Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Cuentos fantásticos para dormir monstruos
Cuentos fantásticos para dormir monstruos
Cuentos fantásticos para dormir monstruos
Libro electrónico215 páginas3 horas

Cuentos fantásticos para dormir monstruos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Está empezando a oscurecer. Hay que ir a dormir. Buscas dulces historias, historias perdidas entre páginas olvidadas, pero quizás un cementerio, un incendio, un bosque oscuro, las pesadillas más profundas, una mente perturbada o unas manos llenas de sangre no sean los relatos ideales, a menos que tu corazón esté vacío y tus ojos perdidos, a menos que seas un monstruo.
El miedo se encierra entre la tinta y los trazos de estas páginas. Quizás deberías soltarlo, pensar en comprar otro, algo con historias que tengan finales felices o leer estas ocho historias justo antes de irte a dormir.
Dulces sueños…
IdiomaEspañol
EditorialExlibric
Fecha de lanzamiento11 oct 2019
ISBN9788417845476
Cuentos fantásticos para dormir monstruos

Relacionado con Cuentos fantásticos para dormir monstruos

Libros electrónicos relacionados

Terror para niños para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Cuentos fantásticos para dormir monstruos

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Cuentos fantásticos para dormir monstruos - Laura Losada Vico

    cover.jpg

    CUENTOS

    FANTÁSTICOS

    PARA DORMIR MONSTRUOS

    LAURA LOSADA VICO | NATALIA LOSADA VICO 

    CUENTOS

    FANTÁSTICOS

    PARA DORMIR MONSTRUOS

    EXLIBRIC

    ANTEQUERA 2019

    CUENTOS FANTÁSTICOS PARA DORMIR MONSTRUOS

    © Laura Losada Vico

    © Natalia Losada Vico

    Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric

    Iª edición

    © ExLibric, 2019.

    Editado por: ExLibric

    c/ Cueva de Viera, 2, Local 3

    Centro Negocios CADI

    29200 Antequera (Málaga)

    Teléfono: 952 70 60 04

    Fax: 952 84 55 03

    Correo electrónico: exlibric@exlibric.com

    Internet: www.exlibric.com

    Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma.

    Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o

    cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno

    de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida

    por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico,

    reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización

    previa y por escrito de EXLIBRIC;

    su contenido está protegido por la Ley vigente que establece

    penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente

    reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria,

    artística o científica.

    ISBN: 978-84-17845-47-6

    Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.

    lAURA LOSADA VICO | NATALIA LOSADA VICO

    CUENTOS

    FANTÁSTICOS

    PARA DORMIR MONSTRUOS 

    Índice de contenido

    Portada

    Título

    Copyright

    Índice

    Dedicatoria

    INTRODUCCIÓN

    Esperando a la muerte

    PRIMER RELATO: UNIONES PERFECTAS

    Capítulo 1: Sally Miller

    Capítulo 2: La muerte de Lena Harris

    Capítulo 3: Cosas extrañas

    Capítulo 4: El pasado oculto de las maldiciones pasadas

    Capítulo 5: Mensajes para los muertos

    Capítulo 6: Conexión fantasma

    Capítulo 7: La historia de cinco fantasmas

    Epílogo: La venganza de Caleb Baker

    SEGUNDO RELATO: EL BOSQUE DE LOS MIL SUEÑOS

    Capítulo 1: El bosque sagrado

    Capítulo 2: Pesadillas

    Capítulo 3: Hojas muertas

    Capítulo 4: Allí donde la luz no llega

    Capítulo 5: La cruda realidad

    Capítulo 6: El sueño de Morfeo

    Capítulo 7: Los sueños siempre se hacen realidad

    Capítulo 8: La caída de los héroes

    Epílogo: El diario polvoriento

    Reflejos opacos

    TERCER RELATO: LA CHICA DEL RELOJ DE ARENA

    Prólogo: Granos de arena

    Capítulo 1: La muerte y el tiempo

    Capítulo 2: El rostro del asesino

    Capítulo 3: Balas perdidas

    Capítulo 4: El sonido del viento

    Capítulo 5: Cómo convertirse en un asesino

    CUARTO RELATO: LA ESCRITORA DE LA NOCHE

    Capítulo 1: Informe preliminar

    Capítulo 2: Papel y boli

    Capítulo 3: En la noche

    Capítulo 4: La locura escondida en sus ojos

    Capítulo 5: El nombre del asesino

    Epílogo: La muerte tras el papel

    Historia final: El miedo es lo que tiene

    Sobre las autoras

    Para ti, abuelo, por todo el miedo que sentimos cuando te fuiste. Allí donde estés espero que te sientas orgulloso de cada una de mis palabras y de cada uno de los trazos de mi hermana. Mientras haya arte que crear e historias que contar serás inmortal

    INTRODUCCIÓN

    Hay distintos tipos de miedos y eso lo descubres cuando vas creciendo, cuando deja de asustarte ese falso monstruo del armario y empiezan a asustarte las responsabilidades de mayor, los deberes, los exámenes, la prueba de acceso a la universidad, ese profesor malhumorado o esa estúpida asignatura que no puedes sacarte por más que estudies. Te das cuenta de que te asustan nuevas cosas y cada cual más irreal. Cuando creces, de pronto te asusta llegar tarde a casa o que te multen cuando te acabas de sacar el carné.

