JESÚS EL CRISTO Secretos del Amado Maestro:

Por El Profeta

Sumérgete en la obra completa que revela los profundos misterios y enseñanzas del Amado Maestro Jesús el Cristo. Desde el evocador Evangelio de Acuario hasta los estudios sobre teología y sabiduría espiritual, este libro es una guía esencial para aquellos que buscan comprender el legado eterno de amor y sabiduría dejado por Cristo.

Explora las profundidades de la enseñanza de Cristo que trascienden el tiempo y el espacio, descubriendo verdades transformadoras que resuenan en el corazón de cada buscador espiritual. Desde los milagros hasta las parábolas, cada palabra de Cristo Jesús nos recuerda la importancia de vivir con compasión, amor incondicional y sabiduría divina.

Este libro no solo revela el Cristo que no podemos ignorar, sino que también nos invita a abrazar su mensaje de redención, perdón y gracia. Con cada página, somos recordados de la presencia eterna del Amado Maestro en nuestras vidas, guiándonos hacia la luz y la verdad.

Prepárate para sumergirte en un viaje espiritual profundo y transformador mientras exploras los "Secretos del Amado Maestro" en "Jesús el Cristo". Este libro no solo es una obra maestra de la literatura espiritual, sino también una invitación a vivir la vida en alineación con el amor y la verdad que Cristo personificó.

• Idioma: Español
• Editorial: El Profeta
• Fecha de lanzamiento: 29 abr 2024
• ISBN: 9798224538362

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JESÚS - EL CRISTO

En el logro del propósito último de la vida del ser humano -su Ascensión-, tres cosas son de una importancia básica y primordial: Pri­mero, el desarrollo del carácter, como ha sido enseñado y ejemplifica­do por Jesús y los muchos Avatares y Seres Divinos que, en distintos tiempos, han venido a servir a la humanidad; segundo, la meditación, esa presión y añoranza interna del corazón humano de ahondar en las obras de Dios, y el deseo del hombre de comulgar con él a través de su Presencia «YO SOY»; tercero, el servicio al prójimo en particular y a la humanidad en general, dependiendo esto último de la habilidad y oportunidades ofrecidas.

El Mahá Chohán nos comenta al respecto que: «El advenimiento de la humanidad dentro del plano tridimensional tuvo el expreso propó­sito de exteriorizar los regalos que componen la Cuarta Dimensión, y la expansión del Reino de los Cielos en la Tierra, enriqueciendo así los cuatro ámbitos inferiores que comprenden los vehículos inferiores del ser humano».

Las obras de todos los grandes hombres en la historia del mundo que, altruistamente, han consagrado las energías de sus vidas a mejorar el destino de sus prójimos, pueden bien ser colocadas bajo el encabe­zado de «Servicio». Ellos fueron individuos que estaban totalmente conscientes del propósito de su ser en este mundo de la forma, y cuyo propósito era el de exteriorizar esa parte del Plan Divino que se les ha­bía confiado a ellos en el momento de su individualización. Sus esfuer­zos fueron el espontáneo fluir hacia fuera de un corazón amoroso y de una mente inteligente; el ejemplo de lo que un hombre en verdad es: un Hijo Divino de Dios. Ejemplo clásico de esto es Sanat Kumara, quien por más de 4.500.000 años se auto-exiló de su Hogar -el Planeta Venus- para «servir» y salvar a la humanidad. Por razón de sus incita­ciones, Amor y asistencia, muchos Avatares y Mensajeros vinieron a la Tierra para «servir» y ayudar al género humano; el más reciente ejem­plo de ello lo tenemos en Jesús el Cristo.

Hace millones de años, en una época en que el hombre había al­canzado el nadir de su involución (época de la cual la mente humana no guarda ningún registro a no ser por el dejado por el Mismo Ser Divi­no), de las Esferas Superiores llegó un Ser Cósmico conocido como Krishna. El vino a servir y a ayudar a rescatar al ser humano de la fosa dentro de la cual había caído, y para lo cual no había ningún plan evi­dente de salvación. Por cuanto puede determinarse, Él fue el primer Ser Cósmico, junto con Sanat Kumara y sus Señores de la Llama de Ve­nus, en descender a la Tierra y permanecer allí por eones para ayudar al hombre. Este Ser Cósmico, Krishna, era y todavía es el Logos Solar del Sistema Solar de Krishna y Sofía, que está justo arriba del nuestro, Helios y Vesta, y es el sistema en donde evoluciona Venus, nuestro Pla­neta «hermano», hogar de Sanat Kumara.

AVATARES Y MENSAJEROS

Por Lady Venus:

«Como muchos de ustedes saben, el Sol al que Nosotros perte­necemos está dedicado a la radiación de las cualidades de Amor Divi­no y Sabiduría. El Amado Krishna, cuya cualidad encarnada de Amor Divino ha sido recordada por algunos de los Mensajeros y Seres de Venus que han encarnado en su Universo, es responsable por el glorio­so título de ‘El Cristo’. Este título más adelante le fue conferido a algu­nos Avatares y Grandes Mensajeros».

Dos de los recientes «Avatares y Grandes Mensajeros» son el Señor Maitreya y Jesús el Cristo. Hay que recordar que el Señor Maitreya, como Instructor Cósmico y Cristo Cósmico, en ocasión de asu­mir el Cargo de Buddha de la Tierra, transfirió ambos títulos y obra a Jesús y a Koot Hoomi, quienes, en conjunto, asumieron la responsabi­lidad de estos excelsos cargos. Así, el título original de «Jesús el Cristo» se convirtió en realidad, de hecho, cuando Jesús asumió el cargo ma­triz, lo cual lo calificó enteramente para ser conocido como el Cristo Cósmico.

ENCARNACIONES DE JESÚS

Jesús vino a la Tierra a través del nacimiento natural, y tuvo innu­merables reencarnaciones antes de asumir su Servicio Cósmico como Jesús el Cristo. Su desarrollo espiritual no comenzó en Belén, sino mucho, mucho antes, de lo cual no existe registro. En cuanto a lo que po­demos saber históricamente, por conducto de la Biblia, su primera dis­tinción en la Tierra fue hecha cuando, en una de sus encarnaciones, fue Josué (Joshua), hijo de Nun, quién sucedió a Moisés en la conducción del pueblo Hebreo a la Tierra Prometida. Más adelante, reapareció, durante la época de Esdrás, como Josué (Jeshua), según está registra­do en el Libro de Zacarías. Como Zoroastro, sirvió en Persia. En la trama del Nuevo Testamento, es ensalzado por sus dos grandes sacrifi­cios: uno, en el que cedió su forma física a su Maestro, el Señor Maitreya, el Cristo Cósmico; y