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El camino de Pecas * Freckles' Path
El camino de Pecas * Freckles' Path
El camino de Pecas * Freckles' Path
Libro electrónico186 páginas2 horas

El camino de Pecas * Freckles' Path

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Si has visto un zoológico alguna vez, ya tienes algo en común con Pecas-en-un-pie. Sin embargo, ni el resto de las garzas de su comunidad ni los tigres que conoce han visto uno. La aventura de Pecas inicia al descubrir la existencia de este sitio singular en que los animales viven enjaulados. En sus viajes, Pecas descubre que quienes nunca han visto un zoológico han generado mitos sobre el sitio. También descubre que quienes viven en un zoológico sueñan con la libertad, pero no se atreven a alcanzarla. ¿Puede lograr liberar Pecas a los tigres enjaulados? Novela juvenil bilingüe en español e inglés, con temas para reflexionar. Aprobado por el Ministerio de Educación como texto complementario en el salón de clases.

If you have ever seen a zoo, you have something in common with Freckles-on-one-foot. However, neither the rest of his heron community nor the tigers he knows have ever seen one. Freckles’ adventure begins when he discovers the existence of this singular place where animals live encaged. In his travels, Freckles discovers that those who have never seen a zoo have created myths about them. He also discovers that those who live in a zoo dream about freedom, but don’t dare try to escape. Can Freckles free the caged tigers? Bilingual juvenile novel in Spanish and English, with ideas to think about. Approved by Panama's Ministry of Education as a complementary text in the classroom.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 may 2012
ISBN9789962690283
El camino de Pecas * Freckles' Path
Autor

Yolani Rognoni Arias

YOLANI ROGNONI ARIAS nació y creció en la República de Panamá. Cursó sus estudios universitarios en Atlanta, Georgia, donde recibió su título en Ingeniería Civil. Tras su regreso a Panamá, trabajó en la industria de la construcción durante algunos años. Conoció al amor de su vida en Colón y con él viajó al otro lado del mundo. En un zoológico de Tailandia, dos tristes tigres le sugirieron un relato sobre las libertades con que sueñan las almas limitadas, y así nació El camino de Pecas. Hoy vive con su esposo, aún el amor de su vida, y sus dos hijos en Panamá.YOLANI ROGNONI ARIAS was born and grew up in the Republic of Panama. She received a degree in Civil Engineering in Atlanta, Georgia, and then she returned to Panama and worked in the construction industry for several years. She met the love of her life in Colon and traveled with him to the other side of the world. In a zoo in Thailand, two sad tigers gave her the idea of a story about the freedoms that chained souls dream about, and that is how Freckles’ Path came to life. She lives with her husband, who is still the love of her life, and their two children in Panama.

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    El camino de Pecas * Freckles' Path - Yolani Rognoni Arias

    El camino de Pecas

    Prólogo

    PEGUNTÓ LA JOVEN al maestro: —¿Por qué enseñas sólo a gente joven?, ¿acaso la gente mayor no tiene derecho a conocer La Verdad?

    Respondió su maestro: —No escojo a mis discípulos, son ustedes quienes vienen a mí.

    —¿Por qué entonces sólo vienen jóvenes?

    —Porque reconocen La Verdad con menos dificultad.

    —¿No muestra su rostro La Verdad a personas mayores que nosotros?

    —La Verdad se revela a todos por igual, pero sólo quien tiene los ojos abiertos será capaz de verla. Es lamentable, pero cierto es que los años pueden nublar la vista de un par de ojos y poco sirve a esos ojos estar frente a una revelación si no son capaces de apreciarla.

    —Entonces, ¿dices que sólo alguien que no ha vivido demasiado es capaz de ver con ojos despejados?

    —No es eso lo que digo. Es necesario olvidar mucho de lo que hemos aprendido para asimilar la verdadera sabiduría; por esto a menudo es fácil para alguien que ha vivido menos, dejar de lado las convicciones que aseguran sus previos conocimientos.

    *****

    —Mira este reloj y dime qué hora es —invitó el maestro tras un lapso.

    Un poco desairada por el cambio en la conversación, la discípula miró el reloj que mostraba su maestro y respondió: —Las cinco y diez.

    —Ahora míralo detenidamente y dime qué hora dice.

    Sorprendida por la insistencia de su maestro, la muchacha miró el reloj por unos segundos. Solo entonces percibió que la manecilla de los segundos giraba hacia la izquierda, en contra del reloj. Entonces también notó que las horas habían sido marcadas con números romanos siguiendo una secuencia inversa a la de un reloj común. Tras el breve cálculo mental, respondió: —Son las seis y cincuenta.

