Todos hemos leído o escuchado alguna vez el relato, en primera persona, de lo que acontece a las personas que se encuentran en suspensión de sus constantes vitales, esto es, en estado de muerte clínica: la visión de una resplandeciente luz cegadora que nos conduce hasta un túnel. A continuación, frente a nuestros ojos desfila como un flash toda la película de nuestra vida. Luego, la sensación de una beatífica paz interior que nos invade, mientras se experimenta una “salida” de nuestro propio cuerpo para ascender flotando hasta alcanzar un entorno bucólico, de belleza indescriptible. Es aquí donde se produce el encuentro con nuestros seres queridos difuntos, que nos aguardan en “el otro lado” y que nos terminan advirtiendo que, todavía, no es nuestro momento… por lo que debemos “regresar” a la vida física.
Tras esta experiencia, vivenciada como algo absolutamente real y no como un simple “sueño”, la persona manifiesta un cambio de conciencia, en el que pierde el miedo a la muerte y resta importancia a las cuestiones que son triviales para abrazar valores de una vida más espiritual. ¿Es este episodio el preámbulo de una vida más allá de la muerte? ¿Qué dice la ciencia acerca de este tipo de experiencias? ¿Tenemos un alma que sobrevive fuera de la envoltura física y que trasciende a un más allá?
¿VIDA DESPUÉS DE LA VIDA?
Este tipo de relatos, que se conocen como Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), fueron popularizado a través (1975), escrito por el médico psiquiatra estadou-nidense, y licenciado en filosofía, (1944), de la Universidad de Virginia. En sus páginas, el doctor Moody describía cada una de las fases que eran comunes en las numerosas experiencias protagonizadas en el umbral de la muerte por pacientes que se encontraban en situación de “muerte clínica”.
