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Akula: El niño sin nombre: Volumen 1
Akula: El niño sin nombre: Volumen 1
Akula: El niño sin nombre: Volumen 1
Libro electrónico180 páginas1 hora

Akula: El niño sin nombre: Volumen 1

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LOS CUADERNOS PÓSTUMOS DE ADAEL SELOUK ZALDIVA.
Poco antes de morir, mi padre me confió nueve cuadernos escritos de su puño y letra con tinta de varios colores, principalmente violeta. Eran nueve partes de un libro titulado Akula: el libro que le había empujado a la locura. -Son las nueve llaves. –me dijo– Si aprendes a usarlas, podrás abrir con ellas las nueve puertas. “Sí, claro, lo que tú digas… ¡Nunca los leeré!”. Este fue el pensamiento que cruzó mi mente, incendiándola, mientras clavaba mis ojos adolescentes en una esquina de la habitación. Estaba furioso. No aceptaba el hecho de que mi padre se hubiese vuelto loco. Y lo que más me irritaba era que ahora, en su lecho de muerte, me entregase esos dichosos cuadernos como si de un maravilloso tesoro se tratara. Metí los cuadernos en un cajón y no los saqué de allí hasta veintiún años después. Sólo ahora, que por fin los he leído, he comprendido lo que entonces no podía comprender. Mi padre no se había vuelto loco. Su aparente locura era en realidad la manifestación de un estado de conciencia que va más allá de la mente ordinaria. Era un estado de iluminación mística. Los “locos de Dios” viven en un mundo que es incomprensible para la mente humana, porque en ese mundo la mente humana ha sido trascendida. Y Akula es precisamente eso: una fábula mística que trasciende el tiempo y el espacio, un cuento imposible que describe el extraordinario viaje del alma. Creo que, en el momento de dármelos, mi padre sabía que sus cuadernos no serían publicados hasta muchos años después. Sin embargo, eso no parecía preocuparle en absoluto. Vivía en un estado de beatitud tan profunda que el ruido y la locura del mundo no le afectaban lo más mínimo. Y eso me tranquiliza, porque sé que me ha perdonado por mi incomprensión de entonces.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 may 2024
ISBN9781537163963
Akula: El niño sin nombre: Volumen 1

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    Akula - Adael Hazan

    Los cuadernos póstumos de Adael Hazan

    Poco antes de morir , mi padre me confió nueve cuadernos escritos de su puño y letra con tinta de varios colores, principalmente violeta.  Eran nueve partes de un libro titulado Akula „ el libro que le había empujado a la locura.

    -Son las nueve llaves. –me dijo– Si aprendes a usarlas, podrás abrir con ellas las nueve puertas.

    Sí, claro, lo que tú digas... ¡Nunca los leeré!. Este fue el pensamiento que cruzó mi mente, incendiándola, mientras clavaba mis ojos adolescentes en una esquina de la habitación.

    Estaba furioso. No aceptaba el hecho de que mi padre se hubiese vuelto loco. Y lo que  más me irritaba era que ahora, en su lecho de muerte, me entregase esos dichosos cuadernos como si de un maravilloso tesoro se tratara.

    -Ya sé que ahora todo esto te resulta incomprensible, pero un día lo entenderás.

    -¿Y qué quieres que entienda? ¿Que mi padre se ha vuelto loco?

    Estas fueron las últimas palabras que nos dijimos. Metí los cuadernos en un cajón y no los saqué de allí hasta veintiún años después.

    Sólo ahora, que por fin los he leído, he comprendido lo que entonces no podía comprender. Mi padre no se  había vuelto loco.  Su aparente locura era en realidad la manifestación de un estado de conciencia que va más allá de la mente ordinaria. Era un estado de iluminación mística. Los locos de Dios viven  en un mundo que es incomprensible para la  mente humana, porque en ese mundo la mente humana ha sido trascendida.

    Y Akula es precisamente eso„ una fábula mística que trasciende el tiempo y el espacio, un cuento imposible que describe el extraordinario viaje del alma.

