Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El sonido absoluto: Un análisis de Cortejo y Epicinio de David Rosenmann-Taub
El sonido absoluto: Un análisis de Cortejo y Epicinio de David Rosenmann-Taub
El sonido absoluto: Un análisis de Cortejo y Epicinio de David Rosenmann-Taub
Libro electrónico180 páginas2 horas

El sonido absoluto: Un análisis de Cortejo y Epicinio de David Rosenmann-Taub

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En Cortejo y Epinicio, como en toda la obra de Rosenmann-Taub, la identificación con un mundo polifacético y multilateral se refleja en un lenguaje igualmente matérico y plástico, del que ninguna realidad, ninguna sustancia, están excluidas. La tierra y el cuerpo están en sus poemas; la tierra y el cuerpo son sus poemas.
Todas las sonoridades, todas las espesuras, todos los accidentes del ser y las cosas, aparecen en unos versos que se dirían concebidos para adaptarse –o reproducir– las infinitas sinuosidades de lo que existe.
IdiomaEspañol
EditorialRIL editores
Fecha de lanzamiento11 jul 2015
ISBN9789560110831
El sonido absoluto: Un análisis de Cortejo y Epicinio de David Rosenmann-Taub

Relacionado con El sonido absoluto

Libros electrónicos relacionados

Crítica literaria para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El sonido absoluto

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El sonido absoluto - Eduardo Moga

    EL SONIDO ABSOLUTO.

    UN ANÁLISIS DE CORTEJO Y EPINICIO,

    DE DAVID ROSENMANN-TAUB

    Primera edición: enero de 2019

    © Eduardo Moga Bayona, 2019

    © RIL® editores, 2019

    SEDE SANTIAGO:

    Los Leones 2258

    CP 7511055 Providencia

    Santiago de Chile

    (56) 22 22 38 100

    ril@rileditores.com • www.rileditores.com

    SEDE VALPARAÍSO:

    Cochrane 639, of. 92

    CP 2361801 Valparaíso

    (56) 32 274 6203

    valparaiso@rileditores.com

    SEDE ESPAÑA:

    europa@rileditores.com • Barcelona

    Composición e impresión: RIL® editores

    Diseño de portada: Jessica Jure de la Cerda

    Impreso en Chile • Printed in Chile

    ISBN 978-956-01-0625-4

    Derechos reservados.

