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LA CADENA DE LOS MENSAJEROS: Pilas y Lentejas
LA CADENA DE LOS MENSAJEROS: Pilas y Lentejas
LA CADENA DE LOS MENSAJEROS: Pilas y Lentejas
Libro electrónico160 páginas2 horas

LA CADENA DE LOS MENSAJEROS: Pilas y Lentejas

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El nombre de este libro tiene una historia, que tiene que ver con una serie de personas, que han caminado conmigo, muy cerca del abismo. Sin su ayuda este libro no hubiera sido escrito nunca. Probablemente, parezca un tanto confuso el titulo, sin ninguna vinculacion evidente, tanto con su trama y contenido, como su arquitectura formal. No obstante, la misma cobra pleno sentido hasta el final, es decir, la razon de ese peculiar nombre se aclara, plenamente, en el ultimo capitulo y cierre, del primer libro de esta Trilogia, viene a cuenta recordar, que los origenes tienen un despliegue pleno de historicidad y linealidad, aunque vuelvan sobre si mismos, ocultan una circularidad, evidente solamente al cerrarse su pleno y total despliegue.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 may 2024
ISBN9781662497278
LA CADENA DE LOS MENSAJEROS: Pilas y Lentejas

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    LA CADENA DE LOS MENSAJEROS - Roberto Palomo-Silva

    cover.jpg

    LA CADENA DE LOS MENSAJEROS

    Pilas y Lentejas

    Roberto Palomo-Silva

    Derechos de autor © 2024 Roberto Palomo-Silva

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2024

    ISBN 978-1-6624-9713-1 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-6624-9727-8 (Versión Electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Tabla de contenido

    Para mi hija Andrea, a quien llamo Momo, cuya alegría ha sido siempre mi propia alegría.

    Harrisonburg, Virginia, diciembre del 2014.

    ...ya que mi nombre está en Él.... Exodus, The Book of Names, שְׁמוֹת‎ 23:21

    כִּי שְׁמִי בְּקִרְבּוֹ

    Capítulo I

    Los orígenes

    Capítulo II

    El dormitorio

    Capítulo III

    El aeropuerto

    Capítulo IV

    Europa

    Capítulo V

    Los santuarios de Europa

    Capítulo VI

    Daled, Chof Peshuta y Lamed

    Epílogo

    Sobre el Autor

    Para mi hija Andrea, a quien llamo Momo, cuya alegría ha sido siempre mi propia alegría.

    Harrisonburg, Virginia, diciembre del 2014.

    ...ya que mi nombre está en Él.... Exodus, The Book of Names, שְׁמוֹת‎ 23:21

    כִּי שְׁמִי בְּקִרְבּוֹ

    Capítulo I

    Los orígenes

    Doña Fabiana no fue famosa solamente por sus bombachas, esta expresión profundamente rioplatense y que en los medios mesoamericanos tiene un sentido confuso e impreciso, aunque el lenguaje en Mesoamérica no es sino eso, confuso e impreciso, una región del mundo donde Cantinflas creó y generó una manera de hablar que, en realidad es más universal de lo que creemos o podemos entender. Doña Fabiana era una persona muy particular, hablaba un castellano casi perfecto y todos los que la conocieron creían que era totalmente castellana, es decir, española. La verdad es que Doña Fabiana había nacido en esta central región del mundo, claro está, con parentescos en toda el área, cosa bastante común por lo demás. No solamente somos vecinos, a pesar de que hablamos de países tenemos fronteras formales, pero nos hemos estado vinculando desde el principio de los tiempos, que en nuestros casos son unos quinientos o más años, aunque hay otros que también son de por acá y han vivido siempre aquí, ellos reclaman mil o dos mil años de antigüedad y una civilización anterior a la de la cruz y el fuego, bajo los cuales nos han mantenido sujetos, con grandes cambios a lo largo de la historia y ahora la Cruz, aun fuerte y vigente, ya no habla latín, ha aprendido a ser revolucionaria y otra parte de ella predica y reúne enormes masas humanas a las cuales les cuenta otra historia, o al menos una variante de la que primero les contaron a los que vivían aquí antes de la llegada de la Cruz original, la que hablaba latín.

