Cerca de Casa. Experiencias transpersonales muy cerca de ti

Por Miguel Iribarren

Esta obra describe una serie de experiencias transpersonales, más allá de las fronteras de la identidad personal, relacionadas con abrirse al amor y afrontar el miedo a la muerte; una serie de vislumbres de otras realidades. Son las descripciones de los que se aventuran hacia nuevos horizontes y terrenos desconocidos, de los que exploran más allá de los confines limitados por la educación y la cultura. Y también de los que se topan con la vivencia sin haberla buscado, cuando sobreviene de repente en circunstancias fuera de nuestro control. Sus descripciones son frescas, directas, sin filtros, en primera persona.
Estas experiencias están más cerca de lo que creemos. Le pueden pasar a cualquiera: al vecino, a la hermana, al amigo. Se están haciendo más habituales porque la conciencia colectiva de la humanidad está abriéndose, y porque todos hemos sentido alguna vez esa añoranza de volver a Casa, al hogar que duerme en el fondo de nuestra memoria. Este viaje resuena en nosotros, recordándonos que venimos de algo más amplio, completo y luminoso.

• Idioma: Español
• Editorial: El Grano de Mostaza
• Fecha de lanzamiento: 26 abr 2024
• ISBN: 9788412842746

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Un recorrido por la experiencia transpersonal

Introducción

En el mundo pasan muchas cosas «malas». No hay más que ver el telediario para darse cuenta de que todo parece estar «patas arriba»: pandemia, guerras en Europa y Oriente Medio, crisis climática. Las dificultades parecen amontonarse unas sobre otras y reclamar nuestra atención de manera cada vez más apremiante. Está claro que las antiguas formas de pensar no van a resolver los problemas actuales. Las cegueras del interés propio, del egoísmo de «defender lo mío/lo nuestro» y del desarrollismo sin límites están agotando los recursos físicos del planeta y poniendo contra la pared la supervivencia humana.

Pero también están pasando muchas cosas «buenas» que no vemos. Una cantidad creciente de personas está tomándose espacios para sosegarse, respirar y mirar dentro. La experiencia interna es cada vez más común. Más personas están conectando con su mundo interior, preguntándose: «¿Para qué estoy aquí? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cuál es mi misión?». Muchos están viviendo experiencias transpersonales y conectando con el amor. Muchos están despertando y tocando el Cielo. Por supuesto, esto no sale en las noticias porque permanece en el ámbito de lo íntimo y privado. A veces estas experiencias ni siquiera se comparten con las personas cercanas por miedo a no ser entendidos, por temor a qué pensarán los demás: compañeros de trabajo, jefes, familiares...

Es normal. Nadie quiere ser un bicho raro. A menudo la presión social establece unos límites estrechos, unas normas estrictas. Si nos pasa algo que está fuera del consenso colectivo, dudamos de hablar de ello porque no queremos ser aislados, etiquetados, excluidos, mirados con recelo, o peor, con risa.

Sin embargo, la presión evolutiva empuja con fuerza. El cambio llega a todas partes: individuos, organizaciones y países, incluso a la fisiología humana. La energía empieza a circular de otras formas en los cuerpos. Cada vez más individuos acceden a la experiencia de despertar de manera natural.

Desde que empecé a meditar y a mirar dentro, hace más de cuarenta y cinco años, muchas cosas han cambiado. Se han abierto puertas. Antes, la iluminación solo era para Jesús y Buda, y bueno, quizá también para Ramana Maharshi y Nisargadatta. Hoy se ha producido una gran aceleración, y es común que las personas que practican cualquier tipo de disciplina, desde oración hasta respiración o meditación, noten que las puertas «al Otro Lado» o «al Más Allá» están más abiertas que nunca.

Evidentemente hay muchos millones de personas practicando y meditando en todo el planeta, y se está produciendo un cambio colectivo de conciencia. Se está facilitando el acceso a niveles de vibración más altos, a nuevas formas de pensar y actuar.

Especialmente a partir de la pandemia, muchas personas han entrado en crisis con su situación vital y laboral. Abandonan un trabajo que no les gusta y una vida mediocre para dar un giro a su existencia, para dedicarse a su llamada interna, a su vocación, a lo que están destinados a hacer. La sensación de haber venido a esta vida a realizar una misión concreta está más cerca. Muchos no están dispuestos a conformarse con menos.

En cualquier caso, el acceso a estas experiencias de expansión de la conciencia a veces también conlleva sus «peros», particularmente si se toma el Cielo por asalto mediante la ingesta de psicodélicos. A veces, la bajada y la crisis subsiguiente son intensas. La vida parece vacía, plana. Uno ya no quiere estar aquí, quiere irse allí, quiere quedarse donde vivió esa experiencia.

Aquí queremos presentar una serie de entrevistas sobre experiencias transpersonales y despertares. No todas son igual de profundas, ni tienen la misma intensidad. No todas son duraderas o producen un cambio de identidad definitivo. Sin embargo, tienden a presentar temas comunes. Su proliferación es una señal inequívoca de que se está abriendo un campo de investigación a la conciencia humana que ahora puede ser visitado masivamente, cuando hace no tanto apenas era el terreno habitado por unos pocos místicos.