    PRIMERA PARTE

    Pecas y el vuelo de descubrimiento

    Capítulo I

    EN UN ZOOLÓGICO muy concurrido, hay dos jaulas. En cada una de esas jaulas viven cinco tigres. Todas las tardes, pocas horas antes de que cierre el zoológico, dos hombres encargados de esta sección llevan alimento a los tigres que se encuentran en sus jaulas.

    Una tarde, perdida, una garza decidió descansar sus esbeltas patas sobre el muro que linda entre el zoológico y un amplio matorral.

    —Pero ¿qué ven mis ojos? —se preguntó Pecas-en-un-pie incrédulo— si es el gran Pacheco enjaulado.

    Con mucha cautela y algo de temor, Pecas-en-un-pie se acercó a la jaula donde creyó ver a su amigo Pacheco. Una vez más cerca, se limpió los ojos con las alas, ya que por un momento creyó ver doble. Pero, tras limpiar las bruscas que se habían introducido en sus ojos durante el vuelo, comprobó, aun más atónito, que no era uno, ni tampoco dos, sino CINCO Pachecos los que estaba viendo. Y cuanto más enfocaba sus pequeños ojos, más confundido quedaba, pues ninguno de los cinco tigres tenía las manchas de Pacheco sobre su piel. Tampoco se parecían a ningún otro tigre o tigresa que hubiera visto antes.

    —Bueno, mi amiga Pecas-en-dos-pies siempre dice que soy un gran explorador. Pero por más que explore, son tan amplios los campos de cada tigre, que aparte del de Pacheco no conozco otro. Si he visto otros tigres ha sido cuando Pacheco los reúne en su dehesa para resolver algún asunto ínter comunal. Lo que veo es insólito: CINCO tigres en un mismo espacio, ¿quién sería capaz de desafiar al rey de Los Campos de esta manera? Uno, dos, tres, cuatro, CINCO… —, contó mientras señalaba a cada felino con su ala.

    La respuesta no se hizo esperar, ya que, a pesar de no saberlo, Pecas-en-un-pie había llegado al zoológico justo a la hora de alimentar a las hermosas bestias.

    Dos hombres se acercaron a las jaulas cargando cinco peroles llenos de carne rosada, sangrienta. Otras personas que la garza no había visto un momento antes empezaron a reunirse cerca de las jaulas para ver. Tampoco había notado la garza que el área de las jaulas de los tigres estaba rodeada por una muralla de ciclón que daba la impresión de ser una jaula mayor, lo cual explicaba la dificultad que tuvo inicialmente para ver a través de los alambres. Es que Pecas-en-un-pie nunca antes había visto un muro de ciclón.

    Cuando uno de los hombres entró donde los tigres, la garza aterrada se tapó los ojos con un ala porque sabía lo que esos tigres serían capaces de hacer a los humanos. Nunca lo había visto suceder, sólo había escuchado la confesión de un vecino de Pacheco en uno de los consejos, un tigre que se había hastiado de los hombres que no respetaban su territorio e ignoraban los lindes establecidos por él con la esencia de su cuerpo. Esto lo repitió el tigre ante el consejo varias veces, defendiéndose desesperado de las acusaciones de los demás consejales porque él había iniciado una pugna contra los bípedos.

    Cansado de tener el ala levantada tanto tiempo y lleno de curiosidad, a pesar de su horror, la garza decidió mirar la cruenta escena.

    —Pero ¿qué rayos está sucediendo?, ¿es esto el fin del mundo? —se preguntó desesperado, pues no lograba entender aquello que veía. Tres de los cinco tigres yacían sobre el suelo concentrados en consumir la carne dentro de cada perol que tenía abrazado hacia sí cada uno. Los otros dos tigres eran forzados a esperar desde la esquina de la jaula por uno de los hombres que en una mano cargaba la comida y en la otra los amenazaba con un palo de metal.

    —Pero, ¿por qué no atacan ahora? —inquirió para sí Pecas-en-un-pie.

    La pobre garza se quería dar golpes de cabeza al no encontrar explicación para lo que sus ojos reportaban. Decidió permanecer en ese lugar, ya que su curiosidad era demasiada, hasta que se retirasen todas las personas y pudiese entablar conversación con los tigres.

    Entretanto, siguió investigando lo que acontecía en su entorno. Descubrió que no solo había tigres en aquel lugar, también había osos, búfalos, elefantes, jabalíes, jirafas, avestruces, lagartos, hipopótamos y aves que nunca antes había visto y cuyos idiomas desconocía. Con ánimo divisó la única garza, aparte de él, que había en todo el lugar. Estaba casi contento -casi porque lo que había visto en la sección de los tigres lo tenía demasiado consternado- de encontrar alguien de su especie en aquel sitio tan extraño. Con entusiasmo se acercó a ella, que resultó ser otro él, mientras le veía espulgar un búfalo. Esta nueva garza le dijo que su nombre era Incógnito y, lejos de corresponder a la actitud amigable de Pecas-en-un-pie, amenazó con echarlo a los cocodrilos si compartía con cualquier garza de afuera el descubrimiento de aquel lugar. Pecas-en-un-pie no entendía la actitud de Incógnito y por toda explicación recibió la misma amenaza otra vez.

