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El Cielo Está En Llamas
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Libro electrónico28 páginas1 hora

El Cielo Está En Llamas

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Dios le otorgó a Ted Erickson el poder para congelar a los pecadores, pero ¿porqué su cuerpo no paraba de congelarse?
Una prostituta y un vagabundo no pueden sobrevivir a la habilidad de Ted para exhalar aire frío proveniente del Noveno Círculo del Infierno. Así que ¿cómo es que su vecino, el adolescente suicida, puede seguir cantando?
Al principio, Ted Erickson no comprende cómo ni por qué puede congelar cosas sólo con soplarlas. Sin embargo, para cuando termina de probar su poder en los gatos y perros del vecindario, comprende que Dios le dio la misión de limpiar al mundo de pecadores.
En la época de Noé, Dios limpió al mundo de los impuros con agua. Esta vez, escogió el hielo y a Ted como su instrumento.
Justin Bates, el vecino fanático del rock pesado, que planea suicidarse por el divorcio de sus padres, decide detener a Ted Erickson. Si llegase a morir, al menos sería como un héroe y no como un cobarde.
Esta es una historia corta de horror mezcla de fantasía oscura y urbana.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2001
ISBN9781633393592
El Cielo Está En Llamas

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    El Cielo Está En Llamas - Richard Stooker

    Fin

    El Cielo está en llamas

    Richard Stooker

    ––––––––

    Mientras lamía el miembro del hombre, LaTrina planeaba la cena familiar del Día de Acción de Gracias.

    El sujeto parecía un cubo de hielo. No gemía, jadeaba ni nada. Al terminar, mejor llamaba a Rita para recordarle que sacara el pavo del refrigerador. Más les vale que ella y su amiga Markita estén viendo cintas en la videocasetera y no llamando a algún muchacho. ¿Cuándo planea venirse este hombre?, pensaba LaTrina.

    De repente un escalofrío recorrió su espalda. Parecía bastante inofensivo, pero desde que un lunático asesinó a su amiga Mónica de un corte en la garganta, ella intentaba observar  bien a sus primeras citas. ¿Podría ser este sujeto tan serio quien...?.

    — ¿Todo bien, cariño? —preguntó LaTrina.

    —No te detengas, querida. Por favor, no —dijo con desesperación en su voz. —No sé qué podría hacer, si te detuvieras.

    Como sea pensó ella. En cuanto al pavo, lo empezaría a asar a las cinco de la mañana, luego pondría los vegetales en la cacerola. Gracias a Dios Marcella, su hermana mayor, llevaría pies de calabaza. Formó un círculo con su dedo pulgar e índice y, usando su saliva como lubricante, masajeó rápido hacia arriba y hacia abajo.

    Rápido, más rápido... Vamos, vente, cariño dijo en su mente. El sujeto no lo estaba haciendo nada bien. No estaba aprovechando sus veinticinco dólares correctamente. Se sentía insultada. Se cree demasiado bueno para mí. ¿Qué está haciendo aquí, entonces?, pensó mientras seguía moviendo su boca.

    Necesitaba el dinero. Tenía que comprar un paquete de cigarrillos, licor de huevo y Seagram’s

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