    Doña Fabiana creció con la Cruz que hablaba latín y en cierta forma se mantuvo fiel a ella, su educación europea, aprendió a hablar otras lenguas, viajo por todo el mundo, algunos dicen que la leyenda rumora, que le dio la vuelta al mundo más de una vez y no en cuarenta días, sino durante varios meses y con escalas prolongadas, salpicadas por las playas de arena blanca o los palacios imperiales del subcontinente indio. Era una mujer de creencias sólidas, el dinero y la política ocuparon su tiempo con una pasión casi erótica muy intensa. Tuvo grandes éxitos y grandes decepciones, muchos amores y muchas invenciones, hasta publicó sus memorias y con algún éxito editorial, vendió ejemplares salpicados de historias familiares e indiscreciones salpimentadas de humor y de mucha fantasía... muchísima fantasía. Porque doña Fabiana era habitante de Tierrapaulita, lugar mágico donde la fantasía y lo real se mezclan, como un antiguo Ávalon, donde otros dioses y otros poderes controlan las vidas y los destinos de las personas. De allí que las fronteras de lo real y la ficción eran muy tenues y se cruzaba, literalmente, de un dominio al otro, tanto en términos prácticos como reales.

    Como todos los personajes que vienen de Tierrapaulita o han pasado algún tiempo en ese lugar maravilloso, los origines de doña Fabiana son confusos, algunos decían que era hija póstuma, su padre había muerto en un accidente de casa, no se sabía si lo confundieron con un conejo o un venado, pero que un familiar muy cercano le disparó en una madrugada durante una cacería, mientras su esposa esperaba el advenimiento de la futura nena. Algunos dicen que más adelante, personas muy cercanas a ella, la llamaban íntima y cariñosamente Chiqui. Lo cierto es que nació y creció sin padre. ¿Qué consecuencias tuvo este acontecimiento en la vida de doña Fabiana? No está para nada claro. Las interpretaciones podrían hablar de un profundo anti-edipo, lo cual explicaría su rebelión antiautoritaria y su espíritu libre y casi anárquico, que la llevaría a convertirse en una auténtica personalidad y con un sentido muy particular del bien y del mal, del amor y de la muerte, del deber y del deseo, entre otros muchos grupos de valores y antivalores que salpicaron toda su larga e influyente vida.

    Por otra parte, siempre reclamó para sí misma y los suyos sangre real prehispánica, en aquellos años se hablaba, aún, de un mundo precolombino y ella establecía una descendencia de una princesa esclavizada por El Conquistador, algún andaluz semisalvaje, iletrado, de casi nula o carente instrucción, pero dominado por una audacia y un valor inmenso que le permitió, como a muchos de ellos, establecer un dominio bajo la fuerza del fuego y, sobre todo, de una convicción casi mística, tomar posesión de unos vastos dominios y de unas culturas, en muchos casos, superiores a los temibles guerreros, invasores, poseídos por un espíritu indomable y a prueba de cualquier límite.

    Este hibridismo entre el viejo y el nuevo mundo es, probablemente, la mejor de todas las condiciones que se generaron, crearon o tal vez, mejor aún, nacieron en las tierras nuestras. Aunque el mestizaje, término ampliamente empleado, no es tal vez la mejor voz, para describir ese tan particular nuevo habitante del mundo de la ilustración, sirva aquí como referencia, para destacar la idea de que en los encuentros y de los mismos, surgen realidades nuevas o se crean fantasías llenas de nuevos dioses y deidades transmutadas, cuya fuerza y poderío permeó profundamente al nuevo mundo, donde emergían nuevos dioses, algunos vegetales, el banano, por ejemplo, cuyo poder de trastocar realidades e incluso de derrocar poderes, y otros hasta musicales, cuyas leyendas hablan de reyes, valientes aventureros, que se roban doncellas de sus habitaciones cabalgando en caballos, que llenan la noche de las luces de amores nuevos y de ilusiones de romances eternos y desconocedores de cualquier límite o autoridad. Los dioses y deidades del nuevo mundo, surgidos del hibridismo son como sus descendientes, rebeldes y enemigos de todas las formas de la obsesión autoritaria y ese mismo, y no otro, era el indomable espíritu de doña Fabiana. Con sus nuevos dioses, su rebeldía indómita y una vieja lengua que se estableció como el gran vínculo entre lo arcano y lo naciente, deparando ese hibridismo entre lo anterior y lo que viene, tránsito de siglos aún no completado. Así era esta auténtica hija de lo arcano y de lo nuevo y su lenguaje era un puente entre los dos.

