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Universidad (pos)moderna y racionalidad práctica
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Libro electrónico106 páginas1 hora

Universidad (pos)moderna y racionalidad práctica

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Esta obra constituye una reflexión filosófica que intenta descargar a la universidad de la primacía de la gestión y de la producción en la que ha estado sumida en las últimas décadas, pero aun así no debe entenderse como una propuesta que intenta disolver el inmenso prestigio del que goza la universidad contemporánea en la actualidad, sino como un texto que busca promover cuestionamientos y compromisos desde dentro en la comunidad universitaria.
IdiomaEspañol
EditorialRIL editores
Fecha de lanzamiento9 jul 2015
ISBN9789560111265
Universidad (pos)moderna y racionalidad práctica

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    Universidad (pos)moderna y racionalidad práctica - Ignacio Serrano del Pozo

    IGNACIO SERRANO DEL POZO

    UNIVERSIDAD (POS)MODERNA Y RACIONALIDAD PRÁCTICA

    UNIVERSIDAD (POS)MODERNA Y RACIONALIDAD PRÁCTICA

    Primera edición: abril de 2017

    © Ignacio Serrano del Pozo, 2017

    Registro de Propiedad Intelectual

    Nº 265.324

    © Ediciones Universidad Santo Tomás, 2017

    Avenida Ejército 146, Santiago

    Dirección de Investigación y Postgrado

    Contacto: iespinoza@santotomas.cl

    © RIL editores, 2017

    SEDE SANTIAGO:

    Los Leones 2258

    CP 7511055 Providencia

    Santiago de Chile

    (56) 22 22 38 100

    ril@rileditores.com • www.rileditores.com

    SEDE VALPARAÍSO:

    Cochrane 639, of. 92

    CP 2361801 Valparaíso

    (56) 32 274 6203

    valparaiso@rileditores.com

    Composición, diseño de tapa e impresión: RIL editores

    Impreso en Chile • Printed in Chile

    ISBN 978-956-01-0416-8

    Derechos reservados.

    PRÓLOGO

    DEFENDER LA UNIVERSIDAD

    ES DEFENDER LA RAZÓN

    LA INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA está amenazada desde tres flancos. El primero, podríamos graficarlo con la capucha de los anarquistas. No faltan hoy quienes ven en la universidad simplemente un instrumento al servicio de su difuso proyecto de refundar la sociedad. El suyo es un movimiento narcisista, en el que confluyen todas las reivindicaciones posibles, y que carece absolutamente de cualquier conciencia de la realidad. Su fuente de conocimiento no está en las bibliotecas, sino en Twitter y las demás redes sociales. Sus argumentos, cuando los hay, no necesitan someterse a la criba de la razón; ellos no dialogan, imponen; no refutan, descalifican; no escriben, rayan; no escuchan, vociferan. Todo les está permitido, y si alguien quiere poner coto a sus desvaríos será acusado de imponer con violencia un estado de cosas injusto. La experiencia de otros países les resulta irrelevante, o solo la toman a partir de los que les dice un oscuro blog de cualquier grupo radical, pues únicamente están dispuestos a escuchar lo que ellos quieren oír. En un contexto así, la universidad ya no tiene nada que decir. El símbolo más elocuente de su concepción de la vida y la sociedad es la figura de don Andrés Bello, cuya estatua está frente a la Universidad de Chile, cubierta con una capucha. Ese espectáculo, que periódicamente tenemos que ver (cada vez que el quehacer académico es interrumpido por un paro o una toma) es la mejor muestra del mundo que está detrás de esos movimientos estudiantiles. Porque si algo no fue ni pudo ser el sabio Bello, es un encapuchado. La capucha cubre la cara, es decir, implica eludir cualquier responsabilidad. No en vano la llevan los torturadores. El mundo de Bello, en cambio, es el mundo del Derecho, campo donde, por esencia, reina la noción de responsabilidad.

