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Diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León
Diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León
Diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León
Libro electrónico411 páginas4 horas

Diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León

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"Pero ¿por qué es necesario relatar historias como esta? ¿Por qué relatamos historias? (...) A veces parece que el relato tiene una voluntad propia, la voluntad de ser repetido, de encontrar un oído, un compañero. Así como los camellos cruzan el desierto, los relatos cruzan la soledad de la vida, ofreciendo hospitalidad al que escucha.Lo contrario
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 mar 2024
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    Diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León - Lilia Verónia Alanís Loera

    A

    Abeja. Insecto cuya miel, polen y propóleo se utilizan como alimento y remedio para diversas enfermedades. Su casa, el panal, es metáfora de algo deseado, aunque también de dificultades. Su enjambre es sinónimo de conflictos, aunque en la novela de Sofía Segovia El murmullo de las abejas, se cuenta la historia de un niño recién nacido, que es arropado por un enjambre; expresiones como panalearse o se panaleó se utilizan para describir una situación de gozo.

    A veces muelen caña de azúcar, pero no es su actividad principal; hay muchas otras actividades que ellos hacen; por ejemplo, aquí la gente va mucho a traer panales, panales de miel. Cositas así raras que les sirven esporádicamente.

    (Antonio Barrera Vargas; Montemorelos)

    El editorial del semanario local Hora Cero en su edición 166 es una muestra: La otra pregunta que se escucha en las calles es ¿y después de que se vayan los federales, qué? Nadie sabe a ciencia cierta cómo van a reaccionar quienes se dedican al trasiego de estupefacientes, armas y otros artículos prohibidos, señala. Como dicen en el rancho: ellos vienen a tirar el panal, pero a nosotros nos toca torear las abejas.

    (Alberto Nájar, Tamaulipas: la guerra perdida, en Masiosare, México, Núm. 372, 6-II-05, p. 6)

    No se ha sabido ya nada

    de lo que pasó en Reynosa

    por las placas de la troca

    decían que venían de Texas

    venían a cortar panal

    les picaron las abejas.

    (Beto Quintanilla, corrido de Rafa Lucero)

    Agapito Treviño. Salteador de caminos que vivió durante el siglo XIX; escapó varias veces de las autoridades, pero finalmente fue ejecutado en el centro de Monterrey (1850), después de ser deportado de Roma, Texas. Se le recuerda como una suerte de Robin Hood local. La gente afirma que robaba a los ricos para ayudar a los pobres y montaba siempre un caballo blanco; otros aseguran que dejó un tesoro en cierta cueva encantada del cerro de La Silla. Los documentos de archivo sobre su proceso judicial refieren que tenía Mal de potros, es decir que tenía apego a los caballos y robarlos. Gustaba de hacer bailar a sus víctimas tocando una armónica. Hay varios corridos sobre su vida.

    Lo único que me platicaba él, era de Agapito Treviño, era lo único que me platicaba él; porque él anduvo en las carretas, anduvo cuando no había carretas. Este es el antiguo camino de villa de Santiago, él andaba en carretas.

    Él me platicaba que le salía Agapito Treviño El Caballo Blanco, los asaltaba a todos, les quitaba todo el dinero, ¿verdá? No los asaltaba de aquí pa’ allá porque cuando iban no llevaban nada, los asaltaba de allá pa’ acá cuando ya traían los centavos; entonces, sí, los robaba y todo, los asaltaba, ¿verdá? y se iba pa’l cerro de La Silla a esconderse. Eso es lo único que me platicaba él.

    (Faustino San Miguel; villa de Santiago)

    En Villa de Guadalupe

    nació Agapito Treviño

    de boca en boca lo supe

    fue salteador de caminos (…)

    Tuvo su par de caballos

    tan blancos como la espuma

    cuando uno estaba cansado

    el otro era su remuda (…)

    Atesoró mil talegas

    no son mentiras ni es truco

    en el fondo de una cueva

    por el cañón de Huajuco (…)

    El destino está marcado

    escrito en mil telarañas

    y en la plaza del mercado

    terminaron sus hazañas.

