El enano Cocorí
Por Carlos Droguett
()
Información de este libro electrónico
Carlos se obsesiona con una puerta cerrada. Entregado sobre el regazo de su amada, Isabel, relata cómo el enano protector de esa puerta le impide el paso. Sin razón aparente, Carlos desea pasar, pero también sin una razón clara el enano no se lo permite, echando mano a una serie de artimañas que le prohíben la resolución, el acceso y encontrar quizás su destino. El enano Cocorí se publicó originalmente en España en el año 1986. Como varias obras de Carlos Droguett, Premio Nacional de Literatura en 1970, en el exilio desde 1976, esta novela corta fue editada fuera de Chile y no tuvo la oportunidad de ser difundida en su país ni en Latinoamérica.
Carlos Droguett fue un narrador chileno, Premio Nacional de Literatura en el año 1970. Entre sus libros más reconocidos están Patas de perro y Eloy. Su narrativa se caracteriza por el uso del estilo indirecto libre y una prosa muy recursiva, sello que distingue tanto a sus obras más emblemáticas, como a El hombre que trasladaba las ciudades, pionera dentro del género de la nueva novela histórica y su última novela publicada en vida.
Lee más de Carlos Droguett
El compadre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi ignorancia tiene disculpas: Crónicas de patria, pobreza y guerra mundial Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con El enano Cocorí
Libros electrónicos relacionados
La taberna Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRelatos cautivos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEmilia Pardo Bazán y su fascinación por la criminología Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAguas primaverales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos tipos duros no leen poesía: La tercera de Eladio Monroy Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSin monedas para el barquero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesApóstoles y asesinos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRenacen las sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos lobos del centeno Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de la patria Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La tribuna Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El perro y la calentura: (trashumancia de los poetas americanos) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa multitud Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa noche sin memoria Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa generación del 98 en sus anécdotas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los últimos libros Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos días de mercurio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMuñeca Rusa: Rita Iglesias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTareas no hechas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuadernos de Horacio Morell Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Jarrapellejos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSi yo de ti me olvidara, Jerusalén Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTimidez y pasión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGuerra y paz Calificación: 5 de 5 estrellas5/5María Kumbá Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa valiente piconera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi vida en la penumbra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGrandeza y decadencia de César Birotteau Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesY nos pegamos la fiesta Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Once días de octubre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Clásicos para usted
Los 120 días de Sodoma Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Odisea Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Obras Completas Lovecraft Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Meditaciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Principito: Traducción original (ilustrado) Edición completa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte de la Guerra - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/550 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte de la Guerra Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El lobo estepario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5To Kill a Mockingbird \ Matar a un ruiseñor (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos completos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crítica de la razón pura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Ilíada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El libro de los espiritus Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Yo y el Ello Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El leon, la bruja y el ropero: The Lion, the Witch and the Wardrobe (Spanish edition) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Libro del desasosiego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 95 tesis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La interpretación de los sueños Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Política Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El amor, las mujeres y la muerte Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La casa encantada y otros cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El sobrino del mago: The Magician's Nephew (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/51000 Poemas Clásicos Que Debes Leer: Vol.1 (Golden Deer Classics) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Categorías relacionadas
Comentarios para El enano Cocorí
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
El enano Cocorí - Carlos Droguett
EL ENANO COCORÍ de Carlos Droguett
© 1986 de la obra por CARLOS DROGUETT ALFARO
© 2020 de la primera edición por LA POLLERA EDICIONES
Primera edición, La Pollera Ediciones (2020)
ISBN 978-956- 9203-93- 0
Edición: Ergas / Leyton
Diseño: Pablo Martínez
Transcripción: Santiago Lorca
LA POLLERA EDICIONES
www.lapollera.cl / ediciones@lapollera.cl
Índice
Sobre el autor
La novela
Sobre el autor
Carlos Droguett (1912-1996) fue un narrador chileno, Premio Nacional de Literatura en el año 1970. Entre sus libros más reconocidos están Patas de perro y Eloy. Su narrativa se caracteriza por el uso del estilo indirecto libre y una prosa muy recursiva, así como por una fuerte presencia de temáticas sociales, sellos que distinguen tanto a sus obras más emblemáticas, como a El hombre que trasladaba las ciudades y a El compadre, ambas novelas publicadas en la colección de rescate literario de La Pollera Ediciones.