¿Por qué un libro de entrevistas?

Hemos empleado el formato de entrevistas porque la información nos llega de manera clara y directa, expresada con la frescura de lo sentido y lo vivido, sin filtros. Al leer las entrevistas, participamos en ellas y dejamos que su vibración nos alcance. A veces, esta información nos resuena tan hondo que nos abre a paisajes nuevos y, sin embargo, extrañamente familiares.

¿Para qué contamos historias? Para recrearlas, para compartirlas, para sumergirnos en ellas. Hacemos nuestro aquello que nos produce interés, aquello con lo que vibramos, lo que suscita resonancia en nosotros. Nuestra identidad se amplía.

No podemos recibir una comunicación sin participar en ella. Comunicar es dar y recibir. Damos lo que decimos y recibimos lo que oímos. Posiblemente a todos nos suenen estas experiencias más de cerca o de lejos y, tal vez, despierten el deseo de volver a la práctica y a la investigación.

Nos queda agradecer la inmensa generosidad de quienes así han compartido su existencia con nosotros y nos regalan su soplo de aire fresco, una resonancia, un silencio, y el terreno fértil de nuestra humanidad común.

Algunos hilos que se repiten: el amor y la muerte

Veréis que todas estas experiencias tienen temas similares, en particular el amor y la muerte. El amor puede tomar muchas formas: de pareja, familiar, entre amigos, amor impersonal, amor a la humanidad... El amor parece ser, de manera consistente, la vía para ir más allá de nuestro ensimismamiento, de nuestro aislamiento y nuestros reducidos horizontes. Tiende un puente hacia la experiencia liberadora de abrir los límites, expandirnos y crecer más allá de lo que creíamos ser. El amor abre y cambia las reglas. Permite una mirada nueva y fresca a los acuerdos y a los hábitos establecidos. Es una fuerza de renovación y curación, un potencial por realizar que está siempre a nuestro alcance.

Por otra parte, en muchas de estas experiencias se pasa por un momento de muerte, de dejar de ser lo que uno ha sido, de final. Se llega ante un muro impenetrable. Este encuentro a menudo va acompañado de un momento de renuncia a lo conocido, de rendición, de entrega, de saltar sin saber muy bien lo que nos espera. En un momento dado, se presenta la opción, o la exigencia, de soltarlo todo y quedarse desnudo, vacío. Hemos llegado a un límite y no podemos progresar; tampoco volver atrás. Posiblemente nos sentimos atrapados, no encontramos la salida y nos vemos obligados a soltar, a saltar. Cuando el mundo bloquea nuestro avance, solo queda cambiar por dentro.

La transformación

Las experiencias transpersonales resultan transformadoras. Dejan un poso, un recuerdo, pero también pueden cambiar la perspectiva de manera permanente. Hemos recordado algo que quizá siempre supimos, algo se hace claro en la conciencia y deja una honda huella sentida. A menudo queremos volver a esa sensación una y otra vez para no olvidarnos de dónde hemos estado, de eso que nos ha pasado. Nos gustaría detener el río del tiempo y poner una señal identificadora.

En cierto sentido, la transformación siempre es una negociación con uno mismo. Uno mismo sabe si la quiere o no, si va en serio o no, si se la va a permitir o no, si ya está harto de lo viejo o no. Esta sinceridad en la comunicación con uno mismo no es fácil de alcanzar porque casi siempre estamos en un entorno especializado en distraernos. Si algo hay en nuestro mundo del siglo xxi, son posibilidades de distracción y de fragmentar la atención; impactos continuos de informaciones intensas o inquietantes. Pero esto forma parte del desafío; siempre es una asignatura pendiente constatar que puedo, y debo, aprender a gestionar mi atención.

En general podemos señalar que la transformación es un proceso, no porque tenga que serlo, pues la transformación puede ser repentina, sino porque esculpimos nuestra vida a base de resistencias y adicción al control. El proceso nos permite pensar que controlamos, que podemos acelerar o frenar, que estamos en el asiento del conductor.

No controlamos el cambio

Lo interesante es que nosotros no controlamos el cambio y no podríamos haber adivinado en qué sentido se iba a producir. La transformación nos barre, y deposita en la playa los restos de nuestro naufragio. A menudo la maduración que la acompaña es darnos cuenta de que no controlamos nada. Y, de hecho, no sabemos nada. Solo tenemos opiniones y creencias que queremos convertir en certezas, precisamente por dudar de ellas.

El cambio sucedió porque, sin darnos cuenta, ya estábamos preparados. La marea de la existencia, con sus múltiples causas y efectos simultáneos, nos arrastró porque era el momento. Como mucho podemos mantenernos a flote en esa marea. Como mucho podemos reconocer el cambio y sentirnos agradecidos.

El lugar al que quiero volver

Después de la experiencia transpersonal, a menudo queda la añoranza de eso mejor que hemos revivido y recordado. Ahora tenemos una renovada certeza de su existencia y es probable que cambiemos nuestros hábitos para adecuarlos a esa nueva posibilidad. Ese es el lugar al que quiero volver.

Más allá del ego

La experiencia transpersonal es ir más allá