    Un 25 de junio del año 54

    fusilaron a Agapito

    sólo quedó su caballo.

    (Luis y Julián, corrido de Agapito Treviño)

    Véase: Bandidos, Cuevas.

    Agüeros. Los augures eran religiosos romanos que interpretaban el porvenir a través del canto y el vuelo de las aves; de la denominación de estos personajes se derivan las palabras augurios y agüeros: indicios de un suceso futuro. Los agüeros pueden ser buenos o malos y sobresalen aquellos relacionados con animales.

    Se consideran señales aciagas:

    –Soñar víboras de cascabel y no matarlas

    –Derribar cuadros y quebrar espejos

    –Encontrar un coyote o un faisán en el camino

    –El llanto del cielo (gotas de lluvia sin nubes)

    –Un gato negro, o aves del mismo color

    –Un cometa surcando el cielo

    Así, es la misma cosa; échale un nudo al coyote cuando cruza... porque platicaban que era mala suerte cuando iba uno por un camino, ¿verdá?, y se atravesaba un coyote.

    (Román Flores Ramos y Manuela García de Flores;

    Melchor Ocampo)

    Entre las premoniciones de muerte encontramos:

    –El canto de la lechuza y del tecolote

    –El grito de la zorra

    –El graznido del cuervo

    –Ver a familiares difuntos y platicar con ellos

    –Soñar con recién fallecidos

    –Una paloma negra que entra a la vivienda

    –Entonar un alabado cuando no hay cuerpo tendido (muerto)

    –El canto de una gallina semejando al de un gallo

    –El aullido de un perro

    –La presencia de un pájaro carpintero cabeza negra

    –El alarido de La Llorona

    Se acostumbran ciertas actitudes para evitar el sino fatal del augurio; por ejemplo, matar al emisario nefasto; realizar una invocación a Dios; santiguarse.

    Los tecolotes son malos; avisan cuando se quiere morir un cristiano. Por ejemplo, el día que yo me muera viene el tecolote, se para ahí

    (en el patio), y empieza a cantar: y es que me voy a morir...

    También los cuervos... Una vez era tarde y estaba bien nublado, cuando llegó una parvada de cuervos, ¡pos sí adivinan!; en cada estante de la cerca se puso uno y empezaron a cantar: kar y kar; se empinaban así pa’ abajo y cantaban. Pos ese día, a las dos de la mañana, me vinieron a avisar que mi Lupito se había matado.

    Y cuando mi Lencho, fue diferente: cantó una gallina en la tarde. Él se había ido pa’ la boda y la gallina cantó en la tarde. Pa’ las diez de la noche ya estaba muerto: lo mataron.

    (Rosa Pequeño Delgado; Linares)

    Cuando aúlla la zorra siempre se lleva de varios... a varios muertitos. María fue la que me dijo una noche: ¿Oyes? ¡cállate! –dijo–; está aullando una zorra. Sabrá Dios quiénes más nos iremos a morir –dijo–. Se mueren tres o cuatro cuando grita ese animal.

    Y no, pos sí; al otro día falleció mi compadre Polito, y se murió de repente una señora en San Antonio. Ayer fueron a darles el pésame allí; yo no pude ir a saludarles ahorita; iré después.

    Me acuerdo que ella dijo: Fíjate que de tres a cuatro se mueren cuando aúlla la zorra. Y pos sí, fallecieron varios.

    Por cierto que ni le he contado a María de los muertos, y ella fue la que me dijo que el animal estaba avisando.

    (Evangelina Sustaita; Hualahuises)

    Otros agüeros conocidos son:

    –Un cuervo graznando frente al hogar es indicio de mensajes o visita.

    –Un pájaro carpintero de cabeza roja es anuncio de carta.

    –Una paloma café (mariposa nocturna) dentro de la casa significa que se va a recibir dinero.

    –El sonar de la tambora (del conjunto tradicional de tambora y clarinete) es considerado preámbulo de lluvia.

    –Tirar una cuchara significa visita (si cae volteada hacia arriba, es que se le va a dar de comer).

    –Saludos de mano que se cruzan (entre cuatro personas) es matrimonio próximo.