    Creo que, en el momento de dármelos, mi padre sabía que sus cuadernos no serían publicados hasta muchos años después. Sin embargo, eso no parecía preocuparle en absoluto. Vivía en un estado de beatitud tan profunda que  el ruido y la locura del mundo no le afectaban lo más mínimo. Y eso me tranquiliza, porque sé que me ha perdonado por mi incomprensión de entonces. Esa incomprensión y ese resentimiento que han tenido encerrada en un cajón, durante veintiún años, la maravillosa historia de Akula.

    Eleazar Hazan Primavera del 2014 Coazze (TO) - Italia

    P.S. Para que el lector no se encuentre con un enorme volumen imposible de manejar, he decidido  publicar  por  separado  los   nueve cuadernos que me entregó mi padre. Aunque no  se trata de nueve libros independientes, sino de nueve partes de una misma obra.

    Prólogo

    Al  cabo de tantor añor como ha gue duermo en  el rilencio del olvido, ralgo ahora, con todor mir añor a cuertar, con una leyenda...

    He querido empezar este prólogo con unas palabras del prólogo más famoso del mundo no porque pretenda compararme con su  incomparable autor, sino para honrar a quien  tanto debo. Y porque yo mismo, después  de  haber dormido en el silencio del olvido desde hace más de una década, salgo ahora, con todos mis años a cuestas, con esta extraña leyenda de la que no soy ni padre ni padrastro, sino pobre amanuense y aún más pobre traductor.

    Por qué ha llegado a mis manos el manuscrito de Akula y cómo me he convertido en su traductor es algo que yo mismo me pregunto cada día. A menudo las cosas más hermosas de la vida suceden de un modo inesperado, como un regalo que una mano invisible deja en nuestro regazo.

    Si alguien me hubiese dicho hace sólo un año que yo, Adael Hazan, renombrado poeta, reconocido lingüista y reputado biblista, abandonaría tanto mi labor poética como mis investigaciones en los campos de la lingüística y los estudios bíblicos para consagrarme en cuerpo y alma a la traducción de un cuento, no le habría creído. Me lo habría tomado como una estúpida broma. De hecho, cuando el manuscrito llegó a mis manos pensé que alguien nos  estaba  gastando una monumental broma, no sólo a mí, sino a los biblistas de todo el mundo. Y no fui el único que lo pensó, porque era imposible que esa fábula mística (para niños y niñas de ocho a ciento ocho años„ este era el risible subtítulo del manuscrito) perteneciese al conjunto de rollos hallados en el Mar Muerto, en Qumrán. Alguien tenía que haber introducido el manuscrito de modo subrepticio entre los rollos del famoso hallazgo arqueológico. Esa era la única explicación posible.

    En lo que después consideré un momento de delirio, llegué a pensar que quizás Akula había sido depositado en una de las cuevas de Qumrán por una avanzada  civilización  extraterrestre capaz de viajar en el tiempo. Pero mi mente racional descartó en seguida dicha posibilidad. "Incluso yo, –me dije– he sido víctima del boom extraterrestre de los últimos años. ¡Dios nos libre de la televisión y sus derivados„ la peor plaga de nuestro tiempo!"

    Necesitaba encontrar una explicación plausible. La mera existencia de  aquel  manuscrito absurdo me perturbaba profundamente. Era inconcebible que un texto en el que se habla de los males de nuestro tiempo, y en el que se mezcla el cuento de hadas con ese misticismo universal que es la  esencia de todas las religiones y al mismo tiempo  las trasciende, se hubiese escrito entre el año 150 a. C. y el año T0 d. C. (período al que pertenecen todos los manuscritos del Mar Muerto). No obstante, y por absurdo que parezca, la prueba del carbono 14 ha demostrado que Akula pertenece a dicho período. A  veces,    la      ciencia    parece  reírse  de nosotros  y    de    nuestras  asumidas    certezas racionales. Es curioso que haya sido la propia ciencia la que, después de haber conducido al hombre al ateísmo materialista, haya demostrado la irrealidad de la materia, coincidiendo así con las antiguas filosofías místicas de la India, según las cuales la materia es sólo una  ilusión,  un velo   detrás  del  cual  se oculta la verdadera

    realidad„ el Espíritu.

