y mi hermana gemela se llama Audra.

    Cuando teníamos dos años de edad nuestros padres hicieron un descubrimiento importante.

    Organizaron una reunión en Londres para explicar los detalles.

    Volaron hacia allí en uno de sus varios jets. Audra y yo quedamos a cargo de nuestra niñera.

    Nuestra mansión estaba rodeada de altas vallas metálicas. Había cámaras de seguridad dentro y fuera de la extensa propiedad. La entrada y la mansión estaban vigiladas por cuatro ex militares recomendados por un amigo de mi padre.

    Unos minutos después de que marcharan mis padres, nuestra niñera nos llevó a mi hermana y a mí fuera de la mansión para que nos diera el aire y jugáramos en una caja de arena determinada.

    Nuestra niñera vio a los cuatro guardias de seguridad caminando hacia ella y pensó que era un poco raro.

    Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, uno de ellos la apuntó con su pistola mientras otro le tapaba la boca con cinta aislante y la ataba de brazos y piernas con una cuerda.

    Los otros dos hombres nos sacaron a mi hermana y a mí de la caja de arena.

    Nuestra niñera estaba intentando liberarse y uno de los hombres la golpeó en la cabeza con la culata de su pistola.

    La dejaron inconsciente y nosotras fuimos llevadas hacia un destino incierto.

    Esos hombres se habían aprovechado de la confianza de mi padre para secuestrarnos por dinero.

    Al día siguiente, mientras los hombres se preparaban para intentar contactar con mi padre, se enteraron por

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