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Actrices Secundarias
Actrices Secundarias
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Libro electrónico100 páginas1 hora

Actrices Secundarias

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El libro consta de veintitrés relatos y microrrelatos que hablan de lo cotidiano, del ser humano y de sus miedos, frustraciones, contradicciones y errores. Los personajes se mueven entre dualidades: vida-muerte, verdad-mentira, engaño-desengaño... Es por ello que todas las historias mantienen entre ellas un vínculo estrecho. Baylla y Darina hablan de la dura experiencia de la emigración, así como también Jungle de Calais tiene como tema central un campo de refugiados. Es imposible no observar el universo femenino en Mi amiga Mildred, Domingo 25, diciembre o Una vida plena, donde la autora nos habla de la cotidianidad más allá de la anécdota, estrechamente ligadas entre sí por los miedos, la soledad, el amor o el abandono. El monólogo interno, en las historias y en los diálogos aparentemente ingenuos que mantiene la protagonista con su amiga, está impregnado de una extraordinaria humanidad. Todas ellas, historias con las que el lector se puede sentir fácilmente identificado.
La música, por otro lado, juega un papel importante en el libro, como lo hace en la vida de la autora. «Es una forma de canalizar mi estado de ánimo. Algo parecido a lo que me ocurre cuando escribo, es una necesidad». Cada uno de los relatos va ligado a un tema musical, lo que confiere un interés adicional a este libro en el que pensamiento y emoción se entretejen, con finales, giros y desvíos sorprendentes.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 dic 2022
ISBN9788419442499
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    Actrices Secundarias - Purificación García Díaz

    Purificación García Díaz

    Actrices secundarias

    © Purificación García Díaz

    Autora: Purificación García Díaz

    Título: Actrices secundarias

    Maquetación: J. Cobos

    Edita: Promotora Cultural Malagueña

    Coordina: Ediciones del Genal

    Colabora: Librerías Proteo y Prometeo

    Fotografía de portada: Frank Flores

    Photo by Frank Flores on Unsplash

    Depósito Legal: MA 1324-2018

    ISBN: 978-84-19442-49-9

    Impreso en España / Printed in Spain

    Primera edición: Málaga, noviembre 2018

    Segunda edición: Málaga, noviembre 2019

    EDICIÓN ELECTRÓNICA: DICIEMBRE 2022

    A mi marido y a mi hijo, porque me quieren y me cuidan.

    Con mi mayor gratitud a María.

    En mitad del invierno, descubrí finalmente que

    había en mí un verano invencible.

    Albert Camus

    Índice

    Prólogo. La voz de cada sombra

    Mi amiga Mildred

    El inquilino

    Blue Moon

    El tiempo implacable

    Al borde del abismo

    Baylla

    Jungle de Calais

    Un día para recordar

    Íntima resistencia

    Moscas de compañía

    Poética del agua

    Un ramo de flores

    Darina

    Vuelta a empezar

    El cuarto de las ratas

    Compás de espera

    Una vida plena

    La creación de lo sagrado

    Vacío

    Anoche soñé conmigo

    La soledad de Aurora

    Domingo 25, diciembre

    Prólogo

    La voz de cada sombra

    No esperes nada, corazón —me dijo. Así arranca El inquilino, la primera microficción que se abre paso dentro de Actrices secundarias. Y, en parte, podría tomarse también como una pauta para comprender a todas esas voces que dan forma a este volumen. Porque Actrices secundarias es, además de un libro de relatos, una declaración de intenciones, una apuesta por las verdades íntimas y por el sonido de todos los fantasmas que nos pueblan como lectores y, también, como seres humanos.

    Su artífice, Purificación García, nos lleva de la mano hacia lugares recónditos de una emocionalidad que, como diría Jung, puede abarcar una gran parte del inconsciente colectivo. La duda como una suerte de calambre que, a la postre, nos mantiene vivos; el amor como remanso y, a la vez, como cárcel transitoria; la familia como apoyo y como lastre en ocasiones; la vejez desamparada cuyo punto de fuga empezó a trazarse en la propia infancia; la angustia como una vía de escape que elude a la alegría; el compromiso con la ausencia de aquellos que un día también fueron parte de nosotros y, así, hasta la última página.