    –Matar víboras de cascabel durante el sueño es señal de buena suerte.

    Los cuervos, éstos de aquí, todavía tienen su... cuando empezaba a gritar el cuervo era que iba a venir visita (me parece), que iba a venir gente: empezaba el cuervo grite y grite.

    (Celestino Ledezma Delgadillo; Rayones)

    Entre aquellas señales derivadas de la observación se presentan:

    –Vuelo de grullas: preámbulo del tiempo frío; invierno.

    –Merodeo de pinacates: lluvia.

    –Burro sacudiendo sus extremidades posteriores: cambio de clima.

    –Hormigas inquietas, o que salen por alimento: cambio de clima, especialmente lluvia.

    –Grito del coyote y canto a deshoras del gallo: variaciones de temperatura.

    –Caracoles o ratas de monte que ascienden por los arbustos: lluvia fuerte, tempestad.

    –Víbora de cascabel que sube a un arbusto: tormenta.

    –Vuelo y alteración repentina de parvadas de aves: frío.

    –Retozar, pleito y bramido de los toros: lluvia.

    –Remolino de viento: lluvia, bajas temperaturas.

    –Viento del norte: frío.

    –Vuelo del pauraque: cambio de tiempo, especialmente lluvia.

    Dicen que los coyotes comienzan baile y baile, se muerden la cola y empiezan grite y grite. Esto significa que ya va a venirse el tiempo frío, o sea la cambiada del tiempo. Fíjese: el grito del coyote viene siendo como cuando cantan los gallos a deshoras.

    (Alfredo Pérez Casas; Rayones)

    Y por eso la seña: cuando quiere llover muncho, comienza a retozar un buey viejo, comienza a retozar y brincar pa’ allá y pa’ acá; cuando eso sucede, llueve luego luego... ¿eh?... un buey.

    Otros animales que anuncian agua son las cabras; éstas comienzan a... comienzan a brincar, a correr y a retozar, fíjese.

    También los camaleones: un camaleón lo cuelga ¡y llueve!

    (Juan de la Rosa Sánchez; Linares)

    ¿Las grullas?, pos nada más es en el mes de octubre cuando pasan; yo creo se les viene... va a entrar el invierno, o no sé; pero duran en el cielo unos días nomás.

    Y dice uno bueno, pues ora no se ven las grullas. Ya tenía tiempo que no las veo, pero vienen en octubre, ya falta poco: andan en el día y andan de noche.

    (Álvaro Sepúlveda; villa de García)

    Véase: Alabado, Burro, Cometa, Coyote, Cuervo, Gallina, Grulla, Hormiga, Lechuza, Llorona, Mariposa negra, Pájaro carpintero, Paisano, Pauraque, Pinacate, Remolino de Viento, Tecolote, Zorra.

    Águila. Algunas personas utilizan extremidades de este animal como amuleto, o como elemento decorativo: en los espejos retrovisores de autos; en llaveros. Otros reproducen la efigie de su cabeza en objetos de metal: destapadores, cachas de cuchillo.

    En una historia procedente de Linares se narra que el pájaro renueva sus garras, pico y plumaje, cada cierto tiempo. A semejanza de otras aves de presa, es símbolo de valentía y de vida rústica.

    El águila es muy viva; dicen que cuando ya está muy vieja, muy viejita, el águila se pierde en la sierra, ¡no sale pa’ nada! Se deja de ver, y se le ponen las uñas muy gruesas, también el pico. Luego se pone a desplumarse toda porque ya está muy vieja.

    En las peñas de la sierra empieza a raspar las uñas y el pico pa’ que se le caigan, para que se le caiga todo lo de encima, hasta que otra vez, de vuelta, vuelve a emplumar.

    Eso sí es cierto: vuelve a emplumar, a emplumar. Le salen uñas nuevas y su pico otra vez. Entonces sí, ya nomás se viste bien y a... Dice: ya me voy a volar, se va a juntar otra vez con todos los pájaros.

    Esa historia del águila sí es verdad; allá en la sierra se esconde, se esconde ‘onde no la vea la gente y se empieza a quitar ella las plumas: todas, todas, todas.