    La segunda amenaza que afecta la vida universitaria podría graficarse con la «barra libre». Es la universidad de los hedonistas, de quienes la conciben solo como un pretexto para «pasarlo bien». Los cursos no constituyen para ellos una ocasión de crecer, un medio de huir de la ignorancia y formarse para servir a la Patria, sino una carga molesta que hay que pasar del modo más aliviado posible, aún al precio de realizar conductas ilícitas. Nada hay en la universidad que valga por sí mismo, ella solo es un trámite para hacer otra cosa: organizar el próximo asado o hacer contactos. Es la «universidad entretenida», que tiene más en común con la universidad de los encapuchados de lo que podría parecer a primera vista, porque ambas eluden la idea de responsabilidad. Es la universidad entendida como evasión. Aquí la universidad de siempre, la de Tomás, de Buenaventura, de Newton, de Einstein, de C. S. Lewis o de Mario Góngora tampoco tiene nada que decir.

    Pero hay una tercera amenaza contra la universidad, más sutil, que no la destruye directamente como hacen los encapuchados, no la ignora, como los hedonistas, sino que incluso pretende servirla: es la tecnocracia, que pretende reducirla a un formulario, un Excel, unos procesos o una carta Gantt. Su acción no es chocante, sino casi invisible, pero va minando los fundamentos mismos de la institución, porque contra los encapuchados cabe el recurso a la fuerza pública, y los hedonistas pueden caer en las causales de eliminación o ser expulsados por conductas ilícitas en un examen. En cambio, esa masa de hombres grises que someten la libertad del académico a sus parámetros perfectamente predeterminados avanza inexorable, maniatando la espontaneidad creativa de los intelectuales con parámetros, objetivos, indicadores de rendimiento, planificaciones, Fodas y matrices de tributación; medidas de autorregulación, indicadores de desempeño, índices de impacto, procesos que se «levantan», e «insumos» que concurren a la formación de los egresados, destinados a aumentar sus «índices de empleabilidad». Y, por supuesto, los infaltables «perfiles de egreso», de los que se desprende de manera deductiva todo lo que corresponde hacer para preparar al estudiante a ser un engranaje perfectamente funcional en la maquinaria del Estado o en la gran empresa.

    Solo queda un detalle: que Alberto Magno, Tomás Moro, John Locke, Adam Smith, John Adams, Karl Marx, John Henry Newman, Edith Stein, Max Weber, Jaime Eyzaguirre, Konrad Adenauer y Eduardo Anguita se formaron ciertamente en universidades, pero no en estas que hemos visto. Y bienvenidos sean quienes (como Ignacio Serrano) vienen a recordarlo. Porque defender la universidad frente al fundamentalismo anarquista, el frívolo hedonismo, y el imperialismo de la mentalidad tecnocrática es tanto como defender el valor de la razón y su capacidad de configurar la buena existencia en sociedad.

    Joaquín García-Huidobro

    La vida es acción (praxis), no producción (poiesis)

    (Aristóteles, Política, Lib. 1, 1254a)

    En la universidad, como en la vida, hay una sola manera

    de no correr riesgos, y es dejar de vivir. La vida verdadera,

    principalmente la del espíritu, implica, como cosa esencial,

    una medida razonable de incertidumbre y azar.

    (Jorge Millas, «Imperativo de confianza

    en la universidad chilena»)

    INTRODUCCIÓN

    CONSIDERACIONES PRELIMINARES

    Señalado así directamente, el propósito de este trabajo es constituirse en una reflexión filosófica que intente descargar a la universidad de la primacía de la gestión y de la producción en la que ha estado sumida en las últimas décadas. Desde distintos sectores, a la universidad se le exige —cada vez con más fuerza y premura— constituirse como una palanca fundamental del progreso social y económico de una nación o del mundo entero. Nuestra intención es, precisamente, hacer patente que lo constitutivo de la universidad no viene dado por su capacidad para mejorar la empleabilidad y aumentar la movilidad social, ni siquiera por su poder de producir conocimiento especializado y desarrollar nuevas tecnologías; sin duda cometidos valiosísimos. Creemos que las universidades bien pueden cumplir estas tareas, pero aun no estar dando lo mejor de ellas.

    Este trabajo no debe entenderse como una propuesta que intenta disolver el inmenso prestigio del que goza la universidad contemporánea en la actualidad; tampoco puede considerarse como una vuelta romántica a la universidad de antaño. Resultaría un anacronismo absurdo no aceptar que la universidad de hoy debe enfrentar y responder a los desafíos de

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