    Caminó entre dos mundos que de alguna manera subsistían paralelamente, casi sin tocarse, pero simultáneamente alternándose, confundidos en un encuentro que obligaba a estar allí juntos, sin separarse, pero distantes, distintos y casi condenados a no poder entenderse, pero a verse a través de los ojos de la magia, una muy antigua que, desde la selva y la tierra poseía la clave de los conjuros milenarios con los que se comunicaba con los dioses originarios y la recién llegada, llena de nuevos poderes, de una lengua sagrada también, que hablaba con los dioses nacidos del desierto, que habían llegado desde unas tierras también pobladas por una antigua magia, que se había mezclado y producido una primera transformación, entre el fuego y el dolor, donde aprendió el secreto de conquistar imperios enormes y someterlos a sus símbolos venidos de la arena y el sol. La lucha que se libró entre estas dos poderosas magias, engendró un mundo de fantasía y realidades nuevas, donde la cruz se instaló en la selva y el fuego reemplazó, con una nueva forma de ritual de sangre, a los antiguos sacrificios de la sangre, de la selva y la lluvia.

    Escúchame y ven, fueron las primeras palabras de Dona Fabiana. Se refería a Marina, una dócil y muy particular empleada, que se dedicaba a cuidarla, cocinaba y hacia todos los llamados quehaceres domésticos o de la casa. Marina, a su vez, dirigía al resto de los demás empleados de la casa, que trabajan casi como en la Corte Real de doña Fabiana, a su servicio y bajo su protección.

    Pilas todos, decía Marina en una referencia en el lenguaje del nuevo mundo, que era en realidad un llamado a ponerse o estar alertas, pendientes, listos para acatar cualquier orden, deseo o sencillamente anticiparse. Eso era pues pilas, había que ponerse pilas, para poder emprender cualquier tarea o acción, había que ser pilas, tener pilas, ya que la ausencia de ellas no era tolerada, ni sería nunca bien vista. De las famosas baterías, llamadas pilas en alusión a una vieja voz cuya referencia era voltaica, se generó una nueva voz que estaba por emparentarse con otra más antigua y que venía de la cocina y los encuentros entre dos gastronomías, que producirían también un nuevo encanto, el cual veremos más adelante.

    Hoy era un día especial, había un almuerzo en casa de doña Fabiana y vendrían personas importantes, políticos, hombres de negocios, familiares y amigos, dentro de una vasta red de amistades que doña Fabiana cultivaba y poseía. Sus contactos eran importantes, siempre lograba tener el oído de algún poderoso de turno o de algún político dispuesto a pasar por los ritos requeridos para obtener algún favor o conocer a algún personaje, con el cual o podría hacer algún negocio o vincularse políticamente, por si era necesario o si se daba la ocasión de lograr escalar o ubicarse mejor. La cocina estaba particularmente frenética, doña Fabiana era una excelente anfitriona y además dominaba, perfectamente, el arte de cocinar, aunque dependía mucho de su inspiración o estado de ánimo, los resultados eran casi siempre muy buenos. Esta vez no habría improvisaciones, el menú elegido eran lentejas y los invitados habían sido advertidos, es más, venían una vez al mes para reunirse alrededor de las lentejas de doña Fabiana y eran muchos los que se disputaban ser invitados a comer lentejas los jueves. El día era siempre el primer jueves del mes, fecha ritualizada y consagrada a la liturgia particular de las lentejas. Había, pues, que estar pilas para poder ser invitado a las lentejas de los jueves.

    Esta vez venían personajes importantísimos y actores del momento de los circos políticos y financieros. A final de cuentas son hermanastros, en algunos casos hay bastardos o ilegítimos y hasta los indeseables de ocasión, pero hermanados a final de cuentas. Se daban los ocasionales cultores de sueños y de

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