    Golpea el pico en las peñas para que se le caiga; las uñas, igual.

    Dicen que después se viste toda toda de nuevo. Bien bonita queda.

    (Esther García Vázquez; Linares)

    –Aquí guardan las garras de las águilas, o de los halcones.

    –Y qué les hacen.

    –Nada, las traen como... tipo amuleto.

    –A poco la gente cree que...

    –¡No!, pero las traen como cosa llamativa o algo así.

    –¿De adorno?

    –Sí, de adorno; dejan secar toda la patita y las garras, y luego le amarran un hilo de cobre y la cuelgan donde traen el retrovisor; el espejo de las trocas.

    (Gina Cadena Rodríguez; General Treviño)

    Alabado. Copla religiosa interpretada para evitar que el diablo se apodere del alma de un muerto. Se canta durante el velorio cuando el cuerpo está tendido, o en el trayecto hacia el panteón. Existía la prohibición de interpretarlo en otro tipo de situaciones, porque propiciaba la muerte de familiares.

    Salían cantando el Alabado y le preguntaba yo que para qué era eso (a un tío mío que cantaba eso), y me contestaba: Para correr al demonio que estorba al ánima de este cuerpo.

    (Cruz Plata Barba; Hualahuises)

    Véase: Alabanza, Muerte, Muerte-Ritos fúnebres.

    Alabanza. Copla sagrada que en el ritual funerario tiene la misma función que el Alabado: evitar que el espíritu maligno se apropie del alma del difunto. También se entona por otros motivos: sortear la influencia de la mala hora (el diablo), e invocar lluvias. Alabados y Alabanzas se interpretan en comunidades de la zona centro-sur, y en áreas de montaña, aunque la segunda es más común en las fiestas patronales, procesiones y pastorelas, expresando un tono y sentido diferentes al funerario: de comunicación con la divinidad.

    Las alabanzas eran tristes. Al oírlas, lloraba cualesquiera; los familiares con más ganas. Una de esas alabanzas decía:

    Padrecito de mi vida

    pues ya no me estén llorando

    con verme aquí en este estado

    la gloria me están quitando

    la gloria me están quitando.

    A los presentes y ausentes

    que me están acompañando

    en la gloria nos veremos

    sólo Dios sabe hasta cuándo

    sólo Dios sabe hasta cuándo.

    (Lolo Calvo; Linares)

    Adiós, hija del padre,

    madre de mi hijo, adiós

    del Espíritu Santo

    adiós, adiós, adiós.

    Adiós, reina del cielo,

    madre del Salvador

    adiós, ¡oh madre mía!

    Adiós, adiós, adiós.

    (Fragmento, Alabanza de la Sierra Madre Oriental; Iturbide)

    Véase: Alabado, Curanderos, Magia, Mala hora, Muerte, Muerte-Ritos fúnebres, Procesión.

    Alicantre (Pityophis deppei). Es una creencia extendida que esta culebra de rayas multicolores se enamora de las mujeres y es corajuda; igualmente, que se alimenta de leche animal y humana. Con sus ojos y el contoneo de la cola hipnotiza o distrae a las víctimas, aprovechándose de este trance para obtener alimento.

    Los alicantres son amarillos... brincan, vuelan de una parte a otra.

    Una vez yo fui a dar a un lugar llamado La Laguna, y estaba la novedad de que un alicantre había enamorado a una muchacha joven, bonita y grande. Aquella muchacha se hallaba tan alicantrada que estaba toda manchada de amarillo en la cabeza. No salía a ninguna parte, ni hablaba con nadie: estaba nada más agachada.

    (Desde entonces yo le cogí mucho miedo a los alicantres: porque nunca había oído hablar de eso).

    Entonces, para quitarle lo alicantrado, le dijeron al papá que la sacara de la casa sin avisarle, que hiciera un viaje y se la llevara: y se la llevó. Se salieron, se llevaron a la muchacha. Un día madrugaron y se fueron sin que ella dijera algo.

    Pero luego cuentan que la víbora que la tenía alicantrada se mató... Dicen que se agarró de un murillo a otro y se daba golpes contra el suelo, o de pared a pared, y que cuando vinieron estaba ensangrentada la pared y el animal estaba tirado muerto... en la casa...

