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Duat, el Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas: La Rebelión de Sakla, #5
Duat, el Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas: La Rebelión de Sakla, #5
Duat, el Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas: La Rebelión de Sakla, #5
Libro electrónico339 páginas5 horas

Duat, el Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas: La Rebelión de Sakla, #5

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Hay una célebre frase que dice, "no sé lo que es la vida, pero sé perfectamente cuando mi perro está muerto." Toda persona se ha preguntado, al menos una vez, desde su juventud, cosas elementales sobre el existencialismo. Preguntas tales como, ¿quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué he de hacer con mi vida? O, ¿qué pasará después de esta vida? Esto es tan importante para nuestro ser, que muchos no dudan en consultar adivinos, de modo que, aunque fuese en cierto grado, pudiese calmar esa intriga. Lo que llamamos 'muerte' es parte de estas grandes interrogantes.

Lamentablemente para la mayoría, esta es la gran pregunta que – al menos oficial, o popularmente - carece de mayores respuestas. Puede que el grueso de la población no quiera pensar en esto, ya que un incómodo – y hasta terrible - miedo, desasosiego e incertidumbre invaden su ser. No obstante, no falta ver muertos en películas de acción o drama, y, de un modo u otro, el género gore, terror y drama de criminalidad resultan bastante seductores para muchos. Somos conscientes que en nuestro interior hay algo que nos intriga del 'Más Allá', una mezcla entre intriga, respeto, miedo y una profunda curiosidad. Todos queremos creer, de un modo u otro, que hay algo más allá de esta vida. Todos deseamos perdurar, ser longevos, jóvenes, inmortales, eternos.

Cuando nos vemos ante la posibilidad de la muerte, es ahí donde inequívocamente nuestro ser interior dice, con completa honestidad: "padre, ¿por qué me has abandonado?" Esta frase de Yeshua (Jesús de Nazaret) no se centra en él y su momento de presunta agonía en la cruz, sino en una verdad incuestionable sobre cómo el hombre se ve obligado a doblegarse ante el abismo emocional y psicológico que representa la sensación completa de vulnerabilidad, incertidumbre, miedo, pánico, soledad y abandono que suponen las puertas del Más Allá. ¿Qué sentido tendría vivir un tiempo para luego dejar de existir? ¿Cómo puede ser la vida un regalo, si cuando apenas algo he logrado disfrutar, llega la enfermedad, luego la vejez y, finalmente, la muerte? O, ¿cómo puedo tener confianza o certidumbre en algo si no sabes si mañana te visitará la enfermedad, la minusvalía o la muerte?

¿Y si pudieses conocer lo que hay más allá del umbral de la muerte? ¿Estarías dispuesta/o a creer en la posibilidad de que tu ser siga existiendo una vez deje el vehículo corporal? ¿Y si el cuerpo es solamente un vestido para algo más que puede moverse por otras dimensiones y renacer mil y miles veces hasta la eternidad? ¿Y si nuestro destino es en convertirnos en seres superiores que trasciendan a la muerte y se conviertan en dioses? Si estás dispuesto a dar lugar a esta posibilidad, esta obra seguramente te interese.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 abr 2024
ISBN9798224963317
Duat, el Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas: La Rebelión de Sakla, #5
Autor

Frederick Guttmann

Israeli writer, researcher, disseminator, documentary filmmaker and influencer. He is the writer of more than 35 books, mostly research and dissemination theses.

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    Duat, el Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas - Frederick Guttmann

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    DUAT:

    EL MÁS ALLÁ

    Frederick Guttmann R.