    —Si veo una sola garza garrapateando en este lugar considérate manjar de cocodrilo, yo tengo mis contactos en este zoológico, ¿entiendes? ¡¿ENTIENDES?!

    Desanimado, Pecas-en-un-pie se alejó de Incógnito y decidió no entablar conversación con nadie más en aquel lugar. Al menos había descubierto que le llamaban zoológico, así podría explicar mejor a Pacheco mejor lo que había observado.

    Antes de salir, visitó nuevamente el recinto de los tigres, donde una vez más fue sorprendido. Fuera de las jaulas había dos tigres acostados sobre una plataforma. Cada tigre tenía una enorme cadena colgada de su cuello que lo ataba a la plataforma. Estas cadenas eran tan cortas que los tigres no lograban siquiera levantar sus cabezas, que tocaban la plataforma permanentemente. Los humanos tomaban turnos para sentarse sobre las plataformas junto a ellos, mientras otros humanos apuntaban cajas negras en su dirección disparando una luz que hacía sonreír al que estaba sentado junto al tigre.

    Pecas-en-un-pie voló lejos perturbado por las imágenes que había visto. Logró llegar a casa antes del anochecer.

    Capítulo II

    PECAS-EN-DOS-PIES SIMULABA DORMIR con el pico hundido en su plumaje mientras de reojo observaba el regreso a casa de su admirado aventurero. Hacía horas, Ojosrojos, madre de Pecas-en-un-pie, a quien llamaban así por el peculiar color de sus ojos, lo esperaba preocupada. De hecho, durante la última parte del día, lo había buscado alrededor del lago, preguntando por él a las otras garzas.

    Pecas-en-dos-pies, igual que más de cien garzas, escuchó la tan familiar reprimenda de la madre.

    —Hijo mío, ¿dónde has estado todo el día?, ¿no te cansas de preocupar a tu madre?

    —Eh… ¡Buscaba otro lago para pescar, madre! Sabes que la colonia siempre aprecia nuevos puestos de alimento.

    —No es cierto, hijo, por generaciones hemos vivido en esta plataforma. Los tres pequeños lagos donde comemos bastan y sobran para poco más de cien garzas. Además, seguramente no has encontrado nada, ¿o me equivoco?

    Pecas-en-un-pie consideró revelar el hallazgo a su madre, pero al mirar en su derredor y comprobar que contaba con la colonia entera como audiencia, aunque todos pretendían dormir, prefirió no hacerlo.

    —Tienes razón, madre, no encontré nada interesante.

    —Entonces habrás aprendido tu lección y no atormentarás más a tu madre. Ya es hora de sentar cabeza, hijo mío, tu plumaje está cambiando, ¿sabes lo que significa esto?

    —¡MAMAAÁ! —a Pecas-en-un-pie le avergonzó que su madre aludiese su posible cortejo tan cerca de otras garzas, especialmente Pecas-en-dos-pies, quien sintió sus plumas erizarse ante la insinuación de su soñada suegra.

    La madre insistió —Debo preguntar, hijo mío, porque si supieras todo lo que está por acontecer en tu vida, serías más responsable. Al menos sabrías usar ese dedo medio para peinar un poco el alboroto que llevas.

    —¡MAMAAÁ!

    Pecas-en-dos-pies no pudo reprimir una risita poco tímida. De reojo vio a su admirado aventurero peinar su hermoso plumaje con su dedo y alistarse para dormir al lado de Ojosrojos.

    *****

    A la mañana siguiente, muy temprano, Pecas-en-un-pie fue el primero en acomodarse sobre el lago próximo al árbol donde se apoyaba la plataforma de la colonia.

    Su admiradora no lo encontró al despertar y salió de inmediato a buscarlo, temiendo perderlo de vista durante otro día completo. Ojosrojos fue quien se lo señaló en el lago sin necesidad de que ella inquiriese por él. La joven garza, tras agradecer un tanto avergonzada por lo evidente de su interés en el mozo, no perdió tiempo y fue por él.

    *****

    —No es bueno desafiar a tu madre, ¿sabes? —comentó Pecas-en-dos-pies

    —Es ella quien desafía mi naturaleza. Yo quiero explorar el mundo antes de empezar una familia. Pero ella tiene demasiado afán en verme atado a esa plataforma. ¿No sientes deseos de explorar el mundo tú

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