    También dicen de una señora que tenía a su niño bien flaquito, que el niño estaba bien flaco aun y cuando le daba mucho pecho: leche materna. Su esposo, que se iba para la labor y regresaba después de mediodía, se preguntaba por qué la señora no alimentaba bien a su hijo. Nada más comía el niño y a la señora le daba sueño: se prendía el niño a mamar, ¿verdá?, y ella se dormía... Entonces venía el alicantre al pasito, serpenteando, despacio: metía la punta de la cola en la boca del niño y se prendía a mamar del pecho de la señora. Por eso estaba el niño todo flaquito y lleno de granos en la boca. ¡Pos nada!; el alicantre se estaba tragando toda la leche.

    Hasta que se dieron cuenta del animal y alguien le dijo que pusiera un vestido en la cama... y como la víbora creía que era la señora se metió entre la ropa buscando el pecho... fue del modo que la pescaron y la mataron.

    Además, esa víbora mamaba a las vacas. Cuando nosotros vivíamos allá en Los Ventura, había un corral, y allí tenían vacas: el alicantre llegaba y se enrollaba entre las piernas... se pescaba de las piernas del animal y se ponía a mamar; aunque allí también se dieron cuenta y lo mataron. Y dicen que cuando lo mataron escurría toda la leche que se había tragado.

    (Emilia Briones Luna; Rayones)

    Ella vivía al lado de unas lomitas y, por el otro lado de los cerros, su esposo trabajaba. Cuando la señora iba a dejarle el lonche a su marido oía que le chiflaban: siempre le chiflaba algo.

    Y como ella siempre le contaba eso a su esposo, una vez él le reprochó que si ella lo engañaba: le preguntó que quién era el que andaba detrás de ella –porque cuando iba ella a dejarle el lonche se ponía celoso al oír que le chiflaban–.

    Entonces la señora contestó que ¡pos que ella no tenía a naiden más!, ¿verdá?, que no sabía quién le chiflaba.

    Pero él insistía que sí...

    Hasta cierta vez que pasó por donde mismo, la señora se dio cuenta de que era un alicantre el que chiflaba. Pero dicen que la víbora se le enredó en la cintura y luego la mató: mató a la señora.

    Después, su esposo pasó y la miró allí...

    Pero dicen que la esposa se comió al animal, que se le metió –no sé cómo– por las narices y la boca. La señora se comió la víbora: se le metió a ella por la boca.

    (María del Rosario Flores Peña y Eva Flores Peña; villa de Santiago)

    Véase: Víbora.

    Alma. Véase: Espíritus, Ánimas, Sombra.

    Amuletos. Son variados aquellos objetos que en Nuevo León se utilizan para alejar el mal, propiciar el bien o la buena fortuna. Los hay de herencia prehispánica, europea, africana y oriental (hinduistas, chinos). Aunque los orientales, sobre todo, son de reciente adopción. Para la buena fortuna se consideran los siguientes: pata y cola de conejo, pata de venado, piedra de imán, piedra de rayo, rama de laurel, hierbabuena, garras de aves de presa (águila, gavilán, halcón, lechuza), uña de león (puma), colmillos de oso y de jabalí, cascabel de víbora, cuarzos, efigies diversas (indio, Buda, elefante).

    En función de posibles males y de fuerzas mágicas se usan: crucifijo y rosario, medallas de vírgenes, cabresto hecho de cerda de caballo, piel de coyote, tijera en cruz, ajos, ojo de venado, limones en la bolsa, hojas y cruces de palma, piedra de alumbre, e imágenes como la de Pancho Villa.

    Relativo a cuestiones sentimentales: el camaleón, la chuparrosa, el cascabel de víbora.

    Con una larga historia de violencia y guerra, también existe la percepción de que las armas son amuletos, porque sirven para proteger, para defenderse.

    Lo que sí he visto y he oído es que el cascabel de víbora –quitárselo al animal y cargarlo– es para la buena suerte. ¡Pos será o no será! Yo de mi parte nunca uso eso.