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    Frederick Guttmann Ramirez

    www.frederickguttmann .com

    Duat, El Más Allá - El Origen, Viaje y Destino de las Almas (de la saga ‘La Rebelión de Sakla’, libro V)

    318 páginas

    Santa Cruz de Tenerife – Spain (agosto 2023)

    Índice

    Introducción – 7

    Prólogo - 9

    Sobre el bien y el mal - 11

    Juicio tras la muerte - 15

    ¿Qué es morir? - 27

    ¿Qué hay después? – 33

    ¿Existen pruebas de lo que vendrá después? - 37

    La Percepción onírica - 51

    Consciente o inconsciente - 63

    Sobre el Alma y el Espíritu - 75

    El Hombre como Polvo y Arena - 79

    Fantasmas - 83

    Hay otra muerte y otra vida - 92

    Mot – mevet - 103

    Los Creadores del infierno – 107

    Gehena: el valle de los sacrificios - 111

    Regiones intermedias - 117

    El Hades – 123

    Sheol: la situación en la cual clamas - 133

    Tzlemot, el Valle de Sombra de Muerte - 151

    Los Infiernos - 153

    El Tártaro - 153

    Las Regiones del caos - 160

    Los Tormentos del camino del medio - 162

    El Ouroboro - 164

    El Lago de Fuego y el Castigo Eterno – 167

    Causa-efecto - 181

    ¿Quién castiga al hombre? - 187

    El Bulo del Pecado - 197

    Campos Asfódelos - 207

    El Amenti - 215

    El Destino - 225

    El Cristianismo y la Trasmigración del alma - 231

    Ciclos del samsara - 245

    Resucitar no es revivir - 259

    La Muerte no existe – 265

    El Verdadero Significado de los Principales Simbolismos del Cristo – 275

    La Crucifixión – 275

    el Bautismo – 278

    El Pan, el Vino y la Sangre – 281

    El Cordero de Dios - 285

    La Cuarta Dimensión - 293

    Light horizontal

    Introducción

    Hay una célebre frase que dice, << no sé lo que es la vida, pero sé perfectamente cuando mi perro está muerto. >> Toda persona se ha preguntado, al menos una vez, desde su juventud, cosas elementales sobre el existencialismo. Preguntas tales como, ¿quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué he de hacer con mi vida? O, ¿qué pasará después de esta vida? Esto es tan importante para nuestro ser, que muchos no dudan en consultar adivinos, de modo que, aunque fuese en cierto grado, pudiese calmar esa intriga. Lo que llamamos ‘muerte’ es parte de estas grandes interrogantes.

    Lamentablemente para la mayoría, esta es la gran pregunta que – al menos oficial, o popularmente - carece de mayores respuestas. Puede que el groso de la población no quiera pensar en esto, ya que un incómodo – y hasta terrible - miedo, desasosiego e incertidumbre invaden su ser. No obstante, no falta ver muertos en películas de acción o drama, y, de un modo u otro, el género gore, terror y drama de criminalidad resultan bastante seductores para muchos. Somos conscientes que en nuestro interior hay algo que nos intriga del ‘Más Allá’, una mezcla entre intriga, respeto, miedo y una profunda curiosidad. Todos queremos creer, de un modo u otro, que hay algo más allá de esta vida. Todos deseamos perdurar, ser longevos, jóvenes, inmortales, eternos.

    Cuando nos vemos ante la posibilidad de la muerte, es ahí donde inequívocamente nuestro ser interior dice, con completa honestidad: <<padre, ¿por qué me has abandonado?>> Esta frase de Yeshua (Jesús de Nazaret) no se centra en él y su momento de presunta agonía en la cruz, sino en una verdad incuestionable sobre cómo el hombre se ve obligado a doblegarse ante el abismo emocional y psicológico que representa la sensación completa de vulnerabilidad, incertidumbre, miedo, pánico, soledad y abandono que suponen las puertas del Más Allá. ¿Qué sentido tendría vivir un tiempo para luego dejar de existir? ¿Cómo puede ser la vida un regalo, si cuando apenas algo he logrado disfrutar, llega la enfermedad, luego la vejez y, finalmente, la muerte? O, ¿cómo puedo tener confianza o certidumbre en algo si no sabes si mañana te visitará la enfermedad, la minusvalía o la muerte?

    ¿Y si pudieses conocer lo que hay más allá del umbral de la muerte? ¿Estarías dispuesta/o a creer en la posibilidad de que tu ser siga existiendo una vez deje el vehículo corporal? ¿Y si el cuerpo es solamente un vestido para algo más que puede moverse por otras dimensiones y renacer mil y miles veces hasta la eternidad? ¿Y si nuestro destino es en convertirnos en seres superiores que trasciendan a la muerte y se conviertan en dioses? Si estás dispuesto a dar lugar a esta posibilidad, esta obra seguramente te interese.