    Porque Actrices secundarias también es un viaje circular que nos reclama. No en vano, Mildred abre y cierra con una perplejidad ante el mundo que trasluce el candor con el que llegamos a él y con el que, más tarde, lo abandonamos. Mildred como leit motiv y como recordatorio, para el lector, de que la inocencia en la mayoría de casos se confunde con una ingenuidad que no le corresponde. Pronto, sin darnos cuenta, será verano, nos recuerda. Y así es como Purificación García se hace más valiente al desvelar la blancura de infante que nos es propia a todos pero que, sin embargo, olvidamos con tanta ligereza.

    Actrices secundarias es, por todo ello, un libro heroico. Nuestro tiempo histórico no es demasiado dado a la verdad, al hecho de hacer visibles esos lugares comunes en los que todos habitamos tan silentes. Purificación García coloca en la posición que se merecen a esas actrices y a esos actores sin los cuales muchas de las estructuras que consideramos perennes se vendrían abajo sin remedio. Yo respiré profundamente, me quité las gafas y cerré el libro, nos habla uno de ellos en La creación de lo sagrado, La abracé fuerte y, presintiendo que aquella tarde pudiera ser la última, no la quise despertar. Porque, a fin de cuentas, ¿hay algo tan necesario como la empatía como el hecho de desvelar que todos somos semejantes?

    María Alcantarilla

    Cádiz,1 de octubre de 2018

    Mi amiga Mildred

    A Mildred le pasa como a mí cada vez que se queda sola por las noches. Necesita oír ruidos que la distraigan de sus pensamientos. Y le da miedo la oscuridad. Seguro que ve sombras cada vez que gira la cabeza, como me pasa a mí, aunque solo sea mi pánico escondido por todos los rincones. Ella también lo sabe. Además, yo no puedo ni leer ni escuchar música, porque no puedo hacer otra cosa que tener miedo.

    Pero a mí lo que me da más horror es, cuando me levanto para ir al cuarto de baño o a la cocina a beber agua —porque esas noches son precisamente cuando más necesidad de beber agua tienes— y cuando vas andando, ya de vuelta, sientes cómo alguien detrás de ti intenta cogerte, y tú aligeras cada vez más el paso, pero terminas a la carrera por la casa, embutida en la cama y con la cabeza tapada. Luego, sudando, levantas las sábanas por un lado con mucho cuidado y miras con un ojo nada más, para asegurarte de que estás sola. Y te tranquilizas. Y sacas la cabeza entera. Hasta que, agotada, abres el cajón de la mesilla de noche y haces como Mildred, al menos yo hago lo mismo que ella. Abro el cajón y saco una pastilla para dormir. Porque no dormir de noche es malísimo.

    Yo también enciendo la luz, como Mildred, no una, enciendo la de la lámpara que hay encima de la cómoda de la entrada, las dos que están sobre las mesas del salón y la de mi dormitorio, la de la mesilla de noche donde tengo las pastillas. Y comprendo a Mildred, porque muchas veces también pongo la televisión para no escuchar el ruido de estar sola. Ese que sientes cuando cruje la madera, o los pasos de la vecina de arriba que parecen sobrenaturales. Que, por cierto, hablando de asuntos sobrenaturales, me acuerdo una vez, cuando Mildred me contó lo del cementerio. (Risas).

    [¡Qué cosas se recuerdan…!].

    Me contó que, en el día de los difuntos, fue a acompañar a su madre a llevar flores a la tumba de los abuelos y se le hizo tarde. Todos los años iban por las mañanas, pero aquella vez llegaron cuando el sol ya se había marchado y quedaban muy pocas personas que, como el sol, ya se estaban yendo.

    —Y se hizo de noche —me contaba la pobre Mildred—, pero mi madre no quería tener que volver al día siguiente. Decía que no se tardaba

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