    Pero hay miedos que nos asustan siempre, independientemente de que el paso de los años caiga sobre nosotros borrando el rastro de aquellos irreales que portaban en el corazón los niños que fuimos. Da igual. Esos miedos están ahí y siento decirte que estarán por siempre. Algunos días no los notarás, otros te acostarás temeroso de ellos y en cierta ocasión solo serán un tema más de tus muchas conversaciones.

    He oído decir, repetidamente y a muchos escritores, que hay dos tipos de miedos: los reales, aquellos a los que es sabio tenerles miedo, como caer de algún lugar alto cuando es posible que caigas; y los que no lo son, los que nos hacen temblar ante situaciones que solo están en nuestra cabeza, distorsionando la realidad de forma catastrófica, como hablar en público. No existe peligro real aunque no podamos verlo.

    Pero no es cierto, al menos no del todo. Hay miedos que pueden ser reales y podemos sentirlos en momentos en los que son imposibles de materializarse y miedos muy irreales que, en ciertos momentos, pueden acecharnos como una sombra oscura de aquello que no debería existir. Todo es cuestión de lo que tengamos en nuestra cabeza, porque os puedo asegurar que ese es el lugar más oscuro del mundo. Ahí están todos los monstruos a los que debemos temer.

    La gente teme a muchas cosas: a los fantasmas y espíritus, a los cuentos de hadas malignos y a los demonios, pero no es solo aquello que es parte de la imaginación de algunos a lo que debemos temer. Debemos temer a los demás, a esos otros seres humanos que son malvados, porque pueden crear infiernos, y debemos temernos a nosotros mismos porque muchas veces en nuestro interior creamos los castigos más eternos.

    Dentro de estas historias, que provocan terror a unos, pero son dulces cuentos para que los monstruos se vayan a la cama, encontrarás los cuatro terrores que nos pueden quitar el sueño a unos mientras sirven de cuna para otros: el miedo a lo sobrenatural, los cuentos de hadas malignos, el miedo a otros humanos y, por último, el peor de los miedos, el miedo a nuestro propio interior. Si te quedas hasta el final, también leerás pequeños cuentos de distintos terrores, reales, irreales y terrores tan diarios que ni sabías que debías tenerles miedo.

    Nada de lo que estás a punto de leer es agradable, así que te recomiendo que, si eres humano, cierres el libro; pero si eres un monstruo quizá estas historias te hagan dormir.

    Esperando a la muerte

    Se sentó sobre el frío mármol de la lápida y encendió el que sería su último cigarrillo.

    No estaba asustado por tener que marcharse o porque aquella calada fuera la última que saliera de su cuerpo (aunque, sinceramente, no sabía si era real todo aquello: el humo, el fuego, el cigarro, el aliento). No, sencillamente estaba esperando al abrigo de un montón de cipreses, sobre aquella lápida y con aquel cigarrillo del que solo empezaba a quedar humo y ceniza.

    Habían echado la última pala de tierra sobre el que sería su encierro de madera y gusanos para lo que le quedara de días.

    Tenía prisa por marcharse, pero ella seguía allí, llorando sobre los resquicios de una vida sin sentido que ahora estaba esperando a la verdadera muerte, a la de todas las cosas que dejó marchitarse mientras el tiempo y la muerte encerrada en ese cristal iban acabando con él.

    La miró con tristeza y arrepentimiento. Se dio cuenta de que llevaba muerto más de lo que pensaba, de que había clavado cuchillos en su pecho cada vez que no le había dicho cuánto la amaba o las veces que no había salido a disfrutar de aquel aliento de vida que ya no poseía.

    Ella seguía allí, llorando, cuando él vio la guadaña y la espesura negra. Aquel humo le dio la mano y él se levantó de la lápida.

    Dejó atrás su descanso eterno y a ella llorando mientras se moría. Y esta vez no podría echar una última calada.

    PRIMER RELATO: UNIONES PERFECTAS

    Capítulo 1: Sally Miller

    Lo único en lo que pensé cuando dejé de respirar y las llamas abrasaron mi cuerpo fue en la primera vez que había visto a Sally Miller; estaba llorando en el porche de su casa, con unos juguetes destrozados justo a su lado.

    Por aquel entonces, Sally no era más que una niña canija con la que todos se metían y que no tenía amigos. Tenía unas enormes gafas y una cara salpicada de pecas, además de un pelo rizado e indomable, de un fuerte color rojizo, que provocaba enormes burlas. Sally era, o más bien es, una chica muy tímida y reservada y de una enorme inteligencia. Cuando Sally creció, su inteligencia se convirtió en un motivo de envidia, pero a los cinco años era un motivo para meterte con alguien que veía el mundo diferente o, como a mí me gusta llamarlo, de una manera más avanzada.