    Prólogo

    ‘L a Rebelión de Sakla’ es el nombre que elegí para una serie de libros sobre mitología comparativa, cosmovisión y existencialismo. Tesis de investigación sobre las realidades, conciencias y fuerzas que dirigen este universo, sus mundos, dimensiones, sistemas estelares y planos de realidad. El primer libro, ‘El Abismo’ es complementado por este actual trabajo, pero se centra más en la teoría de la Tierra Hueca, así como el origen del demiurgo Sakla y sus arcontes, comparando y cotejando con la cosmovisión de diversas culturas antiguas. La historia del caos y el abismo del Génesis sigue acá una línea estrecha.

    El segundo trabajo, ‘La Serpiente’, es un trabajo investigativo sobre Lucifer, Satanás y Belcebú, usando los libros de la Biblia y los parabíblicos, así como las fuentes y percepciones de muchas culturas sobre el origen del mal, como arquetipo y como figuras folclóricas y religiosas. El tercer libro, ‘Los Caídos’, trata sobre la antigua raza de gigantes que pobló nuestro planeta, sobre los ángeles caídos, los demonios y los ángeles. El cuarto libro, ‘En el Principio Creó un Holograma’, toma todo el conjunto de cosmovisiones y las traduce al lenguaje de la física cuántica y la concepción del universo como un sueño, siendo así todos los relatos una forma de comprender la propia Mente. Este quinto trabajo abordará otro de los grandes enigmas y preocupaciones de toda la historia: el arquetipo de la muerte.

    Sobre el Bien y el Mal

    La mayoría de nuestra autentica naturaleza como seres-conciencias se halla en otras dimensiones, aunque conectado como un todo gracias a la mente. Cuando el avatar cesa sus funciones, estos elementos del cuerpo espiritual permanecen, porque lo único corruptible y pasajero es el cuerpo. Mas he de aclarar algo, para los de mente religiosa: corruptible no es corrupto. Se refiere a lo voluble, presa del deterioro, que cambia y se transforma en otros elementos. Mientras el alma o el espíritu y sus atributos no cambian, el vehículo corporal pasa por múltiples fases de transformación permanentes. Muchos de estos cambios pueden meramente durar algunas horas, o pocos días, y con todo, algunos de ellos llevan a un estado que llamaríamos doloroso, incómodo, molesto, triste, desalentador o decepcionante. Ciertamente la mente es la causante de esto, mas es un ejemplo de cómo este mero medio de uso experiencial es completamente cambiante, inestable y mudable.

    Si pudieses imaginarte a ti mismo ilusoriamente en retrospectiva en toda tu vida, no sabrías que imagen física tomar de tantos cambios de apariencia cuales sufriste desde que eras un embrión hasta que murieses en la vejez. En lengua hebrea encontramos aspectos alusivos a Mot (muerte), pero en griego – una lengua más rica como tal – se define la región de Mot (a la que llaman Hades) distinto de la situación de Mot (a la que llaman Nekroi, o sea, la negra situación de la muerte biológica). Una cosa es la región de Mot (Hades), que muchas veces asociaban con el llamado en hebreo Sheol, y otra la situación de muerte biológica. En la semántica suelen radicar gran parte de los grandes errores de apreciación con este, o cualquier otro tema. Empero, en cuanto a dicho asunto, una es la situación (estado) y otra es el lugar. En la Biblia, en el Antiguo Testamento, Moisés escribe en el Deuteronomio 30:15: «Mira, yo he puesto delante de ti hoy las vidas y lo bueno, y la muerte y lo malo...» Se observa en el contexto de todo el capítulo 30, así como en general todo el libro – y todo el canon sinaítico - que está hablando de la observancia (cumplimiento) de parámetros de orden público, dieta e higiene que tienen tras de sí símbolos ocultos respecto de los cielos y la inmortalidad.