    EDUARDO MOGA

    EL SONIDO ABSOLUTO

    UN ANÁLISIS DE

    CORTEJO Y EPINICIO,

    DE DAVID ROSENMANN-TAUB

    1. CORTEJO Y EPINICIO EN EL CONTEXTO

    DE UNA OBRA SINGULAR

    EL CONOCIMIENTO PÚBLICO de la obra de David Rosenmann-Taub no ha sido progresivo ni homogéneo, sino que se ha visto interrumpido por sucesivas desapariciones, en las que el poeta no ha dejado de escribir —viene haciéndolo desde los tres años—, pero sí de divulgar lo escrito. De hecho, como él mismo ha afirmado, era su entrega ininterrumpida a lo primero, lo que le impedía dedicarse a lo segundo,¹ aunque también han contribuido a ello circunstancias más prosaicas.² Ese conocimiento de la obra del poeta chileno conoce tres momentos de auge, que se alzan en una planicie de retraimiento y silencio: entre 1949 y 1952; entre 1976 y 1978; y a partir de 2002. El primero comprende sus inicios como poeta, y está precedido por la aparición, en 1941, de un largo poema, «El adolescente», en la revista Caballo de Fuego: Rosenmann-Taub tiene entonces diecisiete años, pero el poema lo ha escrito a los catorce, aprovechando los recreos de la escuela.³ Es, en realidad, el poema final de un proyecto mayor, un libro titulado Opus Uno, con sus composiciones de infancia, que no ha llegado a ver la luz: los poemas manuscritos se encontraban entre las más de cinco mil páginas que, en 1973, sustrajo la criada de la casa;⁴ luego, Rosenmann-Taub ha podido recuperar o recordar algunos, y reescribir otros, entre ellos «El adolescente». En 1948, Rosenmann-Taub gana el premio de poesía del Sindicato de Escritores de Chile con el primer volumen de una tetralogía, Cortejo y Epinicio, que publicará al año siguiente el español Arturo Soria, exiliado en Chile y editor de Cruz del Sur, la editorial más importante del país. Soria, no obstante, cree que «publicar el primer libro de un autor desconocido como volumen I no es la mejor manera de darlo a conocer», y sugiere dar al libro el título de la tetralogía. El poeta está de acuerdo, y ese título, Cortejo y Epinicio, se mantendrá en las futuras ediciones del libro, en 1978 y 2002. En Cruz del Sur ven también la luz, en 1951, Los surcos inundados —que gana el Premio Municipal de Poesía— y, en 1952, La enredadera del júbilo. Entre ambos se ha hecho también con el Premio de Poesía de la Universidad de Concepción por un libro que permanece inédito, El regazo luminoso. Pero Arturo Soria, su gran valedor editorial, cierra Cruz del Sur y vuelve a España, y ahí acaba la primera etapa en el conocimiento de la obra de Rosenmann-Taub, o, si se prefiere, empieza el primer paréntesis de silencio, que se extenderá —con la excepción de Cuaderno de poesía, publicado en 1962— hasta 1976, cuando el poeta vuelve a asomarse a la publicación, con vigor, pero, de nuevo, con brevedad. Entre ese año y 1978, da a conocer tres libros, los tres en la editorial Esteoeste, de Buenos Aires: Los despojos del sol: Ananda primera, en 1976; El cielo en la fuente, en 1977; y Los despojos del sol: Ananda segunda, en 1978; y publica, también en 1978, la segunda edición del primer volumen de Cortejo y Epinicio. Esta eclosión cesa abruptamente, y se abre, otra vez, un largo paréntesis de silencio, hasta la tercera y última fase de publicación, que se inicia en 2002, cuando, con el amparo de la Fundación Corda, creada en los Estados Unidos —donde Rosenmann-Taub se estableció en 1985— para proteger y difundir su obra, LOM Ediciones acoge todos los libros del poeta hasta hoy, entre los que se cuenta la tercera edición de Cortejo y Epinicio, en 2002, y la tetralogía, al fin completa, de la que Cortejo y Epinicio constituye el primer volumen, rebautizado en 2013 con su título original, El zócalo. A este le siguen El mensajero (volumen II), La opción (volumen III) y La noche antes (volumen IV).

    Esta discontinuidad en la presencia pública de Rosenmann-Taub ha podido desdibujar los, a mi juicio, rasgos esenciales de su poesía, o, dicho con mayor precisión, las características que la hacen singular en la literatura contemporánea en español. No es que los libros que ha publicado, en los trechos de los que acabamos de dar cuenta, no hayan suscitado la atención crítica, aunque con la irregularidad que le suele ser propia: lo han hecho,⁵ pero también han despertado el agrado o la inclinación por lo misterioso y anómalo, lo que ha llevado a algunos a suponer que Rosenmann-Taub no existía —como también se dijo de Juan Larrea, a quien se creyó heterónimo de Gerardo Diego; o del barcelonés José María Fonollosa, emigrado a Cuba y vendedor allí de productos espirituales (estampas religiosas) y espirituosos (licores)— e incluso a supercherías peores. Lo que el surgimiento, tan fugaz como ocasional, de los libros de Rosenmann-Taub a lo largo de medio siglo ha supuesto, ha sido que no se pudiera apreciar con serenidad el hecho abrumador de que su poesía presenta tanto una visión del mundo ceñida y perfecta, aun en sus turbulencias e incertidumbres, como un lenguaje radicalmente individual, con escasos o ningún parangón en las letras hispanas del último medio siglo; esto es, que reúne los dos requisitos de toda poesía mayor, que es la obra de un poeta mayor.