    La ciencia se aleja cada vez más de la materia y se acerca cada vez más a Dios. Sin embargo, el hombre occidental, adorador de la ciencia, sigue teniendo básicamente la misma visión materialista del mundo y los mismos instintos de un cavernícola.

    Pero volvamos a nuestro manuscrito. Los anacronismos que encontramos en el texto son muchos, y no quiero aburrir al lector con la enumeración de todos ellos. Sólo mencionaré algunos.

    Aunque el uso de citas y dedicatorias es habitual en la literatura occidental desde los tiempos de los autores clásicos latinos, no es en absoluto una característica de la antigua literatura semítica. Los escritores semíticos, a diferencia de sus homólogos occidentales, preferían  permanecer en el anonimato porque carecían de  lo que hoy llamaríamos ego del escritor, se consideraban meros canales de una inteligencia superior. De hecho no sólo no escribían citas ni dedicatorias en sus obras, sino que la mayoría de ellos las dejaban sin firmar o las firmaban con el nombre de algún legendario sabio del  pasado.  Sin embargo, en el manuscrito de Akula encontramos nada menos que nueve  citas  y nueve dedicatorias (una para cada una de las nueve partes en que se divide la obra). Y hay varias citas que pertenecen a obras  de  autores que han vivido en el siglo veinte, algo que desde luego desafía completamente toda lógica porque, como he indicado más arriba, la prueba del carbono 14 ha demostrado que Akula fue escrito entre el año 150 a. C. y el año T0 d. C. Pero hay algo todavía más sorprendente„ junto a una de las citas encontramos la reproducción de una foto.

    ¡Una foto en un manuscrito antiguo!

    Otro hecho que me resultaba del todo inexplicable era la confusión de lenguas que encontré en el manuscrito. Porque Akula no está escrito sólo en hebreo y arameo, como el resto de manuscritos hallados en Qumrán, sino que en él encontramos una extrañísima combinación de lenguas„ sánscrito, hebreo, arameo, griego koiné, protocéltico, anglosajón, gaélico, antiguo eslavo oriental, español del Siglo de Oro, italiano toscano, swahili e incluso algo de chino. ¡Una verdadera locura!

    Un estudio detallado de la obra (que en el breve espacio de este prólogo no me es posible realizar) revelaría que el manuscrito de Akula es un texto por el que ha pasado, por decirlo así,  toda la historia de la humanidad, como una suma de números infinitos que al final se  reducen  a uno solo. Y eso explicaría la rara combinación de lenguas en la que está escrito. Pero dejemos que sean los filólogos, los teóricos de la literatura, los antropólogos y los estudiosos de las religiones comparadas quienes se ocupen de estas cuestiones.

    En la primera página del manuscrito aparece, junto al título, una indicación que a los lectores no familiarizados con los mundos ultraterrenos les resultará un tanto enigmática„ Manuscrito Akáshico.

    Akarha es una palabra sánscrita que quiere decir éter, espacio. Según ciertas corrientes místicas, en el éter se encuentra registrado no  sólo todo lo que ha ocurrido en la Tierra y en el resto del Cosmos desde el principio de los tiempos, sino también toda la sabiduría del Universo. Las personas que han desarrollado la capacidad de conectarse con el plano etérico pueden leer allí, de modo directo e inmediato, cualquier cosa que deseen saber. Es desde este plano (que a su vez está conectado con el plano astral) desde donde le llegan al ser humano las grandes inspiraciones literarias, artísticas, científicas y proféticas. Así pues, la indicación Manuscrito akáshico señalaría que Akula no es un texto escrito al modo usual sino mediante la conexión consciente de su autor con el plano etérico.

    Pese a que las dedicatorias son tan numerosas como las partes en que se divide la obra, el autor de Akula no nos ha dejado ninguna indicación sobre su persona,

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