    La deidad llamada Iaheveh (IHVH, Yahveh, Jehova, Yawe, Iao, Yeu, etc.) estaba diciendo - por medio de sus mensajeros - que profundizar en esta información constituía la participación en lo bueno (la existencia de forma favorable), mas la línea contraria era mala (traía muerte": sufrimiento). Añade: «A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante las vidas y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Iaheveh tu dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Iaheveh a tus padres, Abraham, Itzak y Yakob, que les había de dar.» (Deut. 30:19-20) Aclara que las ‘vidas’, o ‘existencias’, de sinónimo de bendición, mientras que la muerte se refiere a maldición (que te vaya mal, mala suerte). Es obvio que quien transgredía la ley – que es una forma de expresión de la Ley Natural - no se moría inmediatamente, y los que la cumplían - como los que no - morían cuando tuviesen que morir, indistintamente. Esto es porque habla primeramente del principio de ‘causa y efecto’.

    Seguidamente dice que además cumplir esto prolongaría sus días, de modo que esas vidas son existencias, y bien en ellas, en tanto la muerte es privación de experiencia (cuerpo existencial) y sufrimiento, pero, ¿dónde, si se exceptúa el cuerpo? En cierta parte de la Tanak (Antiguo Testamento) se habla de los lugares de la muerte como ‘Tehemot’. La forma Temot o Tamot, aunque lo traduzcan por morir, no quiere decir dejar de existir, sino sufrir lo relativo a la muerte, básicamente en cuerpo sufrir y sin cuerpo sufrir. El arquetipo de la muerte representa el experimentar sufrimiento a causa del ego (en esto se resume el asunto en todas sus facetas y aspectos). La palabra Tamot no identifica la muerte como un final al cesar las funciones del cuerpo, sino – en ese contexto - la región de Mot (el dios del inframundo), o sea, el viaje al Hades. En otras palabras, el pasar a las estancias de Mot, por parte del ser, no que el ser deje de existir (es más, la Biblia misma – por ejemplo - nunca dice que el ser deje de existir... morir no es dejar de existir, y por ello ningún texto sagrado y/o antiguo da crédito a la desaparición de la conciencia en dicho momento).

    Como abordaré en breve, Mot era el nombre que los cananeos daban a la misma deidad que los griegos llamaban Hades. Dado que la Tanak (el Antiguo Testamento) básicamente tiene por fuente original los escritos hebreos, y el Brit Jadash (el Nuevo Testamento) los tiene en griego, uno observa el uso del vocablo Hades 10 veces en el Nuevo Testamento, y Mot 124 veces en el Antiguo Testamento. Yeshua, hablando de los patriarcas de Israel, afirmó: «Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Ytzaak y Dios de Yakob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.» (Luc. 20:37-38) Está dejando claro que los patriarcas, cuyo cuerpo ya había muerto, estaban vivos, solo que en otro lugar, en otro estado de conciencia o con otro cuerpo. Por esa razón, hablando de los patriarcas Abraham, Ytzjak (Isaac) y Yakob (Jacob), la deidad Yahveh no le dijo a Moisés fui su dios, sino que es – en tiempo presente - el dios de ellos.

    Por consiguiente, no se les llama muertos, ya que muerto es separado o en estado de sufrimiento, y los patriarcas no se hallaban en esa situación: «Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. [...] Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.» (Mat. 22:29-32) El alma va a una región correspondiente tras la muerte del cuerpo, pero lo que principalmente trata de expresar el Espíritu Santo sobre el arquetipo de la muerte es que se trata del sufrimiento de la vida, así como la resurrección es el despertar de la conciencia. El cuerpo biológico se recicla, ni siquiera se podría decir que desaparezcan todos sus componentes, toda vez que simplemente sus moléculas y átomos adquieren otras formas según los procesos químicos establecidos para la vida en estas dimensiones según el guión del destino. El espíritu vuelve a la eterna Energía Infinita, fluyendo en un ir y venir, manteniendo todo. La conciencia sigue siendo conciencia, y como consecuencia el alma sigue siendo una conciencia individualizada de la Mente Colectiva y solo cambia su densidad de vibración y estancia de dimensión o plano de realidad existencial temporal.