    Acaso ningún libro de Rosenmann-Taub revela tanto este hecho fabuloso como la tetralogía Cortejo y Epinicio, que puede considerarse la columna vertebral de la producción de Rosenmann-Taub, no solo por su elaboración diacrónica y su ambiciosa amplitud, sino también, y sobre todo, por el vigor y la coherencia de su propuesta estética, y por la profundidad de su visión existencial. Como se ha señalado, el primer volumen de la tetralogía, El zócalo, aunque con el título de la tetralogía completa, Cortejo y Epinicio, ha conocido tres ediciones exentas, en 1949, 1978 y 2002,⁶ y una cuarta, en 2013, integrado ya en la tetralogía de la que forma parte. A este volumen se añaden El mensajero (volumen II), publicado en 2003; La opción (volumen III), en 2011; y La noche antes (volumen IV), en 2013.

    Cortejo y Epinicio despliega su riqueza polisémica desde el mismo título, que ha intrigado a muchos comentaristas del libro. Para Jaime Concha, por ejemplo, «los términos «cortejo» y «epinicio» no encuentran correlato alguno en las áreas que el libro traza», aunque una interpretación peritextual de la portada del libro, y otra, textual, del poema «Fábula», a partir del ritmo anfibráquico en que está concebido, le llevan a concluir que el título es

    una sarcástica expresión de las gestas destructoras de la humanidad y una versión paródica del desfile modernista. Epinicio y cortejo al revés, por lo tanto. Todo ello, sin la violencia directa y agresiva del acto vanguardista, sino de un modo oblicuo, elíptico, incluso tácito.

    Es preciso recordar que en los «Preliminares» de El zócalo, Rosenmann-Taub ha resumido así el sentido de su título:

    Cortejo: el poeta corteja la realidad para que se abra a él.

    Cortejo: procesión de elementos de la naturaleza y del ser humano.

    Cortejo de bodas con la realidad.

    Cortejo funeral: homenaje a la condición de existir, que implica desaparecer.

    Epinicio:⁸ la victoria de asumir este final fracaso.

    Los términos Cortejo y Epinicio están, además, pensados como verbos en primera persona: yo cortejo —yo asedio— y yo epinicio —yo canto victoria—. El poeta se entrega del todo a esta apertura, a pesar de la resistencia de la naturaleza: su objetivo es ya un triunfo.

    Cortejo y Epinicio: la esencia de lo que es, para el hombre, vivir en la Tierra, en un particular tiempo y espacio, desde su ahora hasta su adiós.⁹ (Z, viii)

    También ha señalado, con respecto a la estructura de la tetralogía, la siguiente distribución temática y cronológica:

    Volumen I: El zócalo: la primavera: la mañana: los iniciales veinte años.

    Volumen II: El mensajero: el verano: la tarde: de los veinte a los cuarenta años.

    Volumen III: La opción: el otoño: el crepúsculo: de los cuarenta a los sesenta años.

    Volumen IV: La noche antes: el invierno: la noche: de los sesenta a los… (Z, viii).

