Como bestias acorraladas

Por Mario Carrasco Teja

Dos topógrafos son contratados para calcular las dimensiones de un paraje que medio centenar de vacas se resiste a abandonar. En este cuento laberíntico, ambientado en un entorno campirano, el lector descubrirá entre líneas referencias tanto al mito de la torre de Babel como a la teogonía mexica sobre el autosacrificio para propiciar el nacimiento del quinto sol. Para la edición impresa donde se incluyó este relato (1999), escrito durante el paso del autor por el Centro Mexicano de Escritores (1997-1998), Carlos Montemayor expresó: “Los cuentos de Mario Carrasco Teja parecen provenir de los interiores de un laberinto, de los recorridos inacabables e impotentes que no conducen al lector y a los personajes a la puerta de salida, sino cada vez más al centro del laberinto, más al centro de su fulgor de espejos, más al corazón de su realidad indescifrable”.
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Mario Carrasco Teja (Ciudad de México, 1972) es arqueólogo, escritor, editor y diseñador de publicaciones impresas y electrónicas (está incluido en la "Mark’s List" de Smashwords de formateadores de libros electrónicos). Hombre Orquesta es su sello literario personal. Ha obtenido distinciones como el Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés (2001), así como una mención honorífica en el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela (2007) y la medalla de oro en la categoría de Horror Fiction de los Global Ebook Awards (2014).

• Idioma: Español
• Editorial: Mario Carrasco Teja
• Fecha de lanzamiento: 25 dic 2013
• ISBN: 9781310405303

Mario Carrasco Teja

Mario Carrasco Teja (Ciudad de México, 1972) es arqueólogo, escritor, editor y diseñador de publicaciones impresas y electrónicas (está incluido en la "Mark’s List" de Smashwords de formateadores de libros electrónicos). Hombre Orquesta es su sello literario personal. Ha obtenido distinciones como el Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés (2001), así como una mención honorífica en el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela (2007) y la medalla de oro en la categoría de Horror Fiction de los Global Ebook Awards (2014).• • •Mario Carrasco Teja (Mexico City, 1972) is an archaeologist, writer, editor, and designer of printed and electronic books and magazines (he is included in Smashwords' "Mark's List" of ebook formatting providers). Hombre Orquesta is his personal publishing imprint. He has obtained distinctions such as the "Edmundo Valadés" Latin American Short Story Contest (2001), an honorific mention in the "Juan Rulfo" Fine Arts Award for First Novel (2007), and the Gold Medal for Horror Fiction in the Global Ebook Awards (2014).

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Uno

Una línea recta, imaginaria o no, se puede proyectar al infinito sin que los extremos se unan en algún punto de su trayectoria. En cambio, si esa línea experimentara la más ligera inclinación, el postulado anterior desembocaría en una variada gama de posibilidades, como el desarrollo de una parábola o, en fin, aquella unión, con lo que se delimitaría un área relativamente fácil de calcular.

Como topógrafo trabajé bajo tales principios a lo largo de mi vida profesional: para determinar la posición de una estación o punto A respecto a B, las cuales deben ser visibles entre sí, no existe otra posibilidad que la línea recta. Ahora bien, para ubicar dentro de límites definidos el terreno a topografiar es necesario triangular mediante una estación C o cuantas resulten necesarias para cerrar la poligonal.

Tales certezas se desmoronaron cuando a Alfonso, mi socio, lo contrató un viejo conocido para realizar el levantamiento topográfico de su propiedad, un rancho agropecuario en las afueras de la capital. Su amigo, un tal Ramiro Tarasco Ceja, ofreció pagarnos una suma más que razonable con la condición de que atendiéramos su encargo de manera prioritaria. Acostumbrados a operar en la ciudad, la tarea se nos antojó atractiva, por lo que al día siguiente partimos hacia el rancho El Maizal.

Dos

Durante las presentaciones Ramiro se limitó a inclinar apenas la cabeza sin responder al tanto gusto ni a la mano que le extendíamos. Luego, sin pronunciar palabra, nos llevó a recorrer el terreno. Miré a Alfonso con