    (Pedro Avendaño; Linares)

    En la escena del crimen se encontró un casquillo calibre 9 milímetros.

    La víctima traía en su cartera 249 doláres, 120 pesos, documentos personales y, paradójicamente, un sobre con dos amuletos para la buena suerte.

    Juan Enrique García Valdés, síndico primero de Montemorelos, fue quien dio fe del cadáver.

    (Mario A. Álvarez, Ejecutan a pasaporteado, en

    El Norte, Monterrey, 31-VIII-1997, p. 12-B)

    Le hicieron valla unos 40 policías [al banquero Jorge Lankenau Rocha], y en la aduana entregó sus pertenencias: una corbata, cuatro piedras de cuarzo, un amuleto envuelto en piel (era un hueso en forma de víbora), un celular Motorola, una grabadora y la bolsa que siempre llevaba pegada a su abdomen, donde guardaba sus amparos.

    Ayer ni los amuletos, ni el cuarzo, ni los amparos, nada le valió.

    (Alejandro Salas, Me están violando mis derechos: JLR, en Extra, Monterrey, 18-XI-1997, p. 14)

    Miren, estas son unas uñas de león que mató mi marido; mató dos, uno aquí en Gatos Güeros y otro en el rancho de nosotros.

    Fíjense que en el penal de Monterrey buscan estas uñas –me dijo un sobrino– para arreglar... para ponerles a las leontinas –la leontina es una cadenita que traen los relojes de bolsillo para guardarse en la bolsa–.

    Dicen quesque la uña del león es buena suerte ¡pos quién sabe para qué! ¿Les tendrán miedo?

    Estas uñas son del león que mató aquí, deben de tener... deben de tener unos cuarenta años. Las traigo porque mi viejo decía antes de morir: Si hay quien las necesite, se las regalas.

    Pero sí, dicen que las compran para arreglarlas, como en el penal de Monterrey.

    Fíjese lo grande y filoso que todavía se ven, ahora imagine una mordida de esa bestia, ¡uuy! Nomás que estas están así como se las quitamos al animal: no están arregladas. Porque las lijan y las arreglan, las dejan blancas blancas, ¿cómo será eso?

    (Jacinta Hernández Prieto; Linares)

    No cargo secretos

    ni huesos de muerto

    para enamorar.

    Una buena suerte

    de la magia negra

    es la que me cargo

    que nadie en el mundo

    me la ha de igualar.

    (Cornelio Reyna, Cuarenta cartas)

    Véase: Armadillo, Cabresto, Camaleón, Colmillo, Conejo, Coyote, Curanderos, Chuparrosa, Espíritu de Pancho Villa, Jabalí, León de la sierra, Niños, Oso, Piedras, Víbora.

    Ánima de la Anacahuita. Devoción existente en villa de García al ánima o espíritu de cierto militar revolucionario. Según las versiones, un hombre prometió darle sepultura a los restos del soldado a cambio de que se le curara cierta enfermedad. La osamenta fue enterrada al pie de un árbol de anacahuita (Cordia boissieri), cuya flor es símbolo oficial del estado de Nuevo León. Existe una capilla en el municipio de García, Nuevo León, en la que los creyentes dejan veladoras y exvotos, en agradecimiento de su ayuda y milagros.

    La ermita también es utilizada, ocasionalmente, por las cajitas, curanderas devotas del Niño Fidencio.

    Yo era una niña cuando me traían... pero nomás ‘taba la pura Anacahuita verde, verde, y decían que ¡pos que hacía milagros!, y la sepultura... Dicen que era un soldado. Eso dice la gente: que era un soldado.

    (Hipólita Coronado; villa de García)

    Una vez un hombre se vio muy malo y le pidió que lo aliviara no sé de qué enfermedad, que si lo aliviaba le hacía una sepultura (eran los restos de un muerto de la Revolución Mexicana).

    Entonces el hombre se alivió y fue y le hizo su sepultura, a la osamenta... Pero la cabecera de la sepultura tenía una Anacahua chica –yo creo. Ora... yo creo que todavía está ahí la Anacahua, ya grande, ya vieja.