    Juicio tras la Muerte

    Existe una creencia popularizada sobre un juicio que el alma recibe en el Más Allá, el cual ha envenenado la percepción de millones y millones de personas en nuestro planeta por miles de años. Esta creencia confunde los conceptos porque los mira desde los ojos del ego. En estas religiones y sistemas de culto se habla de pagar por el pecado, y esa programación ha sido aprovechada por los estamentos gubernamentales para fijar castigos a quien no cumple con las directrices que inventan. De esta manera, pagar por el pecado se traduce en pagar con dinero o prisión por violar alguna norma impuesta por el estado. En hebreo usamos el verbo Leshalem, para referirnos a pagar, como cuando compras algo - pese a que este vocablo quiere decir en realdad quedar en paz -. El prefijo ‘Le’ es el verbo, y ‘shalem’ significa ‘paz’ (el mismo término se aplica para la forma ‘shilá’ (enviar)). En efecto, la paga de algo es quedar en paz con el otro.

    Observemos el nombre de Jerusalén, capital religiosa de Israel. Antiguamente era Jebús, aunque también se ha descubierto en arqueología el uso de los nombres ‘Salem’ u ‘Orusalim’ (de Uru-Salimu en sumerio, donde ‘Uru’ es ciudad, y ‘Salimu’ se asocia con paz). El nombre en hebreo moderno es Yerushalaim, de la forma original compuesta de ‘Ieru’ y ‘Shalem’. La palabra ‘Ieru’ es del vocablo ‘Irah’, que se refiere a lanzar, ser saciado, instruir o enviar, mientras Shalem, o Shalim, es enviar o dar/estar en paz. Podemos observar incluso que la definición hebrea ‘Yarum’ (ensalzado) tendría incorporada en ella la voz ‘Shalei’ (enviar) para formar ‘Yaru-Shalei-M’, y el mensaje oculto tras todo esto es que no se trata de una ciudad cunado la Biblia la menciona. Es un arquetipo, un concepto, y de ahí la idea de la ‘Nueva Jerusalén’: todos nosotros que avanzamos en la transformación personal, renaceremos como una conciencia colectiva ausente de ego.

    Hubo una idea de Yeru-Shalim, que era la conciencia unificada de crear una red de unicidad en la realidad del amor y la paz. Esta red de conciencia, compuesta por millones de almas, pasa por sus etapas de purificación (quedan en paz unos con otros, gracias al karma, el juicio de Dios, la muerte y la resurrección - o nueva vida -). La Nueva Jerusalén no es una red de conciencia colectiva diferente, con otras entidades, sino la misma, pero renacida y exaltada, pues se ha deshecho del ego y ha impregnado a otros del amor-paz-justicia. La palabra hebrea ‘Jadash’, no es simplemente ‘nuevo’, sino ‘renovado’, por lo que hablamos de una conciencia colectiva renovada en la paz, el deshacimiento del ego, el aprendizaje y enseñanza de esta verdad sublime y suprema, y la ausencia de toda carga de culpabilidad o karma. Quedas en paz en todo sentido. La raíz de los conceptos de deudas y pecado – que son la misma cosa - se esconde en este gran misterio que ahora te revelo.

    A un dios no le pagas nada, porque él no te ha vendido un producto. Empero, un dios no te tiene que cobrar por una deuda. Si has de quedar a paz y salvo con alguien, es con quien realizaste el negocio o transacción, de modo que, si compras un saco de naranjas en una tienda, no vas a la iglesia de tu barrio a dejar el dinero de Dios, aduciendo que a Él le debes pagar. Tu quedas a paz con tu dios con tus diezmos y ofrendas, pues Él te da vida, salud, alimento, techo, etc., pero no se lo das por deudas que tengas con otro. Si dañas a alguien, has agredido su integridad, o sea, su propiedad, y el dinero es una forma de propiedad. Restituyo pagando, y por eso el estado pone multas, y en la antigüedad la gente sacrificaba su propiedad, cuya base eran animales (que representaban un valor, siendo un principio de poder adquisitivo, que ahora se traduce en dinero). Son formas de resarcir o restituir.