    También me acordé, mientras todos huían y yo ardía, de Beverly Mason, la vecina de Sally, que aquel día la miraba por la ventana con cierta pena y resignación. Supongo que Bev, a pesar de ser muy extrovertida y parlanchina, por aquel entonces solo era una niña.

    Os preguntaréis por qué demonios os cuento todo esto. Ciertamente, no es porque aquel día habláramos y nos hiciéramos amigas; eso ocurrió mucho después. Es porque aquel día fue la primera vez que vi a Sally Miller.

    Puede que ella y todos sus rituales nos hayan llevado hasta aquí, a contaros la historia no de cómo conocí a mis amigas, sino de cómo acabé muerta, abrasada entre esas llamas que ya he mencionado antes.

    Morirse es divertido. En serio, es divertido. Ante ti aparecen numerosos momentos horribles, felices y vergonzosos de tu vida (mi corta vida, en este caso), pero a mí solo me interesaban o, por alguna razón, solo se me aparecieron ciertos momentos, como la primera vez que vi a Sally Miller o la primera vez que la defendí, pasando por la primera vez que fui a su casa y todo lo que ocurrió allí.

    Me hubiera gustado, y os lo digo de corazón (las promesas de los corazones que ya no laten son mucho más sinceras), haberme convertido en fantasma simplemente y observar la vida de mis amigas, ver cómo se graduaban o iban al baile. Pero tenía que recordar aquello porque les iba a ser útil. No podría ir con ellas al baile de graduación, pero quizá podría salvarles la vida.

    La primera vez que defendí a Sally Miller fue delante de Skye Brooks. Éramos unas niñas, pero incluso entonces Skye era una defensora del pueblo y una chica dura. Mi madre solía decir de ella que, si hubiera vivido en épocas pasadas, Skye habría sido de esas mujeres que pasan a la historia por hacer todo aquello que se supone que no deben o por defender al pueblo. Cuando mi madre decía cosas así, solía imaginarme a Skye con la bandera francesa y media teta fuera, como una heroína de la independencia, una guerrera con su morena melena rizada al viento y esos ojos verdes penetrantes. Se me venía a la mente ese mítico cuadro porque Skye es amante del arte, ya sea en cuadros, en literatura, sobre un escenario o como notas musicales.

    El caso es que no dudó en ayudarme en mi cruzada por la defensa de una pobre niña un tanto rarita que no tenía amigos (vamos, la típica mierda que se le ocurre a todo escritor sin talento para un libro entero o a los escritores famosos que pueden permitirse un cliché para iniciar un buen libro. Como no soy nada de eso, supongo que solo era lo típico que ocurre en un colegio normal de la vida normal de cualquier persona normal).

    Aquel día, después de nuestra grandiosa defensa, Sally nos invitó a Skye y a mí a merendar a su casa. De camino a esta nos topamos con Beverly, que fue las cinco manzanas parloteando sin cesar. Recuerdo que Skye se partía de risa por pensar que ella era parlanchina.

    Sally, tan buenaza como siempre, no pudo evitar invitar también a la pobre Bev a merendar. La hija pequeña de los Miller solo era una chica solitaria que estaba muy feliz, ya que de pronto tenía tres nuevas amigas.

    Sí, lo sé, es una mierda, un aburrido cliché, pero te aguantas. Soy yo la que está muerta y tiene que contar estas cosas, y puedo asegurarte que no hay nada peor que recordar la vida cuando no te queda ni rastro de ella.

    Anya Owens era una joven de padre estadounidense y madre rusa. Acababan de mudarse a la ciudad y su coche pasó justo por nuestro lado aquella tarde mientras volvíamos del colegio.

    El señor Owens, natural de Texas, paró su ranchera justo a nuestro lado. Se habían perdido y querían saber cómo se llegaba a la calle Cuatro de Julio. Yo les indiqué el camino mientras, sin darnos cuenta, Bev se iba para la ventanilla trasera y hablaba con la chica. Recuerdo que todas pensamos lo sola que estaría en una nueva ciudad, sin amigos ni conocer a nadie, así que Sally la invitó a merendar también. Todas insistimos, incluso la curiosa Anya, que estaba ansiosa por hacer amigos y no llegar a clase completamente sola. Al final accedieron, pero el señor Owens la llevó a casa de Sally.

    Desde aquel día, todas nos preguntamos qué hacía un texano como él en un lugar como Maine, donde lo único interesante que teníamos era que Derry, la ficticia ciudad del genio del terror Stephen King, estaba ubicada aquí. El señor Owens siempre respondía que estaba aquí por motivos laborales, pero la verdad de por qué huyeron a Maine se la llevará a la tumba con él. Supongo que todos tenemos derecho a guardar secretos.

    En casa de Sally merendamos y jugamos como niñas normales, informamos a Anya sobre el horrible sitio que era el colegio y todo fue normal. Bueno, casi todo.

    Algo que no os he contado de Sally Miller es que era una chica muy solitaria. Y la soledad en la infancia puede resultar funesta: puedes desarrollar trastornos o tener demasiados amigos imaginarios. Sally

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1