    Y finalmente el señor ese se murió, pero ahora el que se entiende ahí es uno de esa Hacienda de Icamole –no sé quién sea–. Entre ese y otro le hicieron una como casita... ahí tiene su capillita...

    Viene gente hasta de Estados Unidos, allí, a visitarla.

    (Pedro Jaramillo Rodríguez; villa de García)

    Sí. Conocí a Sabino Moreno. Ya estaba muy grande. Fue el que sepultó al ánima. Se llamaba Agustín, del apellido no me acuerdo, pero allí está escrito. Ese hombre sufrió riatazos, sufrió humillaciones, sufrió hambre, hasta que una bala perdida lo mató, y allí estaba: debajo de la Anacahuita. A Sabino le pidió agua, porque se estaba muriendo. Era cuando estaba la vía vieja del ferrocarril. Ahí lo enterraron, pero lo enterraron mal; por eso en la noche se le apareció a Sabino y le dijo: Si tú me entierras bien, te doy la salud. Sabino cumplió y quedó sano.

    No. No hay día para visitar al ánima. El ánima es muy poderosa, por eso le ponían muchas veladoras y se quemó la Anacahuita, pero no toda. A veces todo el monte estaba seco, menos la anacahuita donde está enterrada el ánima.

    (Rosa Flores de Esparza, villa de García, citada en:

    Fernando Garza Quiros, Armando Flores, etcétera... p. 85)

    Véase: Ánimas, Espíritus.

    Ánima de la Pamita. Ánima o espíritu que se invoca para encontrar cosas perdidas o solicitar milagros. El nombre parece un diminutivo de pame, grupo indígena que emigró en gran número al centro y sur de Nuevo León a fines del siglo XVIII y principios del XIX.

    Muchas gentes le pedían como por... porque hacía milagros. Sí, hacía milagros y le pedían lo que quisieran al Ánima de la Pamita; eso fue lo que oí yo.

    (Antonia Platas; Hualahuises.)

    Nada más de que le hables al Ánima de la Pamita para que aparezcan las cosas perdidas y eso sí... nada más le prendes una velita.

    (María de los Ángeles Carrera Pequeño; Linares)

    Véase: Ánimas, Espíritus, Indios.

    Ánimas. Es vasta la creencia sobre almas que vagan por el mundo material sin ya pertenecerle; se visualizan en forma corpórea, vestidas de blanco, ligadas a voces y ruidos. Las identifican con seres amados, muertes violentas, personas que en vida no alcanzaron a cumplir encomiendas y deseos (amores, venganzas). Si se trata de ánimas en pena, nuestra gente invoca su descanso mediante veladoras, rezos, misas y otros ritos, o satisfaciéndoles algún deseo póstumo. En casos extremos se hace necesaria la bendición y la presencia de un especialista religioso (sacerdote, curandero) para exiliarlas de este mundo o de un sitio en particular. Tienden a relacionarse con la señalización y protección de tesoros. Cuando son vistas por enfermos, son signo de muerte.

    Dicen que aquí andan las ánimas que no están juzgadas de Dios todavía, hasta el día del juicio final.

    (Evangelina Sustaita; Hualahuises)

    Por ahí dice una leyenda

    que en el rancho de Canales

    se aparecen tres mujeres

    que en vida fueron rivales

    se dieron de puñaladas

    allá entre los mezquitales.

    El causante de esas muertes

    Santos Valdés se llamaba

    a las tres por separado

    les decía que las amaba

    pero a ninguna quería

    nada más las engañaba.

    (Ramiro Cavazos, corrido Las tres mujeres)

    Cuentan que se oye doblar la campana de aquella capilla y que las ánimas de los muertos, envueltos en jirones de sudarios, corren de un lado a otro, como si se tratara de una cacería, ya que los animalitos huyen espantados; los perros aúllan, las víboras dan horrorosos silbidos. Al otro día se ven sobre la tierra las huellas de los desencarnados pies de los esqueletos; por eso en Linares, Nuevo León, lo llaman El cerro de las ánimas.

    (Julieta Pérez, El cerro de las ánimas, en Colectivo, Silueta de mi sombra,

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