    La cita del apóstol Pablo que reza que, <<la paga del pecado es muerte>>, está significando asimismo que la forma en que quedas en paz con alguien es restituyéndole en lo que le has agraviado. Empero, si no haces las paces con aquel a quien has dañado, deberás pagar con el karma (la muerte, es decir, alguna forma de sufrimiento), porque ninguna deuda queda sin pagarse, toda vez que las leyes del universo establecen el equilibrio y compensación de las fuerzas. La paz de otro es que se le restituya, se le compense, o, al menos, que se le pida perdón sinceramente, con conciencia, mostrando que realmente has comprendido el dolor que has causado. Socialmente el perdón era acompañado de una deuda de vida que alguien acerería hacia ti. Con un favor o protección especial quedaba pagada la deuda, si no era el dinero la primera opción, y la última la esclavitud (de ahí la expresión, <<sois esclavos del pecado>>).

    El juicio bíblico no es otra cosa que la fuerza que ejecuta el karma, porque el juicio precede a la justicia, y la justicia al derecho, que es lo que es tuyo, lo que te pertenece. Tu título de propiedad, lo que ratifica que algo es tuyo, como tu cuerpo, tus hijos o tus propiedades. Una propiedad es algo que es propio de algo o alguien, que en su naturaleza le pertenece e identifica. Si dañas lo de otro, violas su derecho, y, por tanto, entra el derecho a hacer justicia por la otra parte: restituir. Juicio no es castigo, no se basa en la idea de venganza. Si eres les corte de pensamiento que aún cree esas cosas, renuévate, quítate esa tontería religiosa, mitológica y folclórica de la cabeza, que, al final, con este tipo de mitologemas el único que queda mal es el Dios (dañas la reputación de Yeshua, del Dios, Alá, Yahveh, y de cualquier otro semejante, creyendo tamañas pendejadas de épocas arcaicas y mentes ignorantes). Tú mismo desentiendes cosas tan cruciales como la auto-responsabilidad, al dar lugar a estas erróneas interpretaciones sectarias. Tu vida es el resultado de las decisiones que tomas, así como de lo que piensas y de lo que dimana de tus emociones, y agregado a ello lo que dices y haces - que sólo son resultado de las creencias que has absorbido sobre la vida desde que eras niño -.

    La idea de juicios en el Más Allá son ejemplificaciones representativas de tu propia conciencia en lo que concierne a tu sentimiento de culpabilidad subconsciente. El juicio de Osiris y Anubis no es otra cosa que tu propia mente, como ocurre con las ideas de un angelito bueno sobre uno de tus hombros, y un diablillo sobre el otro. Puedes entender a Osiris como tu parte elevada de conciencia, mientras Anubis sería el deseo de castigo que procede del ego. Si piensas que te llevan literalmente a un tribunal y ahí ejecutan un juicio, adelante, es tu manera de verlo, y puedes seguir creyendo en leyendas urbanas. El punto no son las formas o imágenes de las proyecciones de tu mente (o sea, los ídolos), sino entender sus símbolos. Si no comprendes la simbología de las cosas, seguirás recayendo en la idolatría: la creencia en las formas, imágenes, objetos, aspectos, texturas, colores, personas, nombres, lugares, razas, géneros, edades, materiales y demás fenómenos del mundo holográfico que es este sueño que llamamos universo, mundo o materia.

    Todo existe dentro del Uno Perfecto, y fuera de Él NO EXISTE NADA. Por tanto, puedes ver como alguien enajenado a quien te diga que Dios tiene un enemigo, o que el diablo tiene su propio reino, o que satán creó algo separado de Dios. Tu mente puede crear fantasías en forma de pesadillas, pero están en tu mente, no en ningún otro lugar. El mal no existe realmente, porque lo ‘real’ es de la realeza, que es el reino del Uno Perfecto. Fuera del reino-real no hay nada. Puede estar en tu cabeza, pero solo ahí existirá. Las consecuencias del ego-satan están en tu mente, como en toda mente del universo que da lugar a sus proyecciones ilusorias duales. Con todo, el universo está dentro de la Mente Colectiva de la que hacemos parte, cual, a su vez, se halla dentro del Uno Perfecto. Por ende, no es algo separado o existente aparte, sino dentro, eso sí, irreal. No fue creado por el Uno Perfecto, pero existe dentro de la Mente Colectiva con permiso del Padre Eterno, para ayudarnos a todos a perfeccionarnos en el auto-conocimiento y la valorización de la unicidad, para ir entonces regresando a la fuente: la Unicidad, gracias al despertar.