    Importa igualmente indicar que la división de los cuatro volúmenes de Cortejo y Epinicio en secciones no es azarosa, sino que responde a un bien planeado propósito de ordenación. El poema «Preludio», el único que integra la sección homónima de El zócalo, puede considerarse la introducción del autor a su propia obra, y así ha sido analizado tanto por el poeta como por varios de sus comentaristas.¹⁰ En este volumen, El zócalo, algunas revelan una clara orientación temática o unas preocupaciones similares. «Esfera», por ejemplo, alude al vivir como un constante ir muriendo. Vivimos para morir y morimos para vivir. En realidad, la vida y la muerte son solo una cosa: morimos sin cesar y nacemos sin cesar; nacer es comenzar a morir, y viceversa. Si no estoy muriendo, parece afirmar el poeta, no estoy realmente viviendo. «Continuo éxtasis» es la persecución de una voluntad esencial, que gobierna la existencia. «Impromptu» supone un acto de improvisación, es decir, de rebeldía: un apartamiento momentáneo de la estructura esperada en el libro. «Sarcasmo» incorpora la burla, la sátira: la desacralización de lo serio. «Recreos» es un paréntesis lúdico, un ejercicio de descanso, valga la paradoja: el poeta se abandona a la satisfacción de sentirse seguro, protegido. «Asfódelo» y «Sadismo», por el contrario, reflejan un mundo que, a diferencia de lo que pensaba Jorge Guillén, no está bien hecho; un mundo recorrido por el mal, por la perversidad de la naturaleza, por la injusticia y el crimen, por el sufrimiento de los inocentes; un mundo inhumano. «Estampas» recoge imágenes frágiles, fugaces, y las fija, para preservarlas, en el poema. «Fortaleza» es la sección más íntima de Rosenmann-Taub, donde se allegan sus recuerdos más entrañables, las figuras más amadas, la mayoría de las cuales corresponden, en su caso, a su familia.¹¹ «Homenaje a Debussy», como «Impromptu», es un paréntesis, una sorpresa: el reconocimiento de la importancia de la música —y del pensamiento que la música suscita— en la poesía de Rosenmann-Taub. Y «En las lavas sensuales» recopila los momentos de erotismo, el empuje de la pasión carnal, la sensualidad como esqueleto de la conciencia. Significativamente, algunas secciones se repiten de unos libros a otros, y su mayor o menor presencia acaso refleje la importancia de su contenido en el conjunto de la obra: «Fortaleza» figura en los cuatro volúmenes; «Continuo éxtasis», «Sarcasmo» y «En las lavas sensuales», en El zócalo, La opción y La noche antes; los homenajes musicales, también en El zócalo («Homenaje a Debussy»), La opción («Homenaje a Grieg») y La noche antes («Desacato a Vivaldi»);«Recreos», en El zócalo y El mensajero; y «Oasis», en La opción y La noche antes.

    Cortejo y Epinicio es, pues, el relato de un estar en el mundo: del estar de un individuo, que es símbolo o representante o bandera o metonimia de todos los individuos, del estar dinámico, en tránsito, del estar viajero, del estar desde un principio hasta un final que es, otra vez, un principio, de un girar constante en la rueda del existir. Pero ese dinamismo y ese viaje no implican transcurso: solo ahondamiento de la conciencia. El tránsito existencial de Cortejo y Epinicio no conoce la decadencia del tiempo: es un tránsito gnoseológicamente inmóvil, un remolino anclado en el tiempo, una incisión silenciosa en el saber, un pensar en lo que nos sucede sin que lo que sucede nos arrastre: sin que aje nuestro pensamiento. Su aproximación, pues, a la experiencia humana y su concepción del tiempo que la define es circular: un círculo sin radio que penetra en lugar de expandirse; un círculo que anuda, en un instante eterno, todo lo habido y todo lo por haber; un círculo que es, simultáneamente, una quietud y un fluir, la infinitud y la nada. Rosenmann-Taub ha especificado, en este sentido, en los «preliminares», que la tetralogía narra —porque Cortejo y Epinicio también es un relato— «la experiencia de una conciencia siempre joven y madura, con sostenida energía. Un múltiple instante de lucidez: un extenso presente en un segundo intemporal. Nacimiento y agonía, amanecer y oscuridad. El triunfo de una derrota: un Epinicio» (Z, ix). Los cuatro volúmenes no han de entenderse, pues, como una evolución, sino como un prolongado ahora: una reflexión sobre la totalidad que encierra cada segundo. Conciernen a un individuo joven y, a la vez, viejo, sostenido siempre por una misma energía. Irradian una inteligencia

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1