Por supuesto que a Isabel yo no le había contado nada, en realidad tampoco había nada que contar, precisamente por culpa del enano, pues él no me dejaba entrar. Si lo hubiera hecho, la historia en sí, en sus más leves e ínfimos detalles, no solo en su nervioso y vertiginoso comienzo, habría existido, pero el enano no. Adiviné desde un principio, que eso fatal y determinado ocurría, u ocurriría, que sin mis deseos vertidos y formulados en palabras, esta forma transitoria de dejar constancia de las cosas invisibles más que de las visibles, él, el enano, habría desaparecido sin dejar rastro.
A veces, al observarlo en su mirada huidiza, perdida, melindrosa, tenía la impresión de que más de alguna vez en su vida le había ya sucedido, que había dejado de existir súbitamente por la inesperada y desventurada circunstancia de que alguien entró por la puerta. ¿Cuántas veces tuvo que tragar su amargura y sus lágrimas? Yo no lo sabía pero estaba seguro de que habían sido varias y variadas, seguramente tantas que él mismo las habrá olvidado, quedándole solo como remanente en los ojos hundidos y sombreados ese estupor helado que mostraba la nostalgia, el terror, el vacío.
No, nunca le conté a Isabel ¿y cómo podría haberlo hecho? ¿Podía sensatamente contarle mis penas, dudas, sinsabores, cuando me sentaba a su lado en el primer peldaño de la escalera y cogía su pelo entre mis manos? Mencionar entonces al enano y las circunstancias del enano me habría parecido una indignidad, un mal presagio, un sucio rastro, un zumbido terrestre de moscas descendiendo sobre la frente adormilada del amor, de nuestro amor frágil, pobre, débil, solo, al que cuidábamos como a una criatura, junto al que nos tendíamos por temor de aplastarlo, de herirlo, de hacerle daño haciéndonos daño nosotros, parecía a ratos, sí, nos parecía y solíamos conversarlo, que él, nuestro amor, existía más que nosotros mismos, aún más, que nosotros, los tristes enamorados, teníamos vida y respiración, ensueños y proyectos, solo en virtud de su milagro, solo como consecuencia de que, sin embargo, él existía, por eso estábamos nerviosos, no porque aún no tuviéramos casa donde irnos a vivir, no porque yo no encontrara trabajo en el día y tuviera, todas las noches de luna de la primavera, todas las noches del invierno, que trabajar allá, bajo la claraboya húmeda de la imprenta de la calle Agustinas, corrigiendo las pruebas de los últimos cables recibidos del frente de Madrid o las apresuradas notas de un corresponsal francés, escribiendo sus últimos terrores en un hotelito de contrabandistas de Estrasburgo para precisar los rumores, en esos días solo los rumores, del fusilamiento de Federico García Lorca en alguna parte de España.
Dejaba suavemente su pelo en la falda y la quedaba mirando, pero veía los ojos inquisitivos del enano, sí, el enano tenía esa tozuda perplejidad y, allá muy lejos, cerca del soterrado recuerdo de la última vez que alguien traidoramente entró por la puerta y le ocurrió lo que le ocurrió, descender el poeta hacia la tierra de su muerte, tocando con sus manos la roca, abalanzándose con sus ojos sin luz a mirar esa sangre brillante que goteaba en la roca y en la tierra abierta y pensar, o decirlo, decirlo antes de pensarlo, esas gotas de rojo líquido soy yo, fui