    Estamos dormidos – como enseñó Mashah (Moisés) al escribir que <<cayó el hombre en un sueño profundo>> (Barashit/Génesis 2:21) -, soñando que hay mal, porque sólo en un sueño de la mente podría caber semejante cosa tan descabellada y sin sentido. Analiza cuando usamos la palabra ‘juicio’, como tener buen juicio, no se refiere a castigar a nadie. Decirte que eres juicioso, no es que juzgas a la gente o que te hayan juzgado. El buen juicio es saber estar en tu centro, saber analizar las cosas y tomar buenas decisiones. Es actuar correctamente, y mayormente define tener un criterio objetivo respecto de las cosas. Por eso, cuando la Biblia habla de juicio, no se refiere a castigos ni tribunales – como tanto gusta al ego -, sino a la conciencia propia usando su criterio y la objetividad para equilibrarse. Jacobo, hermano de Yeshua, dijo que Dios no tienta a nadie (Santiago 1:13), sino que cada cual es tentado por lo que hay dentro de sí mismo (lo que te tienta es el programa predeterminado incrustado en tu subconsciente en tu infancia).

    Pablo escribió que cada cual es juzgado por su propia conciencia, y por los propios razonamientos (Romanos 2:14-16) del individuo, en la búsqueda de la paz (pues no puedes tener paz en tu conciencia si albergas algo contra alguien o si has dañado a alguien). Perdonar y que te perdonen son dos caras de la misma moneda, como pedir perdón y recibir perdón son la misma cosa vista en efecto espejo: compensación, pagar, hacer/recibir justicia. Un pago es un intercambio de propiedad, por ejemplo, dinero por comida, o dinero por un vehículo, o dinero por un servicio, como dinero por una multa. Al dañar a otro quedas en deuda con él, y eso es a lo que se refiere la Ley, porque afectas a tu semejante, no a Dios, que es inmutable.

    Según la mitología griega, las almas desencarnadas que iban al Hades eran ahí juzgadas por Minos, Éaco y Radamantis (Radamantis juzgaba las almas de los orientales, Éaco la de los occidentales y Minos tenía el voto decisivo). Otros pueblos hablaban de 5 jueces del inframundo, mientras otros hablaron de 7 (posiblemente en relación con las 7 autoridades del caos). Casi todos coincidían en que había una demonesa principal y un demi-dios principal. En la cultura atlante era Ekershkegal - como la sumeria Ereshkigal - que los nórdicos llamaban Hel (o Hela); y los griegos tenían una equivalencia exacta en Equidna. Los registros de los antiguos egipcios y atlantes sostienen que desde el Amenti (o Amente), el alma parte a la región Intermedia que le corresponde. Las gráficas jeroglíficas describían este paso tras un salón donde en una balanza se ponía por un lado a Maat (la Verdad absoluta y la justicia) y en otro el corazón del individuo en cuestión. Ese corazón no era el de carne – evidentemente - sino el Ib, que para los egipcios era el corazón solo en el sentido estricto de la fuente de las emociones, los sentimientos y la voluntad. En otras palabras, en el Ib estaba el bien o el mal de una persona.

    Juicio no es castigo sino equilibrio de las cosas polarizadas (cuando algo está llevado exageradamente a un extremo). Cuando uno va a un juicio o tribunal, no va necesariamente para que le condenen. Primero hay una citación, y en el tribunal hay una defensa y un palco del acusado. A veces hay procesos que duran meses, donde el acusado comparece muchas veces hasta que se decida qué hacer con él. En algunos casos tiene prisión preventiva, y en otros, libertad condicional. La misiva en la ley común es que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario – pese a que en otros lugares sea un tanto injusto (como en Brasil, donde eres culpable hasta que demuestres que no lo eres) -. Entonces juicio no es castigo, ni siquiera es un veredicto, no es